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Crimen de un arquitecto en Córdoba. Sicarios “confesaron” para morigerar su pena, pero están más complicados

CÓRDOBA.- La “confesión” de los dos supuestos sicarios del crimen de un conocido arquitecto de la ciudad de Córdoba, asesinado en diciembre del 2022, no convence a la Fiscalía. En un primer momento, pareció que los dichos iban a revertir las imputaciones contra la única hija y el yerno de la víctima, los principales acusados, pero después de unos días todos están más complicados. La pena prevista es de prisión perpetua y los cinco acusados llegaron presos al proceso. Si se cae la hipótesis de un plan criminal, las condenas son menores.

El planteo del fiscal Fernando López Villagra es que la hija -quien mantenía una mala relación con su padre- y el novio encargaron el asesinato para quedarse con la herencia. Las “confesiones”, según fuentes judiciales, no alcanzarán para que la Fiscalía cambie las acusaciones.

El arquitecto Reynaldo Carlos Flehr, de 61 años, fue asesinado de dos balazos en la cabeza en su casa de barrio Poeta Lugones en diciembre del 2022. Su hermana, preocupada porque no podía comunicarse durante varios días, fue quien llegó a la casa el 29 de diciembre y descubrió el cadáver maniatado de pies y con la mano derecha a una silla.

No había ninguna abertura forzada y, se comprobó después, no faltaba ninguna pertenencia. Estaban su notebook, su teléfono móvil, los televisores en sus lugares habituales y su auto Honda de color gris estacionado en el frente de la vivienda.

Las cámaras de la zona mostraron a Flehr entrando a su casa poco después de las 23 del 28 de diciembre. Había llegado en su Honda. Después de eso no se lo vio más.

Casi dos meses después, la Justicia ordenó la detención de su hija, Irina Flehr, quien tenía 21 años; su pareja de entonces Leandro Moscarello y de Samuel Moscarello (hermano del novio) y dos amigos David Suárez y David Silvestre. Todos son juzgados por homicidio agravado por el uso de arma de fuego, calificado por el vínculo, por codicia, por el número de participantes y por alevosía, con diferentes niveles de participación.

Hace unos días, Samuel Moscarello, Suárez y Silvestre pidieron declarar ante la Cámara 8ª del Crimen de Córdoba y jurados populares. Negaron que se tratara de un crimen por encargo y aseguraron que ingresaron a la casa con intención de robo y no de matar, pero que los tiros fatales se produjeron en un “forcejeo” con la víctima.

En sus declaraciones, todas por separado, sostuvieron que se dedicaban a robar casas y que habían elegido la de Flehr porque conocían que había dinero. Las contradicciones empezaron a surgir cuando la Fiscalía y hasta uno de los jueces les preguntó cómo podía haber existido un “forcejeo” si el arquitecto tenía atado un brazo y las piernas y los disparos fueron a quemarropa. También uno planteó que “no quería” llevarse “cosas de un muerto” y que por eso no robó nada.

David Suárez fue el último en declarar en esa etapa, quien sostuvo que había sido “contratado” para llevar a unas personas a robar una casa. Nunca entró, sino que condujo a los otros dos y los sacó de la escena del crimen.

CÓRDOBA.- La “confesión” de los dos supuestos sicarios del crimen de un conocido arquitecto de la ciudad de Córdoba, asesinado en diciembre del 2022, no convence a la Fiscalía. En un primer momento, pareció que los dichos iban a revertir las imputaciones contra la única hija y el yerno de la víctima, los principales acusados, pero después de unos días todos están más complicados. La pena prevista es de prisión perpetua y los cinco acusados llegaron presos al proceso. Si se cae la hipótesis de un plan criminal, las condenas son menores.

El planteo del fiscal Fernando López Villagra es que la hija -quien mantenía una mala relación con su padre- y el novio encargaron el asesinato para quedarse con la herencia. Las “confesiones”, según fuentes judiciales, no alcanzarán para que la Fiscalía cambie las acusaciones.

El arquitecto Reynaldo Carlos Flehr, de 61 años, fue asesinado de dos balazos en la cabeza en su casa de barrio Poeta Lugones en diciembre del 2022. Su hermana, preocupada porque no podía comunicarse durante varios días, fue quien llegó a la casa el 29 de diciembre y descubrió el cadáver maniatado de pies y con la mano derecha a una silla.

No había ninguna abertura forzada y, se comprobó después, no faltaba ninguna pertenencia. Estaban su notebook, su teléfono móvil, los televisores en sus lugares habituales y su auto Honda de color gris estacionado en el frente de la vivienda.

Las cámaras de la zona mostraron a Flehr entrando a su casa poco después de las 23 del 28 de diciembre. Había llegado en su Honda. Después de eso no se lo vio más.

Casi dos meses después, la Justicia ordenó la detención de su hija, Irina Flehr, quien tenía 21 años; su pareja de entonces Leandro Moscarello y de Samuel Moscarello (hermano del novio) y dos amigos David Suárez y David Silvestre. Todos son juzgados por homicidio agravado por el uso de arma de fuego, calificado por el vínculo, por codicia, por el número de participantes y por alevosía, con diferentes niveles de participación.

Hace unos días, Samuel Moscarello, Suárez y Silvestre pidieron declarar ante la Cámara 8ª del Crimen de Córdoba y jurados populares. Negaron que se tratara de un crimen por encargo y aseguraron que ingresaron a la casa con intención de robo y no de matar, pero que los tiros fatales se produjeron en un “forcejeo” con la víctima.

En sus declaraciones, todas por separado, sostuvieron que se dedicaban a robar casas y que habían elegido la de Flehr porque conocían que había dinero. Las contradicciones empezaron a surgir cuando la Fiscalía y hasta uno de los jueces les preguntó cómo podía haber existido un “forcejeo” si el arquitecto tenía atado un brazo y las piernas y los disparos fueron a quemarropa. También uno planteó que “no quería” llevarse “cosas de un muerto” y que por eso no robó nada.

David Suárez fue el último en declarar en esa etapa, quien sostuvo que había sido “contratado” para llevar a unas personas a robar una casa. Nunca entró, sino que condujo a los otros dos y los sacó de la escena del crimen.

 Hay cinco imputados, entre ellos la única hija de la víctima; si se comprueba un plan criminal, la pena es prisión perpetua  LA NACION

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