La boxeadora Imane Khelif ganó en la categoría -66 kilos luego de la gran controversia en los Juegos Olímpicos 2024
PARIS.- Fueron los rugidos más potentes de los Juegos. Un estallido de gargantas que retumbó en el estadio. Del silencio del tenis a la locura del boxeo, en un fabuloso show envasado en no más de 25 minutos. De pronto, Phillipe Chatrier pareció un enorme Coliseo en el que dos gladiadoras se habían echado a luchar con fiereza sobre la arena. Un circo de enfervorizados –el 90%, argelinos- que se volvieron locos ante cada revoleo de sus puños. Los fanáticos, embanderados de blanco y verde, sus colores nacionales, deliraron con esa figura que estaba allí abajo, en el ring, vestida de rojo y enfurecida, después de que viviera una controversia que duró a lo largo de los Juegos Olímpicos.
Era Imane Khelif, la boxeadora de Argelia cuestionada por su género. Aquella que disparó una ola de opiniones a favor y en contra. De repente, la discusión pasó por su cantidad de cromosomas y sus permisos o no para poder boxear. Un debate en donde opinaron desde políticos hasta celebridades de distintos ámbitos. Finalmente, Khelif se quedó con la victoria en la categoría de -66 kg después de vencer por decisión unánime a la china Yan Lui, con la que no tuvo contemplaciones y que poco pudo hacer.
“¡Imane, Imane!”, la alentaron durante los tres asaltos esos fanáticos que poblaron la zona de Roland Garros desde varias horas antes del combate, y que luego se quedaron celebrando por las calles de París a puro grito, como si apoyaran a un equipo de fútbol. Fue una noche de euforia para los argelinos. Pero el fin de semana pasado, Khelif había dicho lo suyo: cuestionó la ola de odiosos cuestionamientos sobre su género y aseguró que “daña la dignidad humana”. También indicó que una medalla de oro sería la “mejor respuesta” a la reacción en su contra y las acusaciones de ser intersexual u hombre. Finalmente, completó su gesta y vuelve como una heroína a su país.
Una lucha contra los prejuicios, una batalla que la argelina seguramente continuará contra la IBA (la Asociación Internacional de Boxeo), que la descalificó de los Mundiales de Nueva Delhi 2023 después de estudios que nunca se hicieron públicos, en donde se ponía en duda su condición de mujer. Pero ahora se tomó un desquite que trasciende lo deportivo; una vivencia que recordará para siempre y que la puso en el foco del mundo. En alguna medida, un relato triste: seguramente no se pensó en la integridad de la persona, sino que se la colocó en una suerte de microscopio; cada persona con su análisis, según el prisma con que ve la vida.
Cuando la anunciaron ganadora, Khelif agitó uno de sus puños a manera de dedicatoria, honró a su rival levantándole el brazo e hizo un festejo al estilo colibrí, de Miguel Borja. Y dio vuelta alrededor del ring con la bandera de su país, subida en andas por uno de sus colaboradores. Un gratificante desenlace para Khelif, aquella que en su debut en la competencia olímpica había hecho abandonar a los 46 segundos a la italiana Angela Carini, que se quejó de la fiereza de sus golpes y denunció una clara disparidad. Allí fue donde se armó el gran debate. Ahora, Khelif disfruta de una medalla dorada, contra todos, contra todo.
En el Mundial de 2023, en India, había competido y ganó cuatro combates, pero fue descalificada justo cuando iba a disputar la final. La IBA emitió un comunicado este miércoles y aseguró que la peleadora fue “objeto de un análisis reconocido” que derivó en su descalificación. La nota de prensa no detalla qué parámetros midieron. Se escudan en que esos datos “son confidenciales”. Capítulo cerrado.
Expectativa en Argelia
Antes de la final por el oro, los habitantes del pueblo pobre y rural del suroeste de Argelia habían decretado una movilización general para contar con “una nueva cara y una nueva vida”. Según contaron agencias internacionales, centenares de personas confluyeron desde bien temprano en Biban Mesbah, a 10 kilómetros de Tiaret, una localidad situada a 300 kilómetros al suroeste de Argel, para los preparativos de la gran noche de la final de la categoría -66 kilos. Las temperaturas superaban los 46 grados, los hombres se pusieron de acuerdo para limpiar todo el sector, mientras que decenas de mujeres cocinaron un cuscús gigante con pollo y verduras.
“Nos pusimos de acuerdo para dar una nueva cara al pueblo e insuflarle una nueva vida con la victoria de Imane Khelif”, le había explicado a AFP su primo Mounir Khelif, de 36 años. Sabían que, pasara lo que pasara, Imane le daría una medalla a Argelia. La emoción era genuina y estaba llena de expectación. Y así fue como se instaló una gran pantalla en el estadio de esta localidad de cerca de 3.000 habitantes, con la idea también de reunir a espectadores procedentes de otras localidades de la región. Son sus mismos compatriotas que la vieron cantar el himno con pasión y luego besar la medalla dorada arriba del ring.
PARIS.- Fueron los rugidos más potentes de los Juegos. Un estallido de gargantas que retumbó en el estadio. Del silencio del tenis a la locura del boxeo, en un fabuloso show envasado en no más de 25 minutos. De pronto, Phillipe Chatrier pareció un enorme Coliseo en el que dos gladiadoras se habían echado a luchar con fiereza sobre la arena. Un circo de enfervorizados –el 90%, argelinos- que se volvieron locos ante cada revoleo de sus puños. Los fanáticos, embanderados de blanco y verde, sus colores nacionales, deliraron con esa figura que estaba allí abajo, en el ring, vestida de rojo y enfurecida, después de que viviera una controversia que duró a lo largo de los Juegos Olímpicos.
Era Imane Khelif, la boxeadora de Argelia cuestionada por su género. Aquella que disparó una ola de opiniones a favor y en contra. De repente, la discusión pasó por su cantidad de cromosomas y sus permisos o no para poder boxear. Un debate en donde opinaron desde políticos hasta celebridades de distintos ámbitos. Finalmente, Khelif se quedó con la victoria en la categoría de -66 kg después de vencer por decisión unánime a la china Yan Lui, con la que no tuvo contemplaciones y que poco pudo hacer.
“¡Imane, Imane!”, la alentaron durante los tres asaltos esos fanáticos que poblaron la zona de Roland Garros desde varias horas antes del combate, y que luego se quedaron celebrando por las calles de París a puro grito, como si apoyaran a un equipo de fútbol. Fue una noche de euforia para los argelinos. Pero el fin de semana pasado, Khelif había dicho lo suyo: cuestionó la ola de odiosos cuestionamientos sobre su género y aseguró que “daña la dignidad humana”. También indicó que una medalla de oro sería la “mejor respuesta” a la reacción en su contra y las acusaciones de ser intersexual u hombre. Finalmente, completó su gesta y vuelve como una heroína a su país.
Una lucha contra los prejuicios, una batalla que la argelina seguramente continuará contra la IBA (la Asociación Internacional de Boxeo), que la descalificó de los Mundiales de Nueva Delhi 2023 después de estudios que nunca se hicieron públicos, en donde se ponía en duda su condición de mujer. Pero ahora se tomó un desquite que trasciende lo deportivo; una vivencia que recordará para siempre y que la puso en el foco del mundo. En alguna medida, un relato triste: seguramente no se pensó en la integridad de la persona, sino que se la colocó en una suerte de microscopio; cada persona con su análisis, según el prisma con que ve la vida.
Cuando la anunciaron ganadora, Khelif agitó uno de sus puños a manera de dedicatoria, honró a su rival levantándole el brazo e hizo un festejo al estilo colibrí, de Miguel Borja. Y dio vuelta alrededor del ring con la bandera de su país, subida en andas por uno de sus colaboradores. Un gratificante desenlace para Khelif, aquella que en su debut en la competencia olímpica había hecho abandonar a los 46 segundos a la italiana Angela Carini, que se quejó de la fiereza de sus golpes y denunció una clara disparidad. Allí fue donde se armó el gran debate. Ahora, Khelif disfruta de una medalla dorada, contra todos, contra todo.
En el Mundial de 2023, en India, había competido y ganó cuatro combates, pero fue descalificada justo cuando iba a disputar la final. La IBA emitió un comunicado este miércoles y aseguró que la peleadora fue “objeto de un análisis reconocido” que derivó en su descalificación. La nota de prensa no detalla qué parámetros midieron. Se escudan en que esos datos “son confidenciales”. Capítulo cerrado.
Expectativa en Argelia
Antes de la final por el oro, los habitantes del pueblo pobre y rural del suroeste de Argelia habían decretado una movilización general para contar con “una nueva cara y una nueva vida”. Según contaron agencias internacionales, centenares de personas confluyeron desde bien temprano en Biban Mesbah, a 10 kilómetros de Tiaret, una localidad situada a 300 kilómetros al suroeste de Argel, para los preparativos de la gran noche de la final de la categoría -66 kilos. Las temperaturas superaban los 46 grados, los hombres se pusieron de acuerdo para limpiar todo el sector, mientras que decenas de mujeres cocinaron un cuscús gigante con pollo y verduras.
“Nos pusimos de acuerdo para dar una nueva cara al pueblo e insuflarle una nueva vida con la victoria de Imane Khelif”, le había explicado a AFP su primo Mounir Khelif, de 36 años. Sabían que, pasara lo que pasara, Imane le daría una medalla a Argelia. La emoción era genuina y estaba llena de expectación. Y así fue como se instaló una gran pantalla en el estadio de esta localidad de cerca de 3.000 habitantes, con la idea también de reunir a espectadores procedentes de otras localidades de la región. Son sus mismos compatriotas que la vieron cantar el himno con pasión y luego besar la medalla dorada arriba del ring.
Se impuso por fallo unánime a la china Yan Lui y se llevó la medalla dorada, después de un largo debate acerca de cuestiones de género LA NACION