Diana Taurasi, mito del básquetbol olímpico, lo hizo de nuevo en París 2024: asado, milanesas y la frase “siempre llevo abajo la camiseta de Argentina”
No hizo falta traducir la frase de Diana Taurasi. La leyenda del básquetbol norteamericano habló en un español casi perfecto. Fue el primer indicio. Después hubo que escucharla para confirmar lo presumible. “Creo que en un par de semanas pensaré en lo que logré en estos 20 años. Es un orgullo. Y siempre lo digo, llevo la camiseta de Estados Unidos, pero abajo siempre llevo la de la Argentina. Estaba mi viejo, mi vieja, toda la gente de Los Ángeles vino hoy. Yo gano esta medalla para los dos países”.
Taurasi se volvió un mito. En París disputó los octavos Juegos Olímpicos y, ante Francia, con la que, paradójicamente, no jugó ni un minuto, logró la sexta medalla dorada en la competencia madre. Las raíces están en la Argentina. Mario, el padre de la basquetbolista, nació en Italia, pero con cinco años se radicó en Rosario durante gran parte de su infancia, adolescencia y adultez. Fue allí donde conoció a una rosarina de pura cepa como lo es Liliana. Nació en esta tierra la mayor de las niñas Taurasi, Jessica, pero al tiempo la familia decidió mudarse a Chino, California, donde nació Diana, que de pequeña era una muy buena jugadora de fútbol. Ese deporte siempre fue su pasión, pero apareció el básquetbol en el camino y cuando tuvo que elegir, entendió que lo suyo era encestar.
A cada paso está su vínculo con nuestro país. “Criarme en una casa común en Argentina con mi familia, vivir ahí por un tiempo me lo dio. Simplemente somos diferentes, vivimos la vida diferente. Somos un poco intensos para muchas personas, pero definitivamente soy así, estoy hecha así, es parte mía”, le decía a LA NACION allá por 2023, quizá sin intuir el récord que se avecinaba.
Taurasi debutó en un Juego Olímpico en Atenas 2004 y repitió el oro en Pekín 2008, Londres 2012, Río 2016 y Tokio 2020 (disputado en 2021 como consecuencia de la pandemia de coronavirus). Hasta que en París grabó su nombre para siempre con seis primeros lugares consecutivos. Esta cita marcó la vigencia de varios deportistas, ya el luchador cubano había logrado hace algunos días el récord de cinco medallas doradas consecutivas, ya superado por Taurasi.
A los 42 años, Taurasi puede jactarse de su carrera. Viene de disputar su temporada N° 20 en la WNBA, siempre jugando para Phoenix Mercury y luego de haber superado los 10.000 puntos, un hito único. De la NBA femenina fue campeona tres veces, con tres MVP en total (dos de Finales), cinco títulos de goleadora y nueve selecciones de All Star. Pero lo suyo va más allá: en los recesos, por años se fue a Europa, básicamente porque los sueldos en Estados Unidos siempre fueron inferiores. Y en el Viejo Continente ganó 18 títulos, seis de Europa, siendo cuatro veces la goleadora. Si le faltaba algo, con el seleccionado norteamericano logró seis oros olímpicos y cuatro Mundiales.
Hasta que una y otra vez la mente vuela a la Argentina. A Rosario, precisamente. “En mi casa se habla castellano, se toma mate, se come facturas, milanesas, empanadas, asado, tripa, pollo. Hablamos todo el día de fútbol… Yo viví casi toda mi vida en Estados Unidos, pero llegaba a mi casa en Los Angeles y era como llegar a Argentina”. Vaya orgullo, entonces. Una medalla compartida desde el corazón.
No hizo falta traducir la frase de Diana Taurasi. La leyenda del básquetbol norteamericano habló en un español casi perfecto. Fue el primer indicio. Después hubo que escucharla para confirmar lo presumible. “Creo que en un par de semanas pensaré en lo que logré en estos 20 años. Es un orgullo. Y siempre lo digo, llevo la camiseta de Estados Unidos, pero abajo siempre llevo la de la Argentina. Estaba mi viejo, mi vieja, toda la gente de Los Ángeles vino hoy. Yo gano esta medalla para los dos países”.
Taurasi se volvió un mito. En París disputó los octavos Juegos Olímpicos y, ante Francia, con la que, paradójicamente, no jugó ni un minuto, logró la sexta medalla dorada en la competencia madre. Las raíces están en la Argentina. Mario, el padre de la basquetbolista, nació en Italia, pero con cinco años se radicó en Rosario durante gran parte de su infancia, adolescencia y adultez. Fue allí donde conoció a una rosarina de pura cepa como lo es Liliana. Nació en esta tierra la mayor de las niñas Taurasi, Jessica, pero al tiempo la familia decidió mudarse a Chino, California, donde nació Diana, que de pequeña era una muy buena jugadora de fútbol. Ese deporte siempre fue su pasión, pero apareció el básquetbol en el camino y cuando tuvo que elegir, entendió que lo suyo era encestar.
A cada paso está su vínculo con nuestro país. “Criarme en una casa común en Argentina con mi familia, vivir ahí por un tiempo me lo dio. Simplemente somos diferentes, vivimos la vida diferente. Somos un poco intensos para muchas personas, pero definitivamente soy así, estoy hecha así, es parte mía”, le decía a LA NACION allá por 2023, quizá sin intuir el récord que se avecinaba.
Taurasi debutó en un Juego Olímpico en Atenas 2004 y repitió el oro en Pekín 2008, Londres 2012, Río 2016 y Tokio 2020 (disputado en 2021 como consecuencia de la pandemia de coronavirus). Hasta que en París grabó su nombre para siempre con seis primeros lugares consecutivos. Esta cita marcó la vigencia de varios deportistas, ya el luchador cubano había logrado hace algunos días el récord de cinco medallas doradas consecutivas, ya superado por Taurasi.
A los 42 años, Taurasi puede jactarse de su carrera. Viene de disputar su temporada N° 20 en la WNBA, siempre jugando para Phoenix Mercury y luego de haber superado los 10.000 puntos, un hito único. De la NBA femenina fue campeona tres veces, con tres MVP en total (dos de Finales), cinco títulos de goleadora y nueve selecciones de All Star. Pero lo suyo va más allá: en los recesos, por años se fue a Europa, básicamente porque los sueldos en Estados Unidos siempre fueron inferiores. Y en el Viejo Continente ganó 18 títulos, seis de Europa, siendo cuatro veces la goleadora. Si le faltaba algo, con el seleccionado norteamericano logró seis oros olímpicos y cuatro Mundiales.
Hasta que una y otra vez la mente vuela a la Argentina. A Rosario, precisamente. “En mi casa se habla castellano, se toma mate, se come facturas, milanesas, empanadas, asado, tripa, pollo. Hablamos todo el día de fútbol… Yo viví casi toda mi vida en Estados Unidos, pero llegaba a mi casa en Los Angeles y era como llegar a Argentina”. Vaya orgullo, entonces. Una medalla compartida desde el corazón.
Ganó la medalla de oro con Estados Unidos y es récord; debutó en un Juego Olímpico en Atenas 2004 y repitió el primer lugar en Pekín 2008, Londres 2012, Río 2016 y Tokio 2020 LA NACION