Pilar Policano, una promesa argentina de la clásica: “Con la música no me falta nada”

“Si tengo que elegir un solo momento de todo lo que he vivido hasta ahora, me quedo con el concierto en Lucerna”, afirma Pilar Policano, promesa de la música clásica argentina, prodigio del violín que estudia en Viena con el prestigioso profesor ucraniano Boris Kushnir desde los 15 años, y que hoy, a los 18, lleva recorrida una trayectoria sorprendente.
De entre los hitos del camino que ha transitado, escoge el último como resumen de una vida fascinante de la mano del violín: dos presentaciones que el pasado mayo obtuvo como premio de la Fundación Arthur Waser para jóvenes talentos, interpretando el concierto de Erich Korngold acompañada por la Orquesta Sinfónica de Lucerna bajo la batuta del norteamericano James Gaffigan, director musical de la Komische Oper de Berlín.
De regreso al país invitada por el Festival Konex de Música Clásica para una Gala de violín y cuerdas junto al ensamble Estación Buenos Aires que dirige el maestro Rafael Gíntoli —mentor de Policano desde su comienzo—, y a continuación, el miércoles 6, un concierto con entrada libre y gratuita en el Salón de Actos de la Facultad de Derecho (en el que ofrecerá un programa de “Grandes maestros alemanes” con obras de Bach, Mozart, Beethoven y Mendelssohn), Pilar cuenta en diálogo con LA NACION lo que significó el traslado de ella y toda su familia a Viena.
Recientemente y gracias a un préstamo de la Fundación Ryuji Ueno y Rare Violins de New York, le suma a su talento el privilegio de tocar un destacado instrumento antiguo: un violín Bergonzi de 1780, del que destaca en particular la sonoridad de sus graves, el brillo de los agudos y el equilibrio entre las cuatro cuerdas.
Además de la actuación de este miércoles, su agenda argentina incluirá presentaciones en el Auditorio del Bicentenario de San Juan, con dirección de Wolfgang Wengeroth en octubre próximo; en el Palacio Libertad con la Sinfónica Nacional y en la ciudad de Paraná, con la de Entre Ríos. Antes de comenzar su gira, Pilar Policano habló de sus clases y de las oportunidades que le brinda el estudio en una de las capitales más musicales del mundo.
“Más que nada, los conciertos a los que tengo acceso en el Musikverein y en la Konzerthaus porque allí no solo van los mejores músicos, sino que eso sucede todo el tiempo y las entradas son muy accesibles”, menciona como el primer cambio de perspectiva de su vida en Austria. “Nos mudamos con toda la familia, mis padres y mi hermano hace casi tres años porque allí está el maestro con el que yo quería estudiar. Estamos contentos porque la ciudad es hermosa, mi padre trabaja como contador y mi hermano, que es el mejor adaptado de los cuatro, disfruta de su escuela. No fue fácil, por supuesto, pero ellos jamás me hicieron sentir ningún tipo de presión por acompañarme. Yo sabía que quería tocar y que era bueno estudiar en Europa, y mi profesor en Buenos Aires —el maestro Gíntoli— siempre me alentó a eso. No sé cómo hicieron mis padres, pero tomaron la decisión. Tenía recién cumplidos 15 años cuando nos fuimos y ellos querían mantener un equilibrio en mi vida, que no solamente fuera desarrollar la música sino crecer como persona. Estoy contenta con el maestro Kushnir.”
-¿Por qué lo elegiste especialmente a él y cómo llegaste a su cátedra?
-Yo sabía que forma solistas y eso era lo que quería porque admiraba a varios de sus alumnos. Le envié un e-mail en 2022 con un par de videos míos tocando; le expliqué que era de la Argentina y que me gustaría estudiar con él. Me dijo que fuera a probar unas clases. Fui una semana a Viena y confirmé que me gustaba su manera de enseñar. Y me tomó de alumna. Fue algo muy natural cómo se fue dando en mi carrera. Aunque mirando hacia atrás me doy cuenta que él puso mucho de su parte y que era muy difícil entrar a su clase. Reconozco que fue un gran paso su aceptación porque hay grandes maestros en todo el mundo, pero no con cualquiera uno se siente bien. Ahora, de tres años después, sé que él era el correcto porque me ha dado muchas herramientas, me apoya y me ayuda muchísimo. Es alguien a quien admiro y respeto.
-¿En qué notás las diferencias entre estudiar aquí y en Europa?
-Son etapas distintas. Cuando trabajaba con el maestro Gíntoli en Buenos Aires, él me dio un montón. Y no hubiese llegado a Kushnir sin Gíntoli. Fueron años intensos. Pasamos del concierto de Haydn al de Sibelius en un año y es una locura pero funcionó. Ahora nos estamos enfocando en el sonido y la calidad, y en que se note quién es el que toca sin verlo. Que, de solo escucharme, la gente sepa que soy yo.
-Cuando decís que se note quién toca, ¿qué dirías que hace reconocible tu sonido? ¿Qué identifica a tu manera de tocar?
-Siempre dicen que a los grandes maestros del pasado los reconocían por su sonido cuando los escuchaban en la radio. Reconocían qué cuarteto, qué orquesta, qué director. Y yo quiero que eso se note en mí. Que mi personalidad y mi sonido se escuche porque me encanta lo que hago, subirme al escenario y tocar para el público. Me encanta el repertorio de los románticos y del siglo XX. Pero no me gustaría cerrarme a nada porque el músico tiene que entender al compositor. No puede tocar Shostakovich como Bach, y me parece importante encontrar ese balance. Espero que mi sonido sea reconocible.
-¿En qué consiste tu rutina de estudio?
-A la mañana hago técnica, escalas y cuerdas al aire, me concentro en mis manos y en el sonido. Toco Paganini y Bach. A la tarde preparo repertorio, conciertos, sonatas y obras virtuosas. Además, tengo clases de teoría, de historia e idiomas y clases con el maestro en su casa. Cuando preparo un repertorio específico tomo clases todos los días, como ahora antes de venir. Todos los días quiere decir también sábados y domingos.
-Si tuvieras que elegir lo más extraordinario que te ha dado la música hasta aquí ¿qué sería?
-Son muchas experiencias y es difícil quedarse con una, pero en ese caso: los conciertos de mayo con la Orquesta Sinfónica de Lucerna, en los que toqué Korngold con la dirección de James Gaffigan. Siempre me preguntan si con la dedicación a una sola cosa, como el violín, me queda tiempo para amigos y vida social. Y siempre respondo lo mismo: “Con la música no me falta nada”.
Para agendar
10º Festival Konex de Música Clásica. Concierto violín y Orquesta de Cuerdas Estación Buenos Aires. Solista: Pilar Policano (violín). Dirección: Rafael Gíntoli. Obras de Bach, Mozart, Beethoven, Mendelssohn. Facultad de Derecho UBA. 6 de agosto, a las 19. Entrada libre y gratuita.
“Si tengo que elegir un solo momento de todo lo que he vivido hasta ahora, me quedo con el concierto en Lucerna”, afirma Pilar Policano, promesa de la música clásica argentina, prodigio del violín que estudia en Viena con el prestigioso profesor ucraniano Boris Kushnir desde los 15 años, y que hoy, a los 18, lleva recorrida una trayectoria sorprendente.
De entre los hitos del camino que ha transitado, escoge el último como resumen de una vida fascinante de la mano del violín: dos presentaciones que el pasado mayo obtuvo como premio de la Fundación Arthur Waser para jóvenes talentos, interpretando el concierto de Erich Korngold acompañada por la Orquesta Sinfónica de Lucerna bajo la batuta del norteamericano James Gaffigan, director musical de la Komische Oper de Berlín.
De regreso al país invitada por el Festival Konex de Música Clásica para una Gala de violín y cuerdas junto al ensamble Estación Buenos Aires que dirige el maestro Rafael Gíntoli —mentor de Policano desde su comienzo—, y a continuación, el miércoles 6, un concierto con entrada libre y gratuita en el Salón de Actos de la Facultad de Derecho (en el que ofrecerá un programa de “Grandes maestros alemanes” con obras de Bach, Mozart, Beethoven y Mendelssohn), Pilar cuenta en diálogo con LA NACION lo que significó el traslado de ella y toda su familia a Viena.
Recientemente y gracias a un préstamo de la Fundación Ryuji Ueno y Rare Violins de New York, le suma a su talento el privilegio de tocar un destacado instrumento antiguo: un violín Bergonzi de 1780, del que destaca en particular la sonoridad de sus graves, el brillo de los agudos y el equilibrio entre las cuatro cuerdas.
Además de la actuación de este miércoles, su agenda argentina incluirá presentaciones en el Auditorio del Bicentenario de San Juan, con dirección de Wolfgang Wengeroth en octubre próximo; en el Palacio Libertad con la Sinfónica Nacional y en la ciudad de Paraná, con la de Entre Ríos. Antes de comenzar su gira, Pilar Policano habló de sus clases y de las oportunidades que le brinda el estudio en una de las capitales más musicales del mundo.
“Más que nada, los conciertos a los que tengo acceso en el Musikverein y en la Konzerthaus porque allí no solo van los mejores músicos, sino que eso sucede todo el tiempo y las entradas son muy accesibles”, menciona como el primer cambio de perspectiva de su vida en Austria. “Nos mudamos con toda la familia, mis padres y mi hermano hace casi tres años porque allí está el maestro con el que yo quería estudiar. Estamos contentos porque la ciudad es hermosa, mi padre trabaja como contador y mi hermano, que es el mejor adaptado de los cuatro, disfruta de su escuela. No fue fácil, por supuesto, pero ellos jamás me hicieron sentir ningún tipo de presión por acompañarme. Yo sabía que quería tocar y que era bueno estudiar en Europa, y mi profesor en Buenos Aires —el maestro Gíntoli— siempre me alentó a eso. No sé cómo hicieron mis padres, pero tomaron la decisión. Tenía recién cumplidos 15 años cuando nos fuimos y ellos querían mantener un equilibrio en mi vida, que no solamente fuera desarrollar la música sino crecer como persona. Estoy contenta con el maestro Kushnir.”
-¿Por qué lo elegiste especialmente a él y cómo llegaste a su cátedra?
-Yo sabía que forma solistas y eso era lo que quería porque admiraba a varios de sus alumnos. Le envié un e-mail en 2022 con un par de videos míos tocando; le expliqué que era de la Argentina y que me gustaría estudiar con él. Me dijo que fuera a probar unas clases. Fui una semana a Viena y confirmé que me gustaba su manera de enseñar. Y me tomó de alumna. Fue algo muy natural cómo se fue dando en mi carrera. Aunque mirando hacia atrás me doy cuenta que él puso mucho de su parte y que era muy difícil entrar a su clase. Reconozco que fue un gran paso su aceptación porque hay grandes maestros en todo el mundo, pero no con cualquiera uno se siente bien. Ahora, de tres años después, sé que él era el correcto porque me ha dado muchas herramientas, me apoya y me ayuda muchísimo. Es alguien a quien admiro y respeto.
-¿En qué notás las diferencias entre estudiar aquí y en Europa?
-Son etapas distintas. Cuando trabajaba con el maestro Gíntoli en Buenos Aires, él me dio un montón. Y no hubiese llegado a Kushnir sin Gíntoli. Fueron años intensos. Pasamos del concierto de Haydn al de Sibelius en un año y es una locura pero funcionó. Ahora nos estamos enfocando en el sonido y la calidad, y en que se note quién es el que toca sin verlo. Que, de solo escucharme, la gente sepa que soy yo.
-Cuando decís que se note quién toca, ¿qué dirías que hace reconocible tu sonido? ¿Qué identifica a tu manera de tocar?
-Siempre dicen que a los grandes maestros del pasado los reconocían por su sonido cuando los escuchaban en la radio. Reconocían qué cuarteto, qué orquesta, qué director. Y yo quiero que eso se note en mí. Que mi personalidad y mi sonido se escuche porque me encanta lo que hago, subirme al escenario y tocar para el público. Me encanta el repertorio de los románticos y del siglo XX. Pero no me gustaría cerrarme a nada porque el músico tiene que entender al compositor. No puede tocar Shostakovich como Bach, y me parece importante encontrar ese balance. Espero que mi sonido sea reconocible.
-¿En qué consiste tu rutina de estudio?
-A la mañana hago técnica, escalas y cuerdas al aire, me concentro en mis manos y en el sonido. Toco Paganini y Bach. A la tarde preparo repertorio, conciertos, sonatas y obras virtuosas. Además, tengo clases de teoría, de historia e idiomas y clases con el maestro en su casa. Cuando preparo un repertorio específico tomo clases todos los días, como ahora antes de venir. Todos los días quiere decir también sábados y domingos.
-Si tuvieras que elegir lo más extraordinario que te ha dado la música hasta aquí ¿qué sería?
-Son muchas experiencias y es difícil quedarse con una, pero en ese caso: los conciertos de mayo con la Orquesta Sinfónica de Lucerna, en los que toqué Korngold con la dirección de James Gaffigan. Siempre me preguntan si con la dedicación a una sola cosa, como el violín, me queda tiempo para amigos y vida social. Y siempre respondo lo mismo: “Con la música no me falta nada”.
Para agendar
10º Festival Konex de Música Clásica. Concierto violín y Orquesta de Cuerdas Estación Buenos Aires. Solista: Pilar Policano (violín). Dirección: Rafael Gíntoli. Obras de Bach, Mozart, Beethoven, Mendelssohn. Facultad de Derecho UBA. 6 de agosto, a las 19. Entrada libre y gratuita.
La joven violinista, que estudia en Viena desde los 15 años, volvió al país invitada por el Festival Konex de Música Clásica para una gala y ofrecerá un concierto en la Facultad de Derecho LA NACION