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Evitaba sacarse 10 en la escuela, se redescubrió con Los Simpson y es una de las personas más inteligentes del país

Desde niño, Esteban Elia (43), líder del área de ciencia de datos de Modo y teaching assitant del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y la Universidad de Chicago, siempre se sintió una suerte de outsider entre sus pares. Leer enciclopedias, desarmar juguetes para crear nuevos, inventar su propio lenguaje, pasar horas programando juegos con su Commodore 64 y tener facilidad en matemática, eran algunas de las actitudes que le despertaban sospechas de que había algo “raro” en él.

“Toda mi vida tendí a ocultar cómo soy, a mezclarme entre la multitud. El colegio lo tuve que sobrevivir porque sabía que sacarme 10 significaba que mis compañeros me peguen”, cuenta Elia en diálogo con LA NACION. Sus capacidades eran tan altas que, muchas veces, sus maestras pensaron en pasarlo de año. “No sabían qué hacer conmigo. Me aburría en las clases porque lo que enseñaban ya lo había aprendido leyendo libros en mi casa”, relata.

El disparador para entender lo que le sucedía lo encontró a sus 27 años, específicamente, en un capítulo de Los Simpson que hacía mención a Mensa, una organización internacional sin fines de lucro creada en Oxford, Inglaterra, en 1946. Esta entidad reúne a personas con un coeficiente intelectual que esté dentro del 2% más destacado de la población mundial y, actualmente, cuenta con 100.000 miembros en más de 100 países y es la High IQ Society más reconocida mundialmente.

“Una de mis profesoras de la facultad era miembro de Mensa y me propuso hacer el examen para entrar. En ese momento, se rendía acá y lo calificaban en Inglaterra”, recuerda Elia que, para ese entonces, se encontraba estudiando la licenciatura en Economía en la Universidad Católica Argentina (UCA).

Fue así como, en esta organización, encontró un “refugio” e inició un proceso de autodescubrimiento. “Siempre me sentí agua de otro pozo y pude encontrar gente que le pasaba lo mismo que a mí”, asegura. Sin embargo, admite que jamás quiso compartir este rasgo de él frente a otras personas: “Es una etiqueta que no me gusta llevar porque es algo que no está bien explicado. Para mí, sobresalir era peligroso”.

Trabajar en la vanguardia de la tecnología

Su carrera profesional dio un giro rotundo en 2017, cuando la Inteligencia Artificial comenzó a hacer eco entre las principales empresas tecnológicas del mundo. “Juntaba todo lo que me gustaba: programación, estadística y matemática”, explica Elia, quien incursionó en el rubro a través de la Maestría en Ciencia de Datos de la Universidad Austral.

Luego, trabajó en Mercado Libre y Edenor en tareas vinculadas al machine learning. Hoy, es el líder del área de ciencia de datos de Modo y brinda cursos y capacitaciones en el MIT y la Universidad de Chicago, lo que lo convierte en un referente del universo de la IA.

“En un mundo que premia la expertise, veo beneficioso tener alto IQ. Es una gran maquinaria que, si lo juntas con la disciplina, te abre muchas posibilidades. Igualmente, no lo veo como un mérito, me tocó nacer con esto”, reconoce Elia. Sin embargo, sostiene que no es una característica que asegure ganar mucho dinero: “En mi caso sí se dio porque la IA está en boca de todos, pero no es algo que pase con todos”.

A pesar de ser exitoso en su profesión, Elia encuentra un gran desafío en liderar equipos. “Lo social es la parte que no se me hace natural y tuve que trabajar, sacarme el miedo de mostrarme cómo soy. Era algo que me frenaba”, dice. Y agrega: “Prefiero resaltar por lo que hago y no por tener la etiqueta de ‘tengo un IQ alto’”.

A su vez, explica que ese fue el motivo que lo impulsó a dar clases, propuesta que le llegó por medio de un colega. “Si bien ya es algo bastante superado y hoy disfruto más de mis vínculos sociales, con muy poca gente puedo ser yo mismo y sentirme completamente libre”, concluye.

Desde niño, Esteban Elia (43), líder del área de ciencia de datos de Modo y teaching assitant del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y la Universidad de Chicago, siempre se sintió una suerte de outsider entre sus pares. Leer enciclopedias, desarmar juguetes para crear nuevos, inventar su propio lenguaje, pasar horas programando juegos con su Commodore 64 y tener facilidad en matemática, eran algunas de las actitudes que le despertaban sospechas de que había algo “raro” en él.

“Toda mi vida tendí a ocultar cómo soy, a mezclarme entre la multitud. El colegio lo tuve que sobrevivir porque sabía que sacarme 10 significaba que mis compañeros me peguen”, cuenta Elia en diálogo con LA NACION. Sus capacidades eran tan altas que, muchas veces, sus maestras pensaron en pasarlo de año. “No sabían qué hacer conmigo. Me aburría en las clases porque lo que enseñaban ya lo había aprendido leyendo libros en mi casa”, relata.

El disparador para entender lo que le sucedía lo encontró a sus 27 años, específicamente, en un capítulo de Los Simpson que hacía mención a Mensa, una organización internacional sin fines de lucro creada en Oxford, Inglaterra, en 1946. Esta entidad reúne a personas con un coeficiente intelectual que esté dentro del 2% más destacado de la población mundial y, actualmente, cuenta con 100.000 miembros en más de 100 países y es la High IQ Society más reconocida mundialmente.

“Una de mis profesoras de la facultad era miembro de Mensa y me propuso hacer el examen para entrar. En ese momento, se rendía acá y lo calificaban en Inglaterra”, recuerda Elia que, para ese entonces, se encontraba estudiando la licenciatura en Economía en la Universidad Católica Argentina (UCA).

Fue así como, en esta organización, encontró un “refugio” e inició un proceso de autodescubrimiento. “Siempre me sentí agua de otro pozo y pude encontrar gente que le pasaba lo mismo que a mí”, asegura. Sin embargo, admite que jamás quiso compartir este rasgo de él frente a otras personas: “Es una etiqueta que no me gusta llevar porque es algo que no está bien explicado. Para mí, sobresalir era peligroso”.

Trabajar en la vanguardia de la tecnología

Su carrera profesional dio un giro rotundo en 2017, cuando la Inteligencia Artificial comenzó a hacer eco entre las principales empresas tecnológicas del mundo. “Juntaba todo lo que me gustaba: programación, estadística y matemática”, explica Elia, quien incursionó en el rubro a través de la Maestría en Ciencia de Datos de la Universidad Austral.

Luego, trabajó en Mercado Libre y Edenor en tareas vinculadas al machine learning. Hoy, es el líder del área de ciencia de datos de Modo y brinda cursos y capacitaciones en el MIT y la Universidad de Chicago, lo que lo convierte en un referente del universo de la IA.

“En un mundo que premia la expertise, veo beneficioso tener alto IQ. Es una gran maquinaria que, si lo juntas con la disciplina, te abre muchas posibilidades. Igualmente, no lo veo como un mérito, me tocó nacer con esto”, reconoce Elia. Sin embargo, sostiene que no es una característica que asegure ganar mucho dinero: “En mi caso sí se dio porque la IA está en boca de todos, pero no es algo que pase con todos”.

A pesar de ser exitoso en su profesión, Elia encuentra un gran desafío en liderar equipos. “Lo social es la parte que no se me hace natural y tuve que trabajar, sacarme el miedo de mostrarme cómo soy. Era algo que me frenaba”, dice. Y agrega: “Prefiero resaltar por lo que hago y no por tener la etiqueta de ‘tengo un IQ alto’”.

A su vez, explica que ese fue el motivo que lo impulsó a dar clases, propuesta que le llegó por medio de un colega. “Si bien ya es algo bastante superado y hoy disfruto más de mis vínculos sociales, con muy poca gente puedo ser yo mismo y sentirme completamente libre”, concluye.

 Esteban Elia lidera el área de ciencia de datos de Modo, es teaching assitant en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y la Universidad de Chicago y forma parte de una organización internacional que reúne a personas con un alto coeficiente intelectual  LA NACION

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