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Colombia le ganó a Paraguay 2-1 por el talento de James Rodríguez, un N° 10 distinto incluso en el andar de su carrera

Néstor Lorenzo es el dueño y el culpable máximo de que el pueblo colombiano desborde de ilusión con repetir aquel título de la Copa América 2001, el único en su historia y que levantó en su suelo. Un seleccionado que, además de posicionarse tercera en las Eliminatorias rumbo al próximo Mundial, acumula un invicto de 24 encuentros (19 triunfos y cinco igualdades) y arrancó muy firme en la competición continental superando el debut clave ante Paraguay, por el grupo D que comparten con Brasil. Fue 2-1 en Houston, Texas, gracias a los cabezazos de Daniel Muñoz y Jefferson Lerma. Aunque, asimismo, por las pinceladas zurdas de un futbolista que el entrenador decide no prescindir, por más que en otros cause desconfianza futbolística.

En los pies de James Rodríguez ya no hay botines idénticos a cuando deslumbró siendo campeón en Banfield, en 2009, siendo un jovencito que se peinaba similar a Cristiano Ronaldo o cuando ilusionó a Real Madrid con su llegada tras ser el goleador y una de las grandes figuras de la Copa del Mundo de Brasil 2014. Tampoco hay otros más modernos, como hace poco tiempo lució al mantenerse en Europa, pero en escalas menores (Olympiacos, de Grecia, por ejemplo).

Se corrió de las fuertes luces, lo que terminó derivando en una extraña carrera. De hecho, hace un año, decidió volver a pisar Sudamérica para ser parte de las filas de San Pablo, de Brasil. Aquella estrella que prometía ser terminó dejando algunas deudas. Todo eso es el colombiano: un distinto, incluso en el andar de su carrera.

Porque, contraria y paradójicamente a lo que algunos pueden pensar a esta altura de sus 32 años, se pone la camiseta tricolor de su nación y no pasa de moda. Sobre todo, para Lorenzo. Juegue donde juegue, esté como esté, es su N°10. Jugando ahí, como conductor de su voraz criatura, y dejando en su espalda ese número que tan bien le calza. Acompañado, siempre, de la cinta de capitán en su bíceps izquierdo. No deja de ser figura.

Algunos en su país empiezan a cederle con dolor poco crédito. Evidentemente, por el enorme cariño ganado en el pasado, pero también por la poca confianza que pueda depositarse en su presente. Lorenzo, en cambio, le sigue dando la responsabilidad mediante una fe ciega. “Sabemos que él es importante a partir del manejo de la pelota y su protagonismo en el juego. Así que le generamos las condiciones como equipo para que distribuya lo mejor posible”, explicó el técnico argentino acerca de la manera en que piensa permanentemente en su inclusión: es uno de sus principales titulares.

Herrera vio infracción de Velázquez sobre Mina en el área. Penal para Colombia a los ST, 42m. Sin embargo, el VAR lo llamó para corroborar la acción. Tras ver el monitor, el árbitro argentino anuló correctamente su primera sanción.

James responde. Porque, tal como lo dice su técnico, significa la pausa llena de técnica, inteligencia, lectura y precisión entre los laterales, volantes y delanteros voraces y veloces que forman parte de la impronta llena de rabia ofensiva que este ciclo demuestra desde hace años. Cada día agiganta más su candidatura (aunque con el perfil bien bajo) a obtener el segundo título de su historia.

Todo nace en el pie zurdo de Rodríguez: todo un estratega, además, en un período de nueve minutos definió el partido. A los 32 minutos del primer tiempo, se recostó sobre la banda izquierda, con un amago se permitió un tiempo de más y levantó la pelota hacia el segundo palo, perfecta para el ingreso del lateral Daniel Muñoz y su cabezazo certero para abrir el marcador; a los 41, la pelota detenida desde la derecha estuvo preparada para distraer, primero, con su “choque” con el propio Muñoz antes de impactar la pelota y, luego, con el zurdazo dirigido a la cabeza que el volante cucuteño escogiera: Jefferson Lerma fue el blanco de su búsqueda y la red se infló por segunda y última vez en favor al conjunto cafetero, porque le bastó para ganarle a los paraguayos por 2-1.

En un fútbol que cada vez se elige más rápido, sobre todo a ese nivel de elite, James parece ir quedando relegado pese a su calidad. Lo demuestra Luis Zubeldía, el actual director técnico de su actual equipo, San Pablo. El colombiano parece no estar en los principales planes del ex entrenador de Lanús y, aunque el mediocampista sostenga que su contrato caduca el próximo año, empiezan a trascender dos temas: un aparente conflicto con quien lo dirige y, en efecto, una salida que puede ser inmediata.

¿Quién apareció entre los rumores consecuentes? Boca, en medio de su búsqueda de volantes ofensivos y de seguir conformando un equipo plagado de estrellas tras la costumbre de contar con el uruguayo Edinson Cavani y la reciente contratación del chileno Gary Medel. Hace un tiempo, su compatriota Mauricio Serna, miembro del Consejo de Fútbol, planteó el deseo (tímido) de tenerlo: “No lo estamos contemplando, pero no porque no nos interese, sino porque pensamos que es un gran futbolista que está en Brasil: no es fácil lograr traerlo desde allí”.

Sin embargo, la propia figura de este lunes, en medio de la preparación de cara a lo que fue el exitoso estreno de Colombia, negó de manera rotunda la posibilidad: “No hablé con nadie. ¿Si jugaría otra vez en Argentina? Ja… Yo creo que no es de mis posibilidades. No es parte de mis proyectos actuales. Creo que falta mucho para eso”, dejó una ventana abierta, pero –evidentemente- pensando más hacia adelante.

Claro, sus 32 años aún no lo hacen ver un futbolista que vea el ocaso de su carrera tocándole la puerta. Y ahí está lo extraño de su carrera. Su calidad no condice, seguramente, con los desafíos que fue atravesando en los últimos años: mediante buenas ventas escaló desde Banfield a Porto, de Portugal, Mónaco, de Francia, y Real Madrid. Si bien en la “Casablanca” no le fue individualmente como anhelaba, dio otro paso importante en 2017 al ser cedido a Bayern Münich, de Alemania. Desde ahí, todo fue a contramano de lo pensado: con el pase en su poder marchó a Everton, de Inglaterra, un año después fue vendido a Al-Rayyan de Qatar y, otra vez en libertad de acciones, recaló en Olympiacos y, previo a este presente en Brasil, pasó tres meses sin club.

Ahora bien, en el seleccionado cafetero nada cambia y todo se fortalece: cuando se piensa que su zurda roza la fecha de caducidad, James termina siendo el que más reluce y se impone. Sigue siendo ese reloj que les proporciona a sus compañeros (aunque hoy es recíproco con la verticalidad que lo acompaña a él) el pulso y ritmo necesario para llegar al triunfo.

Por eso, ese líder y referente que no se saca la ‘10′ ya superó los 100 encuentros con la camiseta de su país. No es un número para cualquiera: en la historia del seleccionado tricolor, es el séptimo futbolista que alcanza la marca, después de David Ospina, Juan Cuadrado, Carlos Valderrama, Radamel Falcao García, Mario Yepes y Leonel Álvarez.

James Rodríguez quiere ser campeón con la camiseta de su nación y ser parte importante de lo que sería un hito en la historia colombiana. Después, verá que depara su carrera.

Néstor Lorenzo es el dueño y el culpable máximo de que el pueblo colombiano desborde de ilusión con repetir aquel título de la Copa América 2001, el único en su historia y que levantó en su suelo. Un seleccionado que, además de posicionarse tercera en las Eliminatorias rumbo al próximo Mundial, acumula un invicto de 24 encuentros (19 triunfos y cinco igualdades) y arrancó muy firme en la competición continental superando el debut clave ante Paraguay, por el grupo D que comparten con Brasil. Fue 2-1 en Houston, Texas, gracias a los cabezazos de Daniel Muñoz y Jefferson Lerma. Aunque, asimismo, por las pinceladas zurdas de un futbolista que el entrenador decide no prescindir, por más que en otros cause desconfianza futbolística.

En los pies de James Rodríguez ya no hay botines idénticos a cuando deslumbró siendo campeón en Banfield, en 2009, siendo un jovencito que se peinaba similar a Cristiano Ronaldo o cuando ilusionó a Real Madrid con su llegada tras ser el goleador y una de las grandes figuras de la Copa del Mundo de Brasil 2014. Tampoco hay otros más modernos, como hace poco tiempo lució al mantenerse en Europa, pero en escalas menores (Olympiacos, de Grecia, por ejemplo).

Se corrió de las fuertes luces, lo que terminó derivando en una extraña carrera. De hecho, hace un año, decidió volver a pisar Sudamérica para ser parte de las filas de San Pablo, de Brasil. Aquella estrella que prometía ser terminó dejando algunas deudas. Todo eso es el colombiano: un distinto, incluso en el andar de su carrera.

Porque, contraria y paradójicamente a lo que algunos pueden pensar a esta altura de sus 32 años, se pone la camiseta tricolor de su nación y no pasa de moda. Sobre todo, para Lorenzo. Juegue donde juegue, esté como esté, es su N°10. Jugando ahí, como conductor de su voraz criatura, y dejando en su espalda ese número que tan bien le calza. Acompañado, siempre, de la cinta de capitán en su bíceps izquierdo. No deja de ser figura.

Algunos en su país empiezan a cederle con dolor poco crédito. Evidentemente, por el enorme cariño ganado en el pasado, pero también por la poca confianza que pueda depositarse en su presente. Lorenzo, en cambio, le sigue dando la responsabilidad mediante una fe ciega. “Sabemos que él es importante a partir del manejo de la pelota y su protagonismo en el juego. Así que le generamos las condiciones como equipo para que distribuya lo mejor posible”, explicó el técnico argentino acerca de la manera en que piensa permanentemente en su inclusión: es uno de sus principales titulares.

Herrera vio infracción de Velázquez sobre Mina en el área. Penal para Colombia a los ST, 42m. Sin embargo, el VAR lo llamó para corroborar la acción. Tras ver el monitor, el árbitro argentino anuló correctamente su primera sanción.

James responde. Porque, tal como lo dice su técnico, significa la pausa llena de técnica, inteligencia, lectura y precisión entre los laterales, volantes y delanteros voraces y veloces que forman parte de la impronta llena de rabia ofensiva que este ciclo demuestra desde hace años. Cada día agiganta más su candidatura (aunque con el perfil bien bajo) a obtener el segundo título de su historia.

Todo nace en el pie zurdo de Rodríguez: todo un estratega, además, en un período de nueve minutos definió el partido. A los 32 minutos del primer tiempo, se recostó sobre la banda izquierda, con un amago se permitió un tiempo de más y levantó la pelota hacia el segundo palo, perfecta para el ingreso del lateral Daniel Muñoz y su cabezazo certero para abrir el marcador; a los 41, la pelota detenida desde la derecha estuvo preparada para distraer, primero, con su “choque” con el propio Muñoz antes de impactar la pelota y, luego, con el zurdazo dirigido a la cabeza que el volante cucuteño escogiera: Jefferson Lerma fue el blanco de su búsqueda y la red se infló por segunda y última vez en favor al conjunto cafetero, porque le bastó para ganarle a los paraguayos por 2-1.

En un fútbol que cada vez se elige más rápido, sobre todo a ese nivel de elite, James parece ir quedando relegado pese a su calidad. Lo demuestra Luis Zubeldía, el actual director técnico de su actual equipo, San Pablo. El colombiano parece no estar en los principales planes del ex entrenador de Lanús y, aunque el mediocampista sostenga que su contrato caduca el próximo año, empiezan a trascender dos temas: un aparente conflicto con quien lo dirige y, en efecto, una salida que puede ser inmediata.

¿Quién apareció entre los rumores consecuentes? Boca, en medio de su búsqueda de volantes ofensivos y de seguir conformando un equipo plagado de estrellas tras la costumbre de contar con el uruguayo Edinson Cavani y la reciente contratación del chileno Gary Medel. Hace un tiempo, su compatriota Mauricio Serna, miembro del Consejo de Fútbol, planteó el deseo (tímido) de tenerlo: “No lo estamos contemplando, pero no porque no nos interese, sino porque pensamos que es un gran futbolista que está en Brasil: no es fácil lograr traerlo desde allí”.

Sin embargo, la propia figura de este lunes, en medio de la preparación de cara a lo que fue el exitoso estreno de Colombia, negó de manera rotunda la posibilidad: “No hablé con nadie. ¿Si jugaría otra vez en Argentina? Ja… Yo creo que no es de mis posibilidades. No es parte de mis proyectos actuales. Creo que falta mucho para eso”, dejó una ventana abierta, pero –evidentemente- pensando más hacia adelante.

Claro, sus 32 años aún no lo hacen ver un futbolista que vea el ocaso de su carrera tocándole la puerta. Y ahí está lo extraño de su carrera. Su calidad no condice, seguramente, con los desafíos que fue atravesando en los últimos años: mediante buenas ventas escaló desde Banfield a Porto, de Portugal, Mónaco, de Francia, y Real Madrid. Si bien en la “Casablanca” no le fue individualmente como anhelaba, dio otro paso importante en 2017 al ser cedido a Bayern Münich, de Alemania. Desde ahí, todo fue a contramano de lo pensado: con el pase en su poder marchó a Everton, de Inglaterra, un año después fue vendido a Al-Rayyan de Qatar y, otra vez en libertad de acciones, recaló en Olympiacos y, previo a este presente en Brasil, pasó tres meses sin club.

Ahora bien, en el seleccionado cafetero nada cambia y todo se fortalece: cuando se piensa que su zurda roza la fecha de caducidad, James termina siendo el que más reluce y se impone. Sigue siendo ese reloj que les proporciona a sus compañeros (aunque hoy es recíproco con la verticalidad que lo acompaña a él) el pulso y ritmo necesario para llegar al triunfo.

Por eso, ese líder y referente que no se saca la ‘10′ ya superó los 100 encuentros con la camiseta de su país. No es un número para cualquiera: en la historia del seleccionado tricolor, es el séptimo futbolista que alcanza la marca, después de David Ospina, Juan Cuadrado, Carlos Valderrama, Radamel Falcao García, Mario Yepes y Leonel Álvarez.

James Rodríguez quiere ser campeón con la camiseta de su nación y ser parte importante de lo que sería un hito en la historia colombiana. Después, verá que depara su carrera.

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