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El impulso de la ultraderecha no altera a Bruselas, pero sí hace crujir a París y Berlín

PARÍS

Los europeos ratificaron, sin titubeos, su vocación histórica hacia el centro-derecha al confiarle nuevamente el control del Parlamento Europeo para un nuevo periodo de cinco años, en las elecciones legislativas de este domingo. La victoria, sin embargo, resultó opacada por un repunte de la extrema derecha en algunos países clave del bloque. Una tendencia iliberal que no solo parece afianzarse, sino que, en el caso de Francia, asumió las características de un terremoto, provocando la decisión del presidente Emmanuel Macron de disolver la Asamblea Nacional.

En un hecho sin precedentes, el presidente francés anunció ayer sorpresivamente su decisión y convocó a nuevas elecciones para el 30 de junio y 7 julio. Se trata sin duda de un esfuerzo del mandatario francés por clarificar una situación política extremadamente incierta para la estabilidad del país.

“El aumento de los nacionalistas y los demagogos es un peligro para nuestra nación, pero también para nuestra Europa. Para el lugar de Francia en Europa y en el mundo”, declaró el presidente en un mensaje televisado al país.

Ese dramático anuncio sobrevino en forma abrupta apenas unos minutos después de conocidos los resultados de las elecciones europeas, que se tradujeron en un severo revés para el partido de Macron.

Esa consulta se saldó dentro de las fronteras nacionales con una contundente victoria del partido Reunión Nacional de extrema derecha de Marine Le Pen, que totalizó un resultado histórico de 31,5% al término de una elección decepcionante para el gobierno. El partido del presidente obtuvo apenas la mitad de esos resultados (15,2%) y sufrió la peor derrota electoral desde que Macron llegó al poder en 2017.

Derrumbe de Scholz

El segundo, aunque también esperado revés que la extrema derecha infligió al gobierno se produjo en Alemania, donde la social-democracia del canciller Olaf Scholz llegó en tercer lugar, detrás de la oposición demócratacristiana –de la ex canciller Angela Merkel– pero, sobre todo, detrás de la extrema derecha neonazi de Alternativa para Alemania (AfD).

El grupo, que forma parte de los no-inscriptos en el Parlamento después de su exclusión reciente del grupo Identidad y Democracia (ID), obtuvo 16,5% de los votos y llegó en segundo lugar. Con 17 bancas –contra ocho actualmente– en Estrasburgo, AdF supera así a los partidos en el poder en Alemania.

Un escore que sin duda debilitará aun más al actual canciller, muy fragilizado por la grave situación económica de su país desde que comenzó la guerra en Ucrania.

Impulso

Y la ola es poderosa. Aun cuando no haya conseguido sumergir a la Unión Europea. Los dos grupos de derecha radical deberían reforzar su presencia en el hemiciclo: ECR (Conservadores y Reformistas Europeos), que comprende Fratelli d’Italia, Vox en España o Reconquista en Francia, e ID (Identidad y Democracia), donde se encuentra la Reunión Nacional (RN) de Marine Le Pen y la Lega italiana.

La extrema derecha no solo progresó en Francia y en Alemania. También llegó primera en Austria, donde FPO obtuvo más de 27% de los votos, mientras que en España, Vox progresó en relación a las elecciones anteriores de 2019 y obtendría siete diputados, tres más que en la legislatura anterior.

Según proyecciones difundidas por el Parlamento Europeo anoche, ID obtendría 60 bancas, contra 58 actualmente, mientras que ECR pasaría de 68 a 70.  Si bien esa progresión parece sin mucha importancia, varios partidos aún no están contabilizados en ambas familias a pesar de que han solicitado incorporarse. El resultado final podría ser, en consecuencia, más elevado.

No obstante, independientemente de los casos individuales, el avance de la extrema derecha en el bloque no fue tan vertiginoso como se temía, mientras que la coalición de centro-derecha, centro-izquierda y centro conserva la mayoría.

Son numerosos los pequeños Estados donde la derecha radical está ausente. Por ejemplo, en Bulgaria, Croacia, Chipre o Malta. En Polonia, el PiS, derrotado en las legislativas nacionales de octubre pasado, también parecía anoche haber retrocedido: según las proyecciones, obtendría 19 eurodiputados, seis menos que en el parlamento actual.

El Partido Popular Europeo (PPE) es, en efecto, la primera fuerza del hemiciclo, como lo ha sido en los últimos 40 años. Y esto juega en favor de la actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, candidata a su reelección, que prometió anoche construir “una muralla contra la extrema derecha y la extrema izquierda”.

PARÍS

Los europeos ratificaron, sin titubeos, su vocación histórica hacia el centro-derecha al confiarle nuevamente el control del Parlamento Europeo para un nuevo periodo de cinco años, en las elecciones legislativas de este domingo. La victoria, sin embargo, resultó opacada por un repunte de la extrema derecha en algunos países clave del bloque. Una tendencia iliberal que no solo parece afianzarse, sino que, en el caso de Francia, asumió las características de un terremoto, provocando la decisión del presidente Emmanuel Macron de disolver la Asamblea Nacional.

En un hecho sin precedentes, el presidente francés anunció ayer sorpresivamente su decisión y convocó a nuevas elecciones para el 30 de junio y 7 julio. Se trata sin duda de un esfuerzo del mandatario francés por clarificar una situación política extremadamente incierta para la estabilidad del país.

“El aumento de los nacionalistas y los demagogos es un peligro para nuestra nación, pero también para nuestra Europa. Para el lugar de Francia en Europa y en el mundo”, declaró el presidente en un mensaje televisado al país.

Ese dramático anuncio sobrevino en forma abrupta apenas unos minutos después de conocidos los resultados de las elecciones europeas, que se tradujeron en un severo revés para el partido de Macron.

Esa consulta se saldó dentro de las fronteras nacionales con una contundente victoria del partido Reunión Nacional de extrema derecha de Marine Le Pen, que totalizó un resultado histórico de 31,5% al término de una elección decepcionante para el gobierno. El partido del presidente obtuvo apenas la mitad de esos resultados (15,2%) y sufrió la peor derrota electoral desde que Macron llegó al poder en 2017.

Derrumbe de Scholz

El segundo, aunque también esperado revés que la extrema derecha infligió al gobierno se produjo en Alemania, donde la social-democracia del canciller Olaf Scholz llegó en tercer lugar, detrás de la oposición demócratacristiana –de la ex canciller Angela Merkel– pero, sobre todo, detrás de la extrema derecha neonazi de Alternativa para Alemania (AfD).

El grupo, que forma parte de los no-inscriptos en el Parlamento después de su exclusión reciente del grupo Identidad y Democracia (ID), obtuvo 16,5% de los votos y llegó en segundo lugar. Con 17 bancas –contra ocho actualmente– en Estrasburgo, AdF supera así a los partidos en el poder en Alemania.

Un escore que sin duda debilitará aun más al actual canciller, muy fragilizado por la grave situación económica de su país desde que comenzó la guerra en Ucrania.

Impulso

Y la ola es poderosa. Aun cuando no haya conseguido sumergir a la Unión Europea. Los dos grupos de derecha radical deberían reforzar su presencia en el hemiciclo: ECR (Conservadores y Reformistas Europeos), que comprende Fratelli d’Italia, Vox en España o Reconquista en Francia, e ID (Identidad y Democracia), donde se encuentra la Reunión Nacional (RN) de Marine Le Pen y la Lega italiana.

La extrema derecha no solo progresó en Francia y en Alemania. También llegó primera en Austria, donde FPO obtuvo más de 27% de los votos, mientras que en España, Vox progresó en relación a las elecciones anteriores de 2019 y obtendría siete diputados, tres más que en la legislatura anterior.

Según proyecciones difundidas por el Parlamento Europeo anoche, ID obtendría 60 bancas, contra 58 actualmente, mientras que ECR pasaría de 68 a 70.  Si bien esa progresión parece sin mucha importancia, varios partidos aún no están contabilizados en ambas familias a pesar de que han solicitado incorporarse. El resultado final podría ser, en consecuencia, más elevado.

No obstante, independientemente de los casos individuales, el avance de la extrema derecha en el bloque no fue tan vertiginoso como se temía, mientras que la coalición de centro-derecha, centro-izquierda y centro conserva la mayoría.

Son numerosos los pequeños Estados donde la derecha radical está ausente. Por ejemplo, en Bulgaria, Croacia, Chipre o Malta. En Polonia, el PiS, derrotado en las legislativas nacionales de octubre pasado, también parecía anoche haber retrocedido: según las proyecciones, obtendría 19 eurodiputados, seis menos que en el parlamento actual.

El Partido Popular Europeo (PPE) es, en efecto, la primera fuerza del hemiciclo, como lo ha sido en los últimos 40 años. Y esto juega en favor de la actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, candidata a su reelección, que prometió anoche construir “una muralla contra la extrema derecha y la extrema izquierda”.

 Los resultados de las elecciones europeas ponen en problemas a Macron, tras el triunfo de la agrupación de Marine Le Pen; en Alemania, el canciller Scholz sufrió a manos de la AfD; la composición del Parlamento Europeo seguirá teniendo, sin embargo, tendencia centrista  LA NACION

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