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Que alguien cuide a Riley

Si no hay ideas para la próxima película de Intensa-Mente, siempre se puede sumar a la cabeza de Riley, la protagonista preadolescente, una emoción que es tan evolucionada que refleja a un período entero: la generación TikTok.

La generación TikTok no sabe que existió el mundo antes que ellos (o simplemente son grandes publicistas). Aparecen con videos con títulos como: “Te voy a mostrar la pizzería de Buenos Aires que la rompe y es un secreto bien guardado”. Y resulta que la pizzería es Güerrin, que es tan vieja que cuando se fundó el peronismo no existía. Así, con las hormonas aceleradas de tanta muzzarella, no pueden contener sus emociones y van a los extremos: o comieron la mejor pizza del mundo o es la peor experiencia de sus vidas (y hacen un video acorde del estilo: “Así fue mi pésima experiencia cuando pedí una pizza”). Si a su vez hicieran Intensa-mente en la cabeza de la generación TikTok, tendrías solamente dos emociones: ofendida y manija extrema.

Si fuera una persona, la generación TikTok sería hincha de Boca o de River y sí o sí del Real Madrid. No importa que vivan en Merlo: ellos son “Merengues” y gritarán los goles de Mbappé y, si los apuran, harán un video contando por qué superará a Messi como el mejor de todos los tiempos. Obviamente son fanáticos de La Scaloneta y, dentro de ese universo, también buscan con quien ofenderse (hasta que le hizo el gol a Colombia, Lautaro Martínez tenía todos los números).

Como hinchas del fútbol local, son esos que se filman mientras miran cómo patean un penal decisivo o hacen una historia del estilo: “Así fue mi visita a la cancha de River”. Y, aunque parezca increíble, la exageración los lleva a no tolerar ganar. Es que la generación TikTok es la que critica cuando River gana 12 a 0 y arremete con comentarios como: “Borja ponele ganas”. Y Borja hizo 32 goles de esos 12 (la generación TikTok no es muy buena con las matemáticas pero sí con la timba, ya ampliaremos). No tienen registro de otras épocas de River, jugando con Boca Unidos de Corrientes un sábado a la tarde. Y mucho menos vivieron aquellos años donde se jugaba con hinchada visitante, te hacían tres goles y encima tenías que esperar a que se fueran para poder salir (todo eso con burla incluida y cantitos que no entonaría ni Enzo Fernández).

Obvio que les gusta el dinero (a quién no), les gusta rápido (a quién no) pero no les importa mucho el origen (a quién nEl origen es importante). Así las cosas, ocupan los dos lados del mostrador (no en un negocio de verdad, porque el home office es su religión). Entonces, cuando no están convenciendo a alguien de que compre unos polémicos cursos de finanzas para hacer mil dólares por día, son ellos mismos quienes los están comprando. Y cuando no es eso, están apostando una combinada en algunas de estas casas de apuestas que tan bien le están haciendo a la gente (ah, tampoco son muy amigos de las ironías).

Por si alguien se lo está preguntando, la generación TikTok no sabe de secretos y cuenta todo sin ningún pudor. Hay storytelling para su día a día en la universidad privada, para cómo le pusieron canela al caramel macchiato y para qué les dijo el psicólogo sobre su idea de ir a Australia a recolectar kiwis.

Honestamente, si con todo esto Pixar no hace una película es más que entendible. A menos que quieran que la cabeza de Riley ruegue en pantalla gigante que vuelvan Ansiedad, Tristeza, Alegría, Vergüenza y hasta Furia de Gran Hermano. O peor, aún, que termine haciendo un video de ella misma contándole al mundo “Cinco cosas que no sabías de Intensa-Mente”.

Si no hay ideas para la próxima película de Intensa-Mente, siempre se puede sumar a la cabeza de Riley, la protagonista preadolescente, una emoción que es tan evolucionada que refleja a un período entero: la generación TikTok.

La generación TikTok no sabe que existió el mundo antes que ellos (o simplemente son grandes publicistas). Aparecen con videos con títulos como: “Te voy a mostrar la pizzería de Buenos Aires que la rompe y es un secreto bien guardado”. Y resulta que la pizzería es Güerrin, que es tan vieja que cuando se fundó el peronismo no existía. Así, con las hormonas aceleradas de tanta muzzarella, no pueden contener sus emociones y van a los extremos: o comieron la mejor pizza del mundo o es la peor experiencia de sus vidas (y hacen un video acorde del estilo: “Así fue mi pésima experiencia cuando pedí una pizza”). Si a su vez hicieran Intensa-mente en la cabeza de la generación TikTok, tendrías solamente dos emociones: ofendida y manija extrema.

Si fuera una persona, la generación TikTok sería hincha de Boca o de River y sí o sí del Real Madrid. No importa que vivan en Merlo: ellos son “Merengues” y gritarán los goles de Mbappé y, si los apuran, harán un video contando por qué superará a Messi como el mejor de todos los tiempos. Obviamente son fanáticos de La Scaloneta y, dentro de ese universo, también buscan con quien ofenderse (hasta que le hizo el gol a Colombia, Lautaro Martínez tenía todos los números).

Como hinchas del fútbol local, son esos que se filman mientras miran cómo patean un penal decisivo o hacen una historia del estilo: “Así fue mi visita a la cancha de River”. Y, aunque parezca increíble, la exageración los lleva a no tolerar ganar. Es que la generación TikTok es la que critica cuando River gana 12 a 0 y arremete con comentarios como: “Borja ponele ganas”. Y Borja hizo 32 goles de esos 12 (la generación TikTok no es muy buena con las matemáticas pero sí con la timba, ya ampliaremos). No tienen registro de otras épocas de River, jugando con Boca Unidos de Corrientes un sábado a la tarde. Y mucho menos vivieron aquellos años donde se jugaba con hinchada visitante, te hacían tres goles y encima tenías que esperar a que se fueran para poder salir (todo eso con burla incluida y cantitos que no entonaría ni Enzo Fernández).

Obvio que les gusta el dinero (a quién no), les gusta rápido (a quién no) pero no les importa mucho el origen (a quién nEl origen es importante). Así las cosas, ocupan los dos lados del mostrador (no en un negocio de verdad, porque el home office es su religión). Entonces, cuando no están convenciendo a alguien de que compre unos polémicos cursos de finanzas para hacer mil dólares por día, son ellos mismos quienes los están comprando. Y cuando no es eso, están apostando una combinada en algunas de estas casas de apuestas que tan bien le están haciendo a la gente (ah, tampoco son muy amigos de las ironías).

Por si alguien se lo está preguntando, la generación TikTok no sabe de secretos y cuenta todo sin ningún pudor. Hay storytelling para su día a día en la universidad privada, para cómo le pusieron canela al caramel macchiato y para qué les dijo el psicólogo sobre su idea de ir a Australia a recolectar kiwis.

Honestamente, si con todo esto Pixar no hace una película es más que entendible. A menos que quieran que la cabeza de Riley ruegue en pantalla gigante que vuelvan Ansiedad, Tristeza, Alegría, Vergüenza y hasta Furia de Gran Hermano. O peor, aún, que termine haciendo un video de ella misma contándole al mundo “Cinco cosas que no sabías de Intensa-Mente”.

 La Generación TikTok hace video de todo menos de ellos mismos; qué hay detrás de esas máquinas humanas de contarnos cosas que ya sabemos  LA NACION

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