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Tras el paro: Aerolíneas inicia una semana en calma pero con el conflicto abierto y a la espera de nuevas medidas de fuerza

La semana empezará tranquila en los aeropuertos. Por ahora, no se esperan medidas de fuerza para las primeras horas hábiles. Sin embargo, más allá de lo que se ve hall de las estaciones, cada día en la vida de Aerolíneas argentinas es una peregrinación a una calma lejana. La vista está puesta en el viernes, fecha en que, según dejaron trascender los gremios, volverán a la huelga.

El conflicto que llevó a la paralización de la actividad, y que afectó a más de 160 vuelos y cerca de 16.000 pasajeros, no está resuelto. Es más, la prestación de servicios de la empresa de bandera sólo se reinició por el paso del tiempo que se había fijado como momento de paro. Desde entonces, todos están quietos. La empresa se volcó a la normalización de los servicios y a la atención de los miles de clientes que quedaron afectados; el gremio, se llamó a silencio. Conocedor de que los ejecutivos de la línea aérea intentan modificar los planes de vuelo cuando se anuncia una medida de fuerza, esta vez parece que no habrá demasiado anuncio.

El que sí se movió es el Gobierno: decidió declarar esencial la actividad aeronáutica civil, sea pública o privada. La noticia la hizo circular el Ministerio de Capital Humano, a cargo de Sandra Pettovello. “Vamos a cumplir con toda la normativa que exige la Organización Internacional de Trabajo (OIT) para avanzar con esta reglamentación, pero la vamos a aplicar”, se leía en un comunicado.

El secretario de Trabajo, Julio Cordero, dijo que “la ministra Sandra Pettovello nos ha instruido a avanzar rápidamente en este sentido dada la importancia estratégica de este sector para la conectividad, el comercio y el transporte de pasajeros. Desde Capital Humano buscamos cuidar y defender a los miles de argentinos que se ven afectados cada vez que se definen medidas de fuerza en este sector”, agregó Cordero.

En el ministerio confiaron a LA NACION que la iniciativa quedó en el despacho del ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger. Esperan que en pocos días esté la reglamentación. La norma no es sencilla ya que debería reglar qué tipo de servicios se mantendría obligatoriamente y cuáles no. Ahora bien, para la programación de una aerolínea: ¿Qué destino es obligatorio y cuál no? Difícil reglamentar.

Como se dijo, nada está resuelto en la actividad aerocomercial en general. El viernes, por caso, se sumó otro tema que quedó, paradójicamente, debajo del radar. Sucede que el presidente de la Empresa Nacional de Navegación Aérea (EANA), la firma a cargo de la planificación, dirección, coordinación y administración del tránsito aéreo, Agustín Rodríguez Grellet, pressentó la renuncia. En rigor, se la pidieron por el pecado capital que lleva: fue nombrado por el exjefe de Gabinete, Nicolás Posse, a quién prácticamente no conoce.

La cuestión parece menor pero no lo es. Si bien formalmente su renuncia no fue aún aceptada, lo será en horas cuando el asesor sin cargo, Santiago Caputo, decida quién lo reemplazará, antes de irse pidió a la Secretaría de Trabajo la conciliación obligatoria para el conflicto que tiene con el gremio que nuclea a los controladores, Atepsa. Lo hizo para no dejarle a su sucesor el conflicto abierto en los primeros días. Pero como se sabe, la conciliación dura quince días. Es decir, se compra tiempo por dos semanas, luego, la cuestión seguirá pendiente.

Más allá de la regularización de los vuelos para el inicio de semana, nadie en la empresa estatal se atreve a decir que todo será un reloj para el viernes. Cada cual hace su juego. El conflicto que llevó a la paralización del servicio de Aerolíneas Argentinas la semana pasada late con la misma intensidad dentro de las cuatro paredes de la compañía, solo que, por ahora, no se exterioriza la jugada del gremio más combativo, el de pilotos, nucleados en APLA y comandados por Pablo Biró. Pero el sindicalista, cercanísimo a Pablo Moyano, no se quedará quieto. De hecho, el hombre ha pavimentado su carrera en el conflicto. No le teme. El punto es que del otro lado de la cuerda, lejos pero no tanto, está el presidente Javier Milei, otro que disfruta en la disputa cuerpo a cuerpo.

Ellos, seguidos de cerca por Juan Pablo Brey, líder de los aeronavegantes (APA), fueron los capitanes del paro. Ambos, además de la cuestión salarial, comparten una férrea postura frente a cualquier cambio en la situación actual de la empresa. Nada los pone más a la defensiva que la posibilidad de venta, asociación con privados o achique de la empresa. Y ese es el camino que se ha trazado la administración de Milei para la empresa. Esos puntos no se arreglan con acuerdos salariales. El conflicto parece que será la atmósfera en los próximos meses.

En el Gobierno y en la empresa se preguntan qué hacer con Biró, un sindicalista combativo pero que tiene un fuerte apoyo de sus afiliados, unos 1800 pilotos. Consideran que cualquier cosa que lo haga sentir triunfador después de este conflicto le entregará nuevas fuerzas para enfrentar las medidas que vienen. Y lo que vienen es sentar a la mesa de la productividad y la competitividad a una empresa que jamás se ha manejado como una compañía privada. De hecho, es verdad que este año los sueldos de gran parte del staff de Aerolíneas Argentinas perdió con la inflación, dicen, cerca de 70%. Pero los beneficios extras salariales que tienen, especialmente los gremios de pilotos y aeronavegantes, los sacan de escala con sus competidores como Flybondi o Jetsmart.

Por ahora, los vuelos saldrán a tiempo. Mientras, cada uno mira el tablero para ver cómo, cuándo y dónde moverá la próxima ficha. En medio, miles de pasajeros suben y bajan de los aviones, contentos por la puntualidad. Deberán estar atentos a la jugada que viene.

La semana empezará tranquila en los aeropuertos. Por ahora, no se esperan medidas de fuerza para las primeras horas hábiles. Sin embargo, más allá de lo que se ve hall de las estaciones, cada día en la vida de Aerolíneas argentinas es una peregrinación a una calma lejana. La vista está puesta en el viernes, fecha en que, según dejaron trascender los gremios, volverán a la huelga.

El conflicto que llevó a la paralización de la actividad, y que afectó a más de 160 vuelos y cerca de 16.000 pasajeros, no está resuelto. Es más, la prestación de servicios de la empresa de bandera sólo se reinició por el paso del tiempo que se había fijado como momento de paro. Desde entonces, todos están quietos. La empresa se volcó a la normalización de los servicios y a la atención de los miles de clientes que quedaron afectados; el gremio, se llamó a silencio. Conocedor de que los ejecutivos de la línea aérea intentan modificar los planes de vuelo cuando se anuncia una medida de fuerza, esta vez parece que no habrá demasiado anuncio.

El que sí se movió es el Gobierno: decidió declarar esencial la actividad aeronáutica civil, sea pública o privada. La noticia la hizo circular el Ministerio de Capital Humano, a cargo de Sandra Pettovello. “Vamos a cumplir con toda la normativa que exige la Organización Internacional de Trabajo (OIT) para avanzar con esta reglamentación, pero la vamos a aplicar”, se leía en un comunicado.

El secretario de Trabajo, Julio Cordero, dijo que “la ministra Sandra Pettovello nos ha instruido a avanzar rápidamente en este sentido dada la importancia estratégica de este sector para la conectividad, el comercio y el transporte de pasajeros. Desde Capital Humano buscamos cuidar y defender a los miles de argentinos que se ven afectados cada vez que se definen medidas de fuerza en este sector”, agregó Cordero.

En el ministerio confiaron a LA NACION que la iniciativa quedó en el despacho del ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger. Esperan que en pocos días esté la reglamentación. La norma no es sencilla ya que debería reglar qué tipo de servicios se mantendría obligatoriamente y cuáles no. Ahora bien, para la programación de una aerolínea: ¿Qué destino es obligatorio y cuál no? Difícil reglamentar.

Como se dijo, nada está resuelto en la actividad aerocomercial en general. El viernes, por caso, se sumó otro tema que quedó, paradójicamente, debajo del radar. Sucede que el presidente de la Empresa Nacional de Navegación Aérea (EANA), la firma a cargo de la planificación, dirección, coordinación y administración del tránsito aéreo, Agustín Rodríguez Grellet, pressentó la renuncia. En rigor, se la pidieron por el pecado capital que lleva: fue nombrado por el exjefe de Gabinete, Nicolás Posse, a quién prácticamente no conoce.

La cuestión parece menor pero no lo es. Si bien formalmente su renuncia no fue aún aceptada, lo será en horas cuando el asesor sin cargo, Santiago Caputo, decida quién lo reemplazará, antes de irse pidió a la Secretaría de Trabajo la conciliación obligatoria para el conflicto que tiene con el gremio que nuclea a los controladores, Atepsa. Lo hizo para no dejarle a su sucesor el conflicto abierto en los primeros días. Pero como se sabe, la conciliación dura quince días. Es decir, se compra tiempo por dos semanas, luego, la cuestión seguirá pendiente.

Más allá de la regularización de los vuelos para el inicio de semana, nadie en la empresa estatal se atreve a decir que todo será un reloj para el viernes. Cada cual hace su juego. El conflicto que llevó a la paralización del servicio de Aerolíneas Argentinas la semana pasada late con la misma intensidad dentro de las cuatro paredes de la compañía, solo que, por ahora, no se exterioriza la jugada del gremio más combativo, el de pilotos, nucleados en APLA y comandados por Pablo Biró. Pero el sindicalista, cercanísimo a Pablo Moyano, no se quedará quieto. De hecho, el hombre ha pavimentado su carrera en el conflicto. No le teme. El punto es que del otro lado de la cuerda, lejos pero no tanto, está el presidente Javier Milei, otro que disfruta en la disputa cuerpo a cuerpo.

Ellos, seguidos de cerca por Juan Pablo Brey, líder de los aeronavegantes (APA), fueron los capitanes del paro. Ambos, además de la cuestión salarial, comparten una férrea postura frente a cualquier cambio en la situación actual de la empresa. Nada los pone más a la defensiva que la posibilidad de venta, asociación con privados o achique de la empresa. Y ese es el camino que se ha trazado la administración de Milei para la empresa. Esos puntos no se arreglan con acuerdos salariales. El conflicto parece que será la atmósfera en los próximos meses.

En el Gobierno y en la empresa se preguntan qué hacer con Biró, un sindicalista combativo pero que tiene un fuerte apoyo de sus afiliados, unos 1800 pilotos. Consideran que cualquier cosa que lo haga sentir triunfador después de este conflicto le entregará nuevas fuerzas para enfrentar las medidas que vienen. Y lo que vienen es sentar a la mesa de la productividad y la competitividad a una empresa que jamás se ha manejado como una compañía privada. De hecho, es verdad que este año los sueldos de gran parte del staff de Aerolíneas Argentinas perdió con la inflación, dicen, cerca de 70%. Pero los beneficios extras salariales que tienen, especialmente los gremios de pilotos y aeronavegantes, los sacan de escala con sus competidores como Flybondi o Jetsmart.

Por ahora, los vuelos saldrán a tiempo. Mientras, cada uno mira el tablero para ver cómo, cuándo y dónde moverá la próxima ficha. En medio, miles de pasajeros suben y bajan de los aviones, contentos por la puntualidad. Deberán estar atentos a la jugada que viene.

 Por ahora no hay paros que están programados pero el gremio de pilotos anticipó que podría haber cese de actividades todos los viernes; no hubo acuerdo salarial  LA NACION

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