Cecilia Roth: la frase de su hijo que le “partió el corazón”, sus ganas de ser abuela y el llanto de Marisa Paredes
Cecilia Roth está radicada en Madrid desde hace cuatro meses por cuestiones laborales. Pero añora regresar a Buenos Aires para reencontrarse con su círculo íntimo, comenzar los ensayos de una obra teatral y retomar el vínculo con el público porteño. No obstante, los argentinos hoy pueden disfrutar de su talento en Culpa cero, el film de Valeria Bertuccelli que se acaba de estrenar en los cines.
Videollamada mediante –en un mediodía donde Madrid padece los 40º a la sombra y Buenos Aires los 6º con lluvia constante–, la actriz acepta una entrevista con LA NACIÓN que, aunque discurra por distintos temas, estará teñida por la realidad nacional. O, mejor dicho, por sus contundentes opiniones sobre la misma (vale la aclaración: la entrevista se realizó antes de la denuncia al expresidente Alberto Fernández por violencia de género). “Estoy al tanto de todo lo que está pasando en el país, que es muy duro y lamentable, y tengo mucho miedo. Me apena y me entristece. Nunca pensé que volveríamos a repetir tantas cosas”, dice para empezar la merecedora del Premio de Honor a la trayectoria en la última entrega de los Premios Platino.
–¿Qué estuviste haciendo todo este tiempo en España?
–Estuve trabajando en una serie para HBOMax que justo termina de rodarse esta semana [por la pasada]. Se llama Furia y me tiene fascinada. Las protagonistas somos cinco mujeres y extraordinarias actrices: Carmen Machi, Candela Peña, Pilar Castro, Nathalie Poza y moi. La dirige Félix Sabroso, un gran director. Se centra en los estados de furia a los que llegan cada una de estas mujeres por diferentes situaciones en este mundo tan delirante en el que vivimos, en el que cada vez es más fácil arribar a un estado de ira. Mi personaje se llama Victoria y…. ay, ahora me acuerdo que no puedo decirte nada de lo que te estoy diciendo. Lo prometí a través de un contrato de confidencialidad. ¡Me van a matar! (risas).
–¿A esta altura Buenos Aires y Madrid son tus dos hogares?
–Sí. Tengo una sola casa, en Buenos Aires, pero ambas ciudades son mis lugares en el mundo. Cuando estoy en un país sigo muy conectada con el otro y viceversa. Los dos lugares forman parte de mi ser, estoy construida por ambos sitios. En Buenos Aires tengo mis amigos del alma, pero aquí también mantengo vínculos muy fuertes. Es que yo viví en Madrid desde los 18 años hasta los 28, sin volver a la Argentina, la época donde todo joven es una esponja y se forma. Recién volví al país en 1985, tras el advenimiento de la democracia. Con el tiempo fui entendiendo que no se trata de uno u otro ni que debería extrañar a uno cuando estoy en el otro. De todos modos, en esta estadía en Madrid, que fue más larga que otras, me vinieron a visitar mi padre y mi hijo con su novia. Hoy mis idas y venidas a Madrid y Buenos Aires se van relacionando con mucha facilidad y fluidez. Para mí es como moverme de un barrio a otro, en los que existen distintas maneras de hablar. Como ambos son muy cercanos, cuando estoy en uno alcanzo a ver perfectamente al otro.
–A propósito, ¿cómo se ve hoy a la Argentina desde España?
–Lo que te puedo decir es cómo la veo yo: tengo la sensación de que estamos padeciendo una situación peligrosa. No quiero repetir la misma palabra que dijo Lali (Espósito) porque tal vez termino mal. Económicamente estamos muy mal y la gente está desesperada, pero por otro lado hay una fascinación con esto que está sucediendo en el país muy extraña. Aquí me informo y mucho de todo a través del diario El País, que le da mucha importancia a la Argentina, sobre todo después del despelote de (Javier) Milei con Pedro Sánchez, una situación muy poco feliz. No importa quién la empezó, no debió continuar y terminar como terminó. Creo que de esta forma nos estamos apartando de todos. Cancillería no está resultando muy inteligente en relación con los demás países del mundo.
–¿No guardás un mínimo de esperanza?
-No. Yo siento que lo que hoy está pasando en la Argentina es un experimento. Según el señor presidente esta es la primera vez que hay un gobierno libertario, anarco capitalista, en la Argentina. Pero en un punto, el económico, no es así. Su política económica no es libertaria, es igual a la que llevó adelante Macri, pero más rápida. Es una política liberal, pero de un nivel de ajuste terrible, tipo guillotina. En la campaña se mintió: se dijo que el dinero para que esto funcionara lo iba a poner “la casta”, no que lo iban a terminar poniendo la clase media, los jubilados, los trabajadores y hasta los pobres. En fin, ayer mi hijo me llamó y me dijo una frase que me partió el corazón: “Mamá, Argentina duele”. Y me apena mucho que lo diga él que sólo tiene 25 años. Esto me da la pauta que me voy a encontrar con algo muy triste cuando regrese al país.
–¿Se podría suponer que la decisión de radicarte un tiempo en España fue por algo más que el rodaje de la serie? ¿Acaso por motivos ideológicos o políticos?
–No, para nada. Es más: quiero volver cuanto antes a la Argentina y participar para revertir esta situación. No va a ser fácil porque aún estamos todos shockeados y no existe la fuerza suficiente para enfrentar lo que estamos viviendo. Encima le dieron los poderes absolutos, la Ley de bases. Se la dieron en el Congreso, así que no creo que la dirigencia política haya actuado bien. No es mi tema, y por lo tanto no sé qué ocurre allí adentro, si hay internas o no, pero sí sé lo que pasa afuera del Congreso, lo que me pasa a mí y al resto de la gente, que estamos cada vez peor. Hoy no hay una mirada empática con el sufrimiento de la gente. Eso me mata. No entiendo que un presidente y su equipo de gobierno no tengan empatía con el dolor de su pueblo.
–Esta semana se estrenó Culpa cero, el film de Valeria Bertuccelli donde interpretás a una abogada muy particular. ¿Qué es lo que más te atrajo del proyecto?
–Valeria, Valeria, Valeria. En principio ella dirigiendo y actuando a la vez. Nunca habíamos trabajado juntas y su primera película como directora (La reina del miedo) me había fascinado. Luego me gustó mucho el guion. Me pareció una comedia negra muy delirante, sobre la falta de culpa por las cosas horribles que uno puede llegar a hacer. Hoy, pasado un buen tiempo de la finalización del rodaje, lo que más me impacta de la película es a lo que me remite. La vinculo con el momento que está viviendo la Argentina, con lo que te decía hace un ratito, lo de la falta de empatía. Bueno, la falta de empatía es también culpa cero. Me parece que el film tiene un aroma de época, el de esta época, en la cual el que puede se caga totalmente en el otro. Esta es una época terriblemente individualista, anti colectivista. Hoy molestan los colectivos feministas y hasta los sindicatos.
–¿Culpa cero sería como una suerte de manifiesto en contra de la actual realidad nacional?
–No. Valeria no sabía que iba a suceder todo esto en la Argentina cuando se puso a escribir el guion de Culpa cero. Pero el artista tiene como una antena y puede adelantar en sus obras sucesos, emociones o sensaciones que el futuro va a traer. Eso lo reconocés en Charly García componiendo “Los dinosaurios” o en Pedro Almodóvar, cuando en Laberinto de pasiones hablaba de clonar seres humanos, o cuando incluye al hijo del sha de Irán, personaje que anticipó lo que actualmente pasa en Oriente. El artista no se da cuenta, pero de alguna manera anticipa lo que vendrá. Es algo que tiene en sus genes, no se trata sólo de talento sino de una sensibilidad emocional extrema.
–Me imagino que para vos habrá sido un remanso que te convocaran para hacer una comedia después de tantos dramas, ¿no?
–Ojo que las comedias son muy difíciles de hacer, ¿eh? Pero te tomo lo del remanso en cuanto a no estar tan angustiada a la hora de ir a trabajar. Pero a mí eso de la angustia no me afecta mucho, sé poner una gran distancia entre el personaje que me toca hacer eventualmente y yo. Si no, ya estaría loca (risas). Yo sé que a algunos actores los tienta la locura, pero la locura no está buena. Tampoco creo en el loco lindo; el que está loco, está loco; y la locura genera mucho sufrimiento en quien la padece y puede generar mucho daño a otros. Sé que todo el mundo me tiene como una actriz dramática pero a mí me encanta hacer comedia. Lo interesante de Culpa cero es que es una comedia dramática con mucho humor, pero si te fijás bien nadie está haciéndose el gracioso, el humor aparece por otro lado, por el delirio de lo que ocurre en cada escena. Por ejemplo, cuando aparece el personaje de Fabi (Fabiana Cantilo) vos decís `qué terrible lo que le está pasando a esta mujer´, pero qué graciosa que es a la vez. No se está haciendo la graciosa, pero lo termina siendo. Muchos piensan que el humor popular siempre tiene que ser chabacano. Yo opino que no, que la verdad en la actuación y en la historia pueden generar aún mucho más gracia.
–Acabás de nombrar a Fabiana Cantilo. Algunos han definido al film como el vehículo que posibilitó el reencuentro en pantalla de “dos ex de Fito Páez”. ¿Cómo viviste la experiencia?
-¡Qué definición más profunda! (risas). Yo a Fabi la veo mucho, la adoro y somos familia. De Fito me separé hace como 22 años y ella de él, aún más. Así que no somos fundamentalmente las ex de Fito. Eso pasó hace tanto tiempo… A Fabi la conocí antes que a Fito y siempre nos llevamos muy bien. Cuando ellos se separaron, Fito le dijo al toque que estaba conmigo. Eso significa que entre todos siempre hubo una relación de mucho amor y sinceridad. A mí me es mucho más fácil querer que no querer. Para mí no querer a alguien me demanda mucho trabajo y del feo. Así que no entendería mi vínculo con Fito y Fabi de otra manera. Trabajar con Fabi en la película fue genial, ella es una gran artista en todo lo que hace. No sólo es una cantante y una compositora del carajo sino que también dibuja muy bien y, como actriz, en Culpa cero, está bárbara.
–En medio de tu estancia en España se estrenó en Netflix Goyo, la película de Marcos Carnevale en la que tenés una participación especial. ¿Cómo te sienta esta nueva etapa de madres?
–Cuando entendí de qué se trataba, de dejar de ser la chica cogible para pasar a ser la madre de esa chica, estuvo todo bien. Al fin y al cabo se trataba de un cambio natural. El tema es que en el medio hay un momento de mucha indefinición, en la que ya no sos la que eras y aún no sos la que vendrá y ahí la cantidad de trabajo baja. Eso me alarmó, no te lo voy a negar. Pero cuando llegás al otro lado del puente empezás a aprender otras cosas, a sentirte cómoda en ese otro lugar y el trabajo reaparece. Es lo que te toca, es la vida. Si te negás a ese cambio, y no entendés que la vida es movimiento, forzás una situación. Yo no me negué y hoy me siento muy cómoda dónde estoy, interpretando todo tipo de madres.
–¿Y qué te ocurriría si de repente te propusieran encarnar a una abuela?
–Si me gusta el personaje, lo haría, obviamente. Es que yo, hoy, podría ser abuela en la vida real.
–¿Ya estás preparada para que Martín te de un nieto? ¿Qué tipo de abuela pensás que serías?
–Sí, y lo recibiría con mucho amor. Yo quiero que mi hijo sea padre, que él y su hermosa pareja tengan un hijo en algún momento. Cuando ellos quieran y se sientan capaces, no antes, por supuesto. Para mí sería muy lógico ser abuela. Nunca te diría: `ay, no, yo todavía no, para ser abuela me falta un buen tiempo´. No, mentira, yo podría ser abuela ya mismo. Sólo espero haber comprendido de los errores que cometí con mi hijo, al ser madre primeriza, y no repetirlos con mi nieto. Tampoco creo haber cometido tantos, porque mi hijo es un ser maravilloso que fue criado con todo el amor que tengo dentro. Va a ser muy fuerte cuando Martín tenga un hijo y constate que la vida continúa y que yo también formo parte de ese proceso.
–En tu Instagram aparecés últimamente socializando con Pedro Almodóvar. ¿Existe la posibilidad de que vuelvan a trabajar juntos?
–Pedro es mi hermano, mi amigo del alma. No hemos hablado de esto, pero si yo fuese la que decide te diría: `¡obvio que sí!´. Me encantaría volver a trabajar con él, pero no sé muy bien en qué anda y si entre sus proyectos hay un personaje para mí. Pero si él quiere, si me precisa, me tiene. Con Pedro no nos encontramos para hablar de trabajo, lo hacemos para chusmear, que es lo que hacen los amigos. Él está en un muy buen momento, está muy feliz y relajado después de haber terminado el rodaje de La habitación de al lado, su primer film en inglés con Tilda Swinton y Julianne Moore. Contó que fue una experiencia maravillosa, pero de mucha responsabilidad, ya que tuvo que dirigir actores que, en su mayoría, no hablaban el español.
–Tengo entendido que los últimos meses del año los dedicarás al teatro. ¿De qué va la obra La madre?
–Sí, a finales de octubre debuto en el Teatro Picadero con La madre, una obra maravillosa de Florian Zeller (con la que el autor completa el tríptico iniciado con El padre y El hijo), que en Madrid estuvo haciendo Aitana Sánchez-Gijón. De mi hijo hará Martín Slipak, que ya había hecho de tal en la serie de televisión Trátame bien (de esto hace ya 15 años); de mi padre, Gustavo Garzón y de la novia de mi hijo, Victoria Baldomir. La directora será Andrea Garrote y el productor Sebastián Blutrach. La obra se mete en la cabeza de los cuatro personajes, sobre todo en el del mío, la madre. Y a esta madre la encuentra en un momento puntual y complicado de su vida: cuando se van los hijos de la casa y ella se reencuentra consigo misma, y tal vez no se gusta. Esta mujer no está enteramente en su eje y pasan cosas.
–¿El 2024 terminará siendo uno de los años más ocupados de tu carrera?
–Puede ser. Después de ese período que atravesé de incertidumbre, que ya te comenté, y del parate que significó la pandemia, todo se reacomodó y empecé a trabajar nuevamente mucho. Fundamentalmente en España. En la Argentina, lamentablemente, ahora no es un momento de mucho trabajo para nadie. La desprotección que hoy vive la cultura argentina es para llorar, literalmente. Por suerte yo trabajo afuera y estoy muy agradecida por eso. Pero yo no soy una medida del nivel ocupacional de los actores argentinos, soy una excepción. Me salva el haber vivido y trabajado mucho en un momento de mi vida en España, al punto que muchos españoles creen que realmente soy española. Por eso me convocan permanentemente –como lo hicieron el año pasado Los javis para participar en La Mesías, que fue un flash– y así la relación con el público español es constante, lo cual me hace muy feliz.
–¿Qué opinás de las nuevas medidas de gobierno con respecto al INCAA y del hecho que dejará de subsidiar películas que “no logren captar la atención del público?
–Que sólo las películas con éxito van a ser apoyadas es un delirio, porque justamente esas películas no necesitan tanto del apoyo del INCAA. Las películas que realmente lo necesitan son las que se hacen con presupuestos pequeños y que fueron proyectadas artesanalmente durante años. Yo creo que esa medida es sólo la punta del iceberg. Hay un memorándum que está circulando donde dice qué tipo de películas se pueden hacer y cuáles no, de qué se puede hablar en ellas y de qué no. Parece algo ficticio pero es totalmente real. Es más, a partir de ahora las películas de Lali (Espósito) no se podrán pasar en recintos oficiales. Al parecer tampoco se podrá ver una película como Argentina, 1985 en las escuelas, porque habla de la dictadura. Tampoco se podrán hacer películas que hablen de cuestiones de género. Esto se llama censura. Enterada de estas noticias, hoy me llamó Marisa Paredes llorando y me dijo: `¿cómo puede ser todo esto en la Argentina, Cecilia, cómo puede ser? No supe qué decirle.
Cecilia Roth está radicada en Madrid desde hace cuatro meses por cuestiones laborales. Pero añora regresar a Buenos Aires para reencontrarse con su círculo íntimo, comenzar los ensayos de una obra teatral y retomar el vínculo con el público porteño. No obstante, los argentinos hoy pueden disfrutar de su talento en Culpa cero, el film de Valeria Bertuccelli que se acaba de estrenar en los cines.
Videollamada mediante –en un mediodía donde Madrid padece los 40º a la sombra y Buenos Aires los 6º con lluvia constante–, la actriz acepta una entrevista con LA NACIÓN que, aunque discurra por distintos temas, estará teñida por la realidad nacional. O, mejor dicho, por sus contundentes opiniones sobre la misma (vale la aclaración: la entrevista se realizó antes de la denuncia al expresidente Alberto Fernández por violencia de género). “Estoy al tanto de todo lo que está pasando en el país, que es muy duro y lamentable, y tengo mucho miedo. Me apena y me entristece. Nunca pensé que volveríamos a repetir tantas cosas”, dice para empezar la merecedora del Premio de Honor a la trayectoria en la última entrega de los Premios Platino.
–¿Qué estuviste haciendo todo este tiempo en España?
–Estuve trabajando en una serie para HBOMax que justo termina de rodarse esta semana [por la pasada]. Se llama Furia y me tiene fascinada. Las protagonistas somos cinco mujeres y extraordinarias actrices: Carmen Machi, Candela Peña, Pilar Castro, Nathalie Poza y moi. La dirige Félix Sabroso, un gran director. Se centra en los estados de furia a los que llegan cada una de estas mujeres por diferentes situaciones en este mundo tan delirante en el que vivimos, en el que cada vez es más fácil arribar a un estado de ira. Mi personaje se llama Victoria y…. ay, ahora me acuerdo que no puedo decirte nada de lo que te estoy diciendo. Lo prometí a través de un contrato de confidencialidad. ¡Me van a matar! (risas).
–¿A esta altura Buenos Aires y Madrid son tus dos hogares?
–Sí. Tengo una sola casa, en Buenos Aires, pero ambas ciudades son mis lugares en el mundo. Cuando estoy en un país sigo muy conectada con el otro y viceversa. Los dos lugares forman parte de mi ser, estoy construida por ambos sitios. En Buenos Aires tengo mis amigos del alma, pero aquí también mantengo vínculos muy fuertes. Es que yo viví en Madrid desde los 18 años hasta los 28, sin volver a la Argentina, la época donde todo joven es una esponja y se forma. Recién volví al país en 1985, tras el advenimiento de la democracia. Con el tiempo fui entendiendo que no se trata de uno u otro ni que debería extrañar a uno cuando estoy en el otro. De todos modos, en esta estadía en Madrid, que fue más larga que otras, me vinieron a visitar mi padre y mi hijo con su novia. Hoy mis idas y venidas a Madrid y Buenos Aires se van relacionando con mucha facilidad y fluidez. Para mí es como moverme de un barrio a otro, en los que existen distintas maneras de hablar. Como ambos son muy cercanos, cuando estoy en uno alcanzo a ver perfectamente al otro.
–A propósito, ¿cómo se ve hoy a la Argentina desde España?
–Lo que te puedo decir es cómo la veo yo: tengo la sensación de que estamos padeciendo una situación peligrosa. No quiero repetir la misma palabra que dijo Lali (Espósito) porque tal vez termino mal. Económicamente estamos muy mal y la gente está desesperada, pero por otro lado hay una fascinación con esto que está sucediendo en el país muy extraña. Aquí me informo y mucho de todo a través del diario El País, que le da mucha importancia a la Argentina, sobre todo después del despelote de (Javier) Milei con Pedro Sánchez, una situación muy poco feliz. No importa quién la empezó, no debió continuar y terminar como terminó. Creo que de esta forma nos estamos apartando de todos. Cancillería no está resultando muy inteligente en relación con los demás países del mundo.
–¿No guardás un mínimo de esperanza?
-No. Yo siento que lo que hoy está pasando en la Argentina es un experimento. Según el señor presidente esta es la primera vez que hay un gobierno libertario, anarco capitalista, en la Argentina. Pero en un punto, el económico, no es así. Su política económica no es libertaria, es igual a la que llevó adelante Macri, pero más rápida. Es una política liberal, pero de un nivel de ajuste terrible, tipo guillotina. En la campaña se mintió: se dijo que el dinero para que esto funcionara lo iba a poner “la casta”, no que lo iban a terminar poniendo la clase media, los jubilados, los trabajadores y hasta los pobres. En fin, ayer mi hijo me llamó y me dijo una frase que me partió el corazón: “Mamá, Argentina duele”. Y me apena mucho que lo diga él que sólo tiene 25 años. Esto me da la pauta que me voy a encontrar con algo muy triste cuando regrese al país.
–¿Se podría suponer que la decisión de radicarte un tiempo en España fue por algo más que el rodaje de la serie? ¿Acaso por motivos ideológicos o políticos?
–No, para nada. Es más: quiero volver cuanto antes a la Argentina y participar para revertir esta situación. No va a ser fácil porque aún estamos todos shockeados y no existe la fuerza suficiente para enfrentar lo que estamos viviendo. Encima le dieron los poderes absolutos, la Ley de bases. Se la dieron en el Congreso, así que no creo que la dirigencia política haya actuado bien. No es mi tema, y por lo tanto no sé qué ocurre allí adentro, si hay internas o no, pero sí sé lo que pasa afuera del Congreso, lo que me pasa a mí y al resto de la gente, que estamos cada vez peor. Hoy no hay una mirada empática con el sufrimiento de la gente. Eso me mata. No entiendo que un presidente y su equipo de gobierno no tengan empatía con el dolor de su pueblo.
–Esta semana se estrenó Culpa cero, el film de Valeria Bertuccelli donde interpretás a una abogada muy particular. ¿Qué es lo que más te atrajo del proyecto?
–Valeria, Valeria, Valeria. En principio ella dirigiendo y actuando a la vez. Nunca habíamos trabajado juntas y su primera película como directora (La reina del miedo) me había fascinado. Luego me gustó mucho el guion. Me pareció una comedia negra muy delirante, sobre la falta de culpa por las cosas horribles que uno puede llegar a hacer. Hoy, pasado un buen tiempo de la finalización del rodaje, lo que más me impacta de la película es a lo que me remite. La vinculo con el momento que está viviendo la Argentina, con lo que te decía hace un ratito, lo de la falta de empatía. Bueno, la falta de empatía es también culpa cero. Me parece que el film tiene un aroma de época, el de esta época, en la cual el que puede se caga totalmente en el otro. Esta es una época terriblemente individualista, anti colectivista. Hoy molestan los colectivos feministas y hasta los sindicatos.
–¿Culpa cero sería como una suerte de manifiesto en contra de la actual realidad nacional?
–No. Valeria no sabía que iba a suceder todo esto en la Argentina cuando se puso a escribir el guion de Culpa cero. Pero el artista tiene como una antena y puede adelantar en sus obras sucesos, emociones o sensaciones que el futuro va a traer. Eso lo reconocés en Charly García componiendo “Los dinosaurios” o en Pedro Almodóvar, cuando en Laberinto de pasiones hablaba de clonar seres humanos, o cuando incluye al hijo del sha de Irán, personaje que anticipó lo que actualmente pasa en Oriente. El artista no se da cuenta, pero de alguna manera anticipa lo que vendrá. Es algo que tiene en sus genes, no se trata sólo de talento sino de una sensibilidad emocional extrema.
–Me imagino que para vos habrá sido un remanso que te convocaran para hacer una comedia después de tantos dramas, ¿no?
–Ojo que las comedias son muy difíciles de hacer, ¿eh? Pero te tomo lo del remanso en cuanto a no estar tan angustiada a la hora de ir a trabajar. Pero a mí eso de la angustia no me afecta mucho, sé poner una gran distancia entre el personaje que me toca hacer eventualmente y yo. Si no, ya estaría loca (risas). Yo sé que a algunos actores los tienta la locura, pero la locura no está buena. Tampoco creo en el loco lindo; el que está loco, está loco; y la locura genera mucho sufrimiento en quien la padece y puede generar mucho daño a otros. Sé que todo el mundo me tiene como una actriz dramática pero a mí me encanta hacer comedia. Lo interesante de Culpa cero es que es una comedia dramática con mucho humor, pero si te fijás bien nadie está haciéndose el gracioso, el humor aparece por otro lado, por el delirio de lo que ocurre en cada escena. Por ejemplo, cuando aparece el personaje de Fabi (Fabiana Cantilo) vos decís `qué terrible lo que le está pasando a esta mujer´, pero qué graciosa que es a la vez. No se está haciendo la graciosa, pero lo termina siendo. Muchos piensan que el humor popular siempre tiene que ser chabacano. Yo opino que no, que la verdad en la actuación y en la historia pueden generar aún mucho más gracia.
–Acabás de nombrar a Fabiana Cantilo. Algunos han definido al film como el vehículo que posibilitó el reencuentro en pantalla de “dos ex de Fito Páez”. ¿Cómo viviste la experiencia?
-¡Qué definición más profunda! (risas). Yo a Fabi la veo mucho, la adoro y somos familia. De Fito me separé hace como 22 años y ella de él, aún más. Así que no somos fundamentalmente las ex de Fito. Eso pasó hace tanto tiempo… A Fabi la conocí antes que a Fito y siempre nos llevamos muy bien. Cuando ellos se separaron, Fito le dijo al toque que estaba conmigo. Eso significa que entre todos siempre hubo una relación de mucho amor y sinceridad. A mí me es mucho más fácil querer que no querer. Para mí no querer a alguien me demanda mucho trabajo y del feo. Así que no entendería mi vínculo con Fito y Fabi de otra manera. Trabajar con Fabi en la película fue genial, ella es una gran artista en todo lo que hace. No sólo es una cantante y una compositora del carajo sino que también dibuja muy bien y, como actriz, en Culpa cero, está bárbara.
–En medio de tu estancia en España se estrenó en Netflix Goyo, la película de Marcos Carnevale en la que tenés una participación especial. ¿Cómo te sienta esta nueva etapa de madres?
–Cuando entendí de qué se trataba, de dejar de ser la chica cogible para pasar a ser la madre de esa chica, estuvo todo bien. Al fin y al cabo se trataba de un cambio natural. El tema es que en el medio hay un momento de mucha indefinición, en la que ya no sos la que eras y aún no sos la que vendrá y ahí la cantidad de trabajo baja. Eso me alarmó, no te lo voy a negar. Pero cuando llegás al otro lado del puente empezás a aprender otras cosas, a sentirte cómoda en ese otro lugar y el trabajo reaparece. Es lo que te toca, es la vida. Si te negás a ese cambio, y no entendés que la vida es movimiento, forzás una situación. Yo no me negué y hoy me siento muy cómoda dónde estoy, interpretando todo tipo de madres.
–¿Y qué te ocurriría si de repente te propusieran encarnar a una abuela?
–Si me gusta el personaje, lo haría, obviamente. Es que yo, hoy, podría ser abuela en la vida real.
–¿Ya estás preparada para que Martín te de un nieto? ¿Qué tipo de abuela pensás que serías?
–Sí, y lo recibiría con mucho amor. Yo quiero que mi hijo sea padre, que él y su hermosa pareja tengan un hijo en algún momento. Cuando ellos quieran y se sientan capaces, no antes, por supuesto. Para mí sería muy lógico ser abuela. Nunca te diría: `ay, no, yo todavía no, para ser abuela me falta un buen tiempo´. No, mentira, yo podría ser abuela ya mismo. Sólo espero haber comprendido de los errores que cometí con mi hijo, al ser madre primeriza, y no repetirlos con mi nieto. Tampoco creo haber cometido tantos, porque mi hijo es un ser maravilloso que fue criado con todo el amor que tengo dentro. Va a ser muy fuerte cuando Martín tenga un hijo y constate que la vida continúa y que yo también formo parte de ese proceso.
–En tu Instagram aparecés últimamente socializando con Pedro Almodóvar. ¿Existe la posibilidad de que vuelvan a trabajar juntos?
–Pedro es mi hermano, mi amigo del alma. No hemos hablado de esto, pero si yo fuese la que decide te diría: `¡obvio que sí!´. Me encantaría volver a trabajar con él, pero no sé muy bien en qué anda y si entre sus proyectos hay un personaje para mí. Pero si él quiere, si me precisa, me tiene. Con Pedro no nos encontramos para hablar de trabajo, lo hacemos para chusmear, que es lo que hacen los amigos. Él está en un muy buen momento, está muy feliz y relajado después de haber terminado el rodaje de La habitación de al lado, su primer film en inglés con Tilda Swinton y Julianne Moore. Contó que fue una experiencia maravillosa, pero de mucha responsabilidad, ya que tuvo que dirigir actores que, en su mayoría, no hablaban el español.
–Tengo entendido que los últimos meses del año los dedicarás al teatro. ¿De qué va la obra La madre?
–Sí, a finales de octubre debuto en el Teatro Picadero con La madre, una obra maravillosa de Florian Zeller (con la que el autor completa el tríptico iniciado con El padre y El hijo), que en Madrid estuvo haciendo Aitana Sánchez-Gijón. De mi hijo hará Martín Slipak, que ya había hecho de tal en la serie de televisión Trátame bien (de esto hace ya 15 años); de mi padre, Gustavo Garzón y de la novia de mi hijo, Victoria Baldomir. La directora será Andrea Garrote y el productor Sebastián Blutrach. La obra se mete en la cabeza de los cuatro personajes, sobre todo en el del mío, la madre. Y a esta madre la encuentra en un momento puntual y complicado de su vida: cuando se van los hijos de la casa y ella se reencuentra consigo misma, y tal vez no se gusta. Esta mujer no está enteramente en su eje y pasan cosas.
–¿El 2024 terminará siendo uno de los años más ocupados de tu carrera?
–Puede ser. Después de ese período que atravesé de incertidumbre, que ya te comenté, y del parate que significó la pandemia, todo se reacomodó y empecé a trabajar nuevamente mucho. Fundamentalmente en España. En la Argentina, lamentablemente, ahora no es un momento de mucho trabajo para nadie. La desprotección que hoy vive la cultura argentina es para llorar, literalmente. Por suerte yo trabajo afuera y estoy muy agradecida por eso. Pero yo no soy una medida del nivel ocupacional de los actores argentinos, soy una excepción. Me salva el haber vivido y trabajado mucho en un momento de mi vida en España, al punto que muchos españoles creen que realmente soy española. Por eso me convocan permanentemente –como lo hicieron el año pasado Los javis para participar en La Mesías, que fue un flash– y así la relación con el público español es constante, lo cual me hace muy feliz.
–¿Qué opinás de las nuevas medidas de gobierno con respecto al INCAA y del hecho que dejará de subsidiar películas que “no logren captar la atención del público?
–Que sólo las películas con éxito van a ser apoyadas es un delirio, porque justamente esas películas no necesitan tanto del apoyo del INCAA. Las películas que realmente lo necesitan son las que se hacen con presupuestos pequeños y que fueron proyectadas artesanalmente durante años. Yo creo que esa medida es sólo la punta del iceberg. Hay un memorándum que está circulando donde dice qué tipo de películas se pueden hacer y cuáles no, de qué se puede hablar en ellas y de qué no. Parece algo ficticio pero es totalmente real. Es más, a partir de ahora las películas de Lali (Espósito) no se podrán pasar en recintos oficiales. Al parecer tampoco se podrá ver una película como Argentina, 1985 en las escuelas, porque habla de la dictadura. Tampoco se podrán hacer películas que hablen de cuestiones de género. Esto se llama censura. Enterada de estas noticias, hoy me llamó Marisa Paredes llorando y me dijo: `¿cómo puede ser todo esto en la Argentina, Cecilia, cómo puede ser? No supe qué decirle.
Desde Madrid, donde se encuentra rodando una serie, la actriz que co-protagoniza Culpa cero, el film de Valeria Bertuccelli en cartel desde el jueves, se refiere a la actualidad del país y a los nuevos papeles que le toca interpretar LA NACION