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Por qué recomiendan no ducharse durante una tormenta eléctrica

Imaginá esta escena: estás por meterte bajo el chorro reconfortante de la ducha cuando, de repente, un relámpago ilumina tu ventana y el rugido de un trueno hace temblar los vidrios. ¿Seguís adelante con tu baño o postergás ese momento de relax? Lo que muchos pueden considerar una exageración resulta ser una precaución con base científica.

La ducha, esa aliada del bienestar que nos brinda momentos de calidez y sosiego, puede transformarse en un potencial peligro durante una tormenta eléctrica. Pero, ¿cuán real es esta amenaza? Expertos en meteorología y seguridad advierten que, si bien es poco frecuente, el riesgo existe y no debe ser subestimado.

Las tormentas eléctricas, esos espectáculos atmosféricos que combinan destellos cegadores y estruendos ensordecedores, son más que un show de la naturaleza. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos define a los rayos como “una chispa colosal de electricidad en la atmósfera, entre las nubes, el aire o el suelo”. Estos fenómenos, aunque fascinantes, pueden representar una verdadera amenaza para nuestra integridad física.

El proceso de formación de un rayo es más complejo de lo que parece a simple vista. La mayoría se origina en el seno de una nube y, si van a hacer contacto con la tierra, desarrollan un canal de energía descendente. Al aproximarse a menos de 100 metros de la superficie, los rayos más potentes comienzan a emitir chispas de energía invisibles al ojo humano, en busca de objetos conductores como árboles, vehículos y edificaciones.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con nuestro momento de higiene personal? El Dr. Jeffrey Andersen, catedrático de medio ambiente y ciencias espaciales en la Universidad Estatal de Michigan, explica al sitio Health: “El plomo de algunas cañerías antiguas y otros metales del hogar pueden funcionar como un conductor para la corriente eléctrica”. Esto implica que, si tenemos la mala fortuna de estar en contacto con tuberías u otros elementos metálicos durante una tormenta, podríamos sufrir lesiones de consideración.

El peligro no se limita solo a los elementos metálicos. La Dra. Mary Ann Cooper, especialista en rayos, advierte que el agua también puede transportar corrientes eléctricas. Esta combinación de factores duplica el riesgo potencial de ducharse durante una tormenta eléctrica.

Jeffrey Peters, experto en seguridad contra rayos de la NOAA, describe el mecanismo de riesgo: “Si un rayo impacta directamente en una vivienda o ingresa al edificio a través del cableado, la plomería o la línea telefónica fija, la electricidad buscará el camino de menor resistencia a través de los cables o las tuberías para llegar al suelo”. Y agrega una advertencia inquietante: “En ocasiones, podés encontrarte vos mismo en ese trayecto”.

Aunque estos incidentes no son moneda corriente, las consecuencias potenciales son de gravedad. El Dr. Nicholas Kman, médico de emergencias en el Centro Wexner de la Universidad Estatal de Ohio, enumera los riesgos: “Si te duchás durante una tormenta eléctrica y cae un rayo, podrías exponerte a desmayos, quemaduras por el agua sobrecalentada, entumecimiento u hormigueo, paro cardíaco o incluso la muerte”.

Es crucial destacar que los rayos pueden afectar de diversas maneras, no solo a través de la ducha. El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos informa que las lesiones por rayos pueden ocurrir por impacto directo, lesión por contacto, descarga lateral o corriente de tierra. Aproximadamente el 10% de las personas alcanzadas por un rayo fallece, generalmente debido a un ataque cardíaco.

Frente a este escenario, ¿qué medidas podemos tomar? La recomendación de los expertos es simple y clara: esperar. Se aconseja aguardar al menos treinta minutos después de escuchar el último trueno antes de ducharse o bañarse. Esta precaución, aunque pueda parecer exagerada, puede marcar la diferencia entre la seguridad y un accidente potencialmente grave.

Si bien las probabilidades de sufrir una lesión por rayo mientras nos duchamos son bajas, el riesgo existe y no debe ser desestimado. Como afirma uno de los expertos: “No existen garantías de seguridad absolutas, excepto evitarlo por completo”. Así que la próxima vez que una tormenta eléctrica ilumine el cielo, quizás sea preferible posponer ese baño relajante y optar por disfrutar del espectáculo natural desde un lugar seguro en nuestro hogar.

Imaginá esta escena: estás por meterte bajo el chorro reconfortante de la ducha cuando, de repente, un relámpago ilumina tu ventana y el rugido de un trueno hace temblar los vidrios. ¿Seguís adelante con tu baño o postergás ese momento de relax? Lo que muchos pueden considerar una exageración resulta ser una precaución con base científica.

La ducha, esa aliada del bienestar que nos brinda momentos de calidez y sosiego, puede transformarse en un potencial peligro durante una tormenta eléctrica. Pero, ¿cuán real es esta amenaza? Expertos en meteorología y seguridad advierten que, si bien es poco frecuente, el riesgo existe y no debe ser subestimado.

Las tormentas eléctricas, esos espectáculos atmosféricos que combinan destellos cegadores y estruendos ensordecedores, son más que un show de la naturaleza. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos define a los rayos como “una chispa colosal de electricidad en la atmósfera, entre las nubes, el aire o el suelo”. Estos fenómenos, aunque fascinantes, pueden representar una verdadera amenaza para nuestra integridad física.

El proceso de formación de un rayo es más complejo de lo que parece a simple vista. La mayoría se origina en el seno de una nube y, si van a hacer contacto con la tierra, desarrollan un canal de energía descendente. Al aproximarse a menos de 100 metros de la superficie, los rayos más potentes comienzan a emitir chispas de energía invisibles al ojo humano, en busca de objetos conductores como árboles, vehículos y edificaciones.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con nuestro momento de higiene personal? El Dr. Jeffrey Andersen, catedrático de medio ambiente y ciencias espaciales en la Universidad Estatal de Michigan, explica al sitio Health: “El plomo de algunas cañerías antiguas y otros metales del hogar pueden funcionar como un conductor para la corriente eléctrica”. Esto implica que, si tenemos la mala fortuna de estar en contacto con tuberías u otros elementos metálicos durante una tormenta, podríamos sufrir lesiones de consideración.

El peligro no se limita solo a los elementos metálicos. La Dra. Mary Ann Cooper, especialista en rayos, advierte que el agua también puede transportar corrientes eléctricas. Esta combinación de factores duplica el riesgo potencial de ducharse durante una tormenta eléctrica.

Jeffrey Peters, experto en seguridad contra rayos de la NOAA, describe el mecanismo de riesgo: “Si un rayo impacta directamente en una vivienda o ingresa al edificio a través del cableado, la plomería o la línea telefónica fija, la electricidad buscará el camino de menor resistencia a través de los cables o las tuberías para llegar al suelo”. Y agrega una advertencia inquietante: “En ocasiones, podés encontrarte vos mismo en ese trayecto”.

Aunque estos incidentes no son moneda corriente, las consecuencias potenciales son de gravedad. El Dr. Nicholas Kman, médico de emergencias en el Centro Wexner de la Universidad Estatal de Ohio, enumera los riesgos: “Si te duchás durante una tormenta eléctrica y cae un rayo, podrías exponerte a desmayos, quemaduras por el agua sobrecalentada, entumecimiento u hormigueo, paro cardíaco o incluso la muerte”.

Es crucial destacar que los rayos pueden afectar de diversas maneras, no solo a través de la ducha. El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos informa que las lesiones por rayos pueden ocurrir por impacto directo, lesión por contacto, descarga lateral o corriente de tierra. Aproximadamente el 10% de las personas alcanzadas por un rayo fallece, generalmente debido a un ataque cardíaco.

Frente a este escenario, ¿qué medidas podemos tomar? La recomendación de los expertos es simple y clara: esperar. Se aconseja aguardar al menos treinta minutos después de escuchar el último trueno antes de ducharse o bañarse. Esta precaución, aunque pueda parecer exagerada, puede marcar la diferencia entre la seguridad y un accidente potencialmente grave.

Si bien las probabilidades de sufrir una lesión por rayo mientras nos duchamos son bajas, el riesgo existe y no debe ser desestimado. Como afirma uno de los expertos: “No existen garantías de seguridad absolutas, excepto evitarlo por completo”. Así que la próxima vez que una tormenta eléctrica ilumine el cielo, quizás sea preferible posponer ese baño relajante y optar por disfrutar del espectáculo natural desde un lugar seguro en nuestro hogar.

 Entre mitos y realidades, la ciencia revela por qué ducharse durante una tormenta eléctrica no es una buena idea; descubrí los hechos detrás de esta advertencia  LA NACION

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