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Sin despejar las dudas, Biden gana algo de oxígeno y los demócratas quedan en un impasse

WASHINGTON.- Playbook, el newsletter de Politico que se lee en todos los despachos de Washington, recurrió a una cita de un veterano operador demócrata en off the record –muy utilizado estos últimos días al relatar el drama en la campaña– para ponerle un título al balance de la conferencia de prensa del presidente Joe Biden al cierre de la cumbre de la OTAN: los demócratas quedaron en “el purgatorio”.

Atornillado a la candidatura presidencial, Biden consiguió una dosis de oxígeno político al hablar y responder preguntas de la prensa sobre su salud, su vitalidad, su futuro, su nominación y la elección presidencial, y, también, sobre Ucrania, Rusia, China, Israel y Hamas. Durante el ida y vuelta con los periodistas, que se estiró por una hora, Biden ofreció su mejor imagen desde el calamitoso debate con Donald Trump, una presentación sólida empañada por dos gaffes, cuando llamó “Vicepresidente Trump” a la vicepresidenta, Kamala Harris, y, en un evento anterior, cuando le dijo “Presidente Putin” al presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky.

Ambos lapsus, que se viralizaron rápidamente en las redes y le dieron munición fresca a la campaña de Trump, junto con nuevos llamados de demócratas a que Biden abandone la pelea por la Casa Blanca sirvieron como un recordatorio de que, con Biden, un nuevo traspié está a la vuelta de la esquina, y cada día, cada evento, cada discurso, cada intercambio con un periodista es una nueva prueba a sus reflejos y su capacidad para liderar a los demócratas y a Estados Unidos. La discusión sobre su candidatura sigue abierta.

Obligado a mostrarse más, sin telepromters ni libretos, Biden viajó a Michigan, un estado crítico que debe ganar si quiere conseguir su reelección, para seguir con la misión de salvar su carrera.

“Estoy compitiendo para terminar este trabajo. Hay más por hacer. Sé que solo tengo 41 años”, bromeó en una parada en un restaurante, donde lo escucharon unas 40 personas antes de un acto de campaña.

“Les prometo que estoy bien”, les dijo.

Dudas persistentes

Aun cuando Biden se esfuerza por emparchar su deshilachada imagen, las dudas sobre su vitalidad persisten, y, a esta altura, es claro que nunca se irán del todo. Biden reconoció en una llamada con congresistas que la preocupación sobre su salud es “legítima”, y debe mostrarse más. La campaña de presión para convencerlo de dar un paso al costado tampoco parece que vaya a ceder, al menos hasta tanto el drama partidario a cielo abierto termine con la nominación formal de un candidato.

Mientras perdura la ofensiva y arrecian las especulaciones sobre la candidatura presidencial, Biden y su campaña batallan por su supervivencia en tres frentes: uno interno en el Partido Demócrata, dividido, hundido en un clima espeso y una rosca interminable; otro, puertas afuera, con medios, analistas, donantes, organizaciones y celebrities, y el último contra su rival, Donald Trump.

Tras la conferencia de prensa, las deserciones a Biden entre los demócratas continuaron, aunque con menos ímpetu. Un tiempo de tranquilidad entre las tormentas. Hasta este viernes al mediodía, 18 congresistas y un senador demócrata habían pedido públicamente a Biden que renuncie a su candidatura y “pase la antorcha”, como dijeron, cada uno por su cuenta, la congresista de Colorado, Brittany Pettersen, y su colega de California, Mike Levin.

A tono con la urgencia del momento, Biden se puso por primera vez al frente de las gestiones con el Congreso. Biden recibió al líder demócrata de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, quien le trasmitió las “perspectivas sinceras” –un eufemismo para el pánico– de la bancada demócrata, según indicó Jefrries en un comunicado. Jeffries no dejó por escrito su respaldo a Biden. Y Biden tuvo una llamada en Zoom con congresistas hispanos que se filtró a los medios. Levin le dijo en esa llamada que debía abandonar, y Biden contragolpeó.

“Por eso salgo y dejo que la gente me toque, me haga preguntas. Creo que sé lo que estoy haciendo”, retrucó Biden, según una transcripción de la llamada que circuló en varios medios sin ser desmentida.

Preocupación legítima

El fragmento de esa conversación ofreció además una mirada al razonamiento de Biden y su campaña: dijo que solo Franklin Delano Roosevelt, ampliamente visto como el presidente demócrata más exitoso de la historia, había logrado más que su gobierno en tres años de gestión. “No es hipérbole, es un hecho”, dijo Biden. Un día antes, había dicho en la conferencia que era la persona más calificada para la presidencia, y el mejor candidato para vencer a Trump. Con todo, Biden reconoció en esa llamada que sus logros son insuficientes.

“Eso era genial cuando te sentías bien, Biden, pero, ¿estás bien ahora? Eso es lo que está atrás. Eso es lo que le preocupa a la gente. ‘Tengo un abuelo que tiene 85 años y no puede hablar’. Es una preocupación legítima para la gente, por eso es importante que salga y le muestre a la gente todo desde lo bien que me muevo a lo mucho que sé y que todavía estoy al frente”, completó.

La última figura de Hollywood que le soltó la mano a Biden fue el director de Rob Reiner, quien el año pasado defendía a Biden de las críticas sobre su edad, y ahora dijo que si sigue en la contienda “todos los días desde ahora hasta el 5 de noviembre, la atención se centrará en si flaquea o no”. El grupo ecologista juvenil Sunrise Movement también pidió Biden que abandone su candidatura con el fin de, paradójicamente, “proteger” sus logros en la lucha contra el cambio climático de un eventual segundo mandato trumpista.

Encuestas favorables

Las últimas encuestas también le dieron más espalda a Biden, al confirmar uno de los principales argumentos de su campaña: el debate no alteró los números, la elección está en el mismo lugar que antes, y Biden aún tiene posibilidades de ganar. Un sondeo del Washington Post arrojó un empate clavado en 46% con Trump, y la última medición de NPR y Marist Poll puso a Biden dos puntos arriba, 50 a 48 por ciento. El pronóstico del sitio 538, el más consultado en Estados Unidos sobre la elección presidencial, pasó a darle una victoria muy ajustada a Biden.

Pese a todo, Biden y su campaña se muestran decididos a seguir adelante. Otra llamada que se filtró a los medios involucró a la presidenta de la campaña de Biden, Jen O’Malley Dillon, quien esta vez no maquilló el daño que causó el debate, aunque insistió en que el camino a la victoria sigue abierto.

“Tuvimos dos, muy, muy, muy duras semanas, muy duras semanas. Les dije que sería sincera, han sido semanas jodidamente malas”, dijo O’Malley Dillon, según una grabación que obtuvo el sitio Axios.

“Si podemos superar estas dos semanas que estamos viviendo, podremos superar cualquier cosa”, arengó.

WASHINGTON.- Playbook, el newsletter de Politico que se lee en todos los despachos de Washington, recurrió a una cita de un veterano operador demócrata en off the record –muy utilizado estos últimos días al relatar el drama en la campaña– para ponerle un título al balance de la conferencia de prensa del presidente Joe Biden al cierre de la cumbre de la OTAN: los demócratas quedaron en “el purgatorio”.

Atornillado a la candidatura presidencial, Biden consiguió una dosis de oxígeno político al hablar y responder preguntas de la prensa sobre su salud, su vitalidad, su futuro, su nominación y la elección presidencial, y, también, sobre Ucrania, Rusia, China, Israel y Hamas. Durante el ida y vuelta con los periodistas, que se estiró por una hora, Biden ofreció su mejor imagen desde el calamitoso debate con Donald Trump, una presentación sólida empañada por dos gaffes, cuando llamó “Vicepresidente Trump” a la vicepresidenta, Kamala Harris, y, en un evento anterior, cuando le dijo “Presidente Putin” al presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky.

Ambos lapsus, que se viralizaron rápidamente en las redes y le dieron munición fresca a la campaña de Trump, junto con nuevos llamados de demócratas a que Biden abandone la pelea por la Casa Blanca sirvieron como un recordatorio de que, con Biden, un nuevo traspié está a la vuelta de la esquina, y cada día, cada evento, cada discurso, cada intercambio con un periodista es una nueva prueba a sus reflejos y su capacidad para liderar a los demócratas y a Estados Unidos. La discusión sobre su candidatura sigue abierta.

Obligado a mostrarse más, sin telepromters ni libretos, Biden viajó a Michigan, un estado crítico que debe ganar si quiere conseguir su reelección, para seguir con la misión de salvar su carrera.

“Estoy compitiendo para terminar este trabajo. Hay más por hacer. Sé que solo tengo 41 años”, bromeó en una parada en un restaurante, donde lo escucharon unas 40 personas antes de un acto de campaña.

“Les prometo que estoy bien”, les dijo.

Dudas persistentes

Aun cuando Biden se esfuerza por emparchar su deshilachada imagen, las dudas sobre su vitalidad persisten, y, a esta altura, es claro que nunca se irán del todo. Biden reconoció en una llamada con congresistas que la preocupación sobre su salud es “legítima”, y debe mostrarse más. La campaña de presión para convencerlo de dar un paso al costado tampoco parece que vaya a ceder, al menos hasta tanto el drama partidario a cielo abierto termine con la nominación formal de un candidato.

Mientras perdura la ofensiva y arrecian las especulaciones sobre la candidatura presidencial, Biden y su campaña batallan por su supervivencia en tres frentes: uno interno en el Partido Demócrata, dividido, hundido en un clima espeso y una rosca interminable; otro, puertas afuera, con medios, analistas, donantes, organizaciones y celebrities, y el último contra su rival, Donald Trump.

Tras la conferencia de prensa, las deserciones a Biden entre los demócratas continuaron, aunque con menos ímpetu. Un tiempo de tranquilidad entre las tormentas. Hasta este viernes al mediodía, 18 congresistas y un senador demócrata habían pedido públicamente a Biden que renuncie a su candidatura y “pase la antorcha”, como dijeron, cada uno por su cuenta, la congresista de Colorado, Brittany Pettersen, y su colega de California, Mike Levin.

A tono con la urgencia del momento, Biden se puso por primera vez al frente de las gestiones con el Congreso. Biden recibió al líder demócrata de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, quien le trasmitió las “perspectivas sinceras” –un eufemismo para el pánico– de la bancada demócrata, según indicó Jefrries en un comunicado. Jeffries no dejó por escrito su respaldo a Biden. Y Biden tuvo una llamada en Zoom con congresistas hispanos que se filtró a los medios. Levin le dijo en esa llamada que debía abandonar, y Biden contragolpeó.

“Por eso salgo y dejo que la gente me toque, me haga preguntas. Creo que sé lo que estoy haciendo”, retrucó Biden, según una transcripción de la llamada que circuló en varios medios sin ser desmentida.

Preocupación legítima

El fragmento de esa conversación ofreció además una mirada al razonamiento de Biden y su campaña: dijo que solo Franklin Delano Roosevelt, ampliamente visto como el presidente demócrata más exitoso de la historia, había logrado más que su gobierno en tres años de gestión. “No es hipérbole, es un hecho”, dijo Biden. Un día antes, había dicho en la conferencia que era la persona más calificada para la presidencia, y el mejor candidato para vencer a Trump. Con todo, Biden reconoció en esa llamada que sus logros son insuficientes.

“Eso era genial cuando te sentías bien, Biden, pero, ¿estás bien ahora? Eso es lo que está atrás. Eso es lo que le preocupa a la gente. ‘Tengo un abuelo que tiene 85 años y no puede hablar’. Es una preocupación legítima para la gente, por eso es importante que salga y le muestre a la gente todo desde lo bien que me muevo a lo mucho que sé y que todavía estoy al frente”, completó.

La última figura de Hollywood que le soltó la mano a Biden fue el director de Rob Reiner, quien el año pasado defendía a Biden de las críticas sobre su edad, y ahora dijo que si sigue en la contienda “todos los días desde ahora hasta el 5 de noviembre, la atención se centrará en si flaquea o no”. El grupo ecologista juvenil Sunrise Movement también pidió Biden que abandone su candidatura con el fin de, paradójicamente, “proteger” sus logros en la lucha contra el cambio climático de un eventual segundo mandato trumpista.

Encuestas favorables

Las últimas encuestas también le dieron más espalda a Biden, al confirmar uno de los principales argumentos de su campaña: el debate no alteró los números, la elección está en el mismo lugar que antes, y Biden aún tiene posibilidades de ganar. Un sondeo del Washington Post arrojó un empate clavado en 46% con Trump, y la última medición de NPR y Marist Poll puso a Biden dos puntos arriba, 50 a 48 por ciento. El pronóstico del sitio 538, el más consultado en Estados Unidos sobre la elección presidencial, pasó a darle una victoria muy ajustada a Biden.

Pese a todo, Biden y su campaña se muestran decididos a seguir adelante. Otra llamada que se filtró a los medios involucró a la presidenta de la campaña de Biden, Jen O’Malley Dillon, quien esta vez no maquilló el daño que causó el debate, aunque insistió en que el camino a la victoria sigue abierto.

“Tuvimos dos, muy, muy, muy duras semanas, muy duras semanas. Les dije que sería sincera, han sido semanas jodidamente malas”, dijo O’Malley Dillon, según una grabación que obtuvo el sitio Axios.

“Si podemos superar estas dos semanas que estamos viviendo, podremos superar cualquier cosa”, arengó.

 El presidente siguió en la misión de levantar su imagen con actos de campaña en Michigan mientras se estira la lista de congresistas que le piden que dé un paso al costado;  LA NACION

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