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¿Películas de superhéroes para adultos? El “efecto Ryan Reynolds” y cómo logró cambiar una máxima de Hollywood

“Cientos y cientos de adultos están haciendo filas para ver personajes y situaciones que fueron creados con el propósito de entretener a chicos de 12 años 50 años atrás” dijo Alan Moore en 2022, uno de los autores de cómics (o “novelas gráficas”) más respetados por los fanáticos de las historietas ¿Qué diría Moore si enterara que una de las películas más exitosas de este año, Deadpool & Wolverine, es de superhéroes pero está calificada como “para adultos”?

Convendría definir qué se entiende como una película “para adultos” o qué parámetros usan distintas organizaciones para calificarlas. Lenguaje adulto, desnudos, y distintos tipos de violencia en pantalla pueden lograr que una película reciba las máximas calificaciones, que restringen el acceso a las salas de cine. La recaudación se ve afectada y los grandes estudios hacen todo lo posible para evitar recibir calificaciones que puedan perjudicar la venta de entradas.

En los Estados Unidos, una de las calificaciones más duras es R (de “Restricted”). El acceso para menores de 17 años solo se permite si está acompañado por un adulto responsable. El cine de superhéroes, aunque sea una película oscura como Batman, evita cualquiera de los elementos que le asegurarían recibir la calificación R. Por eso, aunque haya escenas violentas, se cuidan de no mostrar sangre. Mucho menos desnudos o lenguaje adulto. Hasta que llegó Deadpool.

La calificación de un film no es uniforme a lo largo de distintos “territorios”, porque supone valoraciones culturales y la tolerancia que se dispensa en cada país a las “transgresiones” artísticas de cada película en términos de lo socialmente ponderable. Por caso, Deadpool & Wolverine recibió en la Argentina una calificación más tibia que en su país de origen: apta para mayores de 16 años (la valoración del Incaa de cada uno de los estrenos puede consultarse en la página oficial de la entidad). Pero como origen de la mayoría de los films que aspiran a convertirse en un fenómeno global, la calificación “doméstica” de una superproducción puede consagrar o hacer fracasar un título en su lanzamiento, del que depende que inicie un exitoso recorrido internacional.

La primera película del personaje de Ryan Reynolds, el mercenario que habla demasiado, se estrenó en 2016. 20th Century Fox, desesperado por no perder la carrera contra Disney, decidió animarse a producir una película Rated R de superhéroes. El riesgo pagó con creces: Deadpool fue un éxito. Lo mismo sucedió con su secuela en 2018.

Años más tarde, Cuando Disney compró el estudio rival, la duda era si la empresa del ratón iba a producir otra secuela de Deadpool. Más allá de Marvel, Disney es una empresa que evita producir películas prohibidas para menores porque la marca está asociada con el contenido apto para toda la familia.

Deadpool & Wolverine es un éxito que barre récords. Acumula más de 600 millones de dólares en recaudación apenas una semana después de su estreno. En nuestro país ocupa el primer lugar de la taquilla, con un acumulado de 1.411.031 entradas vendidas en su segunda semana en cartel. No es el primer éxito “para adultos” que tiene Disney este año. Pobres criaturas, la película con la que Emma Stone ganó su segundo Oscar, costó 35 millones de dólares y superó los 110 millones en su recorrido por cines de todo el mundo.

En los Estados Unidos, es la Motion Picture Asociation Of America la asociación encargada de calificar películas antes de su estreno. En la Argentina, esa tarea le corresponde a la Comisión Asesora de Exhibiciones Cinematográficas. La CAEC decidió que solo los mayores de 16 años, o quienes estén en compañía de un padre, madre o tutor, pueden ingresar a las funciones de Deadpool & Wolverine.

Fue Jack Valenti, un ex funcionario del gobierno del gobierno demócrata de Lyndon B. Johnson, el que ideó junto a Lew Wasserman, en 1966, un sistema de control para la exhibición de películas en los Estados Unidos. Valenti arguyó que el Código Hays, que estaba vigente desde 1930, tenía el “apestaba a censura”. En 1968 la MPAA, en coordinación con los exhibidores y distribuidores, heredaba el espíritu del Código Hays.

¿Qué define que una película sea “para adultos”?

¿Por qué películas como Perdidos en Tokio o Nebraska reciben una calificación más severa que películas en las que abunda la violencia? No es un tema menor. La MPAA, por ejemplo, permite que se pueda escuchar solo una vez la interjección “Fuck” a lo largo de una película. Si se pronuncia más de una vez significa que la película recibe automáticamente la calificación R. En 2011, cuando se estrenó El discurso el rey, estalló la controversia por el sistema de calificaciones.

En una escena de la película ganadora del Oscar, el rey tartamudo tiene que repetir varias veces “fuck” como uno de los métodos que le propone su fonoaudiólogo para superar su problema en el habla. Harvey Weinstein, productor ejecutivo, quiso sacar la escena para evitar la calificación R. Pero los actores y el director se opusieron. “La escena tiene un propósito, se usa en un contexto no ofensivo”, argumentó Colin Firth, protagonista de la película. El crítico Roger Ebert acompañó la defensa: “La calificación R en esta película es por el uso de palabras vulgares. Es una decisión inexplicable. Esta es una excelente película para adolescentes”.

Finalmente, en los Estados Unidos se exhibieron dos versiones: la original, y una sin la escena cuestionada, que recibió la calificación PG-13 (equivalente a nuestro “apta para mayores de 13 años”).

El primer gran éxito para adultos y la única película X en ganar el Oscar

Desde la implementación del sistema de calificaciones de la MPAA, El padrino se convirtió en el primer éxito taquillero para adultos. El clásico protagonizado por Marlon Brando y Al Pacino fue el título que más recaudó en 1972. Hasta la fecha, solo dos películas repitieron esa hazaña a nivel mundial: El exorcista, en 1973, y Un detective suelto en Hollywood, en 1984.

Antes de El padrino hubo otra película que ganó el Oscar, vendió muchas entradas de cine, y recibió una calificación más severa que R. La “X” era una calificación aplicada a películas con violencia extrema, sexo y lenguaje adulto. Fue la calificación que recibió el clásico protagonizado por Jon Voight y Dustin Hoffman: Perdidos en la noche.

La película es un excelente drama sobre un lavacopas de Texas que decide viajar a Nueva York para prostituirse. La realidad lo golpea de frente cuando descubre que sus quijotescos planes no son tan sencillos de concretar. Algunos espectadores podrían argumentar que, frente a las imágenes que se suelen ver hoy en cine y televisión, lo que muestra Perdidos en la noche no es tan impactante como lo era en 1969, cuando se estrenó en cines.

La industria del cine porno, aprovechándose de que la calificación “X” no estaba registrada, empezó a usar la letra como un símbolo para promocionar sus películas. Así nació la asociación de lo triple XXX (aquello que iba tres veces más allá de lo permitido) con el porno. En consecuencia, la MPAA cambió la calificación X por “NC-17″ (equivalente al poco usado aquí “prohibida para menores de 18 años”).

En 1979, el productor Bob Guccione se negó a dejar que la MPAA calificara con una “X” a Calígula (aquella de una “irresistible mix de arte y genitales”). En cambio, alquiló cines para exhibir la película protagonizada por Malcolm McDowell. Aunque recuperó el costo de recaudación y logró eludir la revisión de la MPAA, Calígula estuvo prohibida en varios países, incluso en nuestro país

Los peores fracasos del cine calificado R

Hay varias razones por las cuales los estudios de Hollywood escapan a la calificación R como si fuera la peste. En las últimas décadas, abundan los ejemplos de producciones que no pudieron alcanzar las expectativas comerciales o fueron fracasos estrepitosos. Tienen un denominador común: recibieron la calificación R.

La chica del dragón tatuado, la versión dirigida por David Fincher, pese a tener a Rooney Mara y Daniel Craig en pantalla, no encontró su público en su paso por las salas. Peor le fue a Babylon, producida y protagonizada por Margot Robbie, cuya recaudación ni siquiera alcanzó a cubrir el costo de producción. Son dos películas para adultos, no solo por la temática: ambas muestran escenas de sexo, abusos, violencia, consumo de sustancias tóxicas y violencia.

Como uno de los ejemplos más tempranos del público que prefiere ver películas “aptas para toda la familia” en vez de películas calificadas R, están los casos de Blade Runner y La cosa. Las dos se estrenaron en 1982. Ambas son consideradas, hoy, clásicos del cine que fracasaron rotundamente cuando tuvieron que vender entradas. Uno de los motivos evidentes: compitieron contra E. T: El extraterrestre, la historia fantástica y familiar dirigida por Steven Spielberg. Las familias llenaron las salas con E.T., pero los adultos ignoraron las otras historias de ciencia ficción.

Desde 1995 a hoy, hay una tendencia decreciente para la recaudación de las películas calificadas R. La caída se hace evidente en la programación de los cines, que prefieren optar por exhibir películas orientadas a los niños o que no tengan contenido que pueda ser calificado como apropiado solo para los adultos.

El cine para adultos: entre los superhéroes y la religión

Por ahora, solo una película calificada con el R superó los 1000 millones de dólares en recaudación y está entre las 50 más taquilleras de la historia: Guasón.

Sirvió la polémica que se generó en el estreno: medios como CNN acusaban a la película de promover la violencia y la anarquía. Fue caratulada como una “película peligrosa” que podía incitar una masacre en la vida real. Lo único que masacró Guasón fueron las boleterías: el público acudió en masa a las salas de cine.

En 2004, otra película para adultos generó controversia durante y antes de su paso por salas: La pasión de Cristo. Algunas voces críticas decían que era antisemita, excesivamente violenta, y poco fiel como recreación histórica o interpretación de los textos sagrados. Las acusaciones no tuvieron impacto negativo en la recaudación: es una de las películas para adultos más exitosas de la historia. Un logro todavía más impresionante considerando que está hablada en arameo, latín y hebreo: es decir, una película que requiere subtítulos para una porción considerable de los espectadores.

¿Vuelve el cine para adultos?

En 2023, Oppenheimer no solo arrasó con los premios Oscar. Es una de las más taquilleras de la carrera de Christopher Nolan: algo inusual en la trayectoria de un cineasta que evitaba hacer películas calificadas R –aquí fue calificado con la mucho más tranquila “apta para mayores de 13 años”–. La trilogía de Batman, El gran truco, Interestelar, ni siquiera Dunkerque: ninguna había recibido la temida R. En recaudación, Oppenheimer solo fue superada por Super Mario Bros. y Barbie, pero es el segundo éxito más grande en la historia de las películas calificadas R, solo detrás de Guasón.

El cine de superhéroes quizás haya sido la puerta de ingreso para que Hollywood vuelva a producir películas de alto presupuesto sin temor a recibir una calificación “para adultos”. 20th Century, después del éxito de Deadpool, probó que había un mercado de adultos dispuestos a ver películas que un nivel de violencia más explícito que el de la mayoría de las películas de superhéroes. Logan, la “despedida” de Hugh Jackman como Wolverine, también fue calificada R y fue muy exitosa en 2017.

Pese al éxito de Logan, Deadpool y Guasón, no todo el cine de superhéroes calificado R fue exitoso. Watchmen, la adaptación de la obra de Alan Moore que dirigió Zack Snyder en 2008, fracasó en taquilla. Apenas unos años más tarde, en 2011, Moore empezaba a criticar el creciente éxito de los superhéroes en el cine: “Pensé que tenía serias y preocupantes consecuencias para el futuro que millones de adultos hicieran filas para ver películas de Batman. Porque esa infantilización, esa urgencia por volver a épocas más simples, a menudo conduce al fascismo”.

“Cientos y cientos de adultos están haciendo filas para ver personajes y situaciones que fueron creados con el propósito de entretener a chicos de 12 años 50 años atrás” dijo Alan Moore en 2022, uno de los autores de cómics (o “novelas gráficas”) más respetados por los fanáticos de las historietas ¿Qué diría Moore si enterara que una de las películas más exitosas de este año, Deadpool & Wolverine, es de superhéroes pero está calificada como “para adultos”?

Convendría definir qué se entiende como una película “para adultos” o qué parámetros usan distintas organizaciones para calificarlas. Lenguaje adulto, desnudos, y distintos tipos de violencia en pantalla pueden lograr que una película reciba las máximas calificaciones, que restringen el acceso a las salas de cine. La recaudación se ve afectada y los grandes estudios hacen todo lo posible para evitar recibir calificaciones que puedan perjudicar la venta de entradas.

En los Estados Unidos, una de las calificaciones más duras es R (de “Restricted”). El acceso para menores de 17 años solo se permite si está acompañado por un adulto responsable. El cine de superhéroes, aunque sea una película oscura como Batman, evita cualquiera de los elementos que le asegurarían recibir la calificación R. Por eso, aunque haya escenas violentas, se cuidan de no mostrar sangre. Mucho menos desnudos o lenguaje adulto. Hasta que llegó Deadpool.

La calificación de un film no es uniforme a lo largo de distintos “territorios”, porque supone valoraciones culturales y la tolerancia que se dispensa en cada país a las “transgresiones” artísticas de cada película en términos de lo socialmente ponderable. Por caso, Deadpool & Wolverine recibió en la Argentina una calificación más tibia que en su país de origen: apta para mayores de 16 años (la valoración del Incaa de cada uno de los estrenos puede consultarse en la página oficial de la entidad). Pero como origen de la mayoría de los films que aspiran a convertirse en un fenómeno global, la calificación “doméstica” de una superproducción puede consagrar o hacer fracasar un título en su lanzamiento, del que depende que inicie un exitoso recorrido internacional.

La primera película del personaje de Ryan Reynolds, el mercenario que habla demasiado, se estrenó en 2016. 20th Century Fox, desesperado por no perder la carrera contra Disney, decidió animarse a producir una película Rated R de superhéroes. El riesgo pagó con creces: Deadpool fue un éxito. Lo mismo sucedió con su secuela en 2018.

Años más tarde, Cuando Disney compró el estudio rival, la duda era si la empresa del ratón iba a producir otra secuela de Deadpool. Más allá de Marvel, Disney es una empresa que evita producir películas prohibidas para menores porque la marca está asociada con el contenido apto para toda la familia.

Deadpool & Wolverine es un éxito que barre récords. Acumula más de 600 millones de dólares en recaudación apenas una semana después de su estreno. En nuestro país ocupa el primer lugar de la taquilla, con un acumulado de 1.411.031 entradas vendidas en su segunda semana en cartel. No es el primer éxito “para adultos” que tiene Disney este año. Pobres criaturas, la película con la que Emma Stone ganó su segundo Oscar, costó 35 millones de dólares y superó los 110 millones en su recorrido por cines de todo el mundo.

En los Estados Unidos, es la Motion Picture Asociation Of America la asociación encargada de calificar películas antes de su estreno. En la Argentina, esa tarea le corresponde a la Comisión Asesora de Exhibiciones Cinematográficas. La CAEC decidió que solo los mayores de 16 años, o quienes estén en compañía de un padre, madre o tutor, pueden ingresar a las funciones de Deadpool & Wolverine.

Fue Jack Valenti, un ex funcionario del gobierno del gobierno demócrata de Lyndon B. Johnson, el que ideó junto a Lew Wasserman, en 1966, un sistema de control para la exhibición de películas en los Estados Unidos. Valenti arguyó que el Código Hays, que estaba vigente desde 1930, tenía el “apestaba a censura”. En 1968 la MPAA, en coordinación con los exhibidores y distribuidores, heredaba el espíritu del Código Hays.

¿Qué define que una película sea “para adultos”?

¿Por qué películas como Perdidos en Tokio o Nebraska reciben una calificación más severa que películas en las que abunda la violencia? No es un tema menor. La MPAA, por ejemplo, permite que se pueda escuchar solo una vez la interjección “Fuck” a lo largo de una película. Si se pronuncia más de una vez significa que la película recibe automáticamente la calificación R. En 2011, cuando se estrenó El discurso el rey, estalló la controversia por el sistema de calificaciones.

En una escena de la película ganadora del Oscar, el rey tartamudo tiene que repetir varias veces “fuck” como uno de los métodos que le propone su fonoaudiólogo para superar su problema en el habla. Harvey Weinstein, productor ejecutivo, quiso sacar la escena para evitar la calificación R. Pero los actores y el director se opusieron. “La escena tiene un propósito, se usa en un contexto no ofensivo”, argumentó Colin Firth, protagonista de la película. El crítico Roger Ebert acompañó la defensa: “La calificación R en esta película es por el uso de palabras vulgares. Es una decisión inexplicable. Esta es una excelente película para adolescentes”.

Finalmente, en los Estados Unidos se exhibieron dos versiones: la original, y una sin la escena cuestionada, que recibió la calificación PG-13 (equivalente a nuestro “apta para mayores de 13 años”).

El primer gran éxito para adultos y la única película X en ganar el Oscar

Desde la implementación del sistema de calificaciones de la MPAA, El padrino se convirtió en el primer éxito taquillero para adultos. El clásico protagonizado por Marlon Brando y Al Pacino fue el título que más recaudó en 1972. Hasta la fecha, solo dos películas repitieron esa hazaña a nivel mundial: El exorcista, en 1973, y Un detective suelto en Hollywood, en 1984.

Antes de El padrino hubo otra película que ganó el Oscar, vendió muchas entradas de cine, y recibió una calificación más severa que R. La “X” era una calificación aplicada a películas con violencia extrema, sexo y lenguaje adulto. Fue la calificación que recibió el clásico protagonizado por Jon Voight y Dustin Hoffman: Perdidos en la noche.

La película es un excelente drama sobre un lavacopas de Texas que decide viajar a Nueva York para prostituirse. La realidad lo golpea de frente cuando descubre que sus quijotescos planes no son tan sencillos de concretar. Algunos espectadores podrían argumentar que, frente a las imágenes que se suelen ver hoy en cine y televisión, lo que muestra Perdidos en la noche no es tan impactante como lo era en 1969, cuando se estrenó en cines.

La industria del cine porno, aprovechándose de que la calificación “X” no estaba registrada, empezó a usar la letra como un símbolo para promocionar sus películas. Así nació la asociación de lo triple XXX (aquello que iba tres veces más allá de lo permitido) con el porno. En consecuencia, la MPAA cambió la calificación X por “NC-17″ (equivalente al poco usado aquí “prohibida para menores de 18 años”).

En 1979, el productor Bob Guccione se negó a dejar que la MPAA calificara con una “X” a Calígula (aquella de una “irresistible mix de arte y genitales”). En cambio, alquiló cines para exhibir la película protagonizada por Malcolm McDowell. Aunque recuperó el costo de recaudación y logró eludir la revisión de la MPAA, Calígula estuvo prohibida en varios países, incluso en nuestro país

Los peores fracasos del cine calificado R

Hay varias razones por las cuales los estudios de Hollywood escapan a la calificación R como si fuera la peste. En las últimas décadas, abundan los ejemplos de producciones que no pudieron alcanzar las expectativas comerciales o fueron fracasos estrepitosos. Tienen un denominador común: recibieron la calificación R.

La chica del dragón tatuado, la versión dirigida por David Fincher, pese a tener a Rooney Mara y Daniel Craig en pantalla, no encontró su público en su paso por las salas. Peor le fue a Babylon, producida y protagonizada por Margot Robbie, cuya recaudación ni siquiera alcanzó a cubrir el costo de producción. Son dos películas para adultos, no solo por la temática: ambas muestran escenas de sexo, abusos, violencia, consumo de sustancias tóxicas y violencia.

Como uno de los ejemplos más tempranos del público que prefiere ver películas “aptas para toda la familia” en vez de películas calificadas R, están los casos de Blade Runner y La cosa. Las dos se estrenaron en 1982. Ambas son consideradas, hoy, clásicos del cine que fracasaron rotundamente cuando tuvieron que vender entradas. Uno de los motivos evidentes: compitieron contra E. T: El extraterrestre, la historia fantástica y familiar dirigida por Steven Spielberg. Las familias llenaron las salas con E.T., pero los adultos ignoraron las otras historias de ciencia ficción.

Desde 1995 a hoy, hay una tendencia decreciente para la recaudación de las películas calificadas R. La caída se hace evidente en la programación de los cines, que prefieren optar por exhibir películas orientadas a los niños o que no tengan contenido que pueda ser calificado como apropiado solo para los adultos.

El cine para adultos: entre los superhéroes y la religión

Por ahora, solo una película calificada con el R superó los 1000 millones de dólares en recaudación y está entre las 50 más taquilleras de la historia: Guasón.

Sirvió la polémica que se generó en el estreno: medios como CNN acusaban a la película de promover la violencia y la anarquía. Fue caratulada como una “película peligrosa” que podía incitar una masacre en la vida real. Lo único que masacró Guasón fueron las boleterías: el público acudió en masa a las salas de cine.

En 2004, otra película para adultos generó controversia durante y antes de su paso por salas: La pasión de Cristo. Algunas voces críticas decían que era antisemita, excesivamente violenta, y poco fiel como recreación histórica o interpretación de los textos sagrados. Las acusaciones no tuvieron impacto negativo en la recaudación: es una de las películas para adultos más exitosas de la historia. Un logro todavía más impresionante considerando que está hablada en arameo, latín y hebreo: es decir, una película que requiere subtítulos para una porción considerable de los espectadores.

¿Vuelve el cine para adultos?

En 2023, Oppenheimer no solo arrasó con los premios Oscar. Es una de las más taquilleras de la carrera de Christopher Nolan: algo inusual en la trayectoria de un cineasta que evitaba hacer películas calificadas R –aquí fue calificado con la mucho más tranquila “apta para mayores de 13 años”–. La trilogía de Batman, El gran truco, Interestelar, ni siquiera Dunkerque: ninguna había recibido la temida R. En recaudación, Oppenheimer solo fue superada por Super Mario Bros. y Barbie, pero es el segundo éxito más grande en la historia de las películas calificadas R, solo detrás de Guasón.

El cine de superhéroes quizás haya sido la puerta de ingreso para que Hollywood vuelva a producir películas de alto presupuesto sin temor a recibir una calificación “para adultos”. 20th Century, después del éxito de Deadpool, probó que había un mercado de adultos dispuestos a ver películas que un nivel de violencia más explícito que el de la mayoría de las películas de superhéroes. Logan, la “despedida” de Hugh Jackman como Wolverine, también fue calificada R y fue muy exitosa en 2017.

Pese al éxito de Logan, Deadpool y Guasón, no todo el cine de superhéroes calificado R fue exitoso. Watchmen, la adaptación de la obra de Alan Moore que dirigió Zack Snyder en 2008, fracasó en taquilla. Apenas unos años más tarde, en 2011, Moore empezaba a criticar el creciente éxito de los superhéroes en el cine: “Pensé que tenía serias y preocupantes consecuencias para el futuro que millones de adultos hicieran filas para ver películas de Batman. Porque esa infantilización, esa urgencia por volver a épocas más simples, a menudo conduce al fascismo”.

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