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El otro lado: el programa que rompió todos los moldes, la impensada influencia de Roberto Galán y el trágico final de Fabián Polosecki

Muchas veces las cosas suceden por casualidad. En la vida de Fabián Polosecki pareciera que su destino estaba escrito antes de arrancar. De mirada inquieta, el joven periodista irrumpió en los medios electrónicos gracias a un concurso que se hizo en un programa que conducía Roberto Pettinato, en los años noventa, en ATC.

Cuando terminó el secundario, “Polo”, así es como lo llamaban, se dedicó a estudiar sociología. Solo duró un año: dejó la carrera y decidió irse de su casa para vivir con un grupo de amigos que venían de Santa Fe a la Capital Federal con la intención de estudiar teatro. Criado y formado en la gráfica, el joven trabajó sus primeros años profesionales en la revista Radiolandia, luego fue parte de Ferro, dirigida por Juan Sasturain y pasó por Página/12 y Diario Popular, entre otros.

Durante mucho tiempo los medios escritos fueron su hábitat natural, hasta que en el año 1992 se presentó a un concurso del programa Rebelde sin Pausa, en el que buscaban a un joven periodista para hacer un breve segmento de entrevistas callejeras. Junto con Pettinato, jugaron en vivo a realizar una entrevista y el premio era quedarse con el puesto de notero. Es ahí cuando Polo realiza una nota a un encargado de un bar de prostitutas, algo que hasta ese momento no se veía en televisión. La repercusión fue tal, que no solo se quedó con el trabajo, sino que además le pidieron que siguiera con entrevistas en esa línea.

Desde el primer momento, Polo marcó la diferencia con sus reportajes y eso lo notaron inmediatamente Raúl Becerra -que trabajaba en la pantalla estatal- y Gerardo Sofovich, que era el director del canal público. Esos dos viejos profesionales del medio con mucha experiencia se dieron cuenta que el joven periodista de La Paternal daba para mucho más. Así fue que le propusieron tener un programa propio en el prime time de ATC. En principio, el ciclo se iba a llamar El Lado Oscuro, y la idea era contar las historias de un Buenos Aires invisible; pero cuando Polo le llevó la propuesta a Sofovich, él decidió que el título ideal era El Otro Lado. Y ahí comenzó el mito.

“El día tiene 24 horas de inteligente silencio, hay que saber interrumpirlo con algo que pueda mejorarlo y casi nunca se logra”, afirmaba Polosecki al comienzo de cada edición de su programa El Otro Lado. Todos los lunes, a las 23, en la pantalla de ATC se abría un mundo desconocido, con personajes que de pronto encontraban un espacio dentro de la pantalla chica. Polo era un asiduo concurrente al café La Paz, de la calle Corrientes, y en su paso por los rincones de la ciudad captaba una cantidad enorme de historias relacionadas con la bohemia y el costado menos luminoso de la sociedad.

Apertura del programa televisivo El otro lado, de Fabián Polosecki

Temas como la prostitución, el daño psicológico de los choferes de tren, el mundo de las modelos, las cárceles, el submundo gay de los años noventa, la gente en situación de calle y tantos otros tópicos, fueron presentados de manera diferente. Íntegramente filmado en exteriores, el ciclo presentaba todo tipo de entrevistas con una cámara que, por lo general, estaba bastante alejada de los interlocutores. Esto le permitía a Polo llegar a declaraciones espontáneas de los entrevistados que no se veían inhibidos por las luces de la televisión. El televidente tenía la posibilidad, semana a semana, de entrar a un universo que le era ajeno, casi como un testigo privilegiado de la situación, pero sin moverse de su sillón.

Esto que parece una obviedad en tiempos de redes sociales, streamings y nuevos medios, en el año 1993 fue una innovación total. En aquel entonces, Polo pateó el tablero de las entrevistas en televisión. Se notaba que cada historia que contaba dentro de su programa tenía un por qué, que había llegada al interior de la persona y, casi sin permiso, se adueñaba de las vivencias, para poder retratarlas ante cientos de personas que estaban mirando del otro lado.

Polo tenía un estilo muy particular en sus reportajes, basado en el silencio: él iba por donde el entrevistado no se lo imaginaba venir. Quienes lo conocieron dicen que mucha gente pensó que para sus entrevistas se basó en la manera en la que Jesús Quinteros interactuaba con sus invitados en el famoso programa El Perro Verde. En realidad, esa técnica la tomó de Roberto Galán, que desde la pantalla de Canal 9, cada tarde le sacaba grandes historias a los participantes de Yo Me Quiero Casar… ¿y Usted? a través de preguntas concretas y elegantes, pero también apelando al silencio.

En 1993, El Otro Lado ganó el premio Martín Fierro como mejor programa periodístico, dejando afuera a varios clásicos de la pantalla chica y, por su parte, Fabián Polosecki se llevó el galardón en el rubro revelación. No hace falta aclarar que este ciclo fue el gen que dio pie para que luego programas como Zoo o Kaos en la Ciudad, de Juan Castro, o Ser Urbano, con Gastón Pauls, tuvieran su lugar sin cuestionamientos en la televisión abierta comercial.

Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas. Tras la experiencia de El Otro Lado, Polo tuvo un segundo programa en ATC llamado El Visitante. Allí el periodista hacía una especie de personaje que miraba su vida desde el futuro, a través de diferentes videos, pero no obtuvo el éxito esperado.

Luego de rechazar varios ofrecimientos para ser parte de diferentes programas de televisión, Polo decidió, en 1996, mudarse a una isla en el Delta del río Paraná para alejarse de todo el mundo. El 3 de diciembre de ese año, se dirigió hasta la estación de ferrocarril de la localidad de Santos Lugares y se suicidó cuando pasaba el tren. Allí comenzó el mito de un personaje único e irrepetible.

Muchas veces las cosas suceden por casualidad. En la vida de Fabián Polosecki pareciera que su destino estaba escrito antes de arrancar. De mirada inquieta, el joven periodista irrumpió en los medios electrónicos gracias a un concurso que se hizo en un programa que conducía Roberto Pettinato, en los años noventa, en ATC.

Cuando terminó el secundario, “Polo”, así es como lo llamaban, se dedicó a estudiar sociología. Solo duró un año: dejó la carrera y decidió irse de su casa para vivir con un grupo de amigos que venían de Santa Fe a la Capital Federal con la intención de estudiar teatro. Criado y formado en la gráfica, el joven trabajó sus primeros años profesionales en la revista Radiolandia, luego fue parte de Ferro, dirigida por Juan Sasturain y pasó por Página/12 y Diario Popular, entre otros.

Durante mucho tiempo los medios escritos fueron su hábitat natural, hasta que en el año 1992 se presentó a un concurso del programa Rebelde sin Pausa, en el que buscaban a un joven periodista para hacer un breve segmento de entrevistas callejeras. Junto con Pettinato, jugaron en vivo a realizar una entrevista y el premio era quedarse con el puesto de notero. Es ahí cuando Polo realiza una nota a un encargado de un bar de prostitutas, algo que hasta ese momento no se veía en televisión. La repercusión fue tal, que no solo se quedó con el trabajo, sino que además le pidieron que siguiera con entrevistas en esa línea.

Desde el primer momento, Polo marcó la diferencia con sus reportajes y eso lo notaron inmediatamente Raúl Becerra -que trabajaba en la pantalla estatal- y Gerardo Sofovich, que era el director del canal público. Esos dos viejos profesionales del medio con mucha experiencia se dieron cuenta que el joven periodista de La Paternal daba para mucho más. Así fue que le propusieron tener un programa propio en el prime time de ATC. En principio, el ciclo se iba a llamar El Lado Oscuro, y la idea era contar las historias de un Buenos Aires invisible; pero cuando Polo le llevó la propuesta a Sofovich, él decidió que el título ideal era El Otro Lado. Y ahí comenzó el mito.

“El día tiene 24 horas de inteligente silencio, hay que saber interrumpirlo con algo que pueda mejorarlo y casi nunca se logra”, afirmaba Polosecki al comienzo de cada edición de su programa El Otro Lado. Todos los lunes, a las 23, en la pantalla de ATC se abría un mundo desconocido, con personajes que de pronto encontraban un espacio dentro de la pantalla chica. Polo era un asiduo concurrente al café La Paz, de la calle Corrientes, y en su paso por los rincones de la ciudad captaba una cantidad enorme de historias relacionadas con la bohemia y el costado menos luminoso de la sociedad.

Apertura del programa televisivo El otro lado, de Fabián Polosecki

Temas como la prostitución, el daño psicológico de los choferes de tren, el mundo de las modelos, las cárceles, el submundo gay de los años noventa, la gente en situación de calle y tantos otros tópicos, fueron presentados de manera diferente. Íntegramente filmado en exteriores, el ciclo presentaba todo tipo de entrevistas con una cámara que, por lo general, estaba bastante alejada de los interlocutores. Esto le permitía a Polo llegar a declaraciones espontáneas de los entrevistados que no se veían inhibidos por las luces de la televisión. El televidente tenía la posibilidad, semana a semana, de entrar a un universo que le era ajeno, casi como un testigo privilegiado de la situación, pero sin moverse de su sillón.

Esto que parece una obviedad en tiempos de redes sociales, streamings y nuevos medios, en el año 1993 fue una innovación total. En aquel entonces, Polo pateó el tablero de las entrevistas en televisión. Se notaba que cada historia que contaba dentro de su programa tenía un por qué, que había llegada al interior de la persona y, casi sin permiso, se adueñaba de las vivencias, para poder retratarlas ante cientos de personas que estaban mirando del otro lado.

Polo tenía un estilo muy particular en sus reportajes, basado en el silencio: él iba por donde el entrevistado no se lo imaginaba venir. Quienes lo conocieron dicen que mucha gente pensó que para sus entrevistas se basó en la manera en la que Jesús Quinteros interactuaba con sus invitados en el famoso programa El Perro Verde. En realidad, esa técnica la tomó de Roberto Galán, que desde la pantalla de Canal 9, cada tarde le sacaba grandes historias a los participantes de Yo Me Quiero Casar… ¿y Usted? a través de preguntas concretas y elegantes, pero también apelando al silencio.

En 1993, El Otro Lado ganó el premio Martín Fierro como mejor programa periodístico, dejando afuera a varios clásicos de la pantalla chica y, por su parte, Fabián Polosecki se llevó el galardón en el rubro revelación. No hace falta aclarar que este ciclo fue el gen que dio pie para que luego programas como Zoo o Kaos en la Ciudad, de Juan Castro, o Ser Urbano, con Gastón Pauls, tuvieran su lugar sin cuestionamientos en la televisión abierta comercial.

Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas. Tras la experiencia de El Otro Lado, Polo tuvo un segundo programa en ATC llamado El Visitante. Allí el periodista hacía una especie de personaje que miraba su vida desde el futuro, a través de diferentes videos, pero no obtuvo el éxito esperado.

Luego de rechazar varios ofrecimientos para ser parte de diferentes programas de televisión, Polo decidió, en 1996, mudarse a una isla en el Delta del río Paraná para alejarse de todo el mundo. El 3 de diciembre de ese año, se dirigió hasta la estación de ferrocarril de la localidad de Santos Lugares y se suicidó cuando pasaba el tren. Allí comenzó el mito de un personaje único e irrepetible.

 Luego de ganar un concurso, el joven periodista fue tentado para realizar un ciclo de entrevistas que mostraba el costado menos “televisivo” de la ciudad y sus personajes  LA NACION

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