La noche en la que Dibu salvó a un Messi que estuvo lejos de su plenitud
HOUSTON, (enviado especial).- En el estadio la tensión estaba en su punto culmine. Lionel Messi tomó la pelota y caminó hacia el punto penal con la vista fija. Se hizo cargo, como es costumbre, de la responsabilidad del primero. La pinchó, la pelota pegó en el travesaño y quedó flotando un instante antes de caer suavemente sobre la red.
La tremenda atajada del Dibu en el penal siguiente fue un desahogo para el 10, que apretó su puño y miró al cielo. El abrazo al final del partido en el círculo central con todos sus compañeros y, especialmente, la ronda de todo el plantel saltando sin querer irse, resumió lo que costó este pase a las semifinales en la Copa América. Un revival de Qatar.
Messi siempre quiere estar. Al capitán nunca hay que sacarlo, es lo que aprendieron todos los entrenadores que lo dirigieron. Solo se pierde un partido por los puntos cuando su físico se lo impide. La selección ya estaba clasificada y mientras el aductor derecho del capitán generaba preocupación, decidió preservarse ante Perú.
Especialmente en partidos definitorios como el de anoche, Messi nunca quiere salir.
Desde que la selección cambió la costa de Miami por el sofocante calor texano, en el búnker de la selección en el hotel Intercontinental la mayor preocupación giró en torno al estado físico del capitán. Tras el domingo libre, lunes y martes se repartió entre ejercicios de kinesiología y trabajos físicos y con pelota. La exigencia final fue el martes a la noche. Ya había anticipado Scaloni que lo esperarían. En la mañana del partido hubo una reunión definitoria entre Messi, Scaloni y Daniel Martínez, médico del plantel. Allí se decidió su inclusión.
Dueño de los máximos récords, el capitán logró en los últimos años convertirse en figura de las definiciones que le aseguraron los dos grandes títulos con su selección. En los tres “mata mata” de la Copa América 2021 (con Ecuador, Colombia y Brasil), y los cuatro del Mundial 2022 (Australia, Países Bajos, Croacia y Francia) el 10 fue desequilibrante. Messi no se perdió ni un minuto en ninguna de esas instancias definitivas. Tampoco quiso faltar a esta. El trámite del partido se le hizo cuesta arriba y, especialmente, el penal fallado en la definición le agregó una cuota de suspenso a la noche de Houston.
En los primeros veinte minutos hubo un claro dominio ecuatoriano. Messi casi no entró en contacto con la pelota. Se recostó sobre la derecha entre los centrales. La selección la pasaba mal, sobre todo por los ataques de Ecuador sobre la derecha, que defendió Nahuel Molina.
Sobre la media hora apareció un pase de magia de Messi para dejar a Enzo Fernández rumbo al arquero, pero despejó un defensor. Poco después llegó un córner desde la derecha. Centro cerrado otra vez desde la pierna mágica del 10 al primer palo, peinó Mac Allister y Lisandro Martínez marcó el 1-0 de la tranquilidad.
Dos pinceladas, que se convirtieron en una llegada clara y un gol. El rosarino salió rumbo al vestuario sin signos de molestias en su aductor. En la segunda parte Leo arrancó igual que en la primera. Sin entrar casi en juego. Sufrió con el penal para Ecuador y festejó cuando el tiro de Enner Valencia se estrelló en el palo.
De Paul le metió un centro sensacional al pecho, el capitán controló y definió de derecha. Pero encontró al arquero bien parado. La primera clara del 10 llegó recién a los 20 del segundo.
Messi sintió la lesión que lo tuvo a maltraer estos últimos días. Las estadísticas revelan que solo tocó la pelota 32 veces, su registro más bajo en un partido oficial en el que haya jugado los 90 minutos.
Los primeros relevos llegaron faltando menos de 15 minutos para el final del encuentro. Primero salieron Lisandro Martínez y Enzo Fernández. Luego, Nahuel Molina. El capitán se quedó en la cancha. Si el partido no está asegurado, nunca es una opción sacar a Messi. Ni aunque no haya estado en su plenitud física. Ni aunque haya errado un penal.
HOUSTON, (enviado especial).- En el estadio la tensión estaba en su punto culmine. Lionel Messi tomó la pelota y caminó hacia el punto penal con la vista fija. Se hizo cargo, como es costumbre, de la responsabilidad del primero. La pinchó, la pelota pegó en el travesaño y quedó flotando un instante antes de caer suavemente sobre la red.
La tremenda atajada del Dibu en el penal siguiente fue un desahogo para el 10, que apretó su puño y miró al cielo. El abrazo al final del partido en el círculo central con todos sus compañeros y, especialmente, la ronda de todo el plantel saltando sin querer irse, resumió lo que costó este pase a las semifinales en la Copa América. Un revival de Qatar.
Messi siempre quiere estar. Al capitán nunca hay que sacarlo, es lo que aprendieron todos los entrenadores que lo dirigieron. Solo se pierde un partido por los puntos cuando su físico se lo impide. La selección ya estaba clasificada y mientras el aductor derecho del capitán generaba preocupación, decidió preservarse ante Perú.
Especialmente en partidos definitorios como el de anoche, Messi nunca quiere salir.
Desde que la selección cambió la costa de Miami por el sofocante calor texano, en el búnker de la selección en el hotel Intercontinental la mayor preocupación giró en torno al estado físico del capitán. Tras el domingo libre, lunes y martes se repartió entre ejercicios de kinesiología y trabajos físicos y con pelota. La exigencia final fue el martes a la noche. Ya había anticipado Scaloni que lo esperarían. En la mañana del partido hubo una reunión definitoria entre Messi, Scaloni y Daniel Martínez, médico del plantel. Allí se decidió su inclusión.
Dueño de los máximos récords, el capitán logró en los últimos años convertirse en figura de las definiciones que le aseguraron los dos grandes títulos con su selección. En los tres “mata mata” de la Copa América 2021 (con Ecuador, Colombia y Brasil), y los cuatro del Mundial 2022 (Australia, Países Bajos, Croacia y Francia) el 10 fue desequilibrante. Messi no se perdió ni un minuto en ninguna de esas instancias definitivas. Tampoco quiso faltar a esta. El trámite del partido se le hizo cuesta arriba y, especialmente, el penal fallado en la definición le agregó una cuota de suspenso a la noche de Houston.
En los primeros veinte minutos hubo un claro dominio ecuatoriano. Messi casi no entró en contacto con la pelota. Se recostó sobre la derecha entre los centrales. La selección la pasaba mal, sobre todo por los ataques de Ecuador sobre la derecha, que defendió Nahuel Molina.
Sobre la media hora apareció un pase de magia de Messi para dejar a Enzo Fernández rumbo al arquero, pero despejó un defensor. Poco después llegó un córner desde la derecha. Centro cerrado otra vez desde la pierna mágica del 10 al primer palo, peinó Mac Allister y Lisandro Martínez marcó el 1-0 de la tranquilidad.
Dos pinceladas, que se convirtieron en una llegada clara y un gol. El rosarino salió rumbo al vestuario sin signos de molestias en su aductor. En la segunda parte Leo arrancó igual que en la primera. Sin entrar casi en juego. Sufrió con el penal para Ecuador y festejó cuando el tiro de Enner Valencia se estrelló en el palo.
De Paul le metió un centro sensacional al pecho, el capitán controló y definió de derecha. Pero encontró al arquero bien parado. La primera clara del 10 llegó recién a los 20 del segundo.
Messi sintió la lesión que lo tuvo a maltraer estos últimos días. Las estadísticas revelan que solo tocó la pelota 32 veces, su registro más bajo en un partido oficial en el que haya jugado los 90 minutos.
Los primeros relevos llegaron faltando menos de 15 minutos para el final del encuentro. Primero salieron Lisandro Martínez y Enzo Fernández. Luego, Nahuel Molina. El capitán se quedó en la cancha. Si el partido no está asegurado, nunca es una opción sacar a Messi. Ni aunque no haya estado en su plenitud física. Ni aunque haya errado un penal.
El penal fallado por el capitán en la definición le agregó una cuota de suspenso a la calurosa noche texana, pero el arquero de la selección lo hizo de nuevo y la Argentina sigue adelante en la Copa América LA NACION