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Los libertarios se aprestan a expulsar del bloque a la diputada Arrieta

En la historia parlamentaria reciente se registra solo un antecedente de expulsión de un bloque legislativo. Ocurrió en 1997 y se trató, nada menos, que de la entonces senadora Cristina Kirchner, quien fue apartada por sus “compañeros” del bloque del PJ cuando su indisciplina partidaria y su prédica constante contra la gestión menemista se les hizo intolerable.

Casi 27 años después se repite la historia, aunque con una libertaria –Lourdes Arrieta– como la protagonista que llevó al hartazgo a sus pares de bancada, al punto de que este martes la expulsarán de su seno. Rompió todos los códigos, aducen, cuando presentó una denuncia penal contra el grupo de diputados por haberla llevado “engañada” al penal de Ezeiza para entrevistarse con represores de la última dictadura militar. Les revoleó los delitos más graves que puede cometer un funcionario público: coacción agravada, abuso de autoridad, violación de los deberes, conspiración y malversación de caudales públicos.

Le duró poco la ofensiva a la mendocina: la semana pasada el fiscal federal de Lomas de Zamora Sergio Mola desestimó la denuncia no sin antes calificarla de “pueril y carente de verosimilitud”, al punto de “herir la inteligencia”

Pero no fue el dictamen del fiscal lo que selló la suerte de Arrieta. Fue el puñal por la espalda que le clavó al presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem –así lo califican quienes rodean al riojano–, cuando insinuó que éste sabía de la visita al penal de Ezeiza.

Sucedió la semana pasada, ante la Comisión de Peticiones, Poderes y Reglamento de la Cámara de Diputados. Convocada para dar su testimonio sobre lo sucedido en el penal, Arrieta aseveró que tanto el diputado Beltrán Benedit –el organizador de la visita– como Menem deberían dar las explicaciones del caso.

“No me voy a subir a una combi sin algún tipo de aval político. Soy una persona orgánica que respeta la institucionalidad y la palabra del presidente de la Cámara como de mis pares”, enfatizó Arrieta. Y exigió: “Las sanciones deberían comenzar por quienes la organizaron y por quienes brindaron las herramientas para que sucediera. Tanto Beltrán Benedit como Martín Menem deberían dar explicaciones al respecto”, asestó. Este lunes, en diálogo con Radio con Vos, volvió a señalar al riojano.

Esas palabras fueron el golpe de gracia para Arrieta. Menem, quien ni bien estalló el escándalo aclaró que él no estaba al tanto de la visita de sus compañeros a Ezeiza, no toleró verse desautorizado. No imaginó que Arrieta iba a traicionarlo de esta manera, si él le había confiado el armado del partido de La Libertad Avanza en Mendoza. Armado que derivó en otro escándalo, también protagonizado por Arrieta, con la recolección de avales truchos, con personas fallecidas y militantes de otro partidos en las listas.

Sospechas y traiciones

Pese a todo, Menem y los suyos intentaron contenerla para que el conflicto no escale, cuentan en el entorno del riojano. Pero pronto entrevieron que la estocada dirigida directamente al presidente de la Cámara podía tener un instigador encubierto: el kirchnerismo.

Las miradas apuntaron al abogado de Arrieta, Yamil Castro Bianchi. El mismo que denunció al diputado de Pro Gerardo Milman por supuesta malversación de fondos públicos cuando arreciaban sobre él sospechas sobre su involucramiento en el atentado contra Cristina Kirchner. Previamente había denunciado a María Eugenia Vidal, también de Pro, por enriquecimiento ilícito.

Prevenido de que su clienta –Arrieta– podría sufrir algún tipo de apremio por parte de sus compañeros de bloque luego de su testimonio en la comisión, al día siguiente el abogado se instaló en la Cámara de Diputados. Ese jueves por la tarde se iba a celebrar una reunión de la bancada y la mujer le había pedido que estuviera cerca, por las dudas.

Arrieta no se equivocaba en sus prevenciones. Nicolás Mayoraz y Lisandro Almirón no tardaron en recriminarle, en duros términos, su actitud contra Menem y sus compañeros de bloque. La acusaron de haber mentido. Al verse increpada, la mendocina, presa de un ataque de nervios, devolvió con gritos los reproches. Frente a Menem denunció que “le hicieron una cama” y que había recibido amenazas de muerte. Nadie le creyó.

Fue tal el tumulto dentro del salón que el abogado ingresó al rescate de su clienta. Poco después ambos radicarían en la justicia otra denuncia, esta vez por violencia de género. La reunión de bloque continuó un rato más: fue entonces cuando comenzó a barajarse la posibilidad de expulsar a la mendocina del bloque.

Tal vez a sabiendas de que su suerte estaba echada, Arrieta se dedicó el último fin de semana a terminar de enlodar a sus compañeros de bloque. El sábado expuso las conversaciones por chat que revelarían que casi todos en el bloque sabían de la organización de la visita a Ezeiza. Luego filtró en su cuenta oficial de X un proyecto de ley y un decreto reglamentario que, aseguró, fueron diseñados para beneficiar a los represores con la prisión domiciliaria.

La diputada Arrieta encendió el ventilador y no parece dispuesta a callarse. El kirchnerismo intentará aprovechar el escándalo en la Comisión de Peticiones, Poderes y Reglamento, que se reunirá nuevamente este miércoles para definir qué hacer con los diputados libertarios y su excursión a Ezeiza. Los kirchneristas duros buscará alguna expulsión. Los opositores dialoguistas, sin embargo, no creen que el episodio, aunque polémico, sea para tanto.

En la historia parlamentaria reciente se registra solo un antecedente de expulsión de un bloque legislativo. Ocurrió en 1997 y se trató, nada menos, que de la entonces senadora Cristina Kirchner, quien fue apartada por sus “compañeros” del bloque del PJ cuando su indisciplina partidaria y su prédica constante contra la gestión menemista se les hizo intolerable.

Casi 27 años después se repite la historia, aunque con una libertaria –Lourdes Arrieta– como la protagonista que llevó al hartazgo a sus pares de bancada, al punto de que este martes la expulsarán de su seno. Rompió todos los códigos, aducen, cuando presentó una denuncia penal contra el grupo de diputados por haberla llevado “engañada” al penal de Ezeiza para entrevistarse con represores de la última dictadura militar. Les revoleó los delitos más graves que puede cometer un funcionario público: coacción agravada, abuso de autoridad, violación de los deberes, conspiración y malversación de caudales públicos.

Le duró poco la ofensiva a la mendocina: la semana pasada el fiscal federal de Lomas de Zamora Sergio Mola desestimó la denuncia no sin antes calificarla de “pueril y carente de verosimilitud”, al punto de “herir la inteligencia”

Pero no fue el dictamen del fiscal lo que selló la suerte de Arrieta. Fue el puñal por la espalda que le clavó al presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem –así lo califican quienes rodean al riojano–, cuando insinuó que éste sabía de la visita al penal de Ezeiza.

Sucedió la semana pasada, ante la Comisión de Peticiones, Poderes y Reglamento de la Cámara de Diputados. Convocada para dar su testimonio sobre lo sucedido en el penal, Arrieta aseveró que tanto el diputado Beltrán Benedit –el organizador de la visita– como Menem deberían dar las explicaciones del caso.

“No me voy a subir a una combi sin algún tipo de aval político. Soy una persona orgánica que respeta la institucionalidad y la palabra del presidente de la Cámara como de mis pares”, enfatizó Arrieta. Y exigió: “Las sanciones deberían comenzar por quienes la organizaron y por quienes brindaron las herramientas para que sucediera. Tanto Beltrán Benedit como Martín Menem deberían dar explicaciones al respecto”, asestó. Este lunes, en diálogo con Radio con Vos, volvió a señalar al riojano.

Esas palabras fueron el golpe de gracia para Arrieta. Menem, quien ni bien estalló el escándalo aclaró que él no estaba al tanto de la visita de sus compañeros a Ezeiza, no toleró verse desautorizado. No imaginó que Arrieta iba a traicionarlo de esta manera, si él le había confiado el armado del partido de La Libertad Avanza en Mendoza. Armado que derivó en otro escándalo, también protagonizado por Arrieta, con la recolección de avales truchos, con personas fallecidas y militantes de otro partidos en las listas.

Sospechas y traiciones

Pese a todo, Menem y los suyos intentaron contenerla para que el conflicto no escale, cuentan en el entorno del riojano. Pero pronto entrevieron que la estocada dirigida directamente al presidente de la Cámara podía tener un instigador encubierto: el kirchnerismo.

Las miradas apuntaron al abogado de Arrieta, Yamil Castro Bianchi. El mismo que denunció al diputado de Pro Gerardo Milman por supuesta malversación de fondos públicos cuando arreciaban sobre él sospechas sobre su involucramiento en el atentado contra Cristina Kirchner. Previamente había denunciado a María Eugenia Vidal, también de Pro, por enriquecimiento ilícito.

Prevenido de que su clienta –Arrieta– podría sufrir algún tipo de apremio por parte de sus compañeros de bloque luego de su testimonio en la comisión, al día siguiente el abogado se instaló en la Cámara de Diputados. Ese jueves por la tarde se iba a celebrar una reunión de la bancada y la mujer le había pedido que estuviera cerca, por las dudas.

Arrieta no se equivocaba en sus prevenciones. Nicolás Mayoraz y Lisandro Almirón no tardaron en recriminarle, en duros términos, su actitud contra Menem y sus compañeros de bloque. La acusaron de haber mentido. Al verse increpada, la mendocina, presa de un ataque de nervios, devolvió con gritos los reproches. Frente a Menem denunció que “le hicieron una cama” y que había recibido amenazas de muerte. Nadie le creyó.

Fue tal el tumulto dentro del salón que el abogado ingresó al rescate de su clienta. Poco después ambos radicarían en la justicia otra denuncia, esta vez por violencia de género. La reunión de bloque continuó un rato más: fue entonces cuando comenzó a barajarse la posibilidad de expulsar a la mendocina del bloque.

Tal vez a sabiendas de que su suerte estaba echada, Arrieta se dedicó el último fin de semana a terminar de enlodar a sus compañeros de bloque. El sábado expuso las conversaciones por chat que revelarían que casi todos en el bloque sabían de la organización de la visita a Ezeiza. Luego filtró en su cuenta oficial de X un proyecto de ley y un decreto reglamentario que, aseguró, fueron diseñados para beneficiar a los represores con la prisión domiciliaria.

La diputada Arrieta encendió el ventilador y no parece dispuesta a callarse. El kirchnerismo intentará aprovechar el escándalo en la Comisión de Peticiones, Poderes y Reglamento, que se reunirá nuevamente este miércoles para definir qué hacer con los diputados libertarios y su excursión a Ezeiza. Los kirchneristas duros buscará alguna expulsión. Los opositores dialoguistas, sin embargo, no creen que el episodio, aunque polémico, sea para tanto.

 La reunión de la bancada se reunirá este martes para definir la suerte de la mendocina; se le achacan sus acusaciones contra Menem y sus colegas por la visita a los represores en Ezeiza  LA NACION

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