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Viviana Rivero, una best seller entre dos eras: “Con la lectura se produce algo similar a la meditación”

Aunque la nueva novela de Viviana Rivero (1966, Ciudad de Córdoba), Los soles de Santiago (Planeta, $ 34.900), transcurre en dos eras distantes, guarda vínculos con el presente. En el año 31 antes de Cristo, se enfoca en la historia de una joven del pueblo de los astures, Cazue, que desobedece en Hispania a los opresores de entonces -los invasores romanos- en busca de su hijo, y en la de Eme en un futuro no tan lejano, en 2055, cuando los humanos ya llevan en los cuerpos chips del tamaño de un grano de arroz y los pensamientos de la inteligencia artificial se confunden con los de los personajes. El Camino de Santiago, en España, unirá y proyectará ambos destinos.

Publicada recientemente, Los soles de Santiago ya figura en la lista de best sellers en el país. Su obra -en especial, luego de 2020, cuando El alma de las flores resultó finalista del Premio Planeta- se publica en España, donde reside con su pareja. Para una autora como ella, “etiquetada” como representante del género histórico-romántico, avanzar en nuevas temáticas tiene sus riesgos. Rivero los asume con ímpetu narrativo en una novela de más de quinientas páginas.

Yuval Noah Harari: por qué la inteligencia artificial supone un peligro existencial para la humanidad

“Generalmente, no me propongo cuánto escribir; sale lo que sale -dice a LA NACION-. Le sugerí el otro día a mi editora, Mercedes Güiraldes, que podría escribir un libro de relatos cortos de misterio, porque la gente ahora tiene poco tiempo para leer. Me dijo que no, que mis lectoras y lectores querían que mis libros fueran largos. Trato de transportar realmente al lector a otras épocas, a que sean otros durante algunas horas. Sé que mis novelas acompañan a muchas personas en sus tratamientos de quimioterapia; en estas épocas pasamos tantas cosas, nos estresamos, nos preocupamos, y no es poca cosa conseguir recrear a las personas. Recrear con un libro, a veces, puede sonar como algo liviano, pero significa volverte a crear cuando estás medio destruido por el día que has tenido. Con la lectura se produce algo similar a la meditación”. El 12 de octubre presentará la novela en la Feria del Libro de Córdoba, que comienza el 8 y se extiende hasta el 20 del mes próximo.

-¿Sentís que con esta novela saliste de tu zona de confort literaria?

-Soy una autora que acompaña hace muchos años al lector. Tengo catorce libros, en quince años, y me gusta reinventarme para que disfruten con las historias. Trato de escribir sobre lo que se me dé la gana; es mucho trabajo, porque hay que estudiar y no hago dos o tres libros sobre el mismo tema. Para la novela anterior, Apia de Roma, tuve que estudiar muchísimo. Ese libro, sobre el Imperio romano, me llevó mucho tiempo; leí treinta y dos libros sobre el tema. Asimismo, me quedaron muchos otros. La parte antigua de esta nueva novela también tiene su investigación, referida a Las Médulas, la mina de oro a cielo abierto más grande del mundo, que impulsó el cambio monetario del Imperio romano, cuando se forjaron monedas de oro con el rostro del emperador Octavio. Los astures eran uno de los últimos pueblos que los romanos querían doblegar y situé la historia de una de las protagonistas en ese mundo.

-¿La investigación influye en la imaginación narrativa?

-Cuando empezás a investigar, podés imaginar situaciones como las que describo. Pensaba en Cazue, esta muchachita que resulta engañada con lo que cree que podría llegar a ser cuando se topa con los romanos que terminan por quitarle al hijo. Bien podría haber pasado eso. Luego trabajé en unir su historia con la de Eme, que es una mujer en crisis, esas crisis que nacen producto de la época, de la tecnología y la soledad, de cómo el ser humano deja cada vez más de lado la humanidad y empieza a ver con malos ojos el hecho de tener emociones; ser demasiado humano es como ser elemental, casi un ignorante. Esa es una idea peligrosa.

-¿Y cómo se conectan, además de que ambas recorren el Camino de Santiago?

-La conexión se da a través de un “sol”, en esa orfebrería. Los seres humanos siempre hemos estado unidos a los objetos y estos se vuelven importantes para la memoria; nos recuerdan que lo que parece nuevo forma parte de una tradición, como puede ser el amor a la naturaleza. Por eso, en ese recorrido de Cazue cuando va a buscar a su hijo, tiene una experiencia casi sobrenatural con la naturaleza, entre los árboles, la tierra. Ahora estas son cosas que se estudian: se dice que tenemos que estar descalzos sobre la tierra, que nos tiene que dar el sol por la vitamina D, que las plantas y nosotros estamos más comunicados de lo que antes creíamos. Entonces, yo digo, esta chiquita, Cazue, tiene esa experiencia y la transmite a sus amigos. Esa enseñanza llega hasta el Movimiento, la organización que involucra a Eme. Creemos que somos innovadores y avanzados pero siempre hubo personas encargadas de cuidar y transmitir los saberes que hay que transmitir. Ojalá seamos parte de eso.

-¿Tenés la misma expectativa sombría que transmite la historia de Eme acerca del “imperio” de la tecnología?

-Creo que sí. Si no despertamos a tiempo, probablemente vamos a terminar en algo parecido. Ese es el futuro que me imaginé. Noto que el ser humano cada vez se separa más de lo que llamamos humanidad. Con el tiempo se va a ver bien eso de tener un chip dentro, de conectar la tecnología con el ser humano de tal modo que podamos perder la humanidad que todavía tenemos. Porque el celular es algo externo, pero el día en que me digan que no voy a perder más el teléfono ni que se me va a romper ni que me lo van a robar y que va a caber en un grano de arroz, no sé hasta cuándo voy a poder soportar y rechazarlo. El peligro más grande es que, si eso ocurre, no se van a poder diferenciar claramente los pensamientos propios de los de la inteligencia artificial. Y que vamos a ser aún más fácilmente manipulables.

-¿Cuál es la alternativa ante este panorama?

-Hay que estar atentos y los que educan a niños tienen que estar más atentos todavía, porque los que van a tener que tomar esas decisiones, en el futuro, van a ser esos niños, no nosotros.

-¿Como escritora usaste alguna aplicación de inteligencia artificial?

-Nunca en mi vida. Ni siquiera sabría cómo hacerlo. Uno de mis hijos la usa para escribir sus mails y me pregunta si no me da ganas. A ver, yo escribo por gusto; dejé una carrera de abogada para escribir, así que no sé cuál va a ser la gracia de que me lo haga otro. Me gusta unir en mi mente lo que estudio con la ficción y encontrar la frase más bonita o la mejor explicación para algo que quiero contar. Supongo que con el tiempo va a haber libros que los va a escribir la inteligencia artificial ciento por ciento.

-¿Hiciste el Camino de Santiago?

-Sí, el año pasado, con mi hija. Fue una experiencia fuerte; creo que si una persona está quince días, pasando doce horas al aire libre entre árboles y tierra y ríos, algo cambia en ella, algo se acomoda en el cerebro. Si decimos que el sol hace bien, que pisar la tierra hace bien, que bañarte en un río hace bien, evidentemente si estás quince días de la mañana al atardecer rodeado de naturaleza, te ocurre algo fuerte; te acomoda las prioridades, las ideas, te da otra visión. Todos los pensamientos van a un ritmo que es el de caminar, que es el ritmo correcto de la vida; no es correr, no es estar sentado. Algo fuerte pasó y muchas de las ideas y de todo lo que pude desarrollar en la novela fue gracias esa experiencia.

-¿Qué aprendiste?

-Muchas cosas que usé en la novela; por ejemplo, que los árboles, cuando son cortados y queda un pedazo de tronco, los de alrededor lo mantienen vivo, por debajo de la tierra, durante años; que las esporas de las hojas de los árboles se abren con el canto de los pájaros porque están intercomunicados: sacan los pájaros y el árbol no va a sobrevivir; si sacan el árbol, el pájaro no puede vivir. Nosotros nos creemos que estamos por fuera, que dirigimos todo, pero nos olvidamos la importancia que tiene la naturaleza. Me venía informando porque me gustaba el tema, pero nunca pensé que iba a utilizarlo en una novela. Le dediqué la novela a mi hija Vicky porque sé que comparte estas ideas. Es mucho más avanzada que yo.

-¿Es una activista?

-Yo digo que ella es una activista sabia. No forma parte de ningún movimiento, sino que lo hace parte de su vida. Actualmente, vive en Australia y ahora está en la Argentina. Hicimos juntas un libro para niños sobre ecología, El nogal de Joaquín. Y me ayudó a corregir Los soles de Santiago. Es un libro que tiene su cuota de polémica, ¿no? Y está basado en mis convicciones.

-¿Estás tomando distancia de la novela romántica?

Siempre dejé que dijeran que escribo novelas románticas, pero mis novelas tienen thriller, psicología, política, historia; tienen de todo, incluso, en esta, una cuota grande de autoayuda, porque Eme es una mujer en crisis que encuentra una salida.

-Las dos protagonistas son mujeres y eso se puede considerar una constante.

-Apia de Roma fue un libro muy feminista, y en este ese tema ya está un poquito más avanzado, porque en 2055 creo que ya no va a ser tanto la lucha de géneros nuestro problema. Hay algunos pensamientos sobre eso e imaginé una especie de retraimiento del hombre. Hay algo de romance también entre Eme y Orión, cada uno en el bando contrario.

-¿Tenés comunicación con tus lectoras?

-A través de las redes, muchísima. Y algunas de mis lectoras, con los años, se convirtieron en verdaderas amigas. Hay personas que me han acompañado en los primeros viajes cuando venía a Buenos Aires a presentar los libros. Era yo solita y ellas venían. Han sido mis primeras lectoras y con los años nos hemos vuelto amigas y se hicieron amigas entre ellas: armaron un grupo de WhatsApp que se llama “Yo amo a Viviana Rivero” y se visitan de una provincia a la otra. Yo vivo mitad del año en Córdoba y mitad del año en Madrid.

-¿Y cómo es la vida en España?

-Sufro, extraño, no quiero volverme cuando vengo a la Argentina. Mi pareja tiene hijos allá y, bueno, yo también tengo los libros, entonces voy, los apoyo y difundo. La vida en España, en el aspecto económico, es mucho más sencilla que en la Argentina; se puede tener lo necesario para vivir, y más, trabajando muy pocas horas. Acá tenés que trabajar muchas horas y no sé si podés poner en la heladera todo lo que ponen ellos. Este gobierno de Javier Milei recién empieza, ya lleva unos cuantos meses, pero todavía no veo que se note mucho el cambio en lo económico. Yo todavía le daría una chance.

Aunque la nueva novela de Viviana Rivero (1966, Ciudad de Córdoba), Los soles de Santiago (Planeta, $ 34.900), transcurre en dos eras distantes, guarda vínculos con el presente. En el año 31 antes de Cristo, se enfoca en la historia de una joven del pueblo de los astures, Cazue, que desobedece en Hispania a los opresores de entonces -los invasores romanos- en busca de su hijo, y en la de Eme en un futuro no tan lejano, en 2055, cuando los humanos ya llevan en los cuerpos chips del tamaño de un grano de arroz y los pensamientos de la inteligencia artificial se confunden con los de los personajes. El Camino de Santiago, en España, unirá y proyectará ambos destinos.

Publicada recientemente, Los soles de Santiago ya figura en la lista de best sellers en el país. Su obra -en especial, luego de 2020, cuando El alma de las flores resultó finalista del Premio Planeta- se publica en España, donde reside con su pareja. Para una autora como ella, “etiquetada” como representante del género histórico-romántico, avanzar en nuevas temáticas tiene sus riesgos. Rivero los asume con ímpetu narrativo en una novela de más de quinientas páginas.

Yuval Noah Harari: por qué la inteligencia artificial supone un peligro existencial para la humanidad

“Generalmente, no me propongo cuánto escribir; sale lo que sale -dice a LA NACION-. Le sugerí el otro día a mi editora, Mercedes Güiraldes, que podría escribir un libro de relatos cortos de misterio, porque la gente ahora tiene poco tiempo para leer. Me dijo que no, que mis lectoras y lectores querían que mis libros fueran largos. Trato de transportar realmente al lector a otras épocas, a que sean otros durante algunas horas. Sé que mis novelas acompañan a muchas personas en sus tratamientos de quimioterapia; en estas épocas pasamos tantas cosas, nos estresamos, nos preocupamos, y no es poca cosa conseguir recrear a las personas. Recrear con un libro, a veces, puede sonar como algo liviano, pero significa volverte a crear cuando estás medio destruido por el día que has tenido. Con la lectura se produce algo similar a la meditación”. El 12 de octubre presentará la novela en la Feria del Libro de Córdoba, que comienza el 8 y se extiende hasta el 20 del mes próximo.

-¿Sentís que con esta novela saliste de tu zona de confort literaria?

-Soy una autora que acompaña hace muchos años al lector. Tengo catorce libros, en quince años, y me gusta reinventarme para que disfruten con las historias. Trato de escribir sobre lo que se me dé la gana; es mucho trabajo, porque hay que estudiar y no hago dos o tres libros sobre el mismo tema. Para la novela anterior, Apia de Roma, tuve que estudiar muchísimo. Ese libro, sobre el Imperio romano, me llevó mucho tiempo; leí treinta y dos libros sobre el tema. Asimismo, me quedaron muchos otros. La parte antigua de esta nueva novela también tiene su investigación, referida a Las Médulas, la mina de oro a cielo abierto más grande del mundo, que impulsó el cambio monetario del Imperio romano, cuando se forjaron monedas de oro con el rostro del emperador Octavio. Los astures eran uno de los últimos pueblos que los romanos querían doblegar y situé la historia de una de las protagonistas en ese mundo.

-¿La investigación influye en la imaginación narrativa?

-Cuando empezás a investigar, podés imaginar situaciones como las que describo. Pensaba en Cazue, esta muchachita que resulta engañada con lo que cree que podría llegar a ser cuando se topa con los romanos que terminan por quitarle al hijo. Bien podría haber pasado eso. Luego trabajé en unir su historia con la de Eme, que es una mujer en crisis, esas crisis que nacen producto de la época, de la tecnología y la soledad, de cómo el ser humano deja cada vez más de lado la humanidad y empieza a ver con malos ojos el hecho de tener emociones; ser demasiado humano es como ser elemental, casi un ignorante. Esa es una idea peligrosa.

-¿Y cómo se conectan, además de que ambas recorren el Camino de Santiago?

-La conexión se da a través de un “sol”, en esa orfebrería. Los seres humanos siempre hemos estado unidos a los objetos y estos se vuelven importantes para la memoria; nos recuerdan que lo que parece nuevo forma parte de una tradición, como puede ser el amor a la naturaleza. Por eso, en ese recorrido de Cazue cuando va a buscar a su hijo, tiene una experiencia casi sobrenatural con la naturaleza, entre los árboles, la tierra. Ahora estas son cosas que se estudian: se dice que tenemos que estar descalzos sobre la tierra, que nos tiene que dar el sol por la vitamina D, que las plantas y nosotros estamos más comunicados de lo que antes creíamos. Entonces, yo digo, esta chiquita, Cazue, tiene esa experiencia y la transmite a sus amigos. Esa enseñanza llega hasta el Movimiento, la organización que involucra a Eme. Creemos que somos innovadores y avanzados pero siempre hubo personas encargadas de cuidar y transmitir los saberes que hay que transmitir. Ojalá seamos parte de eso.

-¿Tenés la misma expectativa sombría que transmite la historia de Eme acerca del “imperio” de la tecnología?

-Creo que sí. Si no despertamos a tiempo, probablemente vamos a terminar en algo parecido. Ese es el futuro que me imaginé. Noto que el ser humano cada vez se separa más de lo que llamamos humanidad. Con el tiempo se va a ver bien eso de tener un chip dentro, de conectar la tecnología con el ser humano de tal modo que podamos perder la humanidad que todavía tenemos. Porque el celular es algo externo, pero el día en que me digan que no voy a perder más el teléfono ni que se me va a romper ni que me lo van a robar y que va a caber en un grano de arroz, no sé hasta cuándo voy a poder soportar y rechazarlo. El peligro más grande es que, si eso ocurre, no se van a poder diferenciar claramente los pensamientos propios de los de la inteligencia artificial. Y que vamos a ser aún más fácilmente manipulables.

-¿Cuál es la alternativa ante este panorama?

-Hay que estar atentos y los que educan a niños tienen que estar más atentos todavía, porque los que van a tener que tomar esas decisiones, en el futuro, van a ser esos niños, no nosotros.

-¿Como escritora usaste alguna aplicación de inteligencia artificial?

-Nunca en mi vida. Ni siquiera sabría cómo hacerlo. Uno de mis hijos la usa para escribir sus mails y me pregunta si no me da ganas. A ver, yo escribo por gusto; dejé una carrera de abogada para escribir, así que no sé cuál va a ser la gracia de que me lo haga otro. Me gusta unir en mi mente lo que estudio con la ficción y encontrar la frase más bonita o la mejor explicación para algo que quiero contar. Supongo que con el tiempo va a haber libros que los va a escribir la inteligencia artificial ciento por ciento.

-¿Hiciste el Camino de Santiago?

-Sí, el año pasado, con mi hija. Fue una experiencia fuerte; creo que si una persona está quince días, pasando doce horas al aire libre entre árboles y tierra y ríos, algo cambia en ella, algo se acomoda en el cerebro. Si decimos que el sol hace bien, que pisar la tierra hace bien, que bañarte en un río hace bien, evidentemente si estás quince días de la mañana al atardecer rodeado de naturaleza, te ocurre algo fuerte; te acomoda las prioridades, las ideas, te da otra visión. Todos los pensamientos van a un ritmo que es el de caminar, que es el ritmo correcto de la vida; no es correr, no es estar sentado. Algo fuerte pasó y muchas de las ideas y de todo lo que pude desarrollar en la novela fue gracias esa experiencia.

-¿Qué aprendiste?

-Muchas cosas que usé en la novela; por ejemplo, que los árboles, cuando son cortados y queda un pedazo de tronco, los de alrededor lo mantienen vivo, por debajo de la tierra, durante años; que las esporas de las hojas de los árboles se abren con el canto de los pájaros porque están intercomunicados: sacan los pájaros y el árbol no va a sobrevivir; si sacan el árbol, el pájaro no puede vivir. Nosotros nos creemos que estamos por fuera, que dirigimos todo, pero nos olvidamos la importancia que tiene la naturaleza. Me venía informando porque me gustaba el tema, pero nunca pensé que iba a utilizarlo en una novela. Le dediqué la novela a mi hija Vicky porque sé que comparte estas ideas. Es mucho más avanzada que yo.

-¿Es una activista?

-Yo digo que ella es una activista sabia. No forma parte de ningún movimiento, sino que lo hace parte de su vida. Actualmente, vive en Australia y ahora está en la Argentina. Hicimos juntas un libro para niños sobre ecología, El nogal de Joaquín. Y me ayudó a corregir Los soles de Santiago. Es un libro que tiene su cuota de polémica, ¿no? Y está basado en mis convicciones.

-¿Estás tomando distancia de la novela romántica?

Siempre dejé que dijeran que escribo novelas románticas, pero mis novelas tienen thriller, psicología, política, historia; tienen de todo, incluso, en esta, una cuota grande de autoayuda, porque Eme es una mujer en crisis que encuentra una salida.

-Las dos protagonistas son mujeres y eso se puede considerar una constante.

-Apia de Roma fue un libro muy feminista, y en este ese tema ya está un poquito más avanzado, porque en 2055 creo que ya no va a ser tanto la lucha de géneros nuestro problema. Hay algunos pensamientos sobre eso e imaginé una especie de retraimiento del hombre. Hay algo de romance también entre Eme y Orión, cada uno en el bando contrario.

-¿Tenés comunicación con tus lectoras?

-A través de las redes, muchísima. Y algunas de mis lectoras, con los años, se convirtieron en verdaderas amigas. Hay personas que me han acompañado en los primeros viajes cuando venía a Buenos Aires a presentar los libros. Era yo solita y ellas venían. Han sido mis primeras lectoras y con los años nos hemos vuelto amigas y se hicieron amigas entre ellas: armaron un grupo de WhatsApp que se llama “Yo amo a Viviana Rivero” y se visitan de una provincia a la otra. Yo vivo mitad del año en Córdoba y mitad del año en Madrid.

-¿Y cómo es la vida en España?

-Sufro, extraño, no quiero volverme cuando vengo a la Argentina. Mi pareja tiene hijos allá y, bueno, yo también tengo los libros, entonces voy, los apoyo y difundo. La vida en España, en el aspecto económico, es mucho más sencilla que en la Argentina; se puede tener lo necesario para vivir, y más, trabajando muy pocas horas. Acá tenés que trabajar muchas horas y no sé si podés poner en la heladera todo lo que ponen ellos. Este gobierno de Javier Milei recién empieza, ya lleva unos cuantos meses, pero todavía no veo que se note mucho el cambio en lo económico. Yo todavía le daría una chance.

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