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Martín Seefeld: los duelos que lo marcaron, el ansiado regreso de Los simuladores y los cargos políticos que desestimó (hasta ahora)

“El tiempo pasa, pero lo importante es estar presente en cada momento, porque todo puede cambiar en un segundo”, comenta Martín Seefeld mientras cruza la Plaza Vicente López, en Recoleta, siguiendo las indicaciones del fotógrafo de LA NACION. Un cambio de último momento en la locación lo trajo hasta acá. A su paso, los transeúntes lo reconocen: algunos lo saludan con entusiasmo, otros solo observan con curiosidad. Con un giro casi de comedia, el primero en detenerlo para saludar es el célebre “Tano” Pasman, el fanático de River que se convirtió en un fenómeno de las redes sociales durante la pandemia, quien lo llama con afecto: “¡Martín, querido! ¿Te acordás de mí?”. Unos metros más adelante, un grupo de chicas con uniforme escolar lo rodea, emocionadas. “¡Colucci!”, le gritan, haciendo referencia a su personaje en Rebelde Way. “¿Nos sacamos una selfie?”, pregunta una de ellas. Seefeld accede con una sonrisa. A más de dos décadas de haber interpretado a Franco Colucci, el personaje sigue vivo gracias a las plataformas, que permiten que una nueva generación redescubra la tira de Cris Morena.

Al cruzar la calle, Seefeld se sienta en un café que es un nuevo clásico del barrio y, mientras toma un cortado en vaso de vidrio, reflexiona: “Lo único que realmente tenemos es esto, este cortado y esta charla ahora; estoy 100% acá”. Esa es su filosofía del presente, siempre atento a la fragilidad del tiempo y la importancia de los vínculos afectivos. Más adelante en la entrevista abordará otros temas, como la crisis del país que repercute en el cine nacional, afectado por el retraso en la filmación de la película de Los simuladores, un proyecto en el que está profundamente involucrado.

Este fin de semana, el actor y productor regresa al teatro porteño con Holter, un musical que tendrá cuatro funciones los últimos dos sábados y domingos de septiembre en el Cine Teatro El Plata de Mataderos, y que él protagoniza junto con Carolina Solari y Joaquín Bonamico. “Holter no solo habla del corazón, sino de los vínculos y de lo que realmente importa”, explica. “La pandemia fue un momento de oscuridad. Me di cuenta de que necesitábamos hablar de lo esencial: eso que creemos garantizado, pero que en realidad es tan frágil”. A través de una combinación de humor, música y baile, la obra invita a un replanteo de las relaciones humanas que a menudo se dan por sentadas, enfrentándolas a su contracara: la incertidumbre y lo inesperado que la vida nos presenta.

—Pasa el tiempo y vos retomás esta obra. ¿Cómo surgió la idea de Holter?

—La pandemia fue un momento de caos, de mucha muerte. Y ahí me di cuenta de que teníamos que hablar de lo que realmente importa: los vínculos que creemos garantizados. La relación con nuestros hijos, padres, y parejas… Esos lazos que, cuando los perdemos, valoramos lo esenciales que son. Es una obra que trata sobre lo efímero de la vida, sobre cómo todo puede cambiar en un segundo. Es un tema que funciona en todos lados. Hicimos funciones en Punta del Este, Córdoba, Rosario, Mar del Plata, Bahía Blanca, Tucumán y otras ciudades del interior. Fue una experiencia increíble en cada lugar, en cada función. Y ahora volvemos a Buenos Aires, al Cine Teatro El Plata, de Mataderos. Estoy muy entusiasmado por volver a encontrarme con el público porteño.

—Equilibrás humor con temas muy profundos, ¿cómo lo lográs?

—El humor ha sido una herramienta clave en mi vida, especialmente en momentos difíciles. En Holter, aunque tocamos temas serios, el humor nos permite conectar de otra manera con el público. La gente se ríe, se emociona y eso crea un vínculo muy especial. Además, el humor es una forma de pensar, de repensar nuestras relaciones y la vida misma. Creo que estoy en el momento ideal para hacer esta obra. Jorge Marrale vino a verla y me dijo que era genial que la hiciera ahora, porque quizás antes no hubiera podido por cuestiones de la vida, y dentro de unos años, no podré por el cuerpo.

Las pérdidas

El camino de Seefeld está marcado por profundas pérdidas que lo fueron moldeando, tanto nivel personal como profesional. Entre ellas está la tragedia del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994, donde perdió a su amigo Fabián. También recuerda con dolor la muerte de sus padres y su hermano mayor, episodios que lo llevaron a reflexionar sobre la fragilidad y el valor del tiempo: “La vida me enseñó que todo es finito”, insiste.

—¿Cómo te afectó personalmente la pérdida de tu amigo Fabián en el atentado a la AMIA?

—Perder a Fabián fue devastador. Él era mi hermano de la vida. La noche anterior habíamos cenado juntos y todo fue muy raro. Vimos la final del Mundial 94 solos, cuando siempre la veíamos con más amigos. Al despedirse me dio un beso, cosa que no era habitual. Al día siguiente, su esposa me llamó: “¿Viste lo que pasó?”. Fabián estaba en la AMIA con su hermano, habían ido a hacer un trámite porque su abuelo había fallecido esa madrugada. La explosión se los llevó. Fue un golpe brutal que me enseñó lo frágil que es la vida. Todo puede desaparecer en un segundo.

—¿Cómo viviste esos días posteriores al atentado?

—Estuve en la AMIA desde el primer día. Dormí ahí con otros voluntarios hasta que lo encontramos. Su padre no quiso ver el cuerpo. Fue una semana durísima, apenas fui a casa a bañarme una vez. Esa experiencia me marcó para siempre. Desde entonces, trato de estar presente en cada momento, valorar lo que tengo, y seguir pidiendo justicia. No podemos permitir que esto se olvide. La muerte de mi hermano mayor también me afectó mucho. Cuando mi hermano murió, fue inesperado, y eso me obligó a replantear muchas cosas. La partida de mis padres cerró un ciclo muy importante en mi vida. Esas pérdidas te obligan a reflexionar. Hoy trato de mantenerme cerca de lo que realmente importa: la familia, los amigos y mi trabajo.

—¿Cómo canalizás esas emociones?

—El teatro y el trabajo me ayudaron muchísimo. Poner el cuerpo y el alma en lo que hago es una forma de sobrellevar esas pérdidas. Es un espacio para expresar lo que a veces no puedo poner en palabras.

El regreso más esperado

Los simuladores, la serie creada por Damián Szifrón en 2002, fue un éxito rotundo en la televisión argentina. La tira era la historia de cuatro hombres que revolvían problemas imposibles mediante ingeniosas simulaciones. En 2022, para celebrar su 20º aniversario, Szifrón anunció la adaptación al cine, con estreno previsto para 2024. Sin embargo, el proyecto está demorado por múltiples motivos, uno de ellos la situación actual de la industria del cine. “Salimos al aire en 2002, en una de las peores crisis del país, y esta vez también lo vamos a lograr”, asegura el actor, confiado en que, a pesar de los desafíos, la película será una realidad.

—¿Entonces, están avanzando con la película de Los simuladores?

—Es un proyecto enorme y hermoso. Se ha hablado mucho en estos días y nosotros seguimos trabajando para hacer la película. Queremos que esté a la altura de lo que la gente espera. No es un proceso fácil, porque queremos cuidar cada detalle. Las plataformas han cambiado y eso hace que sea un rompecabezas complejo, pero estamos avanzando.

—¿Por qué la demora?

—No queremos apresurarnos. Sabemos lo que significa para el público y no podemos hacer algo a medias. La idea es que el regreso sea especial, algo que quede en la memoria de todos. Es un desafío grande y estamos tomándonos el tiempo necesario para hacerlo bien.

Compromiso político

“Si siento que puedo aportar, lo haré”, asegura Seefeld, quien siempre se mantuvo cerca del ámbito político y social, defendiendo causas e involucrándose activamente. A lo largo de su carrera, el actor dio sus opiniones sin miedo y se comprometió con temas que considera importantes, como la justicia y los derechos de los actores. ”Hace 18 años que trabajo para el colectivo actoral y para todo el medio. Pero no en desmedro de otro, sino en beneficio de todos”, asegura el actor sobre su rol desde Sagai. Aunque recibió múltiples propuestas para involucrarse formalmente en política, prefirió concentrarse en su carrera artística.

—Te ofrecieron puestos relacionados con tu profesión y los rechazaste…

—Sí, durante el gobierno de [Mauricio] Macri me ofrecieron varios cargos, como estar en el canal público o en el Incaa, e incluso ser candidato a diputado. Pero no era el momento. Con Mauricio tengo una amistad de años, y no quería que se interpretara que estaba ahí solo por eso. Ojo, no era porque pensara que no lo podía hacer, pero si algún día me involucro en política será porque realmente siento que puedo aportar algo.

—¿Cómo ves la situación actual?

—Soy un ser democrático. Quiero que al Gobierno le vaya bien porque si le va bien, nos va bien a todos. A todos los gobiernos les deseé lo mismo, no tiene sentido desear el fracaso solo porque no es al que votaste. Pero tampoco voy a callarme si algo está mal. Hay que ser una oposición constructiva, mantener lo que está bien y corregir lo que no. Esa división que tenemos es la que nos está frenando como país.

—¿O sea que, para vos, la grieta sigue?

—Creo que es una de las cosas que más nos está frenando como país. Primero, tenemos que terminar con esta grieta absurda. No podemos ser objetivos si cada vez que algo lo hizo el otro, automáticamente hay que sacarlo. Me parece ridículo. Tenemos que aprender a mantener lo que está bien, sin importar quién lo hizo, y corregir lo que está mal. Tirarnos piedras entre nosotros ya nos dimos cuenta de que no funciona.

Además de Holter y la esperada película de Los simuladores, Seefeld tiene otros proyectos en marcha, entre ellos una adaptación teatral de cuentos de Jorge Luis Borges. “Es fascinante”, comenta sobre el desafío de llevar a escena la obra de uno de los escritores más brillantes y complejos de la literatura argentina. “El teatro me permite seguir explorando, y eso es lo que más disfruto”.

—¿Cómo se puede adaptar a Borges para teatro?

—Es un autor complicado de leer y aún más de interpretar, pero eso es lo que lo hace fascinante. Es un proyecto alternativo que me entusiasma mucho. Me fascina cómo juega con el tiempo, la identidad, lo finito y lo infinito. Llevarlo al teatro es un desafío enorme, pero creo que puede ser una experiencia muy rica. De todas maneras, antes voy a hacer Los pilares de la sociedad, de Henrik Ibsen. Es una obra que habla de política y valores, y creo que va a generar mucho impacto.

“El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río”, escribió Borges. Para Seefeld, la frase cobra un sentido profundo: “Al final, lo único que realmente tenemos es el ahora”.

Para agendar

Holter, con Martín Seefeld, Carolina Solari y Joaquín Bonámico. Sala: Cine Teatro El Plata (Avenida Juan Bautista Alberdi 5765). Funciones: hoy y mañana, y el 28 y 29 de septiembre, a las 20.

“El tiempo pasa, pero lo importante es estar presente en cada momento, porque todo puede cambiar en un segundo”, comenta Martín Seefeld mientras cruza la Plaza Vicente López, en Recoleta, siguiendo las indicaciones del fotógrafo de LA NACION. Un cambio de último momento en la locación lo trajo hasta acá. A su paso, los transeúntes lo reconocen: algunos lo saludan con entusiasmo, otros solo observan con curiosidad. Con un giro casi de comedia, el primero en detenerlo para saludar es el célebre “Tano” Pasman, el fanático de River que se convirtió en un fenómeno de las redes sociales durante la pandemia, quien lo llama con afecto: “¡Martín, querido! ¿Te acordás de mí?”. Unos metros más adelante, un grupo de chicas con uniforme escolar lo rodea, emocionadas. “¡Colucci!”, le gritan, haciendo referencia a su personaje en Rebelde Way. “¿Nos sacamos una selfie?”, pregunta una de ellas. Seefeld accede con una sonrisa. A más de dos décadas de haber interpretado a Franco Colucci, el personaje sigue vivo gracias a las plataformas, que permiten que una nueva generación redescubra la tira de Cris Morena.

Al cruzar la calle, Seefeld se sienta en un café que es un nuevo clásico del barrio y, mientras toma un cortado en vaso de vidrio, reflexiona: “Lo único que realmente tenemos es esto, este cortado y esta charla ahora; estoy 100% acá”. Esa es su filosofía del presente, siempre atento a la fragilidad del tiempo y la importancia de los vínculos afectivos. Más adelante en la entrevista abordará otros temas, como la crisis del país que repercute en el cine nacional, afectado por el retraso en la filmación de la película de Los simuladores, un proyecto en el que está profundamente involucrado.

Este fin de semana, el actor y productor regresa al teatro porteño con Holter, un musical que tendrá cuatro funciones los últimos dos sábados y domingos de septiembre en el Cine Teatro El Plata de Mataderos, y que él protagoniza junto con Carolina Solari y Joaquín Bonamico. “Holter no solo habla del corazón, sino de los vínculos y de lo que realmente importa”, explica. “La pandemia fue un momento de oscuridad. Me di cuenta de que necesitábamos hablar de lo esencial: eso que creemos garantizado, pero que en realidad es tan frágil”. A través de una combinación de humor, música y baile, la obra invita a un replanteo de las relaciones humanas que a menudo se dan por sentadas, enfrentándolas a su contracara: la incertidumbre y lo inesperado que la vida nos presenta.

—Pasa el tiempo y vos retomás esta obra. ¿Cómo surgió la idea de Holter?

—La pandemia fue un momento de caos, de mucha muerte. Y ahí me di cuenta de que teníamos que hablar de lo que realmente importa: los vínculos que creemos garantizados. La relación con nuestros hijos, padres, y parejas… Esos lazos que, cuando los perdemos, valoramos lo esenciales que son. Es una obra que trata sobre lo efímero de la vida, sobre cómo todo puede cambiar en un segundo. Es un tema que funciona en todos lados. Hicimos funciones en Punta del Este, Córdoba, Rosario, Mar del Plata, Bahía Blanca, Tucumán y otras ciudades del interior. Fue una experiencia increíble en cada lugar, en cada función. Y ahora volvemos a Buenos Aires, al Cine Teatro El Plata, de Mataderos. Estoy muy entusiasmado por volver a encontrarme con el público porteño.

—Equilibrás humor con temas muy profundos, ¿cómo lo lográs?

—El humor ha sido una herramienta clave en mi vida, especialmente en momentos difíciles. En Holter, aunque tocamos temas serios, el humor nos permite conectar de otra manera con el público. La gente se ríe, se emociona y eso crea un vínculo muy especial. Además, el humor es una forma de pensar, de repensar nuestras relaciones y la vida misma. Creo que estoy en el momento ideal para hacer esta obra. Jorge Marrale vino a verla y me dijo que era genial que la hiciera ahora, porque quizás antes no hubiera podido por cuestiones de la vida, y dentro de unos años, no podré por el cuerpo.

Las pérdidas

El camino de Seefeld está marcado por profundas pérdidas que lo fueron moldeando, tanto nivel personal como profesional. Entre ellas está la tragedia del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994, donde perdió a su amigo Fabián. También recuerda con dolor la muerte de sus padres y su hermano mayor, episodios que lo llevaron a reflexionar sobre la fragilidad y el valor del tiempo: “La vida me enseñó que todo es finito”, insiste.

—¿Cómo te afectó personalmente la pérdida de tu amigo Fabián en el atentado a la AMIA?

—Perder a Fabián fue devastador. Él era mi hermano de la vida. La noche anterior habíamos cenado juntos y todo fue muy raro. Vimos la final del Mundial 94 solos, cuando siempre la veíamos con más amigos. Al despedirse me dio un beso, cosa que no era habitual. Al día siguiente, su esposa me llamó: “¿Viste lo que pasó?”. Fabián estaba en la AMIA con su hermano, habían ido a hacer un trámite porque su abuelo había fallecido esa madrugada. La explosión se los llevó. Fue un golpe brutal que me enseñó lo frágil que es la vida. Todo puede desaparecer en un segundo.

—¿Cómo viviste esos días posteriores al atentado?

—Estuve en la AMIA desde el primer día. Dormí ahí con otros voluntarios hasta que lo encontramos. Su padre no quiso ver el cuerpo. Fue una semana durísima, apenas fui a casa a bañarme una vez. Esa experiencia me marcó para siempre. Desde entonces, trato de estar presente en cada momento, valorar lo que tengo, y seguir pidiendo justicia. No podemos permitir que esto se olvide. La muerte de mi hermano mayor también me afectó mucho. Cuando mi hermano murió, fue inesperado, y eso me obligó a replantear muchas cosas. La partida de mis padres cerró un ciclo muy importante en mi vida. Esas pérdidas te obligan a reflexionar. Hoy trato de mantenerme cerca de lo que realmente importa: la familia, los amigos y mi trabajo.

—¿Cómo canalizás esas emociones?

—El teatro y el trabajo me ayudaron muchísimo. Poner el cuerpo y el alma en lo que hago es una forma de sobrellevar esas pérdidas. Es un espacio para expresar lo que a veces no puedo poner en palabras.

El regreso más esperado

Los simuladores, la serie creada por Damián Szifrón en 2002, fue un éxito rotundo en la televisión argentina. La tira era la historia de cuatro hombres que revolvían problemas imposibles mediante ingeniosas simulaciones. En 2022, para celebrar su 20º aniversario, Szifrón anunció la adaptación al cine, con estreno previsto para 2024. Sin embargo, el proyecto está demorado por múltiples motivos, uno de ellos la situación actual de la industria del cine. “Salimos al aire en 2002, en una de las peores crisis del país, y esta vez también lo vamos a lograr”, asegura el actor, confiado en que, a pesar de los desafíos, la película será una realidad.

—¿Entonces, están avanzando con la película de Los simuladores?

—Es un proyecto enorme y hermoso. Se ha hablado mucho en estos días y nosotros seguimos trabajando para hacer la película. Queremos que esté a la altura de lo que la gente espera. No es un proceso fácil, porque queremos cuidar cada detalle. Las plataformas han cambiado y eso hace que sea un rompecabezas complejo, pero estamos avanzando.

—¿Por qué la demora?

—No queremos apresurarnos. Sabemos lo que significa para el público y no podemos hacer algo a medias. La idea es que el regreso sea especial, algo que quede en la memoria de todos. Es un desafío grande y estamos tomándonos el tiempo necesario para hacerlo bien.

Compromiso político

“Si siento que puedo aportar, lo haré”, asegura Seefeld, quien siempre se mantuvo cerca del ámbito político y social, defendiendo causas e involucrándose activamente. A lo largo de su carrera, el actor dio sus opiniones sin miedo y se comprometió con temas que considera importantes, como la justicia y los derechos de los actores. ”Hace 18 años que trabajo para el colectivo actoral y para todo el medio. Pero no en desmedro de otro, sino en beneficio de todos”, asegura el actor sobre su rol desde Sagai. Aunque recibió múltiples propuestas para involucrarse formalmente en política, prefirió concentrarse en su carrera artística.

—Te ofrecieron puestos relacionados con tu profesión y los rechazaste…

—Sí, durante el gobierno de [Mauricio] Macri me ofrecieron varios cargos, como estar en el canal público o en el Incaa, e incluso ser candidato a diputado. Pero no era el momento. Con Mauricio tengo una amistad de años, y no quería que se interpretara que estaba ahí solo por eso. Ojo, no era porque pensara que no lo podía hacer, pero si algún día me involucro en política será porque realmente siento que puedo aportar algo.

—¿Cómo ves la situación actual?

—Soy un ser democrático. Quiero que al Gobierno le vaya bien porque si le va bien, nos va bien a todos. A todos los gobiernos les deseé lo mismo, no tiene sentido desear el fracaso solo porque no es al que votaste. Pero tampoco voy a callarme si algo está mal. Hay que ser una oposición constructiva, mantener lo que está bien y corregir lo que no. Esa división que tenemos es la que nos está frenando como país.

—¿O sea que, para vos, la grieta sigue?

—Creo que es una de las cosas que más nos está frenando como país. Primero, tenemos que terminar con esta grieta absurda. No podemos ser objetivos si cada vez que algo lo hizo el otro, automáticamente hay que sacarlo. Me parece ridículo. Tenemos que aprender a mantener lo que está bien, sin importar quién lo hizo, y corregir lo que está mal. Tirarnos piedras entre nosotros ya nos dimos cuenta de que no funciona.

Además de Holter y la esperada película de Los simuladores, Seefeld tiene otros proyectos en marcha, entre ellos una adaptación teatral de cuentos de Jorge Luis Borges. “Es fascinante”, comenta sobre el desafío de llevar a escena la obra de uno de los escritores más brillantes y complejos de la literatura argentina. “El teatro me permite seguir explorando, y eso es lo que más disfruto”.

—¿Cómo se puede adaptar a Borges para teatro?

—Es un autor complicado de leer y aún más de interpretar, pero eso es lo que lo hace fascinante. Es un proyecto alternativo que me entusiasma mucho. Me fascina cómo juega con el tiempo, la identidad, lo finito y lo infinito. Llevarlo al teatro es un desafío enorme, pero creo que puede ser una experiencia muy rica. De todas maneras, antes voy a hacer Los pilares de la sociedad, de Henrik Ibsen. Es una obra que habla de política y valores, y creo que va a generar mucho impacto.

“El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río”, escribió Borges. Para Seefeld, la frase cobra un sentido profundo: “Al final, lo único que realmente tenemos es el ahora”.

Para agendar

Holter, con Martín Seefeld, Carolina Solari y Joaquín Bonámico. Sala: Cine Teatro El Plata (Avenida Juan Bautista Alberdi 5765). Funciones: hoy y mañana, y el 28 y 29 de septiembre, a las 20.

 El actor, que vuelve este fin de semana al teatro, anticipa un proyecto sobre Jorge Luis Borges que lo entusiasma, habla de la situación argentina y de la película más esperada, en la que compartirá cartel una vez más con Federico D’elia, Diego Peretti y Alejandro Fiore  LA NACION

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