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Un domingo feliz en Palermo

Sería un verdadero hallazgo encontrar entre todos los discursos presidenciales en la historia de las exposiciones anuales de la Sociedad Rural Argentina (SRA) la pieza oratoria que superara las palabras de anteayer del presidente Milei en halagos y reconocimientos a los productores agropecuarios por sus esfuerzos, capacidad de innovación y constantes contribuciones al país.

Más compromiso emocional con el campo no podría haber pedido al presidente de la Nación el gentío congregado en Palermo. Milei se colocó de manera rotunda en las antípodas de los jefes de Estado que renegaron de asistir a algunas de las 136 muestras anuales que la SRA ha realizado desde su fundación, en 1866. También estableció diferencias notables con quienes pronunciaron en ellas tibios discursos de compromiso o ahondaron diferencias perceptibles desde antes entre sus políticas, por un lado, y las aspiraciones de quienes más allá de las tranqueras han reclamado en todo tiempo, en nombre de su dedicación e inversiones, y en el del interés general, garantías de estabilidad económica, seguridad jurídica, libertad de mercados y ausencia de obstáculos burocráticos que perturban y encarecen irrazonablemente la producción.

El Presidente ha denunciado con más energía que nadie a lo más sucio de la casta política que llevó al país a su ruina moral e institucional, pero propone para integrar la Corte Suprema al candidato más cuestionado por los enjuagues que se le imputan como juez de primera instancia en la historia de nominaciones para el más alto tribunal del país

Es necesario recordarle al jefe del Estado, que, para no desvalorizarse, las palabras se sustentan en los hechos

Incluso, en contradicción con los anticipos de que el presidente de la Nación se abstendría de realizar anuncios satisfactorios para el campo, su discurso trajo novedades como que en el corto plazo se eliminarán derechos de exportación sobre ciertas categorías vacunas y se extenderán definitivamente las normas que en ese sentido favorecían por decisión de este gobierno las ventas de leche al exterior. Milei también se comprometió, entre otras cosas, a desburocratizar en breve plazo el comercio de granos; a modificar el manejo contable del ganado, de modo que se pague ganancia sobre la venta y no sobre el engorde, y a instrumentar un régimen especial de riego en zonas marginales. En pocos días, además, se bajarán del 12% al 2% los aranceles para la importación de equipos de riego por aspersión y riego por goteo.

La nueva perspectiva abierta por los anuncios hechos en Palermo debe examinarse a la luz de otras normas que, en igual dirección, habían entrado en vigor en los primeros siete meses del actual gobierno: fin del cepo para exportar siete cortes de carnes “populares”, como el asado con hueso o no; eliminación del establecimiento de cuotas para exportar trigo y maíz y de los fideicomisos aceitero y triguero, y un principio de desregulación en trámites ociosos, que entorpecen la vida cotidiana de los productores, ocasionando costos absurdos y pérdida de tiempo.

Por cambios tan fuertes en el terreno de las intenciones, en el del espíritu con el que un presidente se abrazó virtualmente con el campo y por el sentido de las medidas adoptadas antes de ahora y las complementarias que se anunciaron anteayer, el cuadro de conjunto ha experimentado un giro radical respecto del gobierno de los Kirchner y el más inexplicable todavía del profesor Fernández. El resultado de esa comparación llevaría a deducir que es el de este momento el mejor de los mundos posibles para la actividad agropecuaria y las industrias asociadas a sus labores.

El contraste, sin embargo, entre el tiempo sombrío de ayer y las luces de hoy confunde. El campo no está en el mejor de los mundos y no podrá estarlo, por otra parte, hasta que no haya una mayor correlación entre el diagnóstico optimista que el Presidente suele trazar con énfasis sobre las calidades de su gestión y lo que hoy por hoy informa la evolución de los mercados.

Anteayer, Milei volvió a condicionar el levantamiento de las retenciones que afectan productos esenciales del campo –33% en soja; 12% por ciento en trigo y maíz, y 9% en carnes– a las mismas cuestiones macroeconómicas que demoran a su juicio salir del cepo cambiario o abandonar el carnaval de diferentes tipos de dólar que es hazmerreír de las finanzas internacionales. Nicolás Pino, presidente de la institución organizadora de la gran muestra de ganadería, agricultura e industria internacional que moviliza anualmente a cientos de miles de personas en Palermo, estimó en su discurso que en los últimos 22 años las retenciones sustrajeron del campo 200.000 millones de dólares. Lo hicieron, dijo, en su carácter de impuesto “distorsivo, discriminatorio y confiscatorio”.

Pino recordó la negativa del campo a recibir subvenciones y pidió no solo igualdad ante la ley, sino también la modernización de la infraestructura y reducción de costos que producen resultados tan increíbles como que el transporte de maíz a lo largo de 700 kilómetros hasta llegar al puerto de Rosario resulte más caro que llevarlo a Europa. Milei no pareció sorprenderse: él mismo reconoció en Palermo que las condiciones generales con las que debe lidiar el campo determinan que por la conjunción entre retenciones, otros impuestos y el cepo cambiario se esquilme al campo del 70% de lo que produce.

Si es así, como realmente lo indican cifras irrefutables, comprenderá que urge la modificación de las condiciones más gravosas para el campo. Por lo pronto, confirmó que el impuesto PAIS quedará reducido al 7,5 por ciento en septiembre y será eliminado por completo a fines de año. El “robo” al campo que Milei denunció en la campaña electoral a raíz de la desmesura de retenciones que, por añadidura, lo discriminan en relación con los otros sectores de la producción nacional no puede de ningún modo demorarse por mucho tiempo.

El campo se sintió reconfortado por el discurso presidencial en la Rural, pero si el tiempo transcurriera sin novedades de fuste en el punto más dañino a sus actividades; si no se instrumentara, al menos, un alivio gradual, aquellas palabras, tan celebradas como furibundas contra la casta prebendaria de la política correrán serio riesgo de desvalorizarse.

Ya está pagando el presidente de la Nación un precio sobre su confiabilidad. Ha denunciado con más energía que nadie a lo más sucio de la casta política que llevó al país a su ruina moral e institucional y propone, curiosamente, para integrar la Corte Suprema de Justicia de la Nación al candidato más cuestionado por enjuagues que se le imputan como juez de primera instancia en el historial de las nominaciones para el más alto tribunal de la República.

Conviene recordar al Presidente que las palabras se sustentan en la coherencia de los hechos.

Sería un verdadero hallazgo encontrar entre todos los discursos presidenciales en la historia de las exposiciones anuales de la Sociedad Rural Argentina (SRA) la pieza oratoria que superara las palabras de anteayer del presidente Milei en halagos y reconocimientos a los productores agropecuarios por sus esfuerzos, capacidad de innovación y constantes contribuciones al país.

Más compromiso emocional con el campo no podría haber pedido al presidente de la Nación el gentío congregado en Palermo. Milei se colocó de manera rotunda en las antípodas de los jefes de Estado que renegaron de asistir a algunas de las 136 muestras anuales que la SRA ha realizado desde su fundación, en 1866. También estableció diferencias notables con quienes pronunciaron en ellas tibios discursos de compromiso o ahondaron diferencias perceptibles desde antes entre sus políticas, por un lado, y las aspiraciones de quienes más allá de las tranqueras han reclamado en todo tiempo, en nombre de su dedicación e inversiones, y en el del interés general, garantías de estabilidad económica, seguridad jurídica, libertad de mercados y ausencia de obstáculos burocráticos que perturban y encarecen irrazonablemente la producción.

El Presidente ha denunciado con más energía que nadie a lo más sucio de la casta política que llevó al país a su ruina moral e institucional, pero propone para integrar la Corte Suprema al candidato más cuestionado por los enjuagues que se le imputan como juez de primera instancia en la historia de nominaciones para el más alto tribunal del país

Es necesario recordarle al jefe del Estado, que, para no desvalorizarse, las palabras se sustentan en los hechos

Incluso, en contradicción con los anticipos de que el presidente de la Nación se abstendría de realizar anuncios satisfactorios para el campo, su discurso trajo novedades como que en el corto plazo se eliminarán derechos de exportación sobre ciertas categorías vacunas y se extenderán definitivamente las normas que en ese sentido favorecían por decisión de este gobierno las ventas de leche al exterior. Milei también se comprometió, entre otras cosas, a desburocratizar en breve plazo el comercio de granos; a modificar el manejo contable del ganado, de modo que se pague ganancia sobre la venta y no sobre el engorde, y a instrumentar un régimen especial de riego en zonas marginales. En pocos días, además, se bajarán del 12% al 2% los aranceles para la importación de equipos de riego por aspersión y riego por goteo.

La nueva perspectiva abierta por los anuncios hechos en Palermo debe examinarse a la luz de otras normas que, en igual dirección, habían entrado en vigor en los primeros siete meses del actual gobierno: fin del cepo para exportar siete cortes de carnes “populares”, como el asado con hueso o no; eliminación del establecimiento de cuotas para exportar trigo y maíz y de los fideicomisos aceitero y triguero, y un principio de desregulación en trámites ociosos, que entorpecen la vida cotidiana de los productores, ocasionando costos absurdos y pérdida de tiempo.

Por cambios tan fuertes en el terreno de las intenciones, en el del espíritu con el que un presidente se abrazó virtualmente con el campo y por el sentido de las medidas adoptadas antes de ahora y las complementarias que se anunciaron anteayer, el cuadro de conjunto ha experimentado un giro radical respecto del gobierno de los Kirchner y el más inexplicable todavía del profesor Fernández. El resultado de esa comparación llevaría a deducir que es el de este momento el mejor de los mundos posibles para la actividad agropecuaria y las industrias asociadas a sus labores.

El contraste, sin embargo, entre el tiempo sombrío de ayer y las luces de hoy confunde. El campo no está en el mejor de los mundos y no podrá estarlo, por otra parte, hasta que no haya una mayor correlación entre el diagnóstico optimista que el Presidente suele trazar con énfasis sobre las calidades de su gestión y lo que hoy por hoy informa la evolución de los mercados.

Anteayer, Milei volvió a condicionar el levantamiento de las retenciones que afectan productos esenciales del campo –33% en soja; 12% por ciento en trigo y maíz, y 9% en carnes– a las mismas cuestiones macroeconómicas que demoran a su juicio salir del cepo cambiario o abandonar el carnaval de diferentes tipos de dólar que es hazmerreír de las finanzas internacionales. Nicolás Pino, presidente de la institución organizadora de la gran muestra de ganadería, agricultura e industria internacional que moviliza anualmente a cientos de miles de personas en Palermo, estimó en su discurso que en los últimos 22 años las retenciones sustrajeron del campo 200.000 millones de dólares. Lo hicieron, dijo, en su carácter de impuesto “distorsivo, discriminatorio y confiscatorio”.

Pino recordó la negativa del campo a recibir subvenciones y pidió no solo igualdad ante la ley, sino también la modernización de la infraestructura y reducción de costos que producen resultados tan increíbles como que el transporte de maíz a lo largo de 700 kilómetros hasta llegar al puerto de Rosario resulte más caro que llevarlo a Europa. Milei no pareció sorprenderse: él mismo reconoció en Palermo que las condiciones generales con las que debe lidiar el campo determinan que por la conjunción entre retenciones, otros impuestos y el cepo cambiario se esquilme al campo del 70% de lo que produce.

Si es así, como realmente lo indican cifras irrefutables, comprenderá que urge la modificación de las condiciones más gravosas para el campo. Por lo pronto, confirmó que el impuesto PAIS quedará reducido al 7,5 por ciento en septiembre y será eliminado por completo a fines de año. El “robo” al campo que Milei denunció en la campaña electoral a raíz de la desmesura de retenciones que, por añadidura, lo discriminan en relación con los otros sectores de la producción nacional no puede de ningún modo demorarse por mucho tiempo.

El campo se sintió reconfortado por el discurso presidencial en la Rural, pero si el tiempo transcurriera sin novedades de fuste en el punto más dañino a sus actividades; si no se instrumentara, al menos, un alivio gradual, aquellas palabras, tan celebradas como furibundas contra la casta prebendaria de la política correrán serio riesgo de desvalorizarse.

Ya está pagando el presidente de la Nación un precio sobre su confiabilidad. Ha denunciado con más energía que nadie a lo más sucio de la casta política que llevó al país a su ruina moral e institucional y propone, curiosamente, para integrar la Corte Suprema de Justicia de la Nación al candidato más cuestionado por enjuagues que se le imputan como juez de primera instancia en el historial de las nominaciones para el más alto tribunal de la República.

Conviene recordar al Presidente que las palabras se sustentan en la coherencia de los hechos.

 El campo se sintió reconfortado por el discurso del Presidente en la Rural, tras décadas de destrato y desinterés por un sector clave para la economía del país  LA NACION

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