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En busca de gas: así trabaja el buque del Conicet que investigará áreas inexploradas del territorio argentino sumergido

El buque oceanográfico ARA Austral ya viaja hacia el Golfo San Jorge (Chubut y Santa Cruz), la plataforma de Tierra del Fuego y Banco Namuncurá/Burdwood, unos 200 kilómetros al sur de las islas Malvinas. A dos años de su última campaña, la nave perteneciente al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) partió este viernes de Mar del Plata.

Operado por el Servicio de Hidrografía Naval (SHN), el ARA Austral es un buque oceanográfico para aguas profundas y está equipado con ecosondas, guinches, cables para maniobras: todo eso lo hace apto para operar en el talud continental argentino. En ese sentido, es único en el país.

Esta vez, algunas de las investigaciones de la campaña tienen vinculación con objetivos de Y-TEC, una empresa de investigación y desarrollo de energía del Conicet y de YPF: buscarán detectar la presencia de gas en el fondo oceánico.

“Se realizará un estudio previo donde se observarán perfiles de sísmica de reflexión 2D y bloques sísmicos 3D, la presencia de chimeneas por donde ascendería ese gas y se definirá tomar testigos de sedimentos del fondo oceánico con el sistema gravity corer que hay en el buque”, explicó Alejandro Tassone, coordinador científico de la campaña del Grupo de Trabajo de Geología Marina Ampliado.

El buque ARA Austral zarpó a una campaña oceanográfica

Con una duración estimada de 30 días, participan 24 científicos, profesionales y estudiantes de doctorado. Viajan con diversos objetivos: realizar mapas batimétricos de alta resolución del fondo marino; investigar fallas geológicas activas y aludes submarinos, y analizar su peligrosidad; buscar y analizar evidencias de emanaciones naturales de hidrocarburos en el fondo marino e investigar las dinámicas de las corrientes marinas.

Asimismo, los expertos medirán niveles de nutrientes, metales pesados, material particulado y microplásticos en el agua, realizarán un análisis de biodiversidad y ecología de comunidades bentónicas (organismos que habitan el fondo acuático), investigarán la variación espacio-temporal de la composición de los grupos funcionales del fitoplancton y estudiarán la estructura comunitaria, diversidad, distribución y comportamiento de predadores superiores (aves y mamíferos marinos).

En relación con la búsqueda de presencia de gas en el fondo oceánico, Tassone indicó: “Los sedimentos del fondo oceánico tomados con el sistema gravity corer luego se muestrean y se realizan estudios en laboratorios de geoquímica que permiten definir si se trata de gas termogénico (fuente profunda de petróleo-gas) o biogénico. En el buque se realizan otros tipos de investigaciones relacionadas con este muestreo como la identificación de geoformas en el fondo oceánico y otras con la emanación de fluidos profundos”.

En relación a la importancia de retomar este tipo de campañas, el integrante del directorio del Conicet, el doctor en física Roberto Rivarola, sostuvo: “Con el dictamen de la ley 27.757 del año 2020 se formalizó la extensión del Mar Argentino hasta aproximadamente 350 millas náuticas, permitiendo ampliar la soberanía argentina sobre los recursos naturales que se encuentren en esta zona geográfica. Esto implica un incremento de 1.782.500 km2 de la plataforma continental argentina, significando una ampliación del 35% del lecho y subsuelo marinos. Esto permite reafirmar los derechos argentinos sobre la plataforma y sus riquezas, y asignar medios y recursos para su investigación y uso sostenible”.

Y añadió: “Después de dos años, nuestro buque oceanográfico ARA Austral sale nuevamente en campaña científica, ahora al área protegida Yaganes, al sur de la Isla Grande de Tierra del Fuego, en el área geográfica del pasaje de Drake (Mar de Hoces), en el extremo sur de la zona económica exclusiva argentina. Sin dudas, el conocimiento geológico y biológico de toda la extensión de nuestro mar implica también las potencialidades de explotación de estos recursos naturales propios”.

Plataforma de investigación

El buque posee una eslora total de 97,6 metros y pesa unas 4734 toneladas. Para su propulsión utiliza un sistema diesel eléctrico que le permite alcanzar una velocidad de 12,5 nudos. La embarcación puede albergar hasta 25 científicos y 25 técnicos o personal náutico a bordo.

Tiene seis gabinetes: de sismología, aire comprimido para sísmica, hidroacústica, oceanografía, geología y química. También posee un guinche oceanográfico y para prospección magnética, así como dragas y rastras con videocámaras incorporadas, receptores de imágenes satelitales y cartas meteorológicas, y un sistema de observación del suelo marino, entre otras capacidades operativas y equipamiento científico.

Tal como explicaron los investigadores, se trata de una plataforma de investigación que permite desarrollar actividades vinculadas a la geología, geofísica, geodinámica y sísmica, oceanografía física, química y biológica. A la vez, tiene la capacidad de identificar áreas de riqueza hidrocarburífera y alimentaria.

La historia del buque tiene más de 55 años. Su quilla fue puesta en grada en agosto de 1968 en los astilleros Rickmers-Werft en Bremerhaven, Alemania, como un pesquero de arrastre. Botado en diciembre de ese año, fue bautizado como “Sonne”.

En 1977 fue adquirido por RF Reedereigemeinschaft Forschungsschiffahrt y transformado en un buque de investigación científica, ya que el gobierno federal alemán necesitaba un buque de esas características para estudiar recursos marinos. En 1991, en los astilleros Schichau Seebeck, se le efectuaron trabajos de remodelación y actualización. La eslora del “Sonne” fue extendida en 10,8 metros, recibió un puente adicional en la superestructura y una nueva planta de motores.

El Ministerio Federal de Educación e Investigación de Alemania realizó un encargo para la construcción de un nuevo buque de investigaciones en mayo del 2011 para reemplazar al “Sonne”. Su último crucero tuvo lugar en agosto de 2014, tras lo cual fue retirado y puesto a la venta.

En mayo de 2014 el barco fue inspeccionado en Ciudad del Cabo por una delegación del Conicet y el 5 de febrero de 2015 arribó a la Base Naval de Mar del Plata, hoy su asiento natural, para ser incorporado al consejo dentro del marco de la Iniciativa Pampa Azul como buque de investigación oceanográfica.

Desde ese momento realiza actividades científicas de interés nacional. El buque tiene una autonomía de 50 días para realizar campañas vinculadas a la geología, geofísica, geodinámica y sísmica, oceanografía física y química, entre otras.

El buque oceanográfico ARA Austral ya viaja hacia el Golfo San Jorge (Chubut y Santa Cruz), la plataforma de Tierra del Fuego y Banco Namuncurá/Burdwood, unos 200 kilómetros al sur de las islas Malvinas. A dos años de su última campaña, la nave perteneciente al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) partió este viernes de Mar del Plata.

Operado por el Servicio de Hidrografía Naval (SHN), el ARA Austral es un buque oceanográfico para aguas profundas y está equipado con ecosondas, guinches, cables para maniobras: todo eso lo hace apto para operar en el talud continental argentino. En ese sentido, es único en el país.

Esta vez, algunas de las investigaciones de la campaña tienen vinculación con objetivos de Y-TEC, una empresa de investigación y desarrollo de energía del Conicet y de YPF: buscarán detectar la presencia de gas en el fondo oceánico.

“Se realizará un estudio previo donde se observarán perfiles de sísmica de reflexión 2D y bloques sísmicos 3D, la presencia de chimeneas por donde ascendería ese gas y se definirá tomar testigos de sedimentos del fondo oceánico con el sistema gravity corer que hay en el buque”, explicó Alejandro Tassone, coordinador científico de la campaña del Grupo de Trabajo de Geología Marina Ampliado.

El buque ARA Austral zarpó a una campaña oceanográfica

Con una duración estimada de 30 días, participan 24 científicos, profesionales y estudiantes de doctorado. Viajan con diversos objetivos: realizar mapas batimétricos de alta resolución del fondo marino; investigar fallas geológicas activas y aludes submarinos, y analizar su peligrosidad; buscar y analizar evidencias de emanaciones naturales de hidrocarburos en el fondo marino e investigar las dinámicas de las corrientes marinas.

Asimismo, los expertos medirán niveles de nutrientes, metales pesados, material particulado y microplásticos en el agua, realizarán un análisis de biodiversidad y ecología de comunidades bentónicas (organismos que habitan el fondo acuático), investigarán la variación espacio-temporal de la composición de los grupos funcionales del fitoplancton y estudiarán la estructura comunitaria, diversidad, distribución y comportamiento de predadores superiores (aves y mamíferos marinos).

En relación con la búsqueda de presencia de gas en el fondo oceánico, Tassone indicó: “Los sedimentos del fondo oceánico tomados con el sistema gravity corer luego se muestrean y se realizan estudios en laboratorios de geoquímica que permiten definir si se trata de gas termogénico (fuente profunda de petróleo-gas) o biogénico. En el buque se realizan otros tipos de investigaciones relacionadas con este muestreo como la identificación de geoformas en el fondo oceánico y otras con la emanación de fluidos profundos”.

En relación a la importancia de retomar este tipo de campañas, el integrante del directorio del Conicet, el doctor en física Roberto Rivarola, sostuvo: “Con el dictamen de la ley 27.757 del año 2020 se formalizó la extensión del Mar Argentino hasta aproximadamente 350 millas náuticas, permitiendo ampliar la soberanía argentina sobre los recursos naturales que se encuentren en esta zona geográfica. Esto implica un incremento de 1.782.500 km2 de la plataforma continental argentina, significando una ampliación del 35% del lecho y subsuelo marinos. Esto permite reafirmar los derechos argentinos sobre la plataforma y sus riquezas, y asignar medios y recursos para su investigación y uso sostenible”.

Y añadió: “Después de dos años, nuestro buque oceanográfico ARA Austral sale nuevamente en campaña científica, ahora al área protegida Yaganes, al sur de la Isla Grande de Tierra del Fuego, en el área geográfica del pasaje de Drake (Mar de Hoces), en el extremo sur de la zona económica exclusiva argentina. Sin dudas, el conocimiento geológico y biológico de toda la extensión de nuestro mar implica también las potencialidades de explotación de estos recursos naturales propios”.

Plataforma de investigación

El buque posee una eslora total de 97,6 metros y pesa unas 4734 toneladas. Para su propulsión utiliza un sistema diesel eléctrico que le permite alcanzar una velocidad de 12,5 nudos. La embarcación puede albergar hasta 25 científicos y 25 técnicos o personal náutico a bordo.

Tiene seis gabinetes: de sismología, aire comprimido para sísmica, hidroacústica, oceanografía, geología y química. También posee un guinche oceanográfico y para prospección magnética, así como dragas y rastras con videocámaras incorporadas, receptores de imágenes satelitales y cartas meteorológicas, y un sistema de observación del suelo marino, entre otras capacidades operativas y equipamiento científico.

Tal como explicaron los investigadores, se trata de una plataforma de investigación que permite desarrollar actividades vinculadas a la geología, geofísica, geodinámica y sísmica, oceanografía física, química y biológica. A la vez, tiene la capacidad de identificar áreas de riqueza hidrocarburífera y alimentaria.

La historia del buque tiene más de 55 años. Su quilla fue puesta en grada en agosto de 1968 en los astilleros Rickmers-Werft en Bremerhaven, Alemania, como un pesquero de arrastre. Botado en diciembre de ese año, fue bautizado como “Sonne”.

En 1977 fue adquirido por RF Reedereigemeinschaft Forschungsschiffahrt y transformado en un buque de investigación científica, ya que el gobierno federal alemán necesitaba un buque de esas características para estudiar recursos marinos. En 1991, en los astilleros Schichau Seebeck, se le efectuaron trabajos de remodelación y actualización. La eslora del “Sonne” fue extendida en 10,8 metros, recibió un puente adicional en la superestructura y una nueva planta de motores.

El Ministerio Federal de Educación e Investigación de Alemania realizó un encargo para la construcción de un nuevo buque de investigaciones en mayo del 2011 para reemplazar al “Sonne”. Su último crucero tuvo lugar en agosto de 2014, tras lo cual fue retirado y puesto a la venta.

En mayo de 2014 el barco fue inspeccionado en Ciudad del Cabo por una delegación del Conicet y el 5 de febrero de 2015 arribó a la Base Naval de Mar del Plata, hoy su asiento natural, para ser incorporado al consejo dentro del marco de la Iniciativa Pampa Azul como buque de investigación oceanográfica.

Desde ese momento realiza actividades científicas de interés nacional. El buque tiene una autonomía de 50 días para realizar campañas vinculadas a la geología, geofísica, geodinámica y sísmica, oceanografía física y química, entre otras.

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