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Carmen vuelve al Colón, en una puesta espectacular que intensifica la violencia de una sociedad salvaje

España, Andalucía, 1820. La tempestuosa y provocativa Carmen (mezzosoprano) trabaja en una fábrica de cigarrillos en Sevilla. Tras una pelea con sus compañeras es arrestada y puesta en custodia de Don José (tenor), cabo del regimiento local quien, seducido por la habilidosa gitana, la deja escapar y cae preso por desobedecer la orden, dando así comienzo a su caída en desgracia. Se suman al drama y la complejidad de la trágica relación amorosa, su antigua y candorosa novia Micaela (soprano) y Escamillo (bajo-barítono), aclamado torero de Granada.

No necesita mayor presentación el argumento de la obra de Georges Bizet, su última ópera, una de las piezas más populares, más queridas y reconocidas de la historia del género lírico. Sí, en todo caso, vale la pena para el espectador repasar la más decantada esencia de la trama, el perfil de los personajes, los antagonismos y los impulsos de la obra original que aquí se verá enmarcada, lejos del escenario de toda tradicional y colorida regie flamenca, en los simbolismos del polémico director español Calixto Bieito (nacido hace 60 años en la región de Burgos, famoso por sus innovadoras y radicales propuestas en el mundo clásico, destacado en escenarios del ámbito alemán, director actualmente del Teatro Arriaga de Bilbao): una interpretación icónica que, desde su estreno en 1999 y tras una multipremiada trayectoria, ha adquirido los ribetes de una producción mítica.

Exacerbada la violencia sexual, emocional y física [aclara la comunicación del teatro que la puesta contiene escenas sensibles], Bieito escenifica la fuerza explícita ejercida sobre las mujeres, la identidad y los valores reales de una sociedad cruel y salvaje, los conflictos en su mayor crudeza, las ansias de libertad de la gitana frente a los celos enfermizos del empedernido militar en un ambiente sucio y delictivo, exhibe los extremos de un debate cultural universal, entre el hombre y la mujer, que es doloroso y profundo.

Situada la historia en un tiempo moderno, en el contexto político y social de la España de los años 70, la representación de Bieito, llevada a un montaje minimalista, despojada en materia de decorados (un gran fondo negro con pocas imágenes y contados elementos escenográficos, una cabina telefónica y el emblemático “toro de Osborne” con la escultural silueta publicitaria que marcó el paisaje de las carreteras como insignia de la fuerza bruta y la pasión española en alusión a las corridas, recortada en el fondo del horizonte), pero sustancial, contundente y crítica en su aporte coreográfico y teatral, despertó polémica y reacciones fuertes respecto, por ejemplo, del uso ofensivo de la bandera española (como trapo de limpieza y otros fines ultrajantes), en algunos cuadros que debieron ser retirados por el regisseur previo a su estreno en Madrid, por considerarse un insulto contra el símbolo patrio.

Con abucheos o aplausos, con furia y rechazo o entusiasmo y aprobación. Lo que no se admite es la indiferencia ante la representación del drama, “de un espectáculo —como lo definió el autor de la puesta, miembro de honor de la Academia de las Artes Escénicas de España—, sobre la gente que vive al límite, la gente que vive al margen”, que se verá a partir de este viernes 12 de julio y a lo largo de ocho funciones hasta el 23 de este mes, con dos elencos, en el Teatro Colón.

Para agendar

Carmen; ópera en cuatro actos de Georges Bizet, con libreto de Halévy y Meilhac basado en la novela homónima de Prosper Mérimée.

Dirección musical: Kakhi Solomnishvili. Dirección de escena: Calixto Bieito, en la reposición de Yves Lenoir. Escenografía: Alfons Flores. Vestuario: Mercè Paloma. Iluminación: Alberto Rodríguez Vega. Orquesta Estable del Teatro Colón. Coro Estable del Teatro Colón: dirección de Miguel Martínez. Coro de Niños del Teatro Colón: dirección Helena Cánepa. Una coproducción del Gran Teatre del Liceu con la Fondazione Teatro Regio Torino y la Fondazione Teatro Massimo di Palermo.

Principales intérpretes: Carmen: Francesca Di Sauro (funciones del 12, 14, 16, 20), María Luisa Merino Ronda (13, 21) y Florencia Machado (17, 23). Don José: Leonardo Caimi (12, 14, 16, 20) y Rafael Dávila (13, 17, 21, 23). Micaela: Jaquelina Livieri (12, 14, 16, 20) y Marina Silva (13, 17, 21, 23). Escamillo: Simón Orfila (12, 14, 16, 20) y Christian Peregrino (13, 17, 21, 23) y elenco.

España, Andalucía, 1820. La tempestuosa y provocativa Carmen (mezzosoprano) trabaja en una fábrica de cigarrillos en Sevilla. Tras una pelea con sus compañeras es arrestada y puesta en custodia de Don José (tenor), cabo del regimiento local quien, seducido por la habilidosa gitana, la deja escapar y cae preso por desobedecer la orden, dando así comienzo a su caída en desgracia. Se suman al drama y la complejidad de la trágica relación amorosa, su antigua y candorosa novia Micaela (soprano) y Escamillo (bajo-barítono), aclamado torero de Granada.

No necesita mayor presentación el argumento de la obra de Georges Bizet, su última ópera, una de las piezas más populares, más queridas y reconocidas de la historia del género lírico. Sí, en todo caso, vale la pena para el espectador repasar la más decantada esencia de la trama, el perfil de los personajes, los antagonismos y los impulsos de la obra original que aquí se verá enmarcada, lejos del escenario de toda tradicional y colorida regie flamenca, en los simbolismos del polémico director español Calixto Bieito (nacido hace 60 años en la región de Burgos, famoso por sus innovadoras y radicales propuestas en el mundo clásico, destacado en escenarios del ámbito alemán, director actualmente del Teatro Arriaga de Bilbao): una interpretación icónica que, desde su estreno en 1999 y tras una multipremiada trayectoria, ha adquirido los ribetes de una producción mítica.

Exacerbada la violencia sexual, emocional y física [aclara la comunicación del teatro que la puesta contiene escenas sensibles], Bieito escenifica la fuerza explícita ejercida sobre las mujeres, la identidad y los valores reales de una sociedad cruel y salvaje, los conflictos en su mayor crudeza, las ansias de libertad de la gitana frente a los celos enfermizos del empedernido militar en un ambiente sucio y delictivo, exhibe los extremos de un debate cultural universal, entre el hombre y la mujer, que es doloroso y profundo.

Situada la historia en un tiempo moderno, en el contexto político y social de la España de los años 70, la representación de Bieito, llevada a un montaje minimalista, despojada en materia de decorados (un gran fondo negro con pocas imágenes y contados elementos escenográficos, una cabina telefónica y el emblemático “toro de Osborne” con la escultural silueta publicitaria que marcó el paisaje de las carreteras como insignia de la fuerza bruta y la pasión española en alusión a las corridas, recortada en el fondo del horizonte), pero sustancial, contundente y crítica en su aporte coreográfico y teatral, despertó polémica y reacciones fuertes respecto, por ejemplo, del uso ofensivo de la bandera española (como trapo de limpieza y otros fines ultrajantes), en algunos cuadros que debieron ser retirados por el regisseur previo a su estreno en Madrid, por considerarse un insulto contra el símbolo patrio.

Con abucheos o aplausos, con furia y rechazo o entusiasmo y aprobación. Lo que no se admite es la indiferencia ante la representación del drama, “de un espectáculo —como lo definió el autor de la puesta, miembro de honor de la Academia de las Artes Escénicas de España—, sobre la gente que vive al límite, la gente que vive al margen”, que se verá a partir de este viernes 12 de julio y a lo largo de ocho funciones hasta el 23 de este mes, con dos elencos, en el Teatro Colón.

Para agendar

Carmen; ópera en cuatro actos de Georges Bizet, con libreto de Halévy y Meilhac basado en la novela homónima de Prosper Mérimée.

Dirección musical: Kakhi Solomnishvili. Dirección de escena: Calixto Bieito, en la reposición de Yves Lenoir. Escenografía: Alfons Flores. Vestuario: Mercè Paloma. Iluminación: Alberto Rodríguez Vega. Orquesta Estable del Teatro Colón. Coro Estable del Teatro Colón: dirección de Miguel Martínez. Coro de Niños del Teatro Colón: dirección Helena Cánepa. Una coproducción del Gran Teatre del Liceu con la Fondazione Teatro Regio Torino y la Fondazione Teatro Massimo di Palermo.

Principales intérpretes: Carmen: Francesca Di Sauro (funciones del 12, 14, 16, 20), María Luisa Merino Ronda (13, 21) y Florencia Machado (17, 23). Don José: Leonardo Caimi (12, 14, 16, 20) y Rafael Dávila (13, 17, 21, 23). Micaela: Jaquelina Livieri (12, 14, 16, 20) y Marina Silva (13, 17, 21, 23). Escamillo: Simón Orfila (12, 14, 16, 20) y Christian Peregrino (13, 17, 21, 23) y elenco.

 En la revitalizada visión del regisseur español Calixto Bieito, que estrena este viernes 12, la famosa ópera de Bizet encuentra su escenario en la España de los años 70 y exacerba la fuerza de un doloroso debate cultural  LA NACION

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