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De azúcar a calzoncillos: las cábalas de los galeristas para que les vaya bien en arteba

Calzoncillos y medias, piedras o anillos, visitas al cementerio, azúcar y sal. Todo vale a modo de cábala para que una feria sea exitosa, según pudo comprobar LA NACION al hablar con algunos galeristas en arteba, que abrió hoy al público en el Centro Costa Salguero. Y parece funcionar, ya que demuestran estar muy conformes con los resultados.

Lorena González: “El fútbol masculino es un ambiente hostil y muy machista”

“¡Soy muy cabulero!”, reconoció Pablo de Sousa, director de la galería Aldo de Sousa, que vendió entre otras obras la Madonna realizada por Diana Aisenberg a comienzos de los años 80. “Tengo unas medias con puntitos rojos que uso en cada inauguración, ya no dan más –agregó-. También vuelvo a usar los tornillos con los que colgué obras que fueron muy hiteras”.

Algo opuesto hace Agustina Roca, directora de la galería Aura. “No vuelvo a usar los stickers con puntos rojos que hayan sobrado del año anterior, porque es una energía y un deseo del pasado”, explicó. María Basile, codirectora de Rubbers, lleva en cambio esas pequeñas calcomanías ocultas entre su celular y su funda, ya que “las ventas se concretan con el teléfono”.

Esto no es todo: Basile viaja cantando hacia la feria, y hasta que no termina la canción no baja del auto. E incluso trajo un paquete de azúcar a arteba, para tirar en forma frente a alguna obra para “endulzar al público”. “Me lo enseñó otro galerista, no voy a decir quién”, dijo. Por cábala, claro.

Gachi Prieto apela a la sal gruesa del Himalaya: para regular la energía se tira un poco sobre la cabeza antes de ducharse al final del día, además de meditar por la mañana y por la noche. “Yo vengo del teatro –explicó-, y la adrenalina de la feria es parecida a cuando estás arriba del escenario. Tarda dos o tres horas en bajar”.

Alberto Romero, de Constitución, confía en la energía de las piedras: lleva un colgante de rodocrosita y una obsidiana en la cartera. Nora Fisch, usa un anillo con una historia afectiva que prefiere no revelar, y procura “no tener nunca las uñas despintadas”. Silvina Pirraglia, codirectora de Hache, considera “como un amuleto” un anillo que era de su suegra, quien “disfrutaba mucho de la feria y apoyaba a la galería”.

Mientras la familia de Mauro Herlitzka enciende velas, Diego Obligado va al cementerio de la Recoleta a “conversar” con sus padres. “Llevo fresias, que a mi vieja le encantaban, y les pido sentirme bien, que sea una linda edición –señala-. Y si vendo, mejor. Por más atorado que esté, no empiezo arteba sin hacer eso”. Funcionó: ya vendió una obra de Anselmo Piccoli al Malba y otra de Juan Grela a Eduardo Costantini.

“Nosotros sahumamos el stand con romero y prendemos una vela al San Expedito bordado por la artista Rosa Mercedes González, que siempre nos trae suerte. También regalamos la imagen”, dice Georgina Valdez, directora de The White Lodge. Algo similar a lo que hacía Julián Mizrahi, de Del Infinito, hasta que su estampita del Padre Pío desapareció. “Me desesperé y me pasé todo un arteba pensando que me iba a ir mal porque la había perdido, así que no la uso más –confesó-. Uno a veces deposita todo en algo, pero el hacer haciendo es lo que sirve”. La típica cinta roja siempre está atada a las llaves de la trastienda que Norma Quarrato, de Palatina, lleva en su bolsillo. Y Francisco Aquino, de Atocha, pinta todos los años el stand de color “gris lechuza” porque fue el que usó en 2019 para su primera edición de arteba, que resultó muy bien.

Para Teo Díscoli, “se puede repetir camisa” si el día de la inauguración sale bien. No aclaró durante cuántos días. En el caso de Gabriel Bitterman, de Quimera, la prenda clave son los calzoncillos. Pero no los repite dos días seguidos, aclaró, sino que tiene dos pares. “Los descubrí en Toronto, cuando fui a una feria: tienen dibujos de hongos y en el elástico se lee la frase ‘lucky underwear’ –contó a LA NACION, mientras buscaba el modelo en Google-. Hasta ahora funcionó muy bien: entre otras obras vendí tres acuarelas de Ana Clara Soler al MAC de Salta”.

Para agendar:

arteba 2024 en el Centro Costa Salguero (Av. Costanera Rafael Obligado 1221), desde hoy hasta el domingo, de 12 a 20. Entradas disponibles en arteba.org.

Calzoncillos y medias, piedras o anillos, visitas al cementerio, azúcar y sal. Todo vale a modo de cábala para que una feria sea exitosa, según pudo comprobar LA NACION al hablar con algunos galeristas en arteba, que abrió hoy al público en el Centro Costa Salguero. Y parece funcionar, ya que demuestran estar muy conformes con los resultados.

Lorena González: “El fútbol masculino es un ambiente hostil y muy machista”

“¡Soy muy cabulero!”, reconoció Pablo de Sousa, director de la galería Aldo de Sousa, que vendió entre otras obras la Madonna realizada por Diana Aisenberg a comienzos de los años 80. “Tengo unas medias con puntitos rojos que uso en cada inauguración, ya no dan más –agregó-. También vuelvo a usar los tornillos con los que colgué obras que fueron muy hiteras”.

Algo opuesto hace Agustina Roca, directora de la galería Aura. “No vuelvo a usar los stickers con puntos rojos que hayan sobrado del año anterior, porque es una energía y un deseo del pasado”, explicó. María Basile, codirectora de Rubbers, lleva en cambio esas pequeñas calcomanías ocultas entre su celular y su funda, ya que “las ventas se concretan con el teléfono”.

Esto no es todo: Basile viaja cantando hacia la feria, y hasta que no termina la canción no baja del auto. E incluso trajo un paquete de azúcar a arteba, para tirar en forma frente a alguna obra para “endulzar al público”. “Me lo enseñó otro galerista, no voy a decir quién”, dijo. Por cábala, claro.

Gachi Prieto apela a la sal gruesa del Himalaya: para regular la energía se tira un poco sobre la cabeza antes de ducharse al final del día, además de meditar por la mañana y por la noche. “Yo vengo del teatro –explicó-, y la adrenalina de la feria es parecida a cuando estás arriba del escenario. Tarda dos o tres horas en bajar”.

Alberto Romero, de Constitución, confía en la energía de las piedras: lleva un colgante de rodocrosita y una obsidiana en la cartera. Nora Fisch, usa un anillo con una historia afectiva que prefiere no revelar, y procura “no tener nunca las uñas despintadas”. Silvina Pirraglia, codirectora de Hache, considera “como un amuleto” un anillo que era de su suegra, quien “disfrutaba mucho de la feria y apoyaba a la galería”.

Mientras la familia de Mauro Herlitzka enciende velas, Diego Obligado va al cementerio de la Recoleta a “conversar” con sus padres. “Llevo fresias, que a mi vieja le encantaban, y les pido sentirme bien, que sea una linda edición –señala-. Y si vendo, mejor. Por más atorado que esté, no empiezo arteba sin hacer eso”. Funcionó: ya vendió una obra de Anselmo Piccoli al Malba y otra de Juan Grela a Eduardo Costantini.

“Nosotros sahumamos el stand con romero y prendemos una vela al San Expedito bordado por la artista Rosa Mercedes González, que siempre nos trae suerte. También regalamos la imagen”, dice Georgina Valdez, directora de The White Lodge. Algo similar a lo que hacía Julián Mizrahi, de Del Infinito, hasta que su estampita del Padre Pío desapareció. “Me desesperé y me pasé todo un arteba pensando que me iba a ir mal porque la había perdido, así que no la uso más –confesó-. Uno a veces deposita todo en algo, pero el hacer haciendo es lo que sirve”. La típica cinta roja siempre está atada a las llaves de la trastienda que Norma Quarrato, de Palatina, lleva en su bolsillo. Y Francisco Aquino, de Atocha, pinta todos los años el stand de color “gris lechuza” porque fue el que usó en 2019 para su primera edición de arteba, que resultó muy bien.

Para Teo Díscoli, “se puede repetir camisa” si el día de la inauguración sale bien. No aclaró durante cuántos días. En el caso de Gabriel Bitterman, de Quimera, la prenda clave son los calzoncillos. Pero no los repite dos días seguidos, aclaró, sino que tiene dos pares. “Los descubrí en Toronto, cuando fui a una feria: tienen dibujos de hongos y en el elástico se lee la frase ‘lucky underwear’ –contó a LA NACION, mientras buscaba el modelo en Google-. Hasta ahora funcionó muy bien: entre otras obras vendí tres acuarelas de Ana Clara Soler al MAC de Salta”.

Para agendar:

arteba 2024 en el Centro Costa Salguero (Av. Costanera Rafael Obligado 1221), desde hoy hasta el domingo, de 12 a 20. Entradas disponibles en arteba.org.

 Todo parece valer para que una feria funcione, según demuestran los rituales y objetos que muchos llevan consigo a modo de amuleto; hay quienes prenden sahumerios, se bañan con sal o visitan el cementerio  LA NACION

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