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Luis Suárez, emocionado hasta las lágrimas, anunció que el viernes juega su último partido con Uruguay

El Pistolero se apresta a soplar el humo que deje su último disparo vestido con la Celeste. Será el próximo viernes, en el Centenario, contra Paraguay, en la reanudación de las eliminatorias. La pólvora que le queda será para compartir festejos con su amigo Lionel Messi en Inter Miami. Apuntando a los arcos rivales durante 17 años con el seleccionado uruguayo también hizo diana en el corazón del hincha charrúa, que lo admira como goleador y lo quiere como compatriota. Siempre se sintió orgullosamente representando por el delantero nacido en Salto. Lo tuvo como al futbolista que más lo podía acercar a los grandes triunfos, a conseguir ese gol que no se veía venir, salvo para la convicción y pujanza arrolladoras de Lucho. “El Gordo, como lo decimos acá, tiene algo diferencial, lo acompañó la épica del gol imposible. Cuando lo daban por muerto, revivía” es la semblanza que traza el periodista uruguayo Jorge Señorans.

😞 “𝐒𝐞𝐫𝐚́ 𝐦𝐢 𝐮́𝐥𝐭𝐢𝐦𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚 𝐒𝐞𝐥𝐞𝐜𝐜𝐢𝐨́𝐧”

Luis Suárez confirmó en conferencia que se retira de 𝐿𝑎 𝐶𝑒𝑙𝑒𝑠𝑡𝑒.

📺 https://t.co/qVMBrYJR1J #ElEquipoQueNosUne pic.twitter.com/oRuiJVUBz0

— Selección Uruguaya (@Uruguay) September 2, 2024

Vestido con una remera blanca, saco azul y pantalón beige, Luis Suárez (37 años) convocó anoche a la prensa en un salón del Centenario porque tenía “algo para decir”, el lema de la reunión. Entre lágrimas, con la voz entrecortada, abrió la conferencia de prensa: “El viernes será mi último partido con la selección de mi país. Lo venía pensando y analizando, es el momento indicado. Lo voy a jugar con la misma ilusión y ganas que mi primer partido en 2007. Voy a dejar la vida el viernes, como me enseñaron en mi país. Me voy con la tranquilidad de que di todo, lo máximo, no tengo nada para reprocharme”.

Con Suárez no se retira un jugador más del seleccionado. Es el máximo goleador histórico, con 69 tantos (siete en mundiales, ocho en copas América, 29 en eliminatorias, tres en Copa Confederaciones y 22 en amistosos) en 142 partidos, 11 gritos más que su socio contemporáneo Edinson Cavani, que en mayo también cerró su trayectoria en el conjunto nacional. Fue pieza vital en el único título de Uruguay en los últimos 15 años, la Copa América 2011, disputada en la Argentina, donde anotó cuatro goles -incluido uno en la final ante Paraguay en el Monumental- en seis cotejos y fue elegido el Mejor Jugador del torneo.

Siempre luchó por un lugar, nunca se sintió dueño de derechos adquiridos o merecedor de un trato especial por todo lo que proyecta su carrera. Por eso aceptó y entendió que ya no tenía cabida en la formación titular en la reciente Copa América de los Estados Unidos. Quiso aportar siendo parte del plantel, desde su experiencia y sabiduría. El recambio generacional ya había tomado forma con Darwin Núñez en el centro del ataque. Lucho disputó 75 minutos en cuatro cotejos, siempre ingresando desde el banco. Una participación más secundaria, que igual le alcanzó para dejar su sello: en el partido por el tercer puesto, en el descuento hizo el gol del 2-2 ante Canadá que posibilitó estirar la definición a los penales, con el triunfo charrúa por 4-3, con Suárez firmando el cuarto remate. Ese gol lo sitúa como el jugador de más edad en convertir para Uruguay, a los 37 años, 5 meses y 20 días, dejando atrás la marca de otro prócer futbolístico charrúa, Obdulio Varela, que en el Mundial 1954 anotó con 36 años y nueve meses.

El gol en la final de la Copa América 2011

Bielsa no lo había convocado al comienzo de su gestión. Dijo que lo más importante era ser respetuoso con el recorrido de unos de los ídolos del público. Sin decirlo, el Loco abrió un margen para que fuera el propio Suárez el que decidiera el momento de su despedida y no quedar como el sepulturero de alguien muy querido. “Me retiro yo, antes de que lo hagan las lesiones o dejen de convocarme”, resumió este lunes por la noche. Bielsa lo citó por primera vez para la serie de las eliminatorias de noviembre pasado, ante la Argentina en la Bombonera (estuvo en el banco y no ingresó) y Bolivia (jugó 17 minutos). Después de la Copa América de los Estados Unidos, Bielsa le dedicó unas palabras: “Nunca lo había dirigido, sí lo había enfrentado con otros equipos. Haber compartido todo este tiempo con él confirma la imagen de un jugador superior, un gran compañero. Fue para todos nosotros un apoyo enorme, dentro y fuera del campo”.

Debutó con 20 años, en 2007, cuando ya estaba en el fútbol neerlandés, en Groningen, paso previo al Ajax. El Maestro Oscar Tabárez, en un amistoso con triunfo 3-1 frente a Colombia en Cúcuta, lo ubicó sobre la derecha en un tridente que integró con Sebastián Abreu y Gonzalo Vargas. “El 90 por ciento de mi carrera en la selección se lo debo a Tabárez. Fue a uno de los primeros a los que le comuniqué mi decisión”, reconoció anoche.

Del día del debut quedó una anécdota, una de las tantas ocurrencias del Loco Abreu en el vestuario antes del partido: “¿Usted va a debutar con la 10? Mire que la 10 es mufa. No la quiere nadie. Prepárese porque algo va a pasar…”. Y la predicción de Abreu se cumplió, no se sabe si por el mal fario que le adjudicaba a la camiseta N° 10 o porque Suárez ya empezaba a demostrar su volcánica personalidad: fue expulsado a cinco minutos del final por protestarle al árbitro. Lo concreto fue que nunca más llevó ese número emblemático, se lo cedió a Diego Forlán, a quien señaló como uno de sus “referentes” en el seleccionado. “Yo lo veía a Diego, era un ejemplo como profesional. Siempre le tuve admiración por lo que era y por querer mejorar siempre. Me ayudó mucho, aprendí cosas relacionadas con la responsabilidad”.

Aquella mano que salvó a Uruguay en el Mundial 2010

El primero de los 69 goles llegó en el tercer partido, en octubre de 2007, en el Centenario, por las eliminatorias, en un 5-0 a Bolivia. Fue por la clasificación a su primer Mundial, en Sudáfrica 2010, donde le hizo un gol a México en la etapa de grupos y dos a Corea del Sur en los octavos de final. Uruguay estuvo muy cerca de quedar eliminado en cuartos, frente a Ghana, en un cabezazo de Adiyiah que era el 2-1 en la última jugada del suplementario y fue rechazado por Lucho con un manotazo sobre la línea del arco. Expulsión. Asamoah Gyan desvió el penal, quedó el 1-1 y en la definición por penales se clasificó Uruguay a las semifinales.

En el Mundial siguiente, Brasil 2014, Suárez atravesó uno de sus peores momentos al dejarse llevar por un acceso de furia. Venía de ser la figura al marcar los dos goles en la victoria sobre Inglaterra. Al encuentro siguiente, frente a Italia, el descontrol: en un forcejeo con Giorgio Chiellini lo mordió en el hombro. El árbitro no lo advirtió y por entonces no había VAR. La FIFA intervino de oficio, lo expulsó de la competencia (regresó a Uruguay), suspendió por nueve partidos y excluyó de cualquier actividad futbolística durante cuatro meses, período en el que ni podía entrenarse con Barcelona, que lo acababa de contratar. “Fue un gran error el que cometí”, reconoció anoche.

La sanción lo marginó de la Copa América 2015 y quedó al margen de la Copa Centenario 2016 por una lesión. En el Mundial 2018 le hizo un gol a Arabia Saudita y otro a Rusia. Lloró por la eliminación en la etapa de grupos en Qatar 2022. Ya empezaba a asumir que su cuarto Mundial era el de la despedida.

La Argentina no lo sufrió tanto a Lucho, que le convirtió dos goles en 11 partidos, con siete derrotas, un triunfo y tres empates, uno de los cuales tuvo un sabor especial para él porque Uruguay avanzó en la definición por penales en los cuartos de final de la Copa América 2011 que lo tendría levantando el trofeo. “Ese título fue lo más lindo de mi carrera, no lo cambio por ninguno de los otros que obtuve”, fue la ponderación que hizo de la consagración en el Monumental.

Este lunes empezó a decir adiós, convertido en una leyenda. “Me retiro con mi gente, en mi estadio”, expresó. Entre tantos tesoros del Centenario, desde el viernes quedarán los ecos de sus goles.

El Pistolero se apresta a soplar el humo que deje su último disparo vestido con la Celeste. Será el próximo viernes, en el Centenario, contra Paraguay, en la reanudación de las eliminatorias. La pólvora que le queda será para compartir festejos con su amigo Lionel Messi en Inter Miami. Apuntando a los arcos rivales durante 17 años con el seleccionado uruguayo también hizo diana en el corazón del hincha charrúa, que lo admira como goleador y lo quiere como compatriota. Siempre se sintió orgullosamente representando por el delantero nacido en Salto. Lo tuvo como al futbolista que más lo podía acercar a los grandes triunfos, a conseguir ese gol que no se veía venir, salvo para la convicción y pujanza arrolladoras de Lucho. “El Gordo, como lo decimos acá, tiene algo diferencial, lo acompañó la épica del gol imposible. Cuando lo daban por muerto, revivía” es la semblanza que traza el periodista uruguayo Jorge Señorans.

😞 “𝐒𝐞𝐫𝐚́ 𝐦𝐢 𝐮́𝐥𝐭𝐢𝐦𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚 𝐒𝐞𝐥𝐞𝐜𝐜𝐢𝐨́𝐧”

Luis Suárez confirmó en conferencia que se retira de 𝐿𝑎 𝐶𝑒𝑙𝑒𝑠𝑡𝑒.

📺 https://t.co/qVMBrYJR1J #ElEquipoQueNosUne pic.twitter.com/oRuiJVUBz0

— Selección Uruguaya (@Uruguay) September 2, 2024

Vestido con una remera blanca, saco azul y pantalón beige, Luis Suárez (37 años) convocó anoche a la prensa en un salón del Centenario porque tenía “algo para decir”, el lema de la reunión. Entre lágrimas, con la voz entrecortada, abrió la conferencia de prensa: “El viernes será mi último partido con la selección de mi país. Lo venía pensando y analizando, es el momento indicado. Lo voy a jugar con la misma ilusión y ganas que mi primer partido en 2007. Voy a dejar la vida el viernes, como me enseñaron en mi país. Me voy con la tranquilidad de que di todo, lo máximo, no tengo nada para reprocharme”.

Con Suárez no se retira un jugador más del seleccionado. Es el máximo goleador histórico, con 69 tantos (siete en mundiales, ocho en copas América, 29 en eliminatorias, tres en Copa Confederaciones y 22 en amistosos) en 142 partidos, 11 gritos más que su socio contemporáneo Edinson Cavani, que en mayo también cerró su trayectoria en el conjunto nacional. Fue pieza vital en el único título de Uruguay en los últimos 15 años, la Copa América 2011, disputada en la Argentina, donde anotó cuatro goles -incluido uno en la final ante Paraguay en el Monumental- en seis cotejos y fue elegido el Mejor Jugador del torneo.

Siempre luchó por un lugar, nunca se sintió dueño de derechos adquiridos o merecedor de un trato especial por todo lo que proyecta su carrera. Por eso aceptó y entendió que ya no tenía cabida en la formación titular en la reciente Copa América de los Estados Unidos. Quiso aportar siendo parte del plantel, desde su experiencia y sabiduría. El recambio generacional ya había tomado forma con Darwin Núñez en el centro del ataque. Lucho disputó 75 minutos en cuatro cotejos, siempre ingresando desde el banco. Una participación más secundaria, que igual le alcanzó para dejar su sello: en el partido por el tercer puesto, en el descuento hizo el gol del 2-2 ante Canadá que posibilitó estirar la definición a los penales, con el triunfo charrúa por 4-3, con Suárez firmando el cuarto remate. Ese gol lo sitúa como el jugador de más edad en convertir para Uruguay, a los 37 años, 5 meses y 20 días, dejando atrás la marca de otro prócer futbolístico charrúa, Obdulio Varela, que en el Mundial 1954 anotó con 36 años y nueve meses.

El gol en la final de la Copa América 2011

Bielsa no lo había convocado al comienzo de su gestión. Dijo que lo más importante era ser respetuoso con el recorrido de unos de los ídolos del público. Sin decirlo, el Loco abrió un margen para que fuera el propio Suárez el que decidiera el momento de su despedida y no quedar como el sepulturero de alguien muy querido. “Me retiro yo, antes de que lo hagan las lesiones o dejen de convocarme”, resumió este lunes por la noche. Bielsa lo citó por primera vez para la serie de las eliminatorias de noviembre pasado, ante la Argentina en la Bombonera (estuvo en el banco y no ingresó) y Bolivia (jugó 17 minutos). Después de la Copa América de los Estados Unidos, Bielsa le dedicó unas palabras: “Nunca lo había dirigido, sí lo había enfrentado con otros equipos. Haber compartido todo este tiempo con él confirma la imagen de un jugador superior, un gran compañero. Fue para todos nosotros un apoyo enorme, dentro y fuera del campo”.

Debutó con 20 años, en 2007, cuando ya estaba en el fútbol neerlandés, en Groningen, paso previo al Ajax. El Maestro Oscar Tabárez, en un amistoso con triunfo 3-1 frente a Colombia en Cúcuta, lo ubicó sobre la derecha en un tridente que integró con Sebastián Abreu y Gonzalo Vargas. “El 90 por ciento de mi carrera en la selección se lo debo a Tabárez. Fue a uno de los primeros a los que le comuniqué mi decisión”, reconoció anoche.

Del día del debut quedó una anécdota, una de las tantas ocurrencias del Loco Abreu en el vestuario antes del partido: “¿Usted va a debutar con la 10? Mire que la 10 es mufa. No la quiere nadie. Prepárese porque algo va a pasar…”. Y la predicción de Abreu se cumplió, no se sabe si por el mal fario que le adjudicaba a la camiseta N° 10 o porque Suárez ya empezaba a demostrar su volcánica personalidad: fue expulsado a cinco minutos del final por protestarle al árbitro. Lo concreto fue que nunca más llevó ese número emblemático, se lo cedió a Diego Forlán, a quien señaló como uno de sus “referentes” en el seleccionado. “Yo lo veía a Diego, era un ejemplo como profesional. Siempre le tuve admiración por lo que era y por querer mejorar siempre. Me ayudó mucho, aprendí cosas relacionadas con la responsabilidad”.

Aquella mano que salvó a Uruguay en el Mundial 2010

El primero de los 69 goles llegó en el tercer partido, en octubre de 2007, en el Centenario, por las eliminatorias, en un 5-0 a Bolivia. Fue por la clasificación a su primer Mundial, en Sudáfrica 2010, donde le hizo un gol a México en la etapa de grupos y dos a Corea del Sur en los octavos de final. Uruguay estuvo muy cerca de quedar eliminado en cuartos, frente a Ghana, en un cabezazo de Adiyiah que era el 2-1 en la última jugada del suplementario y fue rechazado por Lucho con un manotazo sobre la línea del arco. Expulsión. Asamoah Gyan desvió el penal, quedó el 1-1 y en la definición por penales se clasificó Uruguay a las semifinales.

En el Mundial siguiente, Brasil 2014, Suárez atravesó uno de sus peores momentos al dejarse llevar por un acceso de furia. Venía de ser la figura al marcar los dos goles en la victoria sobre Inglaterra. Al encuentro siguiente, frente a Italia, el descontrol: en un forcejeo con Giorgio Chiellini lo mordió en el hombro. El árbitro no lo advirtió y por entonces no había VAR. La FIFA intervino de oficio, lo expulsó de la competencia (regresó a Uruguay), suspendió por nueve partidos y excluyó de cualquier actividad futbolística durante cuatro meses, período en el que ni podía entrenarse con Barcelona, que lo acababa de contratar. “Fue un gran error el que cometí”, reconoció anoche.

La sanción lo marginó de la Copa América 2015 y quedó al margen de la Copa Centenario 2016 por una lesión. En el Mundial 2018 le hizo un gol a Arabia Saudita y otro a Rusia. Lloró por la eliminación en la etapa de grupos en Qatar 2022. Ya empezaba a asumir que su cuarto Mundial era el de la despedida.

La Argentina no lo sufrió tanto a Lucho, que le convirtió dos goles en 11 partidos, con siete derrotas, un triunfo y tres empates, uno de los cuales tuvo un sabor especial para él porque Uruguay avanzó en la definición por penales en los cuartos de final de la Copa América 2011 que lo tendría levantando el trofeo. “Ese título fue lo más lindo de mi carrera, no lo cambio por ninguno de los otros que obtuve”, fue la ponderación que hizo de la consagración en el Monumental.

Este lunes empezó a decir adiós, convertido en una leyenda. “Me retiro con mi gente, en mi estadio”, expresó. Entre tantos tesoros del Centenario, desde el viernes quedarán los ecos de sus goles.

 Lo comunicó en el Centenario; ante Paraguay, por las eliminatorias, cerrará su trayectoria como máximo goleador en la historia de la Celeste  LA NACION

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