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¿Quién se anima al dad dancing?

LONDRES.– Respecto a los recitales de Taylor Swift, aquí de lo que más se habló fue del Príncipe Guillermo, quien llevó a sus hijos a ver a la superestrella el día que cumplió 42 años. Varios asistentes captaron imágenes y videos del heredero al trono quien, cuando sonó “Shake it off” se puso a bailar de una manera que The Guardian, resumió como “goofily exuberant”, exuberante de una manera en la que claramente no se tiene un control total sobre las extremidades.

Por su parte, el tabloide Daily Mail lo resumió diciendo que, aunque aún no tenga la corona del reino, en el recital Guillermo demostró que ya es “el indiscutido rey” del “dad dancing”. Los medios de todo el espectro político, aunque de cara a las inminentes elecciones están enfrentados de manera feroz, parecieron coincidir felizmente en esto. Oficialmente, el dad dance está de vuelta.

Dad dance, según el Cambridge Dictionary (sí, es así de oficial), es “la forma de bailar música pop de los hombres de mediana edad en un estilo que la gente considera entre divertido y vergonzoso”. Con especial énfasis, claro, en lo segundo.

El tabloide Daily Mail lo resumió diciendo que, aunque aún no tenga la corona del reino, en el recital Guillermo demostró que ya es “el indiscutido rey” del “dad dancing”

Unos años atrás, The Guardian ya había realizado un exhaustivo análisis de su génesis y desarrollo, que es difícil de leer sin sonreír –casi el mismo efecto de ver a alguien dad dancing– que podría traducirse como haciendo el “baile de los papis”. Según el matutino, esta forma de bailar arrancó en 1984 cuando Bruce Springsteen, de 34 años, se vio obligado a hacer algo durante las pausas instrumentales de su video Dancing in the Dark, y, perdido, “comenzó a mover los brazos locamente como si estuviera tratando de defenderse de un apretón de manos no solicitado”. Otros ejemplos que inauguraron el estilo son David Bowie y Mick Jagger cuando en “Dancing in the Street” imitaron “enérgicamente cómo sería ser atacado por varios tipos de insectos en un almacén abandonado”. La idea se sofisticó con Paul Simon, que bailó muy mal para su video de “You Can Call Me Al”, pero lo hizo con una mirada de complicidad a la cámara, lo cual agregaba una pátina de ironía al dad dancing.

Décadas después, el Dad Dance está renaciendo con fuerza. Más allá de su reciente interpretación aristocrática, en el mucho más plebeyo TikTok hay una tendencia viral: chicos que les piden a sus padres que bailen como si fueran los ‘80, con el resultado de una invasión de Dad Dance en los celulares de todo el mundo.

Pero, por supuesto, ni en esto se pueden esquivar las guerras culturales. Todo empezó unos años atrás cuando, en un célebre concurso de baile de la TV británica, el DJ Jeremy Vine dijo que el término dad dance debería ser “ilegal” porque la frase disuade a los hombres de mostrar sus movimientos. Dijo que existe una idea anticuada de que los hombres practican deportes y las mujeres bailan, y que no prohibir el término solo servía para perpetuarla.

Más allá de su reciente interpretación aristocrática, en el mucho más plebeyo TikTok hay una tendencia viral: chicos que les piden a sus padres que bailen como si fueran los ‘80, con el resultado de una invasión de Dad Dance en los celulares de todo el mundo

Hubo pronunciamientos a favor y en contra. Muchos llamaron a Vine y a sus seguidores geriatric snowflakes, copos de nieve geriátricos. Snowflake es cómo se supone que se define a los niños hoy: preciosos, únicos, y sobre todo, extremadamente frágiles ante cualquier comentario. Sin proponérselo, Vine hizo que se extienda esa descripción, que muchos usan despectivamente, a un grupo etario totalmente distinto.

Pero otros salieron a apoyarlo. Entre ellos, sorprendentemente, Judy Murray, la madre y exentrenadora de los grandes tenistas británicos Andy y Jamie, aunque reconoció que veía al doblista, Jamie, más proclive a animarse al dad dancing que el más parco y serio exnúmero uno de singles, Andy.

Andy acaba de lesionarse, y a Wimbledon, que está empezando, lo tendrá que ver desde el palco VIP. Si desde allí se anima a hacer unos pasitos ante las multitudes como hizo el príncipe de Gales está por verse. Pero, en ese caso, está claro que el Dad Dance no se irá nunca más (al menos, de las islas británicas).

LONDRES.– Respecto a los recitales de Taylor Swift, aquí de lo que más se habló fue del Príncipe Guillermo, quien llevó a sus hijos a ver a la superestrella el día que cumplió 42 años. Varios asistentes captaron imágenes y videos del heredero al trono quien, cuando sonó “Shake it off” se puso a bailar de una manera que The Guardian, resumió como “goofily exuberant”, exuberante de una manera en la que claramente no se tiene un control total sobre las extremidades.

Por su parte, el tabloide Daily Mail lo resumió diciendo que, aunque aún no tenga la corona del reino, en el recital Guillermo demostró que ya es “el indiscutido rey” del “dad dancing”. Los medios de todo el espectro político, aunque de cara a las inminentes elecciones están enfrentados de manera feroz, parecieron coincidir felizmente en esto. Oficialmente, el dad dance está de vuelta.

Dad dance, según el Cambridge Dictionary (sí, es así de oficial), es “la forma de bailar música pop de los hombres de mediana edad en un estilo que la gente considera entre divertido y vergonzoso”. Con especial énfasis, claro, en lo segundo.

El tabloide Daily Mail lo resumió diciendo que, aunque aún no tenga la corona del reino, en el recital Guillermo demostró que ya es “el indiscutido rey” del “dad dancing”

Unos años atrás, The Guardian ya había realizado un exhaustivo análisis de su génesis y desarrollo, que es difícil de leer sin sonreír –casi el mismo efecto de ver a alguien dad dancing– que podría traducirse como haciendo el “baile de los papis”. Según el matutino, esta forma de bailar arrancó en 1984 cuando Bruce Springsteen, de 34 años, se vio obligado a hacer algo durante las pausas instrumentales de su video Dancing in the Dark, y, perdido, “comenzó a mover los brazos locamente como si estuviera tratando de defenderse de un apretón de manos no solicitado”. Otros ejemplos que inauguraron el estilo son David Bowie y Mick Jagger cuando en “Dancing in the Street” imitaron “enérgicamente cómo sería ser atacado por varios tipos de insectos en un almacén abandonado”. La idea se sofisticó con Paul Simon, que bailó muy mal para su video de “You Can Call Me Al”, pero lo hizo con una mirada de complicidad a la cámara, lo cual agregaba una pátina de ironía al dad dancing.

Décadas después, el Dad Dance está renaciendo con fuerza. Más allá de su reciente interpretación aristocrática, en el mucho más plebeyo TikTok hay una tendencia viral: chicos que les piden a sus padres que bailen como si fueran los ‘80, con el resultado de una invasión de Dad Dance en los celulares de todo el mundo.

Pero, por supuesto, ni en esto se pueden esquivar las guerras culturales. Todo empezó unos años atrás cuando, en un célebre concurso de baile de la TV británica, el DJ Jeremy Vine dijo que el término dad dance debería ser “ilegal” porque la frase disuade a los hombres de mostrar sus movimientos. Dijo que existe una idea anticuada de que los hombres practican deportes y las mujeres bailan, y que no prohibir el término solo servía para perpetuarla.

Más allá de su reciente interpretación aristocrática, en el mucho más plebeyo TikTok hay una tendencia viral: chicos que les piden a sus padres que bailen como si fueran los ‘80, con el resultado de una invasión de Dad Dance en los celulares de todo el mundo

Hubo pronunciamientos a favor y en contra. Muchos llamaron a Vine y a sus seguidores geriatric snowflakes, copos de nieve geriátricos. Snowflake es cómo se supone que se define a los niños hoy: preciosos, únicos, y sobre todo, extremadamente frágiles ante cualquier comentario. Sin proponérselo, Vine hizo que se extienda esa descripción, que muchos usan despectivamente, a un grupo etario totalmente distinto.

Pero otros salieron a apoyarlo. Entre ellos, sorprendentemente, Judy Murray, la madre y exentrenadora de los grandes tenistas británicos Andy y Jamie, aunque reconoció que veía al doblista, Jamie, más proclive a animarse al dad dancing que el más parco y serio exnúmero uno de singles, Andy.

Andy acaba de lesionarse, y a Wimbledon, que está empezando, lo tendrá que ver desde el palco VIP. Si desde allí se anima a hacer unos pasitos ante las multitudes como hizo el príncipe de Gales está por verse. Pero, en ese caso, está claro que el Dad Dance no se irá nunca más (al menos, de las islas británicas).

 Es oficial: regresó la tendencia de los señores de mediana edad que no reparan en moverse de modo “goofily exuberant”, tanto sean padres con coronita como plebeyos asiduos a TikTok  LA NACION

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