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De por sí, esta foto está cargada de sentido: hay detalle, audacia visual, juego. Lo que no podía prever el fotógrafo es el modo en que se resignificaría. Lo que aquí vemos son los instantes previos a un desfile durante el Carnaval de Notting Hill, uno de los eventos más coloridos y festivos que se celebran en Londres. Pero a esta foto, vista hoy, se le superpone un elemento abrupto, la distancia entre la fiesta y el dolor, las noticias que circularon, poco después de que música, zarandeo de caderas y risas hicieran lo suyo. Ataques con cuchillo, personas apuñaladas, víctimas fatales que ensombrecieron lo que siempre fue la celebración de la cultura británica afrocaribeña. Son malos tiempos para la fusión de lo distinto, parece. Pero la historia enseña que el encuentro entre lo dispar –y la vitalidad que lo acompaña– tiene una potencia tan empecinada como la pasión mortífera de quienes lo detestan.

De por sí, esta foto está cargada de sentido: hay detalle, audacia visual, juego. Lo que no podía prever el fotógrafo es el modo en que se resignificaría. Lo que aquí vemos son los instantes previos a un desfile durante el Carnaval de Notting Hill, uno de los eventos más coloridos y festivos que se celebran en Londres. Pero a esta foto, vista hoy, se le superpone un elemento abrupto, la distancia entre la fiesta y el dolor, las noticias que circularon, poco después de que música, zarandeo de caderas y risas hicieran lo suyo. Ataques con cuchillo, personas apuñaladas, víctimas fatales que ensombrecieron lo que siempre fue la celebración de la cultura británica afrocaribeña. Son malos tiempos para la fusión de lo distinto, parece. Pero la historia enseña que el encuentro entre lo dispar –y la vitalidad que lo acompaña– tiene una potencia tan empecinada como la pasión mortífera de quienes lo detestan.

 De por sí, esta foto está cargada de sentido: hay detalle, audacia visual, juego. Lo que no podía prever el fotógrafo es el modo en que se resignificaría. Lo que aquí vemos son los instantes previos a un desfile durante el Carnaval de Notting Hill, uno de los eventos más coloridos y festivos que se celebran en Londres. Pero a esta foto, vista hoy, se le superpone un elemento abrupto, la distancia entre la fiesta y el dolor, las noticias que circularon, poco después de que música, zarandeo de caderas y risas hicieran lo suyo. Ataques con cuchillo, personas apuñaladas, víctimas fatales que ensombrecieron lo que siempre fue la celebración de la cultura británica afrocaribeña. Son malos tiempos para la fusión de lo distinto, parece. Pero la historia enseña que el encuentro entre lo dispar –y la vitalidad que lo acompaña– tiene una potencia tan empecinada como la pasión mortífera de quienes lo detestan.  LA NACION

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