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La historia del pueblo italiano que toma mate “a lo loco” y que el año que viene hará su propia yerba

Lungro es un pueblo de poco más de 2900 habitantes al sur de Italia. Se ubica en la región de Calabria, en medio de un terreno sinuoso y montañoso. Esta solitaria urbanización de casas antiguas y una multicultura entre italianos y albaneses destaca por sobre otras zonas de la península. Y, créase o no, es conocida como la Capital Europea del Mate, ya que desde hace 140 años es una tradición tomar mate ahí, y que además, tiene un festival relacionado con ello, que este año celebró su décima edición. Esta particularidad la hace cercana a nuestro país y para entender por qué sucede esto a tantos kilómetros de estos pagos, LA NACION habló con Anna Stratigò, fundadora de la Academia del Mate y promotora de ese festival.

En Lungro, los habitantes ya consideran el mate como propio y respetan incluso algunas reglas del rito argentino a la hora de disfrutarlo. En cada casa se toma esta infusión, tengan o no vínculo directo con la Argentina. Asimismo, lo prefieren por sobre el café. Lo beben en la mañana, en la tarde, solos o acompañados. Pero siempre está.

La historia de cómo el mate aterrizó en ese pueblo se remonta a las últimas décadas del siglo XIX, cuando los inmigrantes italianos llegaron a la Argentina en busca de una vida mejor. En ese entonces, la pobreza del sur de Italia era abismal y la única salida era embarcarse en dirección a la “tierra prometida”.

El mate a Lungro llegó gracias a los primeros inmigrantes que le enviaban como souvenirs a sus familiares –que aún permanecían en la península- yerba, bombillas y porongos. Con el correr del tiempo, un importante número retornó a su país de origen y, en su vuelta, se llevó un equipo completo de recuerdo. Era el inicio de una tradición for export…

Justamente, la influencia de esta infusión fue tal, que existe un relato famoso de un vecino lungrese en el que su abuela en 1920 viajó a la Argentina porque su marido trabajaba aquí. Al momento de hacer la valija, en lugar de poner los vestidos y los objetos personales, colocó una pava y un mate. Lo cierto es que al desembarcar en Buenos Aires se sorprendió que todos tomaban mate.

La unión sociocultural es tal que en 2025, además del festival gastronómico argentino que se planeará en honor al vínculo intercultural entre la Argentina e Italia, se espera que Lungro inicie, por primera vez, la siembra y cosecha de yerba mate. Así se convertirá en el primer pueblo de Europa que lo haga y la yerba será íntegramente lungrese.

Capital del Mate Argentino y La Casa del Mate

Anna logró que Lungro fuera catalogada como la Capital Europea del Mate en el 2014, pero su vínculo con esta infusión siempre estuvo presente desde que tiene uso de razón. Incluso en el 2002, escribió una canción en su honor, la cual se llama “La Casa del Mate”. En su familia, sus padres siempre lo tomaron, sus amigos, vecinos y parientes también. Para ella y para el resto, el mate “era lungresi” y punto.

“Es una tradición lineal que respetamos hace más de 100 años y yo necesitaba contarlo al mundo, porque me parecía que no era común. A pesar de que nosotros decíamos: ‘es argentino, pero estuvo aquí desde siempre’”, respondió entre risas Anna.

A poco de la asunción del Papa Francisco, Anna tuvo la oportunidad de compartir un mate con él en la Plaza San Pedro del Vaticano, algo que rememora como un encuentro fraternal entre la cultura argentina y lungresa. Allí le contó sobre la existencia del poblado al sur de Italia y que desde hace 140 años también lo toman.

“Un lungrese se distingue en el mundo porque en su casa tiene un mate argentino, un ícono bizantino y un libro albanese”, señaló con orgullo Anna y subrayó: “Si vos vas a la casa de alguien en cualquier parte del mundo y hay un mate, puede que sea argentino o lungrese”.

“El mate es parte de la vida del lungrese, no podés imaginarte salir de casa sin el mate. El mate es identidad”, sostuvo Anna. En tanto, esta bebida es tan popular e importante para ellos que la misma Anna fundó la Academia del Mate en 2015 con el propósito de estudiar todo acerca de esta infusión. Y que hoy en día tiene contacto directo con la Universidad Nacional de Misiones. Desde allí, los diferentes expertos en la materia los instruyeron y les enseñaron a fabricar las calabazas o porongos.

Sobre la fiesta del mate que se celebra cada 1° de agosto y que este cumplió su décima edición, Anna contó que dan charlas acerca de la preparación, conservación de la yerba y producción de la misma. Además, se intenta dar un paso más en la profundización del conocimiento del mismo. Y claro, también darlo a conocer en toda Italia.

Lungro se convirtió en una parte importante de la identidad matera, que se vincula directamente con nuestro país y se hermana en una tradición que va más allá de los lazos sanguíneos. Así las cosas, el pequeño pueblo pasará a producir su propia yerba y, con ello, este producto será íntegramente europeo, pero sin dudas, con el sello albiceleste detrás, que nos conectará siempre.

Lungro es un pueblo de poco más de 2900 habitantes al sur de Italia. Se ubica en la región de Calabria, en medio de un terreno sinuoso y montañoso. Esta solitaria urbanización de casas antiguas y una multicultura entre italianos y albaneses destaca por sobre otras zonas de la península. Y, créase o no, es conocida como la Capital Europea del Mate, ya que desde hace 140 años es una tradición tomar mate ahí, y que además, tiene un festival relacionado con ello, que este año celebró su décima edición. Esta particularidad la hace cercana a nuestro país y para entender por qué sucede esto a tantos kilómetros de estos pagos, LA NACION habló con Anna Stratigò, fundadora de la Academia del Mate y promotora de ese festival.

En Lungro, los habitantes ya consideran el mate como propio y respetan incluso algunas reglas del rito argentino a la hora de disfrutarlo. En cada casa se toma esta infusión, tengan o no vínculo directo con la Argentina. Asimismo, lo prefieren por sobre el café. Lo beben en la mañana, en la tarde, solos o acompañados. Pero siempre está.

La historia de cómo el mate aterrizó en ese pueblo se remonta a las últimas décadas del siglo XIX, cuando los inmigrantes italianos llegaron a la Argentina en busca de una vida mejor. En ese entonces, la pobreza del sur de Italia era abismal y la única salida era embarcarse en dirección a la “tierra prometida”.

El mate a Lungro llegó gracias a los primeros inmigrantes que le enviaban como souvenirs a sus familiares –que aún permanecían en la península- yerba, bombillas y porongos. Con el correr del tiempo, un importante número retornó a su país de origen y, en su vuelta, se llevó un equipo completo de recuerdo. Era el inicio de una tradición for export…

Justamente, la influencia de esta infusión fue tal, que existe un relato famoso de un vecino lungrese en el que su abuela en 1920 viajó a la Argentina porque su marido trabajaba aquí. Al momento de hacer la valija, en lugar de poner los vestidos y los objetos personales, colocó una pava y un mate. Lo cierto es que al desembarcar en Buenos Aires se sorprendió que todos tomaban mate.

La unión sociocultural es tal que en 2025, además del festival gastronómico argentino que se planeará en honor al vínculo intercultural entre la Argentina e Italia, se espera que Lungro inicie, por primera vez, la siembra y cosecha de yerba mate. Así se convertirá en el primer pueblo de Europa que lo haga y la yerba será íntegramente lungrese.

Capital del Mate Argentino y La Casa del Mate

Anna logró que Lungro fuera catalogada como la Capital Europea del Mate en el 2014, pero su vínculo con esta infusión siempre estuvo presente desde que tiene uso de razón. Incluso en el 2002, escribió una canción en su honor, la cual se llama “La Casa del Mate”. En su familia, sus padres siempre lo tomaron, sus amigos, vecinos y parientes también. Para ella y para el resto, el mate “era lungresi” y punto.

“Es una tradición lineal que respetamos hace más de 100 años y yo necesitaba contarlo al mundo, porque me parecía que no era común. A pesar de que nosotros decíamos: ‘es argentino, pero estuvo aquí desde siempre’”, respondió entre risas Anna.

A poco de la asunción del Papa Francisco, Anna tuvo la oportunidad de compartir un mate con él en la Plaza San Pedro del Vaticano, algo que rememora como un encuentro fraternal entre la cultura argentina y lungresa. Allí le contó sobre la existencia del poblado al sur de Italia y que desde hace 140 años también lo toman.

“Un lungrese se distingue en el mundo porque en su casa tiene un mate argentino, un ícono bizantino y un libro albanese”, señaló con orgullo Anna y subrayó: “Si vos vas a la casa de alguien en cualquier parte del mundo y hay un mate, puede que sea argentino o lungrese”.

“El mate es parte de la vida del lungrese, no podés imaginarte salir de casa sin el mate. El mate es identidad”, sostuvo Anna. En tanto, esta bebida es tan popular e importante para ellos que la misma Anna fundó la Academia del Mate en 2015 con el propósito de estudiar todo acerca de esta infusión. Y que hoy en día tiene contacto directo con la Universidad Nacional de Misiones. Desde allí, los diferentes expertos en la materia los instruyeron y les enseñaron a fabricar las calabazas o porongos.

Sobre la fiesta del mate que se celebra cada 1° de agosto y que este cumplió su décima edición, Anna contó que dan charlas acerca de la preparación, conservación de la yerba y producción de la misma. Además, se intenta dar un paso más en la profundización del conocimiento del mismo. Y claro, también darlo a conocer en toda Italia.

Lungro se convirtió en una parte importante de la identidad matera, que se vincula directamente con nuestro país y se hermana en una tradición que va más allá de los lazos sanguíneos. Así las cosas, el pequeño pueblo pasará a producir su propia yerba y, con ello, este producto será íntegramente europeo, pero sin dudas, con el sello albiceleste detrás, que nos conectará siempre.

 Tiene apenas 2900 habitantes, está al sur de Italia y adoptó la tradición argentina desde hace más de 140 años; en diálogo con LA NACION, la creadora del festival en honor al mate habla de este fenómeno  LA NACION

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