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El nuevo Enzo Fernández: capitán, ovacionado, con un rol más defensivo en Chelsea y “asador” de sus compañeros

Parecía una misión imposible. Enzo Fernández se había metido solo debajo del temblor: su voz en la hiriente canción futbolera que recorrió el mundo, sobre todo en una sociedad que rechaza fervientemente la discriminación, que ya no debe tomarse ni siquiera a broma. Al mismo tiempo, los 121 millones de euros que había pagado Chelsea a Benfica lo convirtieron en un actor principal. Un crack universal, un jugador 10 puntos, que jugaba raspando el 6.

Imprescindible en el seleccionado, mimado por Lionel Scaloni, de clase mundial en el último tiempo en River, cobijado por Marcelo Gallardo, sus brillantes días en Benfica no se trasladaron a Chelsea, un club envuelto en un caos generalizado en todas sus estructuras. Sobre el césped, Enzo exhibió una discreta versión, mirado de reojo por tantos millones sobre sus botines. Jugaba de falso 10, un 5 librepensador. Siempre fue de los buenos, pero no alcanzaba (casi) nunca el techo de la consolidación.

Chelsea no peleó el campeonato, no se clasificó para la Champions League, ni siquiera se debió conformar en la Europa League. Quedó encapsulado en la Conference League, con la solitaria compañía de Cole Palmer, el goleador de salón que Pep Guardiola no vio entre tanto talento en Manchester City.

Hundido en el juego y aplazado en la sociedad (y con la mirada desconfiada de unos cuantos compañeros), se presentó en el nuevo Chelsea con un perfil bajo, matizado de disculpas sinceras y dispuesto a empezar de cero. Otro Enzo (Maresca, el DT italiano, de 44 años), lo abraza cada vez que puede.

🔵🇦🇷 EL MEJOR ANFITRIÓN

Tras el triunfo ante West Ham, Enzo Fernández hizo un asado e invitó a sus compañeros del Chelsea.

¿Te gustaría estar en esa mesa? 😁 pic.twitter.com/9TOgHXdEns

— TNT Sports Argentina (@TNTSportsAR) September 24, 2024

Le encontró su verdadero lugar en el mundo, de enganche moderno a primer salida desde las zonas bajas, delante de los centrales, a metros del ecuatoriano Moisés Caicedo, en un equipo que juega 4-2-3-1. Algo parecido a cuando Scaloni lo ubica más retrasado en la selección. A veces le toca arrancar más atrás a Enzo Fernández, en otras a Alexis Mac Allister.

Inmediatamente, el técnico le dio la cinta de capitán en Chelsea. Y este sábado, en el 3-0 sobre West Ham, fue reemplazado cerca del final por Kiernan Dewsbury-Hall y recibió una cálida ovación. Como nunca antes. O, en todo caso: la primera gran respuesta de los fanáticos (un grupo multitudinario en el fervoroso London Stadium, propiedad de su pequeño gran rival) después del escándalo de la canción. Y encima la “camaradería” siguió en su casa; tras el triunfo ante West Ham agasajó a sus compañeros del plantel con un asado.

Con Plumero Marc Cucurella en las zonas bajas, como primer motor desde la banda izquierda, Jadon Sancho y Nicolás Jackson como faros de ataque y bajo la convicción de recuperar al mejor João Félix, el selecto conjunto de Stamford Bridge está en carrera. A tres puntos de Manchester City, el líder. Y con 11 goles a favor, solo superado en ese rubro por el nuevo gigante celeste, con 13. Además, este martes, Chelsea busca progresar en la Copa de la Liga frente a Barrow, un club que está en la cuarta categoría de las ligas inglesas. Con la presencia, seguramente, de Enzo. Entre tantas buenas y sorprendentes noticias.

El 1° de agosto volvió a ponerse la camiseta azul. Fue el quiebre: allí empezó a transformarse la historia, inesperadamente torcida para un volante que se llevó el mundo por delante después de su mágica consagración en Qatar.

Luego de la polémica a escala mundial que se generó por los cánticos racistas durante los festejos de la Copa América 2024 y el enojo de sus compañeros franceses, el joven de San Martín volvió a ponerse la camiseta del equipo inglés durante un amistoso de pretemporada en el que venció 3-0 a América, de México. El regreso del mediocampista marcó tranquilidad: le dieron la cinta y se abrazó con los futbolistas que se habían sentido indignados.

Luego del descanso, pasó por el Monumental, fue ovacionado y se reincorporó rápidamente a los Blues, bajo las órdenes de Enzo Maresca, el entrenador que había asumido apenas dos meses antes. Con su tradicional número 8 en la espalda, Enzo entró al campo de juego, se adueñó de la mitad de la cancha y demostró su talento. Sin embargo, llamó la atención siete minutos después, cuando el capitán Reece James se retiró de la cancha y le cedió la cinta. Chelsea reafirmó lo que había expresado días antes cuando el centrocampista se sumó a la pretemporada: el clima ya era otro.

Wesley Fofana, uno de los compañeros que se había sentido ofendido por el escándalo, fue claro durante esos días. “Ya ves que Enzo ha vuelto y estoy contento. Hablamos, le expliqué por qué no me gustaba el video. Él me lo explicó. Pidió perdón porque no quería herir a los aficionados franceses ni a nadie. No lo entendía cuando lo cantaba”. Y fue más allá: “Confío en él porque lo conozco. Sé que no es racista. El video es malo, pero no se trata sólo de Enzo: se trata de la selección argentina. Enzo está en el video, pero si fuera de otro país, habría publicado lo mismo. Sin duda, se armó mucho revuelo porque jugamos en el mismo equipo. Pero ahora que ya pasó, está bien”.

Y jugó fuerte: tomó nota de las diferencias culturales de unos y otros. “No creo que una sanción importante para Enzo sea un buen proceso. Necesitamos educar sobre esto porque las culturas son diferentes en muchos países. No tenemos la misma educación, para bien o para mal. Pero necesitamos educar a todo el mundo si no queremos que se repita”, justificó. Enzo Fernández aceptó su nuevo rol (de protagonista a actor secundario), aunque con el simbolismo de la cinta. Aunque a veces pierde un poco los estribos.

En el reciente 3-0 sobre West Ham, el partido tomó temperatura en el prólogo de la segunda mitad cuando el defensor mexicano Edson Álvarez lo invitó a pelear. Con el encuentro sentenciado, Álvarez cometió una dura infracción sobre Palmer y, al instante, reaccionó fuertemente contra Enzo, que se acercó para defender a su compañero y se llevó una amenaza verbal.

A pesar de que Álvarez se tapó la boca para que no se lean sus labios, las cámaras de la transmisión oficial captaron el momento cuando, enfurecido, lanzó: “Te espero afuera, te mato, donde quieras”. El campeón del mundo, lejos de encogerse, le aceptó la “pelea”. Rápido de reflejos, Maresca sacó a Fernández, cálidamente despedido por los fanáticos. “Es importantísimo para nosotros”, expone el DT, un auténtico especialista sobre el tablero de ajedrez.

“El entrenador sólo sacaría cosas positivas si desarrolla la mente de un buen jugador de ajedrez. La prueba es el desarrollo de una serie de habilidades mentales, que son excelentes para la corteza prefrontal”, contó alguna vez Maresca. Con esa lucidez, sacó a Enzo Fernández de la zona caliente. En la cancha y detrás de escena. Lo reinventó como un doble 5 junto al ecuatoriano Moisés Caicedo, delante de los centrales y con la responsabilidad del primer pase, la salida limpia. El encargado de romper la presión del equipo rival.

Y pasó el temblor: de Enzo a Enzo, una nueva historia comienza.

Parecía una misión imposible. Enzo Fernández se había metido solo debajo del temblor: su voz en la hiriente canción futbolera que recorrió el mundo, sobre todo en una sociedad que rechaza fervientemente la discriminación, que ya no debe tomarse ni siquiera a broma. Al mismo tiempo, los 121 millones de euros que había pagado Chelsea a Benfica lo convirtieron en un actor principal. Un crack universal, un jugador 10 puntos, que jugaba raspando el 6.

Imprescindible en el seleccionado, mimado por Lionel Scaloni, de clase mundial en el último tiempo en River, cobijado por Marcelo Gallardo, sus brillantes días en Benfica no se trasladaron a Chelsea, un club envuelto en un caos generalizado en todas sus estructuras. Sobre el césped, Enzo exhibió una discreta versión, mirado de reojo por tantos millones sobre sus botines. Jugaba de falso 10, un 5 librepensador. Siempre fue de los buenos, pero no alcanzaba (casi) nunca el techo de la consolidación.

Chelsea no peleó el campeonato, no se clasificó para la Champions League, ni siquiera se debió conformar en la Europa League. Quedó encapsulado en la Conference League, con la solitaria compañía de Cole Palmer, el goleador de salón que Pep Guardiola no vio entre tanto talento en Manchester City.

Hundido en el juego y aplazado en la sociedad (y con la mirada desconfiada de unos cuantos compañeros), se presentó en el nuevo Chelsea con un perfil bajo, matizado de disculpas sinceras y dispuesto a empezar de cero. Otro Enzo (Maresca, el DT italiano, de 44 años), lo abraza cada vez que puede.

🔵🇦🇷 EL MEJOR ANFITRIÓN

Tras el triunfo ante West Ham, Enzo Fernández hizo un asado e invitó a sus compañeros del Chelsea.

¿Te gustaría estar en esa mesa? 😁 pic.twitter.com/9TOgHXdEns

— TNT Sports Argentina (@TNTSportsAR) September 24, 2024

Le encontró su verdadero lugar en el mundo, de enganche moderno a primer salida desde las zonas bajas, delante de los centrales, a metros del ecuatoriano Moisés Caicedo, en un equipo que juega 4-2-3-1. Algo parecido a cuando Scaloni lo ubica más retrasado en la selección. A veces le toca arrancar más atrás a Enzo Fernández, en otras a Alexis Mac Allister.

Inmediatamente, el técnico le dio la cinta de capitán en Chelsea. Y este sábado, en el 3-0 sobre West Ham, fue reemplazado cerca del final por Kiernan Dewsbury-Hall y recibió una cálida ovación. Como nunca antes. O, en todo caso: la primera gran respuesta de los fanáticos (un grupo multitudinario en el fervoroso London Stadium, propiedad de su pequeño gran rival) después del escándalo de la canción. Y encima la “camaradería” siguió en su casa; tras el triunfo ante West Ham agasajó a sus compañeros del plantel con un asado.

Con Plumero Marc Cucurella en las zonas bajas, como primer motor desde la banda izquierda, Jadon Sancho y Nicolás Jackson como faros de ataque y bajo la convicción de recuperar al mejor João Félix, el selecto conjunto de Stamford Bridge está en carrera. A tres puntos de Manchester City, el líder. Y con 11 goles a favor, solo superado en ese rubro por el nuevo gigante celeste, con 13. Además, este martes, Chelsea busca progresar en la Copa de la Liga frente a Barrow, un club que está en la cuarta categoría de las ligas inglesas. Con la presencia, seguramente, de Enzo. Entre tantas buenas y sorprendentes noticias.

El 1° de agosto volvió a ponerse la camiseta azul. Fue el quiebre: allí empezó a transformarse la historia, inesperadamente torcida para un volante que se llevó el mundo por delante después de su mágica consagración en Qatar.

Luego de la polémica a escala mundial que se generó por los cánticos racistas durante los festejos de la Copa América 2024 y el enojo de sus compañeros franceses, el joven de San Martín volvió a ponerse la camiseta del equipo inglés durante un amistoso de pretemporada en el que venció 3-0 a América, de México. El regreso del mediocampista marcó tranquilidad: le dieron la cinta y se abrazó con los futbolistas que se habían sentido indignados.

Luego del descanso, pasó por el Monumental, fue ovacionado y se reincorporó rápidamente a los Blues, bajo las órdenes de Enzo Maresca, el entrenador que había asumido apenas dos meses antes. Con su tradicional número 8 en la espalda, Enzo entró al campo de juego, se adueñó de la mitad de la cancha y demostró su talento. Sin embargo, llamó la atención siete minutos después, cuando el capitán Reece James se retiró de la cancha y le cedió la cinta. Chelsea reafirmó lo que había expresado días antes cuando el centrocampista se sumó a la pretemporada: el clima ya era otro.

Wesley Fofana, uno de los compañeros que se había sentido ofendido por el escándalo, fue claro durante esos días. “Ya ves que Enzo ha vuelto y estoy contento. Hablamos, le expliqué por qué no me gustaba el video. Él me lo explicó. Pidió perdón porque no quería herir a los aficionados franceses ni a nadie. No lo entendía cuando lo cantaba”. Y fue más allá: “Confío en él porque lo conozco. Sé que no es racista. El video es malo, pero no se trata sólo de Enzo: se trata de la selección argentina. Enzo está en el video, pero si fuera de otro país, habría publicado lo mismo. Sin duda, se armó mucho revuelo porque jugamos en el mismo equipo. Pero ahora que ya pasó, está bien”.

Y jugó fuerte: tomó nota de las diferencias culturales de unos y otros. “No creo que una sanción importante para Enzo sea un buen proceso. Necesitamos educar sobre esto porque las culturas son diferentes en muchos países. No tenemos la misma educación, para bien o para mal. Pero necesitamos educar a todo el mundo si no queremos que se repita”, justificó. Enzo Fernández aceptó su nuevo rol (de protagonista a actor secundario), aunque con el simbolismo de la cinta. Aunque a veces pierde un poco los estribos.

En el reciente 3-0 sobre West Ham, el partido tomó temperatura en el prólogo de la segunda mitad cuando el defensor mexicano Edson Álvarez lo invitó a pelear. Con el encuentro sentenciado, Álvarez cometió una dura infracción sobre Palmer y, al instante, reaccionó fuertemente contra Enzo, que se acercó para defender a su compañero y se llevó una amenaza verbal.

A pesar de que Álvarez se tapó la boca para que no se lean sus labios, las cámaras de la transmisión oficial captaron el momento cuando, enfurecido, lanzó: “Te espero afuera, te mato, donde quieras”. El campeón del mundo, lejos de encogerse, le aceptó la “pelea”. Rápido de reflejos, Maresca sacó a Fernández, cálidamente despedido por los fanáticos. “Es importantísimo para nosotros”, expone el DT, un auténtico especialista sobre el tablero de ajedrez.

“El entrenador sólo sacaría cosas positivas si desarrolla la mente de un buen jugador de ajedrez. La prueba es el desarrollo de una serie de habilidades mentales, que son excelentes para la corteza prefrontal”, contó alguna vez Maresca. Con esa lucidez, sacó a Enzo Fernández de la zona caliente. En la cancha y detrás de escena. Lo reinventó como un doble 5 junto al ecuatoriano Moisés Caicedo, delante de los centrales y con la responsabilidad del primer pase, la salida limpia. El encargado de romper la presión del equipo rival.

Y pasó el temblor: de Enzo a Enzo, una nueva historia comienza.

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