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Una prueba que refleja lo mejor del arte de la doma y la excelencia de una raza equina

Hace ya un tiempo se dio una charla entre un tal Sergio Magrini, veterinario cordobés, hombre de campo y polo, pero en particular de caballos y el tan mentado Polito Ulloa. Emulando las formalidades contractuales, de ahora en más, el “Domador”. El tema, una competencia de amanse. Consistía en ver en un tiempo específico el trabajo de los domadores basado en sus resultados. Utilizarían ciertos parámetros de virginidad en los potros al anotarse y de determinados ejercicios previamente estipulados a la hora de la entrega, tomando este punto como final de la etapa de doma. Claramente fue una buena idea, y como en la vida, todas las partes de un proyecto debiesen salir beneficiadas. En éste caso se ha dado y ese análisis, lo haremos más adelante.

“Devastadoras escenas”: siguen apareciendo miles de ovejas muertas tras la histórica nevada en Santa Cruz

En el año 2019, en la Estancia San Martín del partido de Lincoln en una fría mañana de julio empezaban a bajar de los trailers, los primeros potros. El desarrollo de esta prueba con 98 anotados parecía ser el punto de partida de algo que en escasas seis ediciones con más de 600 caballos, ya es un clásico del calendario ecuestre argentino y con creciente renombre internacional. La realidad nos muestra que esto había empezado en enero de ese año. La transparencia y confiabilidad es en esto fundamental, así que los organizadores visitaron campo por campo, cerciorándose que cada animal anotado tuviese las características requeridas. Ellas eran: no haber recibido enseñanza alguna más allá de su mansedumbre de abajo, una revisación veterinaria acorde y estar inscriptos en la Asociación Argentina de Criadores de Caballos de Polo (Aaccp). El premio era tentador, una camioneta 0km. Pero el tiempo nos hace creer una vez más en la honorabilidad del hombre de campo Es claro que cualquiera de los 204 domadores anotados este año, no cambiaría un milímetro su dedicación al trabajo y menos aún su ilusión, si la camioneta no existiese. Pasó a ser el orgullo por “campeonar” lo que los mueve. La falsísima modestia del “se hace lo que se puede” contrasta con el pelo reluciente y las pilchas como un guante.

La prueba consiste en diez etapas, que algunas hablan de mansedumbre y otras de funcionalidad, donde en ellas un exigente jurado conformado por expertos en doma y polo (podemos nombrar a Adolfito Cambiaso y Facundo Pieres) califica los desempeños de estos noveles animales. Una clasificación de dos días completos para llegar los 20 mejores, a la final del domingo. Volviendo a lo mencionado anteriormente sobre el logro que significa esto para la industria, pensemos en sus componentes.

Caballos correctos

Arranquemos por las estrellas, que a diferencia de lo que se jura en la Sociedad Rural Argentina, que son los caballos, en esta prueba son los domadores los que se evalúan. Podemos pensar que la materia prima con la que parten es distinta y es cierto, pero es la realidad con la que conviven a diario. Uno de sus objetivos es sacar caballos lo más correctos y honestos posible. Existe un viejo axioma de los criadores ingleses de Sangre Pura de Carrera que dice que “un animal se gesta con un determinado potencial al cual no le podemos sumar nada.” Nuestra función entonces, es restar lo menos posible. Mi abuelo Don Pedro comparaba sus domadores con joyeros: pueden ambos crear una obra de arte o arruinar la piedra que se les confió.

¿Cuál es el beneficio principal de la prueba para estos profesionales de la doma? Claramente, su marketing.

Lavinia se ha convertido en el Wimbledon del amanse y no hay domador que no quiera medirse allí. Tiempo atrás, uno en busca de un domador caía en la recomendación de alguien que sabía de uno, en un puesto por allá, por el fondo de un campo que lindaba con el infierno…Como es de imaginarse, no existía informe o reporte alguno sobre el proceso que llevaba a cabo. Un año después, recibíamos un esqueleto forrado en cuero, con la lengua hecha hilachas, una nube en un ojo producto de un garrotazo (que se relataba como una espina), una cicatriz por algún alambre y una matadura por la ensillada diaria de las últimas dos semanas antes de la entrega. Quien no haya pasado por alguna experiencia similar, es un bendecido de los dioses.

Esta prueba le saca la sábana al más fantasma. Lo que siempre digo, es que Polito Ulloa convirtió un oficio en una profesión y en esta competencia se ve a todas luces. Esta gran vidriera nos permite evaluar 200 domadores que son una opción cierta y válida de trabajo y responsabilidad.

Vayamos ahora a otro componente, que es el criador. Pensemos que ya son 165 las crías que han llevado a Bien Montados sobre los cerca de 400 que son socios de la Aaccp. Ha habido hijos de 250 padrillos, amansados por distintos domadores bajo un mismo esquema y tiempo de doma. Esta información de precocidad y características de los potrillos en la doma, son invaluables para un criador.

En cuanto al espectáculo en sí, no encuentro forma fiel de describirlo. Son 200 paisanos emponchados que lucen a cada momento el fruto de su trabajo y el respeto por el lugar se siente en cada cabeza cubierta para entrar a la pista donde los saludos entreveran tonadas y cadencias de pagos muy distintos y en las rondas de mate se galopean leguas de sueños y recuerdos. Si a esto le sumamos que a cada potro que se le pisa el estribo, lo acompañan herreros, ayudantes, sogueros, veterinarios, camioneros y principalmente sus familias, se nos hace una ocasión incomparable.

Los representantes de una veintena de provincias ensalzan de forma natural el federalismo que tanto se predica. Es un encuentro que reza argentinidad y grita tradición. Le da vigencia a la figura del hombre de campo, muestra su compromiso con el presente y su adaptabilidad a los tiempos por venir. El caballo de Polo Argentino engalana las gramillas del mundo y mucho se lo debemos a nuestros domadores. Esta prueba los honra. Si anda por los pagos de Lincoln a fin de agosto, arrímese. Le garantizo ver a varios paisanos Bien Montados.

Hace ya un tiempo se dio una charla entre un tal Sergio Magrini, veterinario cordobés, hombre de campo y polo, pero en particular de caballos y el tan mentado Polito Ulloa. Emulando las formalidades contractuales, de ahora en más, el “Domador”. El tema, una competencia de amanse. Consistía en ver en un tiempo específico el trabajo de los domadores basado en sus resultados. Utilizarían ciertos parámetros de virginidad en los potros al anotarse y de determinados ejercicios previamente estipulados a la hora de la entrega, tomando este punto como final de la etapa de doma. Claramente fue una buena idea, y como en la vida, todas las partes de un proyecto debiesen salir beneficiadas. En éste caso se ha dado y ese análisis, lo haremos más adelante.

“Devastadoras escenas”: siguen apareciendo miles de ovejas muertas tras la histórica nevada en Santa Cruz

En el año 2019, en la Estancia San Martín del partido de Lincoln en una fría mañana de julio empezaban a bajar de los trailers, los primeros potros. El desarrollo de esta prueba con 98 anotados parecía ser el punto de partida de algo que en escasas seis ediciones con más de 600 caballos, ya es un clásico del calendario ecuestre argentino y con creciente renombre internacional. La realidad nos muestra que esto había empezado en enero de ese año. La transparencia y confiabilidad es en esto fundamental, así que los organizadores visitaron campo por campo, cerciorándose que cada animal anotado tuviese las características requeridas. Ellas eran: no haber recibido enseñanza alguna más allá de su mansedumbre de abajo, una revisación veterinaria acorde y estar inscriptos en la Asociación Argentina de Criadores de Caballos de Polo (Aaccp). El premio era tentador, una camioneta 0km. Pero el tiempo nos hace creer una vez más en la honorabilidad del hombre de campo Es claro que cualquiera de los 204 domadores anotados este año, no cambiaría un milímetro su dedicación al trabajo y menos aún su ilusión, si la camioneta no existiese. Pasó a ser el orgullo por “campeonar” lo que los mueve. La falsísima modestia del “se hace lo que se puede” contrasta con el pelo reluciente y las pilchas como un guante.

La prueba consiste en diez etapas, que algunas hablan de mansedumbre y otras de funcionalidad, donde en ellas un exigente jurado conformado por expertos en doma y polo (podemos nombrar a Adolfito Cambiaso y Facundo Pieres) califica los desempeños de estos noveles animales. Una clasificación de dos días completos para llegar los 20 mejores, a la final del domingo. Volviendo a lo mencionado anteriormente sobre el logro que significa esto para la industria, pensemos en sus componentes.

Caballos correctos

Arranquemos por las estrellas, que a diferencia de lo que se jura en la Sociedad Rural Argentina, que son los caballos, en esta prueba son los domadores los que se evalúan. Podemos pensar que la materia prima con la que parten es distinta y es cierto, pero es la realidad con la que conviven a diario. Uno de sus objetivos es sacar caballos lo más correctos y honestos posible. Existe un viejo axioma de los criadores ingleses de Sangre Pura de Carrera que dice que “un animal se gesta con un determinado potencial al cual no le podemos sumar nada.” Nuestra función entonces, es restar lo menos posible. Mi abuelo Don Pedro comparaba sus domadores con joyeros: pueden ambos crear una obra de arte o arruinar la piedra que se les confió.

¿Cuál es el beneficio principal de la prueba para estos profesionales de la doma? Claramente, su marketing.

Lavinia se ha convertido en el Wimbledon del amanse y no hay domador que no quiera medirse allí. Tiempo atrás, uno en busca de un domador caía en la recomendación de alguien que sabía de uno, en un puesto por allá, por el fondo de un campo que lindaba con el infierno…Como es de imaginarse, no existía informe o reporte alguno sobre el proceso que llevaba a cabo. Un año después, recibíamos un esqueleto forrado en cuero, con la lengua hecha hilachas, una nube en un ojo producto de un garrotazo (que se relataba como una espina), una cicatriz por algún alambre y una matadura por la ensillada diaria de las últimas dos semanas antes de la entrega. Quien no haya pasado por alguna experiencia similar, es un bendecido de los dioses.

Esta prueba le saca la sábana al más fantasma. Lo que siempre digo, es que Polito Ulloa convirtió un oficio en una profesión y en esta competencia se ve a todas luces. Esta gran vidriera nos permite evaluar 200 domadores que son una opción cierta y válida de trabajo y responsabilidad.

Vayamos ahora a otro componente, que es el criador. Pensemos que ya son 165 las crías que han llevado a Bien Montados sobre los cerca de 400 que son socios de la Aaccp. Ha habido hijos de 250 padrillos, amansados por distintos domadores bajo un mismo esquema y tiempo de doma. Esta información de precocidad y características de los potrillos en la doma, son invaluables para un criador.

En cuanto al espectáculo en sí, no encuentro forma fiel de describirlo. Son 200 paisanos emponchados que lucen a cada momento el fruto de su trabajo y el respeto por el lugar se siente en cada cabeza cubierta para entrar a la pista donde los saludos entreveran tonadas y cadencias de pagos muy distintos y en las rondas de mate se galopean leguas de sueños y recuerdos. Si a esto le sumamos que a cada potro que se le pisa el estribo, lo acompañan herreros, ayudantes, sogueros, veterinarios, camioneros y principalmente sus familias, se nos hace una ocasión incomparable.

Los representantes de una veintena de provincias ensalzan de forma natural el federalismo que tanto se predica. Es un encuentro que reza argentinidad y grita tradición. Le da vigencia a la figura del hombre de campo, muestra su compromiso con el presente y su adaptabilidad a los tiempos por venir. El caballo de Polo Argentino engalana las gramillas del mundo y mucho se lo debemos a nuestros domadores. Esta prueba los honra. Si anda por los pagos de Lincoln a fin de agosto, arrímese. Le garantizo ver a varios paisanos Bien Montados.

 Más de 200 domadores de caballos de Polo Argentino participan todos los años de una exigente competencia en el partido bonaerense de Lincoln que se transforma en una verdadera fiesta gaucha  LA NACION

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