La revolución de Vélez: del 0-5 ante River a lograr increíbles números de campeón y recibir la “bendición” de Carlos Bianchi
En los últimos meses, cuando le preguntan a Carlos Bianchi por un objetivo que está por conseguir (o no) alguien cercano, sea un equipo o profesional ligado al deporte, él responde con la leyenda “Il faut croire”, que en francés significa “Tienes que creer”. Lo mismo dijo este sábado cuando fue invitado por Vélez para el homenaje a todos los protagonistas que ganaron la Copa Libertadores 1994, en la previa del partido con Independiente Rivadavia de Mendoza.
“Todas las cosas que le pasan a uno en la vida se repiten y yo estoy convencido de que Vélez, tarde o temprano, va a volver a ser campeón de América… Y por qué no campeón del mundo. Hay que creer” dijo el Virrey micrófono en mano en pleno césped del José Amalfitani. Y agregó: “Hay que creer que todas las experiencias, todas las cosas que a uno en la vida le pasan, se repiten. Yo siempre en la vida creí. Y tuve la suerte de contar con, sobre todo, un grupo inteligente y no solamente buenos jugadores de fútbol. Con ser solamente buenos jugadores de fútbol no se llega a ningún lado”.
Hoy todo reluce en Vélez. Y el equipo homenajeó a las glorias con una goleada por 4-0 bajo la lluvia, con goles de muy buena factura y con la cima de la Liga Profesional 2024, pero pocos proyectaban esta realidad hace un tiempo. Sin ir más lejos, en febrero de este año, había generado mucho ruido una dura derrota sufrida ante River por 0-5. Gustavo Quinteros, el gran artífice de este equipo, incluso había sido muy crítico en la conferencia de prensa del Monumental: “Es un resultado que da vergüenza, como entrenador me da vergüenza. No esperaba nunca una actuación, en el primer tiempo, de tanta fragilidad en la marca, dejar tan libres a los rivales en el área, regalamos dos goles de pelota parada, otro gol tocando para atrás. Un equipo muy frágil defensivamente. Perdimos casi todos los duelos, River fue superior en todo momento”. El equipo no estaba mal, pero evidentemente sintió el cimbronazo.
Porque ese resultado había sido muy raro. El Fortín jugó mal y River lo superó, aunque Vélez venía bien en la construcción con Quinteros como DT: ya en la pretemporada realizada en el verano de Uruguay había mostrado cosas interesantes, desde el esquema 4-2-3-1 y un equipo que intentaba salir de memoria y con un buen funcionamiento. Terminó siendo la excepción a la regla general. Si se toma como referencia lo que sucedió después, el equipo se potenció de manera rotunda. Tras el 0-5 ante River, Vélez jugó 30 partidos, de los cuales ganó 19, empató 8 y perdió apenas 3. En este recorrido, hizo 49 goles y recibió 19. Son números de campeón, de vuelta olímpica, aunque no haya podido ganar un trofeo (perdió la final de la Copa de la Liga ante Estudiantes por penales).
Goles bajo la lluvia en Liniers
Desde el primer momento, Quinteros buscó armar un equipo con continuidad y hoy sale de memoria, sobre todo con el doble 5 (Christian Ordoñez y Agustín Bouzat) y el 3-1 que conforman los cuatro futbolistas más ofensivos: Francisco Pizzini, Claudio Aquino y Thiago Fernández, más Braian Romero.
“La diferencia es que ahora tenemos más eficacia, y el equipo fluye de otra manera, con más seguridad y confianza desde las sociedades que tenemos para generar juego. El mayor cambio pasa por ahí con respecto al primer semestre. No es que antes no lo hacíamos pero ahora convertimos más”, explicó Quinteros para graficar el presente de un equipo que lleva anotados 26 goles (el que más convirtió) disputadas 13 fechas de la Liga Profesional y sólo recibió 8 (el segundo menos batido con Atlético Tucumán y ambos detrás de Huracán, 6).
En la tabla de artilleros del certamen están Claudio Aquino (7) y Braian Romero (6); Thiago Fernández, la explosión juvenil con 20, el desequilibrio a puras gambetas, viene de participar en las jugadas de los seis de los últimos 9 goles del equipo. Pero la mayor virtud de Vélez es lo que generan todos desde lo colectivo.
La realidad es que los torneos largos suelen beneficiar a los grandes o más poderosos, porque tienen más recursos para hacerle frente a las expulsiones, lesiones o ventas de sus figuras. Pero Vélez hoy tiene, desde el peso de sus individualidades y consistencia de la estructura colectiva, un mejor funcionamiento que el que ofrecen Boca, River, Racing, San Lorenzo e Independiente, aunque los tres primeros tienen una billetera más abultada que los dos últimos.
Valentín Gómez, que estuvo a punto de ser jugador del Manchester City y ser cedido a River, masticó bronca, pero siguió con la cabeza levantada. “Yo le dije que si no se llegaba a dar ahora no tenga dudas de que le van a salir 10 posibilidades iguales o mejores. Lo vamos a ayudar para que pueda empezar a entrenarse y si se tiene que ir se irá, por supuesto. Lo apoyaremos de las dos maneras”, le comentó Quinteros después de la victoria ante Platense por 2-0 por la 7° fecha. Y el central zurdo de 21 años volvió con todo.
Como refuerzos en el último mercado se sumaron Aaron Quiroz (central que llegaba de Banfield para reemplazar a Valentín Gómez), Agustín Lagos (lateral derecho de Atlético Tucumán que llegó para competir con Joaquín García y Tomás Guidara), Jalil Elías (exSan Lorenzo que viene de Johor Darul Takzim de la Superliga de Malasia) y Michael Santos (Talleres). El arquero Randall Rodríguez tuvo su chance por la paternidad de Marchiori y más juveniles, como Maher Carrizo (18) y Alvaro Montoro (17) aparecen también como alternativas de recambio.
No hay egoísmos. Así como Braian Romero había dado el ejemplo en un fútbol argentino ultra competitivo para defender a sus colegas de Banfield ante los insultos de los hinchas del Taladro en pleno partido, también demostró otro gesto cuando le cedió el penal a Michael Santos en la última fecha. “Yo fui delantero y sé lo que un atacante necesita. Así que nada. El grupo está bien, unido, tiramos todos para adelante y se nota”, explicó Romero luego.
Lo de Francisco Pizzini es la confirmación de cómo un futbolista puede estar en su mejor momento de su carrera (con “realismo” desde el aporte de goles y asistencias) recién pasados los 30 años.
De la única manera que un ciclo no se erosionó por perder con River 5-0 y las posteriores declaraciones explosivas del DT es porque el grupo estaba fuerte y sólido mental y futbolísticamente, porque las bases de la pretemporada hecha en Uruguay podían soportar un mal resultado. Desde allí, más allá de lo que hayan hablado puertas para adentro, Vélez dio muestras de madurez para transformarse en un equipo serio y que encontró argumentos para ser candidato al título. Después, también jugarán los detalles y las vueltas que ofrece el fútbol. Pero Vélez tiene un equipo que juega de memoria, que cosechó puntos para ser campeón, que genera aplausos de propios y extraños y que encima tiene el aval del Virrey para soñar con una vuelta olímpica.
En los últimos meses, cuando le preguntan a Carlos Bianchi por un objetivo que está por conseguir (o no) alguien cercano, sea un equipo o profesional ligado al deporte, él responde con la leyenda “Il faut croire”, que en francés significa “Tienes que creer”. Lo mismo dijo este sábado cuando fue invitado por Vélez para el homenaje a todos los protagonistas que ganaron la Copa Libertadores 1994, en la previa del partido con Independiente Rivadavia de Mendoza.
“Todas las cosas que le pasan a uno en la vida se repiten y yo estoy convencido de que Vélez, tarde o temprano, va a volver a ser campeón de América… Y por qué no campeón del mundo. Hay que creer” dijo el Virrey micrófono en mano en pleno césped del José Amalfitani. Y agregó: “Hay que creer que todas las experiencias, todas las cosas que a uno en la vida le pasan, se repiten. Yo siempre en la vida creí. Y tuve la suerte de contar con, sobre todo, un grupo inteligente y no solamente buenos jugadores de fútbol. Con ser solamente buenos jugadores de fútbol no se llega a ningún lado”.
Hoy todo reluce en Vélez. Y el equipo homenajeó a las glorias con una goleada por 4-0 bajo la lluvia, con goles de muy buena factura y con la cima de la Liga Profesional 2024, pero pocos proyectaban esta realidad hace un tiempo. Sin ir más lejos, en febrero de este año, había generado mucho ruido una dura derrota sufrida ante River por 0-5. Gustavo Quinteros, el gran artífice de este equipo, incluso había sido muy crítico en la conferencia de prensa del Monumental: “Es un resultado que da vergüenza, como entrenador me da vergüenza. No esperaba nunca una actuación, en el primer tiempo, de tanta fragilidad en la marca, dejar tan libres a los rivales en el área, regalamos dos goles de pelota parada, otro gol tocando para atrás. Un equipo muy frágil defensivamente. Perdimos casi todos los duelos, River fue superior en todo momento”. El equipo no estaba mal, pero evidentemente sintió el cimbronazo.
Porque ese resultado había sido muy raro. El Fortín jugó mal y River lo superó, aunque Vélez venía bien en la construcción con Quinteros como DT: ya en la pretemporada realizada en el verano de Uruguay había mostrado cosas interesantes, desde el esquema 4-2-3-1 y un equipo que intentaba salir de memoria y con un buen funcionamiento. Terminó siendo la excepción a la regla general. Si se toma como referencia lo que sucedió después, el equipo se potenció de manera rotunda. Tras el 0-5 ante River, Vélez jugó 30 partidos, de los cuales ganó 19, empató 8 y perdió apenas 3. En este recorrido, hizo 49 goles y recibió 19. Son números de campeón, de vuelta olímpica, aunque no haya podido ganar un trofeo (perdió la final de la Copa de la Liga ante Estudiantes por penales).
Goles bajo la lluvia en Liniers
Desde el primer momento, Quinteros buscó armar un equipo con continuidad y hoy sale de memoria, sobre todo con el doble 5 (Christian Ordoñez y Agustín Bouzat) y el 3-1 que conforman los cuatro futbolistas más ofensivos: Francisco Pizzini, Claudio Aquino y Thiago Fernández, más Braian Romero.
“La diferencia es que ahora tenemos más eficacia, y el equipo fluye de otra manera, con más seguridad y confianza desde las sociedades que tenemos para generar juego. El mayor cambio pasa por ahí con respecto al primer semestre. No es que antes no lo hacíamos pero ahora convertimos más”, explicó Quinteros para graficar el presente de un equipo que lleva anotados 26 goles (el que más convirtió) disputadas 13 fechas de la Liga Profesional y sólo recibió 8 (el segundo menos batido con Atlético Tucumán y ambos detrás de Huracán, 6).
En la tabla de artilleros del certamen están Claudio Aquino (7) y Braian Romero (6); Thiago Fernández, la explosión juvenil con 20, el desequilibrio a puras gambetas, viene de participar en las jugadas de los seis de los últimos 9 goles del equipo. Pero la mayor virtud de Vélez es lo que generan todos desde lo colectivo.
La realidad es que los torneos largos suelen beneficiar a los grandes o más poderosos, porque tienen más recursos para hacerle frente a las expulsiones, lesiones o ventas de sus figuras. Pero Vélez hoy tiene, desde el peso de sus individualidades y consistencia de la estructura colectiva, un mejor funcionamiento que el que ofrecen Boca, River, Racing, San Lorenzo e Independiente, aunque los tres primeros tienen una billetera más abultada que los dos últimos.
Valentín Gómez, que estuvo a punto de ser jugador del Manchester City y ser cedido a River, masticó bronca, pero siguió con la cabeza levantada. “Yo le dije que si no se llegaba a dar ahora no tenga dudas de que le van a salir 10 posibilidades iguales o mejores. Lo vamos a ayudar para que pueda empezar a entrenarse y si se tiene que ir se irá, por supuesto. Lo apoyaremos de las dos maneras”, le comentó Quinteros después de la victoria ante Platense por 2-0 por la 7° fecha. Y el central zurdo de 21 años volvió con todo.
Como refuerzos en el último mercado se sumaron Aaron Quiroz (central que llegaba de Banfield para reemplazar a Valentín Gómez), Agustín Lagos (lateral derecho de Atlético Tucumán que llegó para competir con Joaquín García y Tomás Guidara), Jalil Elías (exSan Lorenzo que viene de Johor Darul Takzim de la Superliga de Malasia) y Michael Santos (Talleres). El arquero Randall Rodríguez tuvo su chance por la paternidad de Marchiori y más juveniles, como Maher Carrizo (18) y Alvaro Montoro (17) aparecen también como alternativas de recambio.
No hay egoísmos. Así como Braian Romero había dado el ejemplo en un fútbol argentino ultra competitivo para defender a sus colegas de Banfield ante los insultos de los hinchas del Taladro en pleno partido, también demostró otro gesto cuando le cedió el penal a Michael Santos en la última fecha. “Yo fui delantero y sé lo que un atacante necesita. Así que nada. El grupo está bien, unido, tiramos todos para adelante y se nota”, explicó Romero luego.
Lo de Francisco Pizzini es la confirmación de cómo un futbolista puede estar en su mejor momento de su carrera (con “realismo” desde el aporte de goles y asistencias) recién pasados los 30 años.
De la única manera que un ciclo no se erosionó por perder con River 5-0 y las posteriores declaraciones explosivas del DT es porque el grupo estaba fuerte y sólido mental y futbolísticamente, porque las bases de la pretemporada hecha en Uruguay podían soportar un mal resultado. Desde allí, más allá de lo que hayan hablado puertas para adentro, Vélez dio muestras de madurez para transformarse en un equipo serio y que encontró argumentos para ser candidato al título. Después, también jugarán los detalles y las vueltas que ofrece el fútbol. Pero Vélez tiene un equipo que juega de memoria, que cosechó puntos para ser campeón, que genera aplausos de propios y extraños y que encima tiene el aval del Virrey para soñar con una vuelta olímpica.
El Fortín es el líder de la Liga Profesional de Fútbol con bases sólidas y gran poder de gol LA NACION