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Ivo Cutzarida habla de su nueva vida en el campo y presenta a su novia: “Estaba reacio a armar pareja”

La alfalfa –dice Ivo Cutzarida– es resistente. “La alfalfa que plantás es la misma que, cada cuatro meses, cosechás. No tenés que volver a sembrar: se corta y crece la misma otra vez”, explica Cutzarida (61). Parado sobre una gran superficie tapizada de hierba verde casi fosforescente que le llega a los tobillos, el actor y director teatral habla de la calidad del suelo, de la intensidad de las lluvias y de las heladas, que este 2024 fueron implacables para el campo argentino y, por supuesto, también para la chacra que su hermano Alejandro tiene en San Andrés de Giles, provincia de Buenos Aires. Hace dos años, Alejandro, que muchos recordarán porque protagonizó aquella campaña televisiva de Colbert Noir de fines de los 80, adquirió, junto con su mujer, Lorena, un campo de once hectáreas. “Alejandro venía buscando por todos lados un terreno. Hasta que, finalmente, encontró este lugar, que había sido una plantación de arándanos. Y me pidió que lo ayudara a reconvertirlo”, cuenta a ¡HOLA! Argentina Ivo quien, desde entonces, les pone el cuerpo a todas las actividades: desde supervisar el rastrillaje hasta trasladar los fardos al galpón y, más tarde, repartirlos a los compradores, criadores de caballos de alta performance. “El campo siempre me gustó. Vengo y ayudo a mi hermano, controlo el cultivo, las ovejas y el gallinero… Si, en el futuro, da ganancias, veremos. Mientras tanto, el campo me mantiene activo y feliz, viviendo a full el presente. Listo. Corta la bocha”, remata con la frase que, desde hace una década, es su marca registrada.

–Cursaste varios años de Derecho antes de dedicarte a la actuación. ¿Ahora sos un hombre de campo?

–¡No! Trabajo en el campo, pero también sigo con el teatro [protagoniza El sótano, se busca empleado, una comedia que dirige Fernando Pereyra]. Además, atiendo pacientes de manera individual y en un consultorio ambulatorio [en la Fundación Eira, dirigido por el psiquiatra Carlos Robles Gorriti]. Desde hace diez años, rehabilito personas con adicciones. Nada de esto fue un plan b para la actuación; todo se fue dando. Si me preguntás qué soy, soy todas esas cosas: actor, productor de teatro, coach y terapeuta, alguien que ayuda a transitar el dolor y la tristeza, que son inevitables en la vida.

–¿Ese camino te ayudó a vos?

–Como cualquier persona, he tenido dolores, pérdidas y una gran sensación de vacío que aún estoy transitando. En 1998, murió mi hermano mayor, Radu [sus otros hermanos son Constantine y Sigfrido]. Vivía en los Estados Unidos, tenía cáncer y yo viajé para acompañarlo. Su muerte me cambió… al igual que mi último divorcio [con la española Cristina García Casalderrey, Ivo tuvo a Ana; hoy tiene 10 años y vive cerca de Barcelona: “No poder estar con mi hija es muy complicado para mí”, dirá en la entrevista]. Fueron situaciones muy duras que me sirvieron para aprender. A todos nos pasan cosas que no son justas o que no nos salen como uno quisiera. Tirar la pelota afuera no es la solución: es uno quien tiene que cambiar, germinar, como estas plantas de alfalfa. Y el paso del tiempo tiene que ser nuestro mejor amigo.

–Cuando lo mirás con perspectiva, ¿qué pensás del “Corta la bocha” y ese momento de alta exposición que tuviste?

–Siento que salí a denunciar como loco malo y que no todos me entendieron. Pero… ¡fue lo que me salió! Sin embargo, estoy en paz porque, al menos, hice algo. “Corta la bocha” es una expresión de quienes juegan a las bochas. La aprendí cuando iba a Santa Fe a la cárcel a ver a Carlos Monzón, que quería hacer conmigo la película de su vida. Mi intención era poner mi granito de arena para mejorar la sociedad: no es que yo me largué a hablar sin tener idea.

–Vos ya habías tenido incursiones políticas [militó en la UCR en tiempos de Raúl Alfonsín y, en 2017, en el Frente Unión Federal].

–Sí, e incluso, había hecho trabajo social. En un momento en el cual yo sentía que no se debatía nada, quise decirles a los políticos “No nos vendan pescado podrido; dejen de discutir pavadas”: primero, en relación con la inseguridad y, después, con el manejo de la cuarentena. Los políticos se enojaron; los medios me hicieron a un lado [Ivo fue panelista en Intratables y en El show del problema]. Después de haber estudiado consejería psicológica [se recibió en Holos Sánchez Bodas], me di cuenta de que cuando comunicás algo, cada uno interpreta las palabras según sus propios conceptos. Además, yo no sabía escuchar y veía las cosas según el modelo mental blanco-negro. Tal vez, de haber sabido lo que sé hoy, no hubiera reaccionado como lo hice cuando empezaron a chicanearme por mis ideas. Muchos se rieron cuando en Intratables empecé a recitar el Martín Fierro para hablar de ciertas miserias, como vivir sin trabajar, robar o la falta de respeto. Mi aprendizaje es que, si mi vida no está en peligro, lo mejor que puedo hacer es respirar profundo y desactivar la adrenalina y el cortisol. En la mayoría de los casos, nos enojamos innecesariamente.

–Cuando conociste a María Laura [Batalla, 49, contadora y agente inmobiliaria], ¿estabas justo en este momento? ¿Cómo fue el encuentro?

Ivo: La conocí a través de su hermano, Fernando, que es mi amigo. Él tiene unas cabañas en San Luis, donde había ido a hacer una obra de teatro.

María Laura: Durante la pandemia, mi hermano quedó varado en Nueva Zelanda, donde había ido de vacaciones. Con Ivo empezamos a hablar por esa situación. Yo hablaba con “el amigo de mi hermano”, pero sabía que Ivo era I-vo-Cut-za-ri-da. Con el tiempo, fuimos dejando de hablar de mi hermano. Conversábamos todos los días hasta las 3 de la mañana. Ivo: Venía de años de estar solo, y tener una amiga con quien hablar era lindo.

–¿Cuándo se dieron cuenta de que no era amistad?

María Laura: A mí, él me encantaba, pero toda la situación, cuarentena de por medio, era surrealista. Me acuerdo que me dije: “Bueno, durará lo que dure la pandemia”. [Se ríe]. Un día, en vez de llamarme como habitualmente lo hacía, hizo una videollamada. Cuando atendí, me dijo: “Ay, sos linda”.

–¿Y ahí cambió todo?

María Laura: ¡No! Arreglamos para encontrarnos, pero seguíamos siendo amigos. Y lo más gracioso fue que, durante todo ese tiempo, intentaba ayudarme para que volviera con mi ex marido. Ivo tiene principios inquebrantables: insistía con que tenía que darle una oportunidad a la familia.

Ivo: Laura tiene cuatro hijos Mercedes (27, médica), Bautista (25, ingeniero en sistemas) Paz (20, estudia Arquitectura) y Rosario (16, termina el secundario el año que viene), y para mí, la familia es sagrada. Estoy convencido de que, si hay hijos, hay que hacer lo posible para mantener la unión. Pero ella se lleva muy bien con su ex y eso es fundamental. La pareja puede ser circunstancial, pero la familia es para siempre.

María Laura: Lo cierto es que, a fines de 2020, en una salida que hicimos al río, me dijo: “¿Querés ser mi novia?”. Fue muy lindo.

Ivo: Es que yo estaba reacio a armar pareja. Laura es una mujer con los pies sobre la tierra, independiente y muy compañera. Nos llevamos fenómeno y, además, se lleva muy bien con mi hijo Nicolae (tiene 30, es diseñador gráfico y es fruto de su primer matrimonio con Andrea Rizzo): él está por recibirse de martillero público y le encantan las finanzas; charlan mucho con ella. Creo que la razón por la cual todo fluyó con Laura fue porque construimos antes una amistad. Hoy considero que, cuando hay amistad, los vínculos de pareja son más auténticos y duraderos.

María Laura: Si bien tenemos mucho en común, yo soy más práctica. Mientras yo estoy todo el tiempo pensando en el futuro, en las compras, en los impuestos, Ivo está enfocadísimo en el presente. Admiro que haya dicho lo que nadie se animaba a decir, que fue por lo que se quedó sin trabajo en la tele. Es coherente con lo que piensa, idealista y autoexigente. Está por cumplir 62 años y quiere estudiar Psicología. Te escucha con atención y siempre está tratando de ayudar al otro. A veces, cuando estoy complicada, viene conmigo a mostrar casas. ¡Imaginate el shock de la gente cuando lo ve! “¿Es Ivo Cutzarida I-vo-Cut-za-ri-da?”. [Se ríe]. Después, se quedan charlando horas con él.

–Si está tan enfocado en el presente, debe ser difícil proyectar casamiento…

María Laura: Justo con ese tema, Ivo empieza a hablar del clima o me pregunta si estamos al día con los impuestos… Llevamos dos años viviendo juntos y este año, empezamos a construir una casa en función de la familia ensamblada que armamos.

Ivo: ¡Es que proyecto muy poco! Lo que a mí me sacó adelante fue vivir en el aquí y el ahora. Nunca es otro momento que no sea ahora y, en ese momento, está el teatro, mi trabajo como terapeuta, el campo y ella. Estoy en un gran momento. No tengo más que agradecimiento para con la vida.

Producción: Paola Reyes

Agradecimientos: @pamperousointensivo

La alfalfa –dice Ivo Cutzarida– es resistente. “La alfalfa que plantás es la misma que, cada cuatro meses, cosechás. No tenés que volver a sembrar: se corta y crece la misma otra vez”, explica Cutzarida (61). Parado sobre una gran superficie tapizada de hierba verde casi fosforescente que le llega a los tobillos, el actor y director teatral habla de la calidad del suelo, de la intensidad de las lluvias y de las heladas, que este 2024 fueron implacables para el campo argentino y, por supuesto, también para la chacra que su hermano Alejandro tiene en San Andrés de Giles, provincia de Buenos Aires. Hace dos años, Alejandro, que muchos recordarán porque protagonizó aquella campaña televisiva de Colbert Noir de fines de los 80, adquirió, junto con su mujer, Lorena, un campo de once hectáreas. “Alejandro venía buscando por todos lados un terreno. Hasta que, finalmente, encontró este lugar, que había sido una plantación de arándanos. Y me pidió que lo ayudara a reconvertirlo”, cuenta a ¡HOLA! Argentina Ivo quien, desde entonces, les pone el cuerpo a todas las actividades: desde supervisar el rastrillaje hasta trasladar los fardos al galpón y, más tarde, repartirlos a los compradores, criadores de caballos de alta performance. “El campo siempre me gustó. Vengo y ayudo a mi hermano, controlo el cultivo, las ovejas y el gallinero… Si, en el futuro, da ganancias, veremos. Mientras tanto, el campo me mantiene activo y feliz, viviendo a full el presente. Listo. Corta la bocha”, remata con la frase que, desde hace una década, es su marca registrada.

–Cursaste varios años de Derecho antes de dedicarte a la actuación. ¿Ahora sos un hombre de campo?

–¡No! Trabajo en el campo, pero también sigo con el teatro [protagoniza El sótano, se busca empleado, una comedia que dirige Fernando Pereyra]. Además, atiendo pacientes de manera individual y en un consultorio ambulatorio [en la Fundación Eira, dirigido por el psiquiatra Carlos Robles Gorriti]. Desde hace diez años, rehabilito personas con adicciones. Nada de esto fue un plan b para la actuación; todo se fue dando. Si me preguntás qué soy, soy todas esas cosas: actor, productor de teatro, coach y terapeuta, alguien que ayuda a transitar el dolor y la tristeza, que son inevitables en la vida.

–¿Ese camino te ayudó a vos?

–Como cualquier persona, he tenido dolores, pérdidas y una gran sensación de vacío que aún estoy transitando. En 1998, murió mi hermano mayor, Radu [sus otros hermanos son Constantine y Sigfrido]. Vivía en los Estados Unidos, tenía cáncer y yo viajé para acompañarlo. Su muerte me cambió… al igual que mi último divorcio [con la española Cristina García Casalderrey, Ivo tuvo a Ana; hoy tiene 10 años y vive cerca de Barcelona: “No poder estar con mi hija es muy complicado para mí”, dirá en la entrevista]. Fueron situaciones muy duras que me sirvieron para aprender. A todos nos pasan cosas que no son justas o que no nos salen como uno quisiera. Tirar la pelota afuera no es la solución: es uno quien tiene que cambiar, germinar, como estas plantas de alfalfa. Y el paso del tiempo tiene que ser nuestro mejor amigo.

–Cuando lo mirás con perspectiva, ¿qué pensás del “Corta la bocha” y ese momento de alta exposición que tuviste?

–Siento que salí a denunciar como loco malo y que no todos me entendieron. Pero… ¡fue lo que me salió! Sin embargo, estoy en paz porque, al menos, hice algo. “Corta la bocha” es una expresión de quienes juegan a las bochas. La aprendí cuando iba a Santa Fe a la cárcel a ver a Carlos Monzón, que quería hacer conmigo la película de su vida. Mi intención era poner mi granito de arena para mejorar la sociedad: no es que yo me largué a hablar sin tener idea.

–Vos ya habías tenido incursiones políticas [militó en la UCR en tiempos de Raúl Alfonsín y, en 2017, en el Frente Unión Federal].

–Sí, e incluso, había hecho trabajo social. En un momento en el cual yo sentía que no se debatía nada, quise decirles a los políticos “No nos vendan pescado podrido; dejen de discutir pavadas”: primero, en relación con la inseguridad y, después, con el manejo de la cuarentena. Los políticos se enojaron; los medios me hicieron a un lado [Ivo fue panelista en Intratables y en El show del problema]. Después de haber estudiado consejería psicológica [se recibió en Holos Sánchez Bodas], me di cuenta de que cuando comunicás algo, cada uno interpreta las palabras según sus propios conceptos. Además, yo no sabía escuchar y veía las cosas según el modelo mental blanco-negro. Tal vez, de haber sabido lo que sé hoy, no hubiera reaccionado como lo hice cuando empezaron a chicanearme por mis ideas. Muchos se rieron cuando en Intratables empecé a recitar el Martín Fierro para hablar de ciertas miserias, como vivir sin trabajar, robar o la falta de respeto. Mi aprendizaje es que, si mi vida no está en peligro, lo mejor que puedo hacer es respirar profundo y desactivar la adrenalina y el cortisol. En la mayoría de los casos, nos enojamos innecesariamente.

–Cuando conociste a María Laura [Batalla, 49, contadora y agente inmobiliaria], ¿estabas justo en este momento? ¿Cómo fue el encuentro?

Ivo: La conocí a través de su hermano, Fernando, que es mi amigo. Él tiene unas cabañas en San Luis, donde había ido a hacer una obra de teatro.

María Laura: Durante la pandemia, mi hermano quedó varado en Nueva Zelanda, donde había ido de vacaciones. Con Ivo empezamos a hablar por esa situación. Yo hablaba con “el amigo de mi hermano”, pero sabía que Ivo era I-vo-Cut-za-ri-da. Con el tiempo, fuimos dejando de hablar de mi hermano. Conversábamos todos los días hasta las 3 de la mañana. Ivo: Venía de años de estar solo, y tener una amiga con quien hablar era lindo.

–¿Cuándo se dieron cuenta de que no era amistad?

María Laura: A mí, él me encantaba, pero toda la situación, cuarentena de por medio, era surrealista. Me acuerdo que me dije: “Bueno, durará lo que dure la pandemia”. [Se ríe]. Un día, en vez de llamarme como habitualmente lo hacía, hizo una videollamada. Cuando atendí, me dijo: “Ay, sos linda”.

–¿Y ahí cambió todo?

María Laura: ¡No! Arreglamos para encontrarnos, pero seguíamos siendo amigos. Y lo más gracioso fue que, durante todo ese tiempo, intentaba ayudarme para que volviera con mi ex marido. Ivo tiene principios inquebrantables: insistía con que tenía que darle una oportunidad a la familia.

Ivo: Laura tiene cuatro hijos Mercedes (27, médica), Bautista (25, ingeniero en sistemas) Paz (20, estudia Arquitectura) y Rosario (16, termina el secundario el año que viene), y para mí, la familia es sagrada. Estoy convencido de que, si hay hijos, hay que hacer lo posible para mantener la unión. Pero ella se lleva muy bien con su ex y eso es fundamental. La pareja puede ser circunstancial, pero la familia es para siempre.

María Laura: Lo cierto es que, a fines de 2020, en una salida que hicimos al río, me dijo: “¿Querés ser mi novia?”. Fue muy lindo.

Ivo: Es que yo estaba reacio a armar pareja. Laura es una mujer con los pies sobre la tierra, independiente y muy compañera. Nos llevamos fenómeno y, además, se lleva muy bien con mi hijo Nicolae (tiene 30, es diseñador gráfico y es fruto de su primer matrimonio con Andrea Rizzo): él está por recibirse de martillero público y le encantan las finanzas; charlan mucho con ella. Creo que la razón por la cual todo fluyó con Laura fue porque construimos antes una amistad. Hoy considero que, cuando hay amistad, los vínculos de pareja son más auténticos y duraderos.

María Laura: Si bien tenemos mucho en común, yo soy más práctica. Mientras yo estoy todo el tiempo pensando en el futuro, en las compras, en los impuestos, Ivo está enfocadísimo en el presente. Admiro que haya dicho lo que nadie se animaba a decir, que fue por lo que se quedó sin trabajo en la tele. Es coherente con lo que piensa, idealista y autoexigente. Está por cumplir 62 años y quiere estudiar Psicología. Te escucha con atención y siempre está tratando de ayudar al otro. A veces, cuando estoy complicada, viene conmigo a mostrar casas. ¡Imaginate el shock de la gente cuando lo ve! “¿Es Ivo Cutzarida I-vo-Cut-za-ri-da?”. [Se ríe]. Después, se quedan charlando horas con él.

–Si está tan enfocado en el presente, debe ser difícil proyectar casamiento…

María Laura: Justo con ese tema, Ivo empieza a hablar del clima o me pregunta si estamos al día con los impuestos… Llevamos dos años viviendo juntos y este año, empezamos a construir una casa en función de la familia ensamblada que armamos.

Ivo: ¡Es que proyecto muy poco! Lo que a mí me sacó adelante fue vivir en el aquí y el ahora. Nunca es otro momento que no sea ahora y, en ese momento, está el teatro, mi trabajo como terapeuta, el campo y ella. Estoy en un gran momento. No tengo más que agradecimiento para con la vida.

Producción: Paola Reyes

Agradecimientos: @pamperousointensivo

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