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Pablo Bizzotto: “El RIGI hace falta para pasar de un desarrollo por goteo a uno masivo”

Marco Dunand y Daniel Jaeggi fundaron en 2004 Mercuria Energy Group, una de las empresas independientes de energía más grandes del mundo, con sede en Suiza y con ingresos brutos de US$140.000 millones. En 2014 la compañía compró la unidad de comercialización de commodities del banco JP Morgan Chase por US$3500 millones. Unos años antes, en 2009, hizo su primera incursión en la Argentina, bajo el nombre de la petrolera El Trébol. Al poco tiempo, se fusionaron con una empresa local, Andes Energía, y así nació Phoenix Global Resources.

Tras 10 años de adaptación al mercado local, la actividad de la compañía dio un giro cuando los empresarios convocaron, en plena pandemia, al argentino Pablo Bizzotto, quien en ese momento era vicepresidente ejecutivo de Upstream de YPF, para liderar la empresa en la Argentina.

Bizzotto tiene una larga carrera en el sector petrolero. Luego de trabajar 13 años en Pan American Energy (PAE), petrolera fundada por la familia Bulgheroni, en 2014 fue reclutado por el entonces presidente y CEO de YPF Miguel Galuccio para desarrollar Vaca Muerta.

El ingeniero en Petróleo se instaló en Neuquén, en el yacimiento Loma Campana, y presenció la perforación de los primeros pozos horizontales, que hoy son característicos en la producción no convencional, pero que en esa época eran un hito en la Argentina.

Bizzotto convenció a los accionistas de invertir inicialmente US$200 millones en el país para adquirir la concesión no convencional de Mata Mora, en Neuquén. Tiempo después invirtieron otros US$110 millones para comprar la licencia de Confluencia, otro yacimiento de Vaca Muerta, pegado a Mata Mora, pero en Río Negro. Ambos lugares tienen una extensión total de 500 kilómetros cuadrados y producen 13.000 barriles de petróleo por día. La compañía, además, tiene otros activos maduros en Mendoza y produce en total 16.000 barriles por día. Desde 2020 lleva invertidos US$550 millones en el país y tiene 90 empleados.

“Phoenix era una empresa listada en la bolsa de Londres y en la de Buenos Aires. Luego, con el incremento de participación de Mercuria, se decidió que sea una empresa privada y se deslistó. Eso nos dio un dinamismo distinto y una agilidad muy grande en la toma de decisiones, por la relación cotidiana con el accionista mayoritario, que es el que financia toda la actividad”, dice Bizzotto, en una entrevista con LA NACION.

Otro de los accionistas de la empresa es el exministro del Interior José Luis Manzano, fundador de Andes Energía. Actualmente, tiene 6% de la participación total accionaria.

La compañía, además, tiene un acuerdo con Misiones para vender crédito de carbono a compañías multinacionales. Eso le permite a la provincia invertir en la reducción de la deforestación y degradación de bosques.

–¿Por qué los accionistas principales eligieron invertir en la Argentina?

–Siempre la Argentina despierta mucho interés por el potencial que tiene, que es gigantesco y casi no tiene límites. Uno podría invertir en minería, petróleo y gas, porque tiene una cantidad masiva de recursos naturales, acompañado también de una muy buena calidad de recursos humanos. Es un país que no tiene problemas sociales y los recursos están en lugares donde no hay grandes asentamientos urbanos, como Vaca Muerta. Están dadas las condiciones para que esto se destrabe y crezca a otra velocidad.

–¿Cuánto van a invertir ustedes?

–Entre 2024 y 2026 vamos a invertir US$1100 millones. En 2024 estamos en unos US$250 millones y el año que viene vamos a pasar los US$300 millones, porque vamos a empezar con la construcción de una planta de tratamiento de petróleo. En diciembre de 2025 deberíamos estar levantando el segundo equipo de perforación (RIG) para empezar a llenar la planta nueva, que nos va a permitir totalizar una capacidad de tratamiento de unos 40.000 barriles por día en Mata Mora. El hub Mata Mora-Confluencia, si uno lo desarrollara sin límites y si estuvieran dadas todas las condiciones, debería tener cuatro equipos perforando y debería estar alcanzando unos 70.000 barriles por día de producción de petróleo.

–¿Cuáles son las condiciones que se necesitan para acelerar la inversión?

–Hay condiciones físicas-técnicas y hay condiciones de país. Nosotros podríamos estar levantando el segundo equipo posiblemente antes, porque la planta la podemos tener disponible antes, pero hay una limitación en la capacidad de transporte, con lo cual es mandatorio que se construyan las ampliaciones de ductos que se están llevando adelante. Es crucial para el crecimiento de Vaca Muerta y para que aumente la exportación.

–¿Y las condiciones del país?

–Los que tuvimos la suerte de estar en el nacimiento de Vaca Muerta desriskeamos [le sacamos el riesgo] la roca y la tecnología. Entendimos cómo desarrollar Vaca Muerta eficientemente, entre la logística, la evacuación y los sindicatos, que hoy no son un problema. Ahora falta desriskear al país. Este proyecto de Vaca Muerta en Uruguay o en Chile sería una revolución energética. Creo que la Ley Bases, con el régimen de incentivos para grandes inversiones (RIGI), es fundamental para que pasemos de un desarrollo por goteo a uno masivo. Hay que entender que este tipo de proyectos tiene una ventana de oportunidad, sobre todo en petróleo, y nosotros tenemos un recurso bajo la tierra que tenemos que poner en valor cuanto antes. La aprobación del RIGI y los capítulos de la Ley Bases que están relacionados a la industria de petróleo y gas son fundamentales para que esas condiciones se den y para que pasemos a un desarrollo de otra velocidad.

–¿Por qué?

–Las compañías en general tienen un portafolio de activos global. Cuando le pido a mi accionista que me financie un proyecto en la Argentina, él se da vuelta y mira todos los activos que tiene. Vaca Muerta tiene que competir con otros proyectos. Y si el petróleo o el producto que yo vendo no tiene el precio internacional, si me cambian las reglas de juego con los impuestos, si no hay cierta certeza o un marco fijo en el cual se va a mover la industria, es muy difícil convencer a un accionista de hacer una inversión de gran magnitud. Esta es una industria que necesita tiempos de amortización muy prolongados, porque es de capital intensivo. Es fundamental entender que nosotros competimos por la alocación de capital. Cuando YPF se asoció con Chevron se hizo más competitiva, porque la obligó a competir para que haya inversiones en la Argentina. Nos obligó a ser mejores y más eficientes. Eso mismo nos pasa a nosotros. Mercuria tiene proyectos muy atractivos en países que tienen condiciones que no son muy distintas a las que se proponen en el texto de la Ley de Bases. Son condiciones normales que requiere cualquier inversor.

–¿El RIGI es similar al acuerdo que hicieron YPF y Chevron?

–Sí, puede haber diferencias, como en todos los proyectos, pero la esencia de ambos busca dos o tres cosas. Primero, dar certeza en el largo plazo de las condiciones fiscales y de inversión, o sea, del marco en el cual el proyecto se va a mantener a lo largo del tiempo. El producto va a tener un precio que va a reflejar el valor de mercado en el mundo, y el accionista que toma riesgo, hace un esfuerzo, invierte y trae inversión a la Argentina. Va a querer ciertas condiciones de fluidez en el flujo de capitales, que es lo que pasa en cualquier país normal.

–¿Cree que sería importante el RIGI si no hubiese cepo cambiario, o si se respetasen los precios internacionales?

–El RIGI es mandatorio, es extremadamente necesario para que estas grandes inversiones se puedan desarrollar. No me imagino a una empresa que quiera hacer una planta de gas natural licuado (GNL) sin el apoyo de un marco, como intenta dar el RIGI.

–Se habla de que este año la Argentina podría tener un superávit comercial energético de US$6000 millones. ¿De cuánto más podría ser si hubiera otras condiciones?

–Recientemente, el presidente de YPF [Horacio Marín] mencionó que en los próximos años, con los proyectos de gas y de petróleo, espera ingresos por más de US$20.000 millones anuales. Creo que eso es factible, pero tenemos mucha tarea por hacer. Mientras más nos demoremos en generar el marco regulatorio, más nos atrasamos en ejecutar los proyectos. Nadie pone una orden de compra por una planta si no está la ley aprobada. Desde el momento en que se comienza con la inversión de la planta de GNL hasta que se pone en funcionamiento pasan cinco años. Tenemos que generar ese marco regulatorio y financiero de certeza, no para un gobierno, sino para las próximas generaciones.

Bizzotto es ingeniero en Petróleo, graduado en la Universidad Nacional del Comahue. Posee un MBA de la Universidad de Barcelona y participó del Programa de Desarrollo Directivo del IAE. Ingresó al programa de Jóvenes Profesionales del Grupo Techint, en la compañía Tecpetrol. Luego trabajó durante 13 años en Pan American Energy (PAE). En 2014 ingresó en YPF, para comenzar el desarrollo de Vaca Muerta. Desde 2020 se desempeña como CEO de Phoenix Global Resources.

Marco Dunand y Daniel Jaeggi fundaron en 2004 Mercuria Energy Group, una de las empresas independientes de energía más grandes del mundo, con sede en Suiza y con ingresos brutos de US$140.000 millones. En 2014 la compañía compró la unidad de comercialización de commodities del banco JP Morgan Chase por US$3500 millones. Unos años antes, en 2009, hizo su primera incursión en la Argentina, bajo el nombre de la petrolera El Trébol. Al poco tiempo, se fusionaron con una empresa local, Andes Energía, y así nació Phoenix Global Resources.

Tras 10 años de adaptación al mercado local, la actividad de la compañía dio un giro cuando los empresarios convocaron, en plena pandemia, al argentino Pablo Bizzotto, quien en ese momento era vicepresidente ejecutivo de Upstream de YPF, para liderar la empresa en la Argentina.

Bizzotto tiene una larga carrera en el sector petrolero. Luego de trabajar 13 años en Pan American Energy (PAE), petrolera fundada por la familia Bulgheroni, en 2014 fue reclutado por el entonces presidente y CEO de YPF Miguel Galuccio para desarrollar Vaca Muerta.

El ingeniero en Petróleo se instaló en Neuquén, en el yacimiento Loma Campana, y presenció la perforación de los primeros pozos horizontales, que hoy son característicos en la producción no convencional, pero que en esa época eran un hito en la Argentina.

Bizzotto convenció a los accionistas de invertir inicialmente US$200 millones en el país para adquirir la concesión no convencional de Mata Mora, en Neuquén. Tiempo después invirtieron otros US$110 millones para comprar la licencia de Confluencia, otro yacimiento de Vaca Muerta, pegado a Mata Mora, pero en Río Negro. Ambos lugares tienen una extensión total de 500 kilómetros cuadrados y producen 13.000 barriles de petróleo por día. La compañía, además, tiene otros activos maduros en Mendoza y produce en total 16.000 barriles por día. Desde 2020 lleva invertidos US$550 millones en el país y tiene 90 empleados.

“Phoenix era una empresa listada en la bolsa de Londres y en la de Buenos Aires. Luego, con el incremento de participación de Mercuria, se decidió que sea una empresa privada y se deslistó. Eso nos dio un dinamismo distinto y una agilidad muy grande en la toma de decisiones, por la relación cotidiana con el accionista mayoritario, que es el que financia toda la actividad”, dice Bizzotto, en una entrevista con LA NACION.

Otro de los accionistas de la empresa es el exministro del Interior José Luis Manzano, fundador de Andes Energía. Actualmente, tiene 6% de la participación total accionaria.

La compañía, además, tiene un acuerdo con Misiones para vender crédito de carbono a compañías multinacionales. Eso le permite a la provincia invertir en la reducción de la deforestación y degradación de bosques.

–¿Por qué los accionistas principales eligieron invertir en la Argentina?

–Siempre la Argentina despierta mucho interés por el potencial que tiene, que es gigantesco y casi no tiene límites. Uno podría invertir en minería, petróleo y gas, porque tiene una cantidad masiva de recursos naturales, acompañado también de una muy buena calidad de recursos humanos. Es un país que no tiene problemas sociales y los recursos están en lugares donde no hay grandes asentamientos urbanos, como Vaca Muerta. Están dadas las condiciones para que esto se destrabe y crezca a otra velocidad.

–¿Cuánto van a invertir ustedes?

–Entre 2024 y 2026 vamos a invertir US$1100 millones. En 2024 estamos en unos US$250 millones y el año que viene vamos a pasar los US$300 millones, porque vamos a empezar con la construcción de una planta de tratamiento de petróleo. En diciembre de 2025 deberíamos estar levantando el segundo equipo de perforación (RIG) para empezar a llenar la planta nueva, que nos va a permitir totalizar una capacidad de tratamiento de unos 40.000 barriles por día en Mata Mora. El hub Mata Mora-Confluencia, si uno lo desarrollara sin límites y si estuvieran dadas todas las condiciones, debería tener cuatro equipos perforando y debería estar alcanzando unos 70.000 barriles por día de producción de petróleo.

–¿Cuáles son las condiciones que se necesitan para acelerar la inversión?

–Hay condiciones físicas-técnicas y hay condiciones de país. Nosotros podríamos estar levantando el segundo equipo posiblemente antes, porque la planta la podemos tener disponible antes, pero hay una limitación en la capacidad de transporte, con lo cual es mandatorio que se construyan las ampliaciones de ductos que se están llevando adelante. Es crucial para el crecimiento de Vaca Muerta y para que aumente la exportación.

–¿Y las condiciones del país?

–Los que tuvimos la suerte de estar en el nacimiento de Vaca Muerta desriskeamos [le sacamos el riesgo] la roca y la tecnología. Entendimos cómo desarrollar Vaca Muerta eficientemente, entre la logística, la evacuación y los sindicatos, que hoy no son un problema. Ahora falta desriskear al país. Este proyecto de Vaca Muerta en Uruguay o en Chile sería una revolución energética. Creo que la Ley Bases, con el régimen de incentivos para grandes inversiones (RIGI), es fundamental para que pasemos de un desarrollo por goteo a uno masivo. Hay que entender que este tipo de proyectos tiene una ventana de oportunidad, sobre todo en petróleo, y nosotros tenemos un recurso bajo la tierra que tenemos que poner en valor cuanto antes. La aprobación del RIGI y los capítulos de la Ley Bases que están relacionados a la industria de petróleo y gas son fundamentales para que esas condiciones se den y para que pasemos a un desarrollo de otra velocidad.

–¿Por qué?

–Las compañías en general tienen un portafolio de activos global. Cuando le pido a mi accionista que me financie un proyecto en la Argentina, él se da vuelta y mira todos los activos que tiene. Vaca Muerta tiene que competir con otros proyectos. Y si el petróleo o el producto que yo vendo no tiene el precio internacional, si me cambian las reglas de juego con los impuestos, si no hay cierta certeza o un marco fijo en el cual se va a mover la industria, es muy difícil convencer a un accionista de hacer una inversión de gran magnitud. Esta es una industria que necesita tiempos de amortización muy prolongados, porque es de capital intensivo. Es fundamental entender que nosotros competimos por la alocación de capital. Cuando YPF se asoció con Chevron se hizo más competitiva, porque la obligó a competir para que haya inversiones en la Argentina. Nos obligó a ser mejores y más eficientes. Eso mismo nos pasa a nosotros. Mercuria tiene proyectos muy atractivos en países que tienen condiciones que no son muy distintas a las que se proponen en el texto de la Ley de Bases. Son condiciones normales que requiere cualquier inversor.

–¿El RIGI es similar al acuerdo que hicieron YPF y Chevron?

–Sí, puede haber diferencias, como en todos los proyectos, pero la esencia de ambos busca dos o tres cosas. Primero, dar certeza en el largo plazo de las condiciones fiscales y de inversión, o sea, del marco en el cual el proyecto se va a mantener a lo largo del tiempo. El producto va a tener un precio que va a reflejar el valor de mercado en el mundo, y el accionista que toma riesgo, hace un esfuerzo, invierte y trae inversión a la Argentina. Va a querer ciertas condiciones de fluidez en el flujo de capitales, que es lo que pasa en cualquier país normal.

–¿Cree que sería importante el RIGI si no hubiese cepo cambiario, o si se respetasen los precios internacionales?

–El RIGI es mandatorio, es extremadamente necesario para que estas grandes inversiones se puedan desarrollar. No me imagino a una empresa que quiera hacer una planta de gas natural licuado (GNL) sin el apoyo de un marco, como intenta dar el RIGI.

–Se habla de que este año la Argentina podría tener un superávit comercial energético de US$6000 millones. ¿De cuánto más podría ser si hubiera otras condiciones?

–Recientemente, el presidente de YPF [Horacio Marín] mencionó que en los próximos años, con los proyectos de gas y de petróleo, espera ingresos por más de US$20.000 millones anuales. Creo que eso es factible, pero tenemos mucha tarea por hacer. Mientras más nos demoremos en generar el marco regulatorio, más nos atrasamos en ejecutar los proyectos. Nadie pone una orden de compra por una planta si no está la ley aprobada. Desde el momento en que se comienza con la inversión de la planta de GNL hasta que se pone en funcionamiento pasan cinco años. Tenemos que generar ese marco regulatorio y financiero de certeza, no para un gobierno, sino para las próximas generaciones.

Bizzotto es ingeniero en Petróleo, graduado en la Universidad Nacional del Comahue. Posee un MBA de la Universidad de Barcelona y participó del Programa de Desarrollo Directivo del IAE. Ingresó al programa de Jóvenes Profesionales del Grupo Techint, en la compañía Tecpetrol. Luego trabajó durante 13 años en Pan American Energy (PAE). En 2014 ingresó en YPF, para comenzar el desarrollo de Vaca Muerta. Desde 2020 se desempeña como CEO de Phoenix Global Resources.

 Fue vicepresidente ejecutivo de Upstream de YPF en tiempo de Galuccio y trabajó 13 años en Pan American Energy (PAE), de la familia Bulgheroni; hoy lidera Phoenix Global Resources, que se expande en la Argentina  LA NACION

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