Griselda Siciliani: el desafío de ser una heroína políticamente incorrecta, las cosas que le dan envidia y el amor que la tomó por sorpresa
Es una de las actrices más talentosas y versátiles de su generación. A lo largo de su carrera, Griselda Siciliani ha demostrado que puede saltar del drama a la comedia en cuestión de minutos y que cualquier formato le calza a la perfección. De hecho, estos últimos meses han sido un reflejo de ello. Mientras que el año pasado se convirtió en Zulema para la biopic Menem, a principios de este 2024 volvió a la TV con Terapia alternativa y al cine con Descansar en paz, la película que protagonizó junto a Joaquín Furriel y que actualmente puede verse por streaming. A su vez, la cantante y bailarina volvió a subirse a las tablas con Felicidades, una comedia que le permitió compartir por primera vez escenario con Adrián Suar, el padre de su hija Margarita.
Sin embargo, entre todos sus trabajos, hay uno en particular que la tiene muy entusiasmada: su propia serie en Netflix. “Me llegan proyectos muy espectaculares, pero Envidiosa va a estar en el top de mi carrera porque es mi serie”, le confiesa la actriz a LA NACIÓN sobre esta producción argentina que tendrá su estreno mundial el próximo 18 de septiembre. Escrita por Carolina Aguirre y dirigida por Gabriel Medina, esta historia sigue a Vicky, una mujer que siente una profunda envidia cada vez que una de sus amigas se casa antes que ella. Antes de cumplir 40, esta decoradora de interiores le da un ultimátum a su novio de toda la vida: o formalizan, o lo deja. Sin embargo, nada resulta como esperaba y Vicky tendrá que rearmar su vida, buscando un nuevo hombre para concretar su sueño de formar una familia. “Más que un hombre se encontrará a sí misma”, anticipa la protagonista que comparte cartel con Esteban Lamothe, Benjamín Vicuña, Pilar Gamboa y Violeta Urtizberea, entre otras grandes figuras.
Tras asegurar que haber hecho esta serie con una protagonista femenina es una gran apuesta, Siciliani revela qué es lo que la llevó a aceptar este desafío: “No hay tantas series contando el mundo de una soltera de cuarenta sin hijos. Tampoco hay muchas historias donde el rol central sea una mujer. Cuando hago el ejercicio de recordar qué fue lo que me convoco a hacer este proyecto, el personaje fue algo vital. Es la heroína de la serie pero hace todo mal, todo es políticamente incorrecto”, asegura mientras admite que si bien hubo cambios en la industria, “todavía falta mucho” por hacer a la hora de lograr la equidad de género.
-¿Cómo definirías Envidiosa?
-La serie empieza con Vicky cumpliendo 40 años y separándose de su novio de 10 años. Es un personaje muy particular que se brota con esta situación porque es una mujer que tiene una estructura de pensamiento y una foto en su cabeza de que es lo que quiere lograr a una cierta edad: una familia conservadora con hijos como veía en esa caja de cereales que desayunaba de chica. Cuando ve que esa foto se le va a desconfigurar, todas sus carencias se exacerban. Se muestra mucho la parte de la envidia pero no es solo envidiosa, es muy carente es muchos aspectos y eso conspira muy a favor del humor. Es la heroína de la serie pero hace todo mal, todo es políticamente incorrecto. Para mí, eso fue una de las cosas más atractivas que tuvo el proyecto cuando me lo mostraron.
-Con mucho humor, la serie pone el foco en el tema de los mandatos sociales…
-Exacto. Vicky piensa que por la edad no va a llegar a tener hijos, que si se separa ahora no va a conocer a alguien para formar una familia. Hay algo del mandato, del reloj biológico y de la idea de lo que tiene que ser una mujer a cierta edad que viene a tambalear. Cuando hago el ejercicio de recordar que fue lo que me convoco a hacer este proyecto, el personaje fue algo vital. Saber que yo iba a poder aportar algo a ese ser fue importantísimo. Tuve mucha libertad de parte de Carolina Aguirre (la autora), de la dirección y de la producción para construirlo y colaborar con mis ideas.
-¿Hay alguien en que te hayas inspirado a la hora de crear este personaje?
-Yo me nutro de mí misma (risas). Son tan universales todos los sentimientos de Vicky: los dolores, las carencias, las frustraciones de lo que hubiera imaginado y no le ocurrió. Pero, por lo general, uno tiene controladitos esos sentimientos. Vicky no tiene filtro. Está muy desbordada y eso hace que esta serie sea una comedia y no un drama. Además, tiene muy poca experiencia terapéutica entonces eso es una parte troncal de la serie; la psicóloga (interpretada por Lorena Vega) se hace un festín con ella. Es un personaje muy rico que puede hacer cualquier cosa, porque está en brote todo el tiempo.
-¿Qué fue lo más divertido de interpretarla?
-Todo, cada escena fue una tentación de risa. Además, esta serie tiene un elenco soñado. Yo me levantaba a las seis de la mañana pero sabía que me iba a encontrar con Pilar Gamboa (que además es mi amiga) y con Susana Pampín, que me desmayo de la admiración. Al otro día, actuaba con Lamothe y Garabal. Al otro, con Lorena Vega y al otro, con Marina, Violeta y Bárbara, entonces había algo de eso que me atrapaba. Todos son figuras, grandes actores y comediantes que desde su lugar colaboraron para contar a Vicky. Entonces se daba una comunión y unas carcajadas que muchas veces teníamos que volver a regrabar o cortar porque de golpe nos tentábamos. El crisol de matices que tiene Vicky depende de con qué personaje está y eso para mí fue lo más divertido, porque cada día era otro mundo que tenía que actuar. Porque ella es muy diferente con cada vínculo.
-¿Influye el elenco a la hora de aceptar un proyecto?
-Sí, influye. En este caso, acepté primero y después se conformó el elenco, pero me consultaban y yo iba diciendo lo que me parecía. Me decían: “Estamos pensando en Pilar Gamboa para hacer de tu hermana” y yo pensaba: “¡Por favor, que la consigan!”. Trataba de no meterme en sus decisiones porque muchos son amigos míos, pero rogaba que acepten. Y al final terminó siendo el elenco de mis sueños; son todos actores que quiero y admiro. En principio, para aceptar un proyecto tengo que amar el personaje, pero después el elenco, quien dirige y el equipo. Eso me cambia mucho el día a día a la hora de rodar.
-¿Cómo fue trabajar con dos galanes como Benjamín Vicuña y Esteban Lamothe?
-Con Benja ya había trabajado en Farsantes y ahora en teatro, así que tengo mucha cotidianidad con él. Y Esteban es mi amigo, tengo una confianza absoluta para trabajar las escenas. Cuando tenés que construir una historia de amor, tener confianza y que el otro entienda lo que le proponés hace que las cosas se vuelvan más grandes, más detalladas, con muchas más sutilezas. Y lo sumo a Martin Garabal (que hace de mi ex), que nunca había trabajado con él y fue un placer total.
-¿Y con Adrián Suar?
-En este rol de productor ya trabaje varias veces, así que tengo experiencia. Igual lo traté más al principio, cuando fue la propuesta y me contaron todo. Después ya quedo todo en manos de la producción ejecutiva y de Netflix.
-¿Cómo es como compañero de teatro?
-Ahí sí es la primera vez y es una maravilla. Adrián es el mejor compañero que te puede tocar como actor porque es muy buen líder y muy buen compañero. Es muy generoso, le gusta que los demás estén cómodos, es muy anfitrión, ya que está muy acostumbrado a ese rol de productor. Además, es el papá de mi hija, entonces tenemos un vinculo muy familiar. Pero no sabía cómo iba a funcionar estar juntos en un escenario porque es algo muy particular compartir escenario con alguien. Yo hago teatro desde siempre y soy muy exigente, y con Adri somos actores muy diferentes… Pero es un placer. Cada noche nos divertimos, nos reímos y disfrutamos mucho de poder compartir una obra.
-¿Qué dice Margarita? ¿Le gusta que trabajen juntos?
-Sí, Margarita es fan.
-¿Ya vio algo de la serie?
-Sí y le encantó. Aparte está muy acostumbrada a ver cosas, ficciones y tiene una mirada muy critica a pesar de sus 12 años.
-¿Le ves futuro en el medio?
-Ella es muy amante de la danza. Baila muy espectacular, va todos los días a clases y no quiere faltar por nada en el mundo. Creo que la danza es su amor por ahora.
-Tu personaje es muy envidiosa… ¿Qué cosas te dan envidia a vos?
-Yo lo tengo muy trabajado ese sentimiento pero lo respeto mucho también porque es una alarma, es como algo que está relacionado con el deseo. A veces es algo más neurótico relacionado con el mundo de las redes sociales que generan eso de ver algo en el otro que yo no tengo. En la serie, hay un capitulo que la psicóloga le dice a Vicky: “Cuando vos tengas tu propio mundo, cuando tu mundo te parezca hermoso y algo a defender, vas a dejar de mirar el mundo de los otros”, y yo me siento bastante contenta con el mundo que me construí, con la vida que vivo, con mis amigos, con mis afectos, con mi hija, con mi propia profesión, entonces me queda poco espacio para envidiar… Pero a veces me dan envidia pequeñas cosas. Por ejemplo, la gente que es habilidosa con las redes sociales y que crea contenido. No entiendo cómo hacen para que eso les resulte fácil y agradable (risas).
-¿No te llevás bien con las redes?
-No, no tanto. Siempre tengo la fantasía de no usarlas más y borrarme, pero tengo muchos seguidores y me da pena porque después hago obras de teatro independiente y me sirven mucho para promocionarlas. Pero son un embole mis redes porque solo hablo de mi trabajo.
-¿No te sentís cómoda con eso de mostrar el día a día?
-No sé si no me siento cómoda… No me sale. No está en mi cabeza, no se me cruza. Yo no saco fotos de las cosas, de los momentos; me olvido. Por ahí me fui de viaje y no saqué fotos, o saqué una del paisaje pero no es que tengo el chip del contenido para las redes o de mostrar lo que me pasa o lo que estoy haciendo en mi vida. Entonces eso sí me da envidia, la gente que lo hace bien me da envidia (risas). Digo: “¡Qué genialidad! ¿Cómo se le ocurrió?”.
-En la serie, Vicky se psicoanaliza por primera vez… ¿Qué rol ocupa la terapia en tu vida?
-Un rol bastante fundamental desde hace varios años. Es un espacio que necesito, que tengo que tenerlo. Un espacio de muchas cosas, de hasta formación porque ahí puedo profundizar, hablar de temas sociales, culturales, personales. De la angustia más cotidiana que puede tener uno hasta cualquier otro tema universal entonces, es un lugar de mucha ganancia para mí.
-Vicky también hace muchas locuras por amor… Contanos alguna que hayas hecho vos.
-He hecho muchas pavadas, pero nada muy contable (risas). He hecho muchas cosas de carente en otras épocas; se ve que había algo que había que trabajar un poquito. Como le pasa a Vicky, conozco esa sensación de carencia, de fragilidad, de poner en el otro algo que no encontraste. Lo conozco, no sé si a ese extremo pero sí me resulta familiar.
-Después de tu separación con Adrián estuviste mucho tiempo sola… ¿Disfrutaste la soltería?
-Disfruté muchísimo la soltería. Estuve ocho años sin pareja.
-¿Extrañabas estar con alguien?
-No, nada. Honestamente, no extrañé nada.
-¿Y qué hacés ahora en pareja?
-¡Y me enamoré! (risas).
-¿Cómo estás con Luciano Castro?
-Muy bien, muy bien. A mí me cuesta mucho meterme en esos temas, pero estoy muy bien y siento que, en mi caso, volver a estar con alguien no tuvo nada que ver con extrañar. No tenía ni ganas de estar en pareja, pero vino y me sorprendió. Pasó y bueno, me dieron ganas (risas). Ni siquiera sé si me dieron ganas, pasó y fue como un rayo.
-¿Qué tiene de diferente esta segunda vuelta?
-Muchas cosas diferentes y otras muy iguales por eso, este reencuentro nos sorprendió. Somos otras personas. Bueno, puedo hablar por mí y soy otra persona claramente distinta a la de hace 18 años, que era una niña. Éramos unos niños y tuvimos un noviazgo divino que duró algunos meses y ahora este reencuentro… Estamos bien, la estamos pasando muy bien.
Es una de las actrices más talentosas y versátiles de su generación. A lo largo de su carrera, Griselda Siciliani ha demostrado que puede saltar del drama a la comedia en cuestión de minutos y que cualquier formato le calza a la perfección. De hecho, estos últimos meses han sido un reflejo de ello. Mientras que el año pasado se convirtió en Zulema para la biopic Menem, a principios de este 2024 volvió a la TV con Terapia alternativa y al cine con Descansar en paz, la película que protagonizó junto a Joaquín Furriel y que actualmente puede verse por streaming. A su vez, la cantante y bailarina volvió a subirse a las tablas con Felicidades, una comedia que le permitió compartir por primera vez escenario con Adrián Suar, el padre de su hija Margarita.
Sin embargo, entre todos sus trabajos, hay uno en particular que la tiene muy entusiasmada: su propia serie en Netflix. “Me llegan proyectos muy espectaculares, pero Envidiosa va a estar en el top de mi carrera porque es mi serie”, le confiesa la actriz a LA NACIÓN sobre esta producción argentina que tendrá su estreno mundial el próximo 18 de septiembre. Escrita por Carolina Aguirre y dirigida por Gabriel Medina, esta historia sigue a Vicky, una mujer que siente una profunda envidia cada vez que una de sus amigas se casa antes que ella. Antes de cumplir 40, esta decoradora de interiores le da un ultimátum a su novio de toda la vida: o formalizan, o lo deja. Sin embargo, nada resulta como esperaba y Vicky tendrá que rearmar su vida, buscando un nuevo hombre para concretar su sueño de formar una familia. “Más que un hombre se encontrará a sí misma”, anticipa la protagonista que comparte cartel con Esteban Lamothe, Benjamín Vicuña, Pilar Gamboa y Violeta Urtizberea, entre otras grandes figuras.
Tras asegurar que haber hecho esta serie con una protagonista femenina es una gran apuesta, Siciliani revela qué es lo que la llevó a aceptar este desafío: “No hay tantas series contando el mundo de una soltera de cuarenta sin hijos. Tampoco hay muchas historias donde el rol central sea una mujer. Cuando hago el ejercicio de recordar qué fue lo que me convoco a hacer este proyecto, el personaje fue algo vital. Es la heroína de la serie pero hace todo mal, todo es políticamente incorrecto”, asegura mientras admite que si bien hubo cambios en la industria, “todavía falta mucho” por hacer a la hora de lograr la equidad de género.
-¿Cómo definirías Envidiosa?
-La serie empieza con Vicky cumpliendo 40 años y separándose de su novio de 10 años. Es un personaje muy particular que se brota con esta situación porque es una mujer que tiene una estructura de pensamiento y una foto en su cabeza de que es lo que quiere lograr a una cierta edad: una familia conservadora con hijos como veía en esa caja de cereales que desayunaba de chica. Cuando ve que esa foto se le va a desconfigurar, todas sus carencias se exacerban. Se muestra mucho la parte de la envidia pero no es solo envidiosa, es muy carente es muchos aspectos y eso conspira muy a favor del humor. Es la heroína de la serie pero hace todo mal, todo es políticamente incorrecto. Para mí, eso fue una de las cosas más atractivas que tuvo el proyecto cuando me lo mostraron.
-Con mucho humor, la serie pone el foco en el tema de los mandatos sociales…
-Exacto. Vicky piensa que por la edad no va a llegar a tener hijos, que si se separa ahora no va a conocer a alguien para formar una familia. Hay algo del mandato, del reloj biológico y de la idea de lo que tiene que ser una mujer a cierta edad que viene a tambalear. Cuando hago el ejercicio de recordar que fue lo que me convoco a hacer este proyecto, el personaje fue algo vital. Saber que yo iba a poder aportar algo a ese ser fue importantísimo. Tuve mucha libertad de parte de Carolina Aguirre (la autora), de la dirección y de la producción para construirlo y colaborar con mis ideas.
-¿Hay alguien en que te hayas inspirado a la hora de crear este personaje?
-Yo me nutro de mí misma (risas). Son tan universales todos los sentimientos de Vicky: los dolores, las carencias, las frustraciones de lo que hubiera imaginado y no le ocurrió. Pero, por lo general, uno tiene controladitos esos sentimientos. Vicky no tiene filtro. Está muy desbordada y eso hace que esta serie sea una comedia y no un drama. Además, tiene muy poca experiencia terapéutica entonces eso es una parte troncal de la serie; la psicóloga (interpretada por Lorena Vega) se hace un festín con ella. Es un personaje muy rico que puede hacer cualquier cosa, porque está en brote todo el tiempo.
-¿Qué fue lo más divertido de interpretarla?
-Todo, cada escena fue una tentación de risa. Además, esta serie tiene un elenco soñado. Yo me levantaba a las seis de la mañana pero sabía que me iba a encontrar con Pilar Gamboa (que además es mi amiga) y con Susana Pampín, que me desmayo de la admiración. Al otro día, actuaba con Lamothe y Garabal. Al otro, con Lorena Vega y al otro, con Marina, Violeta y Bárbara, entonces había algo de eso que me atrapaba. Todos son figuras, grandes actores y comediantes que desde su lugar colaboraron para contar a Vicky. Entonces se daba una comunión y unas carcajadas que muchas veces teníamos que volver a regrabar o cortar porque de golpe nos tentábamos. El crisol de matices que tiene Vicky depende de con qué personaje está y eso para mí fue lo más divertido, porque cada día era otro mundo que tenía que actuar. Porque ella es muy diferente con cada vínculo.
-¿Influye el elenco a la hora de aceptar un proyecto?
-Sí, influye. En este caso, acepté primero y después se conformó el elenco, pero me consultaban y yo iba diciendo lo que me parecía. Me decían: “Estamos pensando en Pilar Gamboa para hacer de tu hermana” y yo pensaba: “¡Por favor, que la consigan!”. Trataba de no meterme en sus decisiones porque muchos son amigos míos, pero rogaba que acepten. Y al final terminó siendo el elenco de mis sueños; son todos actores que quiero y admiro. En principio, para aceptar un proyecto tengo que amar el personaje, pero después el elenco, quien dirige y el equipo. Eso me cambia mucho el día a día a la hora de rodar.
-¿Cómo fue trabajar con dos galanes como Benjamín Vicuña y Esteban Lamothe?
-Con Benja ya había trabajado en Farsantes y ahora en teatro, así que tengo mucha cotidianidad con él. Y Esteban es mi amigo, tengo una confianza absoluta para trabajar las escenas. Cuando tenés que construir una historia de amor, tener confianza y que el otro entienda lo que le proponés hace que las cosas se vuelvan más grandes, más detalladas, con muchas más sutilezas. Y lo sumo a Martin Garabal (que hace de mi ex), que nunca había trabajado con él y fue un placer total.
-¿Y con Adrián Suar?
-En este rol de productor ya trabaje varias veces, así que tengo experiencia. Igual lo traté más al principio, cuando fue la propuesta y me contaron todo. Después ya quedo todo en manos de la producción ejecutiva y de Netflix.
-¿Cómo es como compañero de teatro?
-Ahí sí es la primera vez y es una maravilla. Adrián es el mejor compañero que te puede tocar como actor porque es muy buen líder y muy buen compañero. Es muy generoso, le gusta que los demás estén cómodos, es muy anfitrión, ya que está muy acostumbrado a ese rol de productor. Además, es el papá de mi hija, entonces tenemos un vinculo muy familiar. Pero no sabía cómo iba a funcionar estar juntos en un escenario porque es algo muy particular compartir escenario con alguien. Yo hago teatro desde siempre y soy muy exigente, y con Adri somos actores muy diferentes… Pero es un placer. Cada noche nos divertimos, nos reímos y disfrutamos mucho de poder compartir una obra.
-¿Qué dice Margarita? ¿Le gusta que trabajen juntos?
-Sí, Margarita es fan.
-¿Ya vio algo de la serie?
-Sí y le encantó. Aparte está muy acostumbrada a ver cosas, ficciones y tiene una mirada muy critica a pesar de sus 12 años.
-¿Le ves futuro en el medio?
-Ella es muy amante de la danza. Baila muy espectacular, va todos los días a clases y no quiere faltar por nada en el mundo. Creo que la danza es su amor por ahora.
-Tu personaje es muy envidiosa… ¿Qué cosas te dan envidia a vos?
-Yo lo tengo muy trabajado ese sentimiento pero lo respeto mucho también porque es una alarma, es como algo que está relacionado con el deseo. A veces es algo más neurótico relacionado con el mundo de las redes sociales que generan eso de ver algo en el otro que yo no tengo. En la serie, hay un capitulo que la psicóloga le dice a Vicky: “Cuando vos tengas tu propio mundo, cuando tu mundo te parezca hermoso y algo a defender, vas a dejar de mirar el mundo de los otros”, y yo me siento bastante contenta con el mundo que me construí, con la vida que vivo, con mis amigos, con mis afectos, con mi hija, con mi propia profesión, entonces me queda poco espacio para envidiar… Pero a veces me dan envidia pequeñas cosas. Por ejemplo, la gente que es habilidosa con las redes sociales y que crea contenido. No entiendo cómo hacen para que eso les resulte fácil y agradable (risas).
-¿No te llevás bien con las redes?
-No, no tanto. Siempre tengo la fantasía de no usarlas más y borrarme, pero tengo muchos seguidores y me da pena porque después hago obras de teatro independiente y me sirven mucho para promocionarlas. Pero son un embole mis redes porque solo hablo de mi trabajo.
-¿No te sentís cómoda con eso de mostrar el día a día?
-No sé si no me siento cómoda… No me sale. No está en mi cabeza, no se me cruza. Yo no saco fotos de las cosas, de los momentos; me olvido. Por ahí me fui de viaje y no saqué fotos, o saqué una del paisaje pero no es que tengo el chip del contenido para las redes o de mostrar lo que me pasa o lo que estoy haciendo en mi vida. Entonces eso sí me da envidia, la gente que lo hace bien me da envidia (risas). Digo: “¡Qué genialidad! ¿Cómo se le ocurrió?”.
-En la serie, Vicky se psicoanaliza por primera vez… ¿Qué rol ocupa la terapia en tu vida?
-Un rol bastante fundamental desde hace varios años. Es un espacio que necesito, que tengo que tenerlo. Un espacio de muchas cosas, de hasta formación porque ahí puedo profundizar, hablar de temas sociales, culturales, personales. De la angustia más cotidiana que puede tener uno hasta cualquier otro tema universal entonces, es un lugar de mucha ganancia para mí.
-Vicky también hace muchas locuras por amor… Contanos alguna que hayas hecho vos.
-He hecho muchas pavadas, pero nada muy contable (risas). He hecho muchas cosas de carente en otras épocas; se ve que había algo que había que trabajar un poquito. Como le pasa a Vicky, conozco esa sensación de carencia, de fragilidad, de poner en el otro algo que no encontraste. Lo conozco, no sé si a ese extremo pero sí me resulta familiar.
-Después de tu separación con Adrián estuviste mucho tiempo sola… ¿Disfrutaste la soltería?
-Disfruté muchísimo la soltería. Estuve ocho años sin pareja.
-¿Extrañabas estar con alguien?
-No, nada. Honestamente, no extrañé nada.
-¿Y qué hacés ahora en pareja?
-¡Y me enamoré! (risas).
-¿Cómo estás con Luciano Castro?
-Muy bien, muy bien. A mí me cuesta mucho meterme en esos temas, pero estoy muy bien y siento que, en mi caso, volver a estar con alguien no tuvo nada que ver con extrañar. No tenía ni ganas de estar en pareja, pero vino y me sorprendió. Pasó y bueno, me dieron ganas (risas). Ni siquiera sé si me dieron ganas, pasó y fue como un rayo.
-¿Qué tiene de diferente esta segunda vuelta?
-Muchas cosas diferentes y otras muy iguales por eso, este reencuentro nos sorprendió. Somos otras personas. Bueno, puedo hablar por mí y soy otra persona claramente distinta a la de hace 18 años, que era una niña. Éramos unos niños y tuvimos un noviazgo divino que duró algunos meses y ahora este reencuentro… Estamos bien, la estamos pasando muy bien.
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