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Piel de Lava: cómo es actuar entre amigas, por qué la nueva obra transcurre en el espacio y la anécdota que les dio el nombre

Elisa Carricajo se acuerda de estar en el patio de su casa, enfrentada a un guiso hirviente, y que era raro estar cuchareando eso porque hacía mucho calor. Se había juntado con sus amigas Pilar Gamboa, Valeria Correa y Laura Paredes, y ese noviembre de 2003 estaban arrancando el proceso de creación de su segunda obra de teatro (Neblina). Aquel día, hace 21 años, quizá influenciadas por la temperatura corporal del guiso, decidieron que iban a llamarse “Piel de Lava” (aunque en verdad son las iniciales de cada una de ellas). Ahora, en este domingo de agosto, trabajan en el armado de la escenografía de Parlamento, la obra que llevan desde este martes 13 al Teatro Picadero -y que en julio de 2023 estrenaron en una versión “inacabada” en Arthaus-. Van y vienen por la sala, conversan, debaten, mueven los muebles -las supuestas bancas de un Senado espacial- y dicen cosas como “cuidado con las entradas y las salidas” o “hay que bloquear estas dos butacas de adelante”. Después de convocar a más de 85.000 personas y acariciar el mainstream teatral con Petróleo, su último trabajo, las Piel de Lava se meten en el cuerpo de cuatro diputadas que “parlamentan” en una nave intergaláctica mientras la Tierra se prende fuego.

Desde el día del guiso hasta hoy, las actrices de Piel de Lava hicieron seis obras -Colores verdaderos (2003), Neblina (2005), Tren (2010), Museo (2014), Petróleo (2018) y Parlamento- y construyeron una gran amistad. Cada una de las actrices construyó una carrera copiosa en teatro, cine y series (Pilar Gamboa viene con arrastre del gran éxito que tuvo División Palermo en Netflix, que ya está cocinando su segunda temporada).

Desde el vamos, Piel de Lava hizo de la creación colectiva un himno y una posición política: horizontalidad para todo, desde investigar, crear y escribir los guiones hasta actuar y dirigir. Así le dieron vida a un lenguaje propio, una suerte de bestia coral que hace brillar las voces de las cuatro. “Escribimos nuestros materiales, los actuamos, los dirigimos. Ese procedimiento grupal, que a lo largo de todos años nos llevó a cuestionar todo tipo de verticalidad, es una anarquía en el mejor de los sentidos, una posición política, que también exige mucha responsabilidad”, afirma Gamboa.

Sin neurosis

Se conocieron estudiando teatro -compartieron a grandes maestros como Rafael Spregelburd- pero están convencidas de que se hubieran hecho amigas en una fiesta, en un recital o en cualquier lugar. En 2018, con su quinta obra (Petróleo), generaron un fenómeno de público y pasaron del teatro Sarmiento al San Martín y luego al circuito comercial (Metropolitan). Llenaron más de 400 funciones y las vieron unos 85.000 espectadores. Fue la gran bisagra. En Petróleo, Pilar, Elisa, Laura y Valeria representaban a cuatro operarias de un pozo petrolero, conviviendo en un container olvidado del mundo en la Patagonia.

-El fenómeno de Petróleo cambió en algún punto la dinámica creativa o trastocó algo de la horizontalidad que las define?

-Laura: Lo que tuvo Petróleo en principio no fue un cambio artístico sino un cambio de escala: venían 2500 personas por semana a ver a un grupo que no tenía esa trayectoria en un circuito de tanto público. Pero lo que me sorprendió realmente fue la poca neurosis que eso generó en nosotras. Teníamos una alegría increíble por lo que estaba pasando… Fue algo que nos divirtió muchísimo. Pilar se acordaba de que nos reíamos y nos preguntábamos: “¿Pero quién es la gente que viene?”. Ese cambio de escala nunca nos generó ruido.

-En la música es ley que, después del gran disco de una banda, siempre viene uno más flojito. ¿No les dio un poco de miedo de lo que venía después de Petróleo?

-Elisa: Eso tal vez nos tuvo un tiempo pensando en cómo volver, quizás para no cargar al siguiente proceso con las responsabilidades del proceso anterior. Y algo que estuvo buenísimo fue la posibilidad que nos dieron en Arthaus de hacer una residencia e ir haciendo aperturas. Entonces encontramos un sistema de producción que habilitó una forma menos abismal de estrenar, de abrir. Arrancamos en un lugar para 90 personas, mientras veníamos haciendo funciones en el Metropolitan en una sala para quinientas. Con Parlamento pudimos mostrar por primera vez un proceso que no estaba terminado, hacer aperturas, como volver a una forma de trabajo más parecida a la del teatro independiente.

La apertura

En una primera temporada, Parlamento ofreció funciones bajo la modalidad de “investigación performática”, en un formato inacabado, en la sala Arthaus Central. Lo que las Piel de Lava presentarán todos los martes de agosto desde las 20.30 en el Picadero es la versión final -si eso es posible- de la pieza, que viene de ser exhibida en el Festival Santiago a Mil (Santiago de Chile) y en el teatro Solís de Montevideo (Uruguay).

A nivel formal, sigue siendo difícil pensar a Parlamento como algo acabado. “Es una obra que nació permeable a los cambios y que puede seguir mutando; es la dinámica que la obra nos pide porque fue así como la construimos”, explica Paredes, y agrega que nunca les pasó de “seguir trabajando tanto una obra como esta; todavía le estamos moviendo cosas”.

Parlamento se plantea como un reflexión sobre la política y su puesta en escena. Propone una investigación sobre la teatralidad de los discursos políticos contemporáneos, en el marco de un escenario distópico pero no tanto. En ese contexto, orbitan -literalmente- cuatro diputadas interespaciales desde su cohete: sesionan, cantan himnos, votan leyes y miran de reojo lo que pasa “abajo”.

-En una entrevista que les hicieron en Chile ustedes decían que les “llamó la atención ver a mujeres sosteniendo discursos anti-derechos”. ¿Qué les interesó exactamente de ese fenómeno?

-Elisa: Lo que nos llamó la atención al principio quizás fue decir: “Che, qué loco, porque son mujeres que, con cierta expansión del feminismo a nivel internacional, podrían haberse empoderado…” Y de repente, una vez que consiguen ese poder, se da esa tensión…

-Pilar: Nos interesaba entender cómo estas mujeres se apropiaban de un discurso casi “progresista” para darlo vuelta a su favor. Empezamos a observarlo para esta obra en febrero de 2023 y no imaginamos todo lo que vino después. Hay una obra de Rafa (Spregelburd) con una frase que siempre usamos: “Inconsciente del peligro que se cierne sobre mí”. Era medio eso, éramos inconscientes de lo todo lo que iba a pasar.

-Y, en medio de ese peligro, los parlamentos del mundo como teatros de operaciones…

-Pilar: Justamente nos empezó a fascinar lo performático que tienen los parlamentos, esa teatralidad pura.

-¿Qué es lo más distópico que plantea la obra?

-Pilar: Lo distópico es que las manden a parlamentar al espacio: qué les pasa en los cuerpos, en los cuerpos de la política.

-Laura: Los cuerpos están en órbita, entonces qué les sucede y, sobre todo, cómo la política deteriora esos cuerpos, los envejece.

-¿Cómo surgió esa idea de “mujeres en el espacio”?

-Valeria: Es una metáfora a la que llegamos, no fue para nada la imagen inicial. Creo que fue una pregunta que todos nos hicimos, algo inconsciente de preguntarnos “¿Cómo salimos de esta?”. Y nos respondimos: “Por arriba, volando hacia el espacio”. Tuvimos que ir al espacio para que la obra pudiese despegar de un posible análisis de la realidad. Todas las imágenes que nos aparecían eran el caos, los incendios, el descontrol, los parlamentos en la Tierra quemándose, la posguerra, el post-todo. Ellas intentan sostener la democracia desde el espacio porque allá abajo no se puede.

Pilar: Lo gracioso es que en la nave no se habla de eso, no se habla de los incendios. Es esa burocracia que va a seguir existiendo siempre, aunque nos vayamos a vivir todos a Marte. Vamos a estar con el sello y el formulario. Somos eso. Eso es la humanidad. Y esa burocracia es la que ellas sostienen.

La banalidad del mal

Uno de los aspectos interesantes de la obra es que “el mal”, si es que existe algo tan preciso de definir, no se presenta de forma obvia, vestido de traje y corbata, con el rostro del político (o la política) de turno. “Un amigo dice que la única organización autoconsciente de hacer el mal es Kaos, de El Superagente 86″, se ríe Paredes. “El mal no es tan consciente y, aunque parezca de una banalidad completa, muchas veces la inoperancia de la burocracia es lo que le hace mal a la gente”, sostiene.

-¿El Superagente 86 lo dijo todo hace 40 años?

-Valeria: Mi hermano y yo veíamos El Superagente 86 antes de ir al colegio durante toda la primaria. Teníamos referencias de esa época: el temor del botón rojo de Reagan por la bomba, la caída del Muro de Berlín, la canción We Are The World… Esas son las referencias estéticas con las que crecimos y nos empezó a divertir usarlas.

-Las cuatro fueron madres entre una y otra de las obras que Piel de Lava iba presentando. Pilar contaba que, durante Petróleo, se iba al camarín vestida del Carly (el personaje masculino que interpretaba) para dar de mamar. ¿Alguna vez pensaron en hacer una obra sobre la maternidad?

-Valeria: Obviamente que la maternidad es un tema personal que te atraviesa como casi ningún otro. Pero la verdad es que nunca agarramos un tema de nuestra actualidad para ponerlo en órbita directa con la obra. De algún modo se va filtrando.

-Elisa: Durante Petróleo, la maternidad nos llevó a hacer cuerpos masculinos, la pregunta de cómo estar en escena con un cuerpo que estaba intervenido todo el tiempo. Siempre nos reímos de que, en la obra en la que nos fue tan bien, estábamos vestidas de hombres que salían a laburar. Quizá esa también fue una de las formas de contar la maternidad.

Para agendar

Parlamento, del grupo Piel de Lava. Teatro Picadero (Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857). Funciones: martes de agosto y septiembre, a las 20.30.

Elisa Carricajo se acuerda de estar en el patio de su casa, enfrentada a un guiso hirviente, y que era raro estar cuchareando eso porque hacía mucho calor. Se había juntado con sus amigas Pilar Gamboa, Valeria Correa y Laura Paredes, y ese noviembre de 2003 estaban arrancando el proceso de creación de su segunda obra de teatro (Neblina). Aquel día, hace 21 años, quizá influenciadas por la temperatura corporal del guiso, decidieron que iban a llamarse “Piel de Lava” (aunque en verdad son las iniciales de cada una de ellas). Ahora, en este domingo de agosto, trabajan en el armado de la escenografía de Parlamento, la obra que llevan desde este martes 13 al Teatro Picadero -y que en julio de 2023 estrenaron en una versión “inacabada” en Arthaus-. Van y vienen por la sala, conversan, debaten, mueven los muebles -las supuestas bancas de un Senado espacial- y dicen cosas como “cuidado con las entradas y las salidas” o “hay que bloquear estas dos butacas de adelante”. Después de convocar a más de 85.000 personas y acariciar el mainstream teatral con Petróleo, su último trabajo, las Piel de Lava se meten en el cuerpo de cuatro diputadas que “parlamentan” en una nave intergaláctica mientras la Tierra se prende fuego.

Desde el día del guiso hasta hoy, las actrices de Piel de Lava hicieron seis obras -Colores verdaderos (2003), Neblina (2005), Tren (2010), Museo (2014), Petróleo (2018) y Parlamento- y construyeron una gran amistad. Cada una de las actrices construyó una carrera copiosa en teatro, cine y series (Pilar Gamboa viene con arrastre del gran éxito que tuvo División Palermo en Netflix, que ya está cocinando su segunda temporada).

Desde el vamos, Piel de Lava hizo de la creación colectiva un himno y una posición política: horizontalidad para todo, desde investigar, crear y escribir los guiones hasta actuar y dirigir. Así le dieron vida a un lenguaje propio, una suerte de bestia coral que hace brillar las voces de las cuatro. “Escribimos nuestros materiales, los actuamos, los dirigimos. Ese procedimiento grupal, que a lo largo de todos años nos llevó a cuestionar todo tipo de verticalidad, es una anarquía en el mejor de los sentidos, una posición política, que también exige mucha responsabilidad”, afirma Gamboa.

Sin neurosis

Se conocieron estudiando teatro -compartieron a grandes maestros como Rafael Spregelburd- pero están convencidas de que se hubieran hecho amigas en una fiesta, en un recital o en cualquier lugar. En 2018, con su quinta obra (Petróleo), generaron un fenómeno de público y pasaron del teatro Sarmiento al San Martín y luego al circuito comercial (Metropolitan). Llenaron más de 400 funciones y las vieron unos 85.000 espectadores. Fue la gran bisagra. En Petróleo, Pilar, Elisa, Laura y Valeria representaban a cuatro operarias de un pozo petrolero, conviviendo en un container olvidado del mundo en la Patagonia.

-El fenómeno de Petróleo cambió en algún punto la dinámica creativa o trastocó algo de la horizontalidad que las define?

-Laura: Lo que tuvo Petróleo en principio no fue un cambio artístico sino un cambio de escala: venían 2500 personas por semana a ver a un grupo que no tenía esa trayectoria en un circuito de tanto público. Pero lo que me sorprendió realmente fue la poca neurosis que eso generó en nosotras. Teníamos una alegría increíble por lo que estaba pasando… Fue algo que nos divirtió muchísimo. Pilar se acordaba de que nos reíamos y nos preguntábamos: “¿Pero quién es la gente que viene?”. Ese cambio de escala nunca nos generó ruido.

-En la música es ley que, después del gran disco de una banda, siempre viene uno más flojito. ¿No les dio un poco de miedo de lo que venía después de Petróleo?

-Elisa: Eso tal vez nos tuvo un tiempo pensando en cómo volver, quizás para no cargar al siguiente proceso con las responsabilidades del proceso anterior. Y algo que estuvo buenísimo fue la posibilidad que nos dieron en Arthaus de hacer una residencia e ir haciendo aperturas. Entonces encontramos un sistema de producción que habilitó una forma menos abismal de estrenar, de abrir. Arrancamos en un lugar para 90 personas, mientras veníamos haciendo funciones en el Metropolitan en una sala para quinientas. Con Parlamento pudimos mostrar por primera vez un proceso que no estaba terminado, hacer aperturas, como volver a una forma de trabajo más parecida a la del teatro independiente.

La apertura

En una primera temporada, Parlamento ofreció funciones bajo la modalidad de “investigación performática”, en un formato inacabado, en la sala Arthaus Central. Lo que las Piel de Lava presentarán todos los martes de agosto desde las 20.30 en el Picadero es la versión final -si eso es posible- de la pieza, que viene de ser exhibida en el Festival Santiago a Mil (Santiago de Chile) y en el teatro Solís de Montevideo (Uruguay).

A nivel formal, sigue siendo difícil pensar a Parlamento como algo acabado. “Es una obra que nació permeable a los cambios y que puede seguir mutando; es la dinámica que la obra nos pide porque fue así como la construimos”, explica Paredes, y agrega que nunca les pasó de “seguir trabajando tanto una obra como esta; todavía le estamos moviendo cosas”.

Parlamento se plantea como un reflexión sobre la política y su puesta en escena. Propone una investigación sobre la teatralidad de los discursos políticos contemporáneos, en el marco de un escenario distópico pero no tanto. En ese contexto, orbitan -literalmente- cuatro diputadas interespaciales desde su cohete: sesionan, cantan himnos, votan leyes y miran de reojo lo que pasa “abajo”.

-En una entrevista que les hicieron en Chile ustedes decían que les “llamó la atención ver a mujeres sosteniendo discursos anti-derechos”. ¿Qué les interesó exactamente de ese fenómeno?

-Elisa: Lo que nos llamó la atención al principio quizás fue decir: “Che, qué loco, porque son mujeres que, con cierta expansión del feminismo a nivel internacional, podrían haberse empoderado…” Y de repente, una vez que consiguen ese poder, se da esa tensión…

-Pilar: Nos interesaba entender cómo estas mujeres se apropiaban de un discurso casi “progresista” para darlo vuelta a su favor. Empezamos a observarlo para esta obra en febrero de 2023 y no imaginamos todo lo que vino después. Hay una obra de Rafa (Spregelburd) con una frase que siempre usamos: “Inconsciente del peligro que se cierne sobre mí”. Era medio eso, éramos inconscientes de lo todo lo que iba a pasar.

-Y, en medio de ese peligro, los parlamentos del mundo como teatros de operaciones…

-Pilar: Justamente nos empezó a fascinar lo performático que tienen los parlamentos, esa teatralidad pura.

-¿Qué es lo más distópico que plantea la obra?

-Pilar: Lo distópico es que las manden a parlamentar al espacio: qué les pasa en los cuerpos, en los cuerpos de la política.

-Laura: Los cuerpos están en órbita, entonces qué les sucede y, sobre todo, cómo la política deteriora esos cuerpos, los envejece.

-¿Cómo surgió esa idea de “mujeres en el espacio”?

-Valeria: Es una metáfora a la que llegamos, no fue para nada la imagen inicial. Creo que fue una pregunta que todos nos hicimos, algo inconsciente de preguntarnos “¿Cómo salimos de esta?”. Y nos respondimos: “Por arriba, volando hacia el espacio”. Tuvimos que ir al espacio para que la obra pudiese despegar de un posible análisis de la realidad. Todas las imágenes que nos aparecían eran el caos, los incendios, el descontrol, los parlamentos en la Tierra quemándose, la posguerra, el post-todo. Ellas intentan sostener la democracia desde el espacio porque allá abajo no se puede.

Pilar: Lo gracioso es que en la nave no se habla de eso, no se habla de los incendios. Es esa burocracia que va a seguir existiendo siempre, aunque nos vayamos a vivir todos a Marte. Vamos a estar con el sello y el formulario. Somos eso. Eso es la humanidad. Y esa burocracia es la que ellas sostienen.

La banalidad del mal

Uno de los aspectos interesantes de la obra es que “el mal”, si es que existe algo tan preciso de definir, no se presenta de forma obvia, vestido de traje y corbata, con el rostro del político (o la política) de turno. “Un amigo dice que la única organización autoconsciente de hacer el mal es Kaos, de El Superagente 86″, se ríe Paredes. “El mal no es tan consciente y, aunque parezca de una banalidad completa, muchas veces la inoperancia de la burocracia es lo que le hace mal a la gente”, sostiene.

-¿El Superagente 86 lo dijo todo hace 40 años?

-Valeria: Mi hermano y yo veíamos El Superagente 86 antes de ir al colegio durante toda la primaria. Teníamos referencias de esa época: el temor del botón rojo de Reagan por la bomba, la caída del Muro de Berlín, la canción We Are The World… Esas son las referencias estéticas con las que crecimos y nos empezó a divertir usarlas.

-Las cuatro fueron madres entre una y otra de las obras que Piel de Lava iba presentando. Pilar contaba que, durante Petróleo, se iba al camarín vestida del Carly (el personaje masculino que interpretaba) para dar de mamar. ¿Alguna vez pensaron en hacer una obra sobre la maternidad?

-Valeria: Obviamente que la maternidad es un tema personal que te atraviesa como casi ningún otro. Pero la verdad es que nunca agarramos un tema de nuestra actualidad para ponerlo en órbita directa con la obra. De algún modo se va filtrando.

-Elisa: Durante Petróleo, la maternidad nos llevó a hacer cuerpos masculinos, la pregunta de cómo estar en escena con un cuerpo que estaba intervenido todo el tiempo. Siempre nos reímos de que, en la obra en la que nos fue tan bien, estábamos vestidas de hombres que salían a laburar. Quizá esa también fue una de las formas de contar la maternidad.

Para agendar

Parlamento, del grupo Piel de Lava. Teatro Picadero (Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857). Funciones: martes de agosto y septiembre, a las 20.30.

 Pilar Gamboa, Elisa Carricajo, Laura Paredes y Valeria Correa forman la compañía de teatro que logró un éxito descomunal con Petróleo; en esta puesta, Parlamento, que reestrena este martes 13 de agosto, encarnan a cuatro diputadas que debaten en una nave interestelar mientras la Tierra se incendia  LA NACION

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