Por qué jamás hay que guardar la olla con comida en la heladera
Muchas veces, después de cocinar, muchos optan por guardar las sobras en el mismo recipiente metálico en que prepararon la comida. Sin embargo, es importante saber por qué nunca se tiene que guardar una olla con comida en la heladera (situación que se repite a diario en todas las cocinas de la argentina).
Uno de los motivos para no almacenar las ollas con comida en la heladera, como remarcan desde el medio mexicano Univisión, incluye la vida útil de las mismas, ya que la exposición a alimentos, sobre todo en el caso de preparaciones con salsas ácidas, puede corroer el recubrimiento de las ollas. Además, el sabor de la comida también suele verse afectada, ya que las ollas o cazuelas no tienen un cierre hermético y permiten la entrada de oxígeno que modifica el olor y sabor, además de acelerar la corrosión del recubrimiento de aluminio.
Detrás de estas advertencias también hay algunas amenazas a la salud que se derivan de la exposición prolongada de los alimentos al aluminio, el metal más abundante en los utensilios de cocina que suelen utilizarse. Este material no puede destruirse en el ambiente, y en caso de corroerse, se traspasa a los alimentos cuando estos se dejan reposar largo tiempo en la olla.
Según el CDC (Centro para el Control de la Enfermedades) de los Estados Unidos, una persona adulta promedio consume aproximadamente 7 a 9 mg de aluminio al día en los alimentos ultraprocesados como como harinas, polvo para hornear, colorantes o agentes para prevenir la aglutinación, y dejarlos en las ollas solo aumenta este consumo involuntario.
Aunque pruebas de laboratorio sobre animales han demostrado que el consumo de aluminio afectó su sistema nervioso, así como su desempeño “en pruebas que miden la fuerza en las extremidades o su movilidad espontánea”, el CDC subraya que “la ingestión de aluminio generalmente no produce daño”. Sin embargo, remarca que “algunos estudios han sugerido que la exposición a cantidades altas de aluminio puede causar enfermedad de Alzheimer, mientras que otros estudios no han encontrado evidencia de que esto ocurra”. En resumen, “no se sabe con certeza si la exposición al aluminio produce enfermedad de Alzheimer”.
El caso es más complicado para las personas que padecen enfermedades renales, ya que estas acumulan una gran cantidad de aluminio en sus cuerpos debido a que la enfermedad del riñón impide la eliminación de aluminio en la orina. Como remarca el máximo organismo de salud estadounidense, “algunas veces, estas personas desarrollaron enfermedades de los huesos o del cerebro que los doctores atribuyeron al exceso de aluminio”.
¿Qué hay que hacer y dónde guardar los alimentos?
Para evitar cualquier tipo de riesgo, es recomendable evitar el almacenamiento de la comida en ollas de aluminio e incluso cocinar en ellas. En este sentido, es importante recordar que también existen ollas de otros materiales como el acero inoxidable. Respecto a esto, el CDC enfatiza en que “cocinar frecuentemente alimentos ácidos en ollas de aluminio pueden exponer a una persona a niveles de aluminio más altos que una persona que generalmente consume alimentos no procesados o usa ollas de otros materiales (por ejemplo, acero inoxidable o vidrio)”.
Finalmente, la manera más higiénica de conservar la comida para el futuro es vaciarla en contenedores de vidrio o plásticos, completamente secos, taparlos y meterlos en la heladera, como subraya el blog Enséñame de Ciencia, o en congelarla en el freezer para consumirla luego.
Muchas veces, después de cocinar, muchos optan por guardar las sobras en el mismo recipiente metálico en que prepararon la comida. Sin embargo, es importante saber por qué nunca se tiene que guardar una olla con comida en la heladera (situación que se repite a diario en todas las cocinas de la argentina).
Uno de los motivos para no almacenar las ollas con comida en la heladera, como remarcan desde el medio mexicano Univisión, incluye la vida útil de las mismas, ya que la exposición a alimentos, sobre todo en el caso de preparaciones con salsas ácidas, puede corroer el recubrimiento de las ollas. Además, el sabor de la comida también suele verse afectada, ya que las ollas o cazuelas no tienen un cierre hermético y permiten la entrada de oxígeno que modifica el olor y sabor, además de acelerar la corrosión del recubrimiento de aluminio.
Detrás de estas advertencias también hay algunas amenazas a la salud que se derivan de la exposición prolongada de los alimentos al aluminio, el metal más abundante en los utensilios de cocina que suelen utilizarse. Este material no puede destruirse en el ambiente, y en caso de corroerse, se traspasa a los alimentos cuando estos se dejan reposar largo tiempo en la olla.
Según el CDC (Centro para el Control de la Enfermedades) de los Estados Unidos, una persona adulta promedio consume aproximadamente 7 a 9 mg de aluminio al día en los alimentos ultraprocesados como como harinas, polvo para hornear, colorantes o agentes para prevenir la aglutinación, y dejarlos en las ollas solo aumenta este consumo involuntario.
Aunque pruebas de laboratorio sobre animales han demostrado que el consumo de aluminio afectó su sistema nervioso, así como su desempeño “en pruebas que miden la fuerza en las extremidades o su movilidad espontánea”, el CDC subraya que “la ingestión de aluminio generalmente no produce daño”. Sin embargo, remarca que “algunos estudios han sugerido que la exposición a cantidades altas de aluminio puede causar enfermedad de Alzheimer, mientras que otros estudios no han encontrado evidencia de que esto ocurra”. En resumen, “no se sabe con certeza si la exposición al aluminio produce enfermedad de Alzheimer”.
El caso es más complicado para las personas que padecen enfermedades renales, ya que estas acumulan una gran cantidad de aluminio en sus cuerpos debido a que la enfermedad del riñón impide la eliminación de aluminio en la orina. Como remarca el máximo organismo de salud estadounidense, “algunas veces, estas personas desarrollaron enfermedades de los huesos o del cerebro que los doctores atribuyeron al exceso de aluminio”.
¿Qué hay que hacer y dónde guardar los alimentos?
Para evitar cualquier tipo de riesgo, es recomendable evitar el almacenamiento de la comida en ollas de aluminio e incluso cocinar en ellas. En este sentido, es importante recordar que también existen ollas de otros materiales como el acero inoxidable. Respecto a esto, el CDC enfatiza en que “cocinar frecuentemente alimentos ácidos en ollas de aluminio pueden exponer a una persona a niveles de aluminio más altos que una persona que generalmente consume alimentos no procesados o usa ollas de otros materiales (por ejemplo, acero inoxidable o vidrio)”.
Finalmente, la manera más higiénica de conservar la comida para el futuro es vaciarla en contenedores de vidrio o plásticos, completamente secos, taparlos y meterlos en la heladera, como subraya el blog Enséñame de Ciencia, o en congelarla en el freezer para consumirla luego.
No se recomienda la exposición prolongada de los alimentos a este tipo de utensilios de cocina; conservación, sabor y riesgos ocultos LA NACION