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Los obstáculos en el camino a la inflación cero

Luego de la pausa alcista de junio (4,6%), la inflación retomó el sendero descendente y fue de 4% en julio, una cifra que, pese a resultar más alta que la que esperaba el Gobierno, es la más baja de 2024 y la menor en dos años y medio. Se fortalece así la ilusión oficial de alcanzar la meta de inflación cero en los próximos meses.

Los analistas, en cambio, son menos optimistas, aunque proyectan que los precios no volverán a subir constantemente y se mantendrán estables de aquí en más o incluso en leve retroceso, tal como mostró el último relevamiento de mercado del Banco Central. Estiman que el IPC se acercará algo más al 3% hacia fin de año.

Hasta ahí los números y las proyecciones. La sensación, en cambio, puede ser distinta para muchas familias de clase media, cuya lista de gastos fijos que aumentan mes a mes nunca se encoge: colegio privado, prepaga, club, profesores particulares, combustible, impuestos, servicios públicos y privados, como peluquerías o reparaciones en el hogar, son solo algunos de los rubros en los que esa estabilidad no llega.

El Ieral, de la Fundación Mediterránea, mide la evolución de parte de ellos por medio de un índice de servicios intensivos en mano de obra elaborado con datos oficiales de la ciudad de Buenos Aires y el BCRA. Allí entran, por ejemplo, mantenimiento y reparaciones del hogar (plomeros, gasistas, electricistas); servicio doméstico, consultas médicas, servicios odontológicos, educación y cuidado personal. Es un indicador que viene subiendo por encima del IPC general porteño. En julio, por ejemplo, trepó 6,4% contra un índice general del 5,1%, mientras que en mayo casi llegó a duplicarlo. La conclusión del instituto es que esto le viene poniendo un piso a la inflación núcleo en torno del 3% mensual (lleva tres meses seguidos entre el 3,7% y el 3,8%), todavía lejos de la tasa del 2% de devaluación mensual con la que el ministro Luis Caputo quiere converger. Cuesta perforar el 4% de inflación, pese a que el rebote de actividad es lento y no hay exceso de demanda.

Son varios los obstáculos que se interponen en el camino a la inflación cero con la que se entusiasman en el equipo económico. Las facturas con aumentos que se acumulan mensualmente es uno de ellos. Hay también otros factores que podrían poner en riesgo el objetivo o afectar negativamente las expectativas:

– Salida del cepo: el fin de las restricciones podría implicar un salto en el tipo de cambio que dependerá de la brecha cambiaria que exista en ese momento entre los dólares oficial y libre. El Gobierno apuesta a que antes puedan converger, pero en el mercado hay dudas. También podría aumentar la demanda de dólares. La suba del tipo de cambio se trasladaría a los precios. Es algo que vienen advirtiendo los economistas que, de todos modos y con matices, piden dejar atrás las trabas para que la economía pueda volver a crecer.

– Distorsión de precios relativos: todavía hay correcciones pendientes en las tarifas de servicios públicos. Hasta ahora el Gobierno las ha ido dosificando, pero todavía no se completaron. Una suba del tipo de cambio también tendría impacto en las boletas.

– Repunte de la economía y del crédito al sector privado, más aumento de las importaciones con un comercio exterior liberado. Un mayor dinamismo de la demanda podría hacer subir los precios, al tiempo que un incremento de la demanda de dólares por compras en el exterior podría impulsar una suba en el tipo de cambio.

– Creciente atraso cambiario por el sostenimiento del crawl del 2% en la medida en que se demore la convergencia con la tasa mensual de inflación.

– Dificultad del Banco Central para alcanzar un nivel de reservas que le permita mostrar poder de fuego ante especulaciones de devaluación o para atravesar momentos de alta volatilidad en los mercados local e internacional con caída de precios de las commodities. La meta de inflación cero conspira contra la acumulación de dólares.

– Indexación de contratos (alquileres, servicios privados, prepagas, colegios).

– Por el lado de las expectativas, si bien el mercado ve un anclaje por el lado fiscal, persisten las dudas sobre qué esquema monetario-cambiario se adoptará finalmente. Dolarización endógena, bimonetarismo a la peruana, extensión del actual régimen. El BCRA ha dejado trascender que no tiene incentivos a anticipar qué camino tomará.

Si, tal como prevén las consultoras en el REM, la inflación se estabiliza de aquí a enero en torno del 3-4% mensual, se estaría ante una inflación anualizada del orden del 55-60%, mucho menos que el disparatado 263% actual, pero aún muy lejos de los niveles de una economía normal.

Luego de la pausa alcista de junio (4,6%), la inflación retomó el sendero descendente y fue de 4% en julio, una cifra que, pese a resultar más alta que la que esperaba el Gobierno, es la más baja de 2024 y la menor en dos años y medio. Se fortalece así la ilusión oficial de alcanzar la meta de inflación cero en los próximos meses.

Los analistas, en cambio, son menos optimistas, aunque proyectan que los precios no volverán a subir constantemente y se mantendrán estables de aquí en más o incluso en leve retroceso, tal como mostró el último relevamiento de mercado del Banco Central. Estiman que el IPC se acercará algo más al 3% hacia fin de año.

Hasta ahí los números y las proyecciones. La sensación, en cambio, puede ser distinta para muchas familias de clase media, cuya lista de gastos fijos que aumentan mes a mes nunca se encoge: colegio privado, prepaga, club, profesores particulares, combustible, impuestos, servicios públicos y privados, como peluquerías o reparaciones en el hogar, son solo algunos de los rubros en los que esa estabilidad no llega.

El Ieral, de la Fundación Mediterránea, mide la evolución de parte de ellos por medio de un índice de servicios intensivos en mano de obra elaborado con datos oficiales de la ciudad de Buenos Aires y el BCRA. Allí entran, por ejemplo, mantenimiento y reparaciones del hogar (plomeros, gasistas, electricistas); servicio doméstico, consultas médicas, servicios odontológicos, educación y cuidado personal. Es un indicador que viene subiendo por encima del IPC general porteño. En julio, por ejemplo, trepó 6,4% contra un índice general del 5,1%, mientras que en mayo casi llegó a duplicarlo. La conclusión del instituto es que esto le viene poniendo un piso a la inflación núcleo en torno del 3% mensual (lleva tres meses seguidos entre el 3,7% y el 3,8%), todavía lejos de la tasa del 2% de devaluación mensual con la que el ministro Luis Caputo quiere converger. Cuesta perforar el 4% de inflación, pese a que el rebote de actividad es lento y no hay exceso de demanda.

Son varios los obstáculos que se interponen en el camino a la inflación cero con la que se entusiasman en el equipo económico. Las facturas con aumentos que se acumulan mensualmente es uno de ellos. Hay también otros factores que podrían poner en riesgo el objetivo o afectar negativamente las expectativas:

– Salida del cepo: el fin de las restricciones podría implicar un salto en el tipo de cambio que dependerá de la brecha cambiaria que exista en ese momento entre los dólares oficial y libre. El Gobierno apuesta a que antes puedan converger, pero en el mercado hay dudas. También podría aumentar la demanda de dólares. La suba del tipo de cambio se trasladaría a los precios. Es algo que vienen advirtiendo los economistas que, de todos modos y con matices, piden dejar atrás las trabas para que la economía pueda volver a crecer.

– Distorsión de precios relativos: todavía hay correcciones pendientes en las tarifas de servicios públicos. Hasta ahora el Gobierno las ha ido dosificando, pero todavía no se completaron. Una suba del tipo de cambio también tendría impacto en las boletas.

– Repunte de la economía y del crédito al sector privado, más aumento de las importaciones con un comercio exterior liberado. Un mayor dinamismo de la demanda podría hacer subir los precios, al tiempo que un incremento de la demanda de dólares por compras en el exterior podría impulsar una suba en el tipo de cambio.

– Creciente atraso cambiario por el sostenimiento del crawl del 2% en la medida en que se demore la convergencia con la tasa mensual de inflación.

– Dificultad del Banco Central para alcanzar un nivel de reservas que le permita mostrar poder de fuego ante especulaciones de devaluación o para atravesar momentos de alta volatilidad en los mercados local e internacional con caída de precios de las commodities. La meta de inflación cero conspira contra la acumulación de dólares.

– Indexación de contratos (alquileres, servicios privados, prepagas, colegios).

– Por el lado de las expectativas, si bien el mercado ve un anclaje por el lado fiscal, persisten las dudas sobre qué esquema monetario-cambiario se adoptará finalmente. Dolarización endógena, bimonetarismo a la peruana, extensión del actual régimen. El BCRA ha dejado trascender que no tiene incentivos a anticipar qué camino tomará.

Si, tal como prevén las consultoras en el REM, la inflación se estabiliza de aquí a enero en torno del 3-4% mensual, se estaría ante una inflación anualizada del orden del 55-60%, mucho menos que el disparatado 263% actual, pero aún muy lejos de los niveles de una economía normal.

 El Gobierno logra el dato mensual más bajo del año y refuerza su objetivo principal, pero cuesta perforar el 4% de inflación pese a que el rebote de actividad es lento y no hay exceso de demanda  LA NACION

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