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Las dos caras de Boca: superávit histórico, ventas por US$ 120 millones y déficit internacional con los hinchas

El 27 de abril de este año, en el salón Filiberto de la Bombone­ra, Boca aprobó por unani­midad el mejor ejercicio contable de su historia con un superávit mayor a los US$ 14.000.000 y un pa­tri­monio neto de más de 139 mi­llones. La no­ticia, sin embargo, pasó inad­verti­da para gran parte de los hinchas y no fue replicada en el sitio ni las redes sociales del club. El contexto no acompañaba: solo 48 horas antes el equipo de Diego Martí­nez había caído 4-2 con Fortaleza de Brasil y había comprometido seriamente sus chances de clasifica­ción en la Copa Sudamerica­na. Como dijo Daniel Angelici tras perder tres fina­les consecutivas frente al Ri­ver, “nadie va al Obelisco a festejar un balance”, por más que el orden institucional sea la base de casi todo logro deportivo.

Por lo pronto, en lo que va de la gestión de Juan Román Riquelme, Boca facturó sumas astronómicas gracias a la venta de sus mejores valores de Inferiores (Ezequiel Fernández, Aaron Anselmino y Valentín Barco, entre otros), pero no ha sabido traducir ese poderío en títulos, en especial en el plano internacional, la gran asignatura pendiente en la era del último 10.

Riquelme también ha sido importante a la hora de convencer a futbolistas de dilatada trayectoria internacional. Más allá de sus altibajos, Sergio Romero, Marcos Rojo y Edinson Cavani fueron los grandes plenos del ídolo en materia de pases, al igual que Miguel Merentiel y el peruano Luis Advíncula.

Salvo excepciones, el resto de los refuerzos pasó por Boca con más pena que gloria. Más del 40% provino del medio local (15 de 36), mientras que cinco de esos jugadores llegaron procedentes de las principales ligas europeas: Rojo (Manchester United), Darío Benedetto (Elche), Romero (Venezia), Cavani (Valencia) e Ignacio Miramón (Lille). Los mercados más explorados por Boca fueron la Liga MX (Edwin Cardona, Pol Fernández -en dos oportunidades- y Tomás Belmonte) y la segunda división de España (Advíncula, Marcelo Saracchi y Lautaro Blanco).

Casi no hubo apuestas a futuro, ya que el 50% de los refuerzos tenía al menos 28 años al momento de poner la firma; y solo el 11% era menor de 23: Ezequiel Bullaude (22), Kevin Zenón (22), Brian Aguirre (21) y Miramón (21). Ningún refuerzo de Boca logró ser revendido a otro club.

Riquelme se inclinó mayormente por jugadores grandes que llegaron a Boca a préstamo o con el pase en su poder. Recién en junio de 2021, tras la eliminación en semifinales de la Copa Libertadores 2020, Boca rompió el chanchito para comprar a un futbolista: pagó 1.750.000 dólares por el 50% de Nicolás Orsini, quien marcaría tres goles en 36 partidos y pasaría a préstamo a Unión de Santa Fe en agosto de 2023. Fue el más flojo de los mercados de Riquelme: además de Advíncula (US $2.200.000) Boca pagó 3.800.000 por el 80% de Norberto Briasco, 2.225.000 por el 100% de Juan Ramírez y 500.000 por Esteban Rolón. Briasco jugó 56 partidos sobre 187 posibles (con cuatro goles), sufrió lesiones de todo tipo y en el último mercado pasó a préstamo a Gimnasia La Plata. Ramírez completó nueve partidos en tres años y hoy pelea por un lugar en los concentrados. Rolón fue titular en 19, jamás se ganó un lugar y emigró a Belgrano en busca de mayor continuidad.

El mejor refuerzo fue Cavani, pero el mejor mercado fue el de enero de este año, en el que llegaron Cristian Lema (US$ 400.000), Lautaro Blanco (Boca llegó a un acuerdo con Christian Bragarnik para adquirir el 50% del lateral a cambio de la mitad de la ficha de Aaron Molinas, que recaló en Defensa y Justicia) y Kevin Zenón, que costó US$ 3.400.000 dólares y cuya cláusula de rescisión asciende a los US$ 20.000.000.

Entre diciembre de 2019 y agosto de 2024, Boca invirtió casi US$ 55.000.000 en refuerzos y levantó seis títulos, todos en el ámbito local: Superliga 2019/2020 (la nueva CD asumió a siete fechas del final), Copa Maradona 2020, Copa Argentina 2019/2020, Liga Profesional y Copa de la Liga 2022 y Supercopa 2023. En ese lapso, el Xeneize quedó afuera en semifinales de la Libertadores 2020, en octavos de la 2021 y 2022 y fue subcampeón en 2023; no pudo clasificarse a la edición 2024, debió afrontar la Copa Sudamericana (después de 10 años de ausencia) y allí quedó eliminado ante Cruzeiro, por los octavos de final.

Brian Aguirre y Tomás Belmonte fueron las principales apuestas de Boca en el actual mercado de pases. Sus contrataciones implicaron una inversión de más de US$ 8.000.000 brutos: US$ 5.000.000 por el 80% del delantero y US$ 3.000.000 por el 50% del ex Lanús. La última erogación de ese calibre había sido a mediados de 2023, con la incorporación de Lucas Janson, que había perdido lugar en Vélez, a cambio de US$ 4.000.000 de dólares. Representado por Daniel Bolotnicoff, exapoderado de Riquelme y “asesor” externo del Consejo de Fútbol, lleva dos goles en 35 partidos (dos de titular en los últimos diez meses) y no convierte desde el 1-1 con Lanús en septiembre de 2023.

Aunque no siempre les tocó jugar, las Divisiones Inferiores fueron el gran salvavidas económico y deportivo de la era riquelmista. Desde su asunción en 2019, el Xeneize transfirió a 24 futbolistas (14 de Boca Predio) y recaudó más de US$ 120.000.000, a razón de cinco millones por jugador.

¿Las ventas más caras? Ezequiel Fernández al Al Qadsiah de Arabia (US$ 20.000.000), Aaron Anselmino al Chelsea (US$ 18.000.000), Alan Varela al Porto (US$ 13.000.000) y Valentín Barco al Brighton (US$ 10.000.000), aunque Boca también embolsó hizo caja con las partidas de Mateo Retegui al Genoa (US$ 7.500.000 por el 50%), Luis Vázquez al Anderlecht (US$ 7.000.000), Luca Langoni al New England de la MLS (US$ 6.800.000), Esteban Andrada a Monterrey (US$ 6.000.000) y Emmanuel Reynoso a Minessotta (US$ 5.500.000). En el caso de Anselmino, además, Boca logró la cesión gratuita del zaguero hasta el 30 de junio de 2025 y percibirá un millón de dólares más en caso de que Chelsea ejecute la opción de repesca en diciembre de este año. Un negocio redondo por un futbolista con solo 13 partidos en Primera.

Sobre el cierre del libro de pases, Cristian Medina presionó para emigrar a Europa. Fenerbahce había mejorado la oferta inicial y envió una propuesta por US$ 15.000.000 limpios más una plusvalía del 20% en caso de futura venta. Boca avisó que solo transferirá del jugador en caso de que se ejecute la cláusula, que también es de US$ 20.000.000, a menos que el club comprador acepte cederlo hasta diciembre. Parecía que esa alternativa también cerraba en Turquía, pero la operación se trabó en los cruces de mails.

Fue curioso, porque -en la primera proyección-, Medina era el futbolista que el Consejo de Fútbol tenía en la mira para vender en el último mercado de pases. Sin embargo, Medina se quedó y Boca terminó desprendiéndose de Equi Fernández, Anselmino y Langoni, y quedó igual de obligado a obtener un título en lo que resta de temporada: muy lejos en la Liga Profesional, parece que todas las fichas se apuestan a la Copa Argentina.

En esta última ventana, a la hora de incorporar Boca posó la mira en futbolistas que eleven la competencia interna y sirvan como pieza de recambio. Entre lesiones, suspensiones y convocatorias a la selección (a las que se sumaron los jugadores que no eran tenidos en cuenta por el DT, caso Frank Fabra, Ezequiel Bullaude o Darío Benedetto), Boca afrontó el cierre del semestre pasado con un mix de profesionales y juveniles.

En el receso, el Xeneize les buscó reemplazo a las bajas de Nicolás Valentini (Gary Medel), Jorman Campuzano (Belmonte), Langoni (Aguirre), Equi Fernández (Miramón), Benedetto (Milton Giménez) y Lucas Blondel (Juan Barinaga) y fracasó en su intento por incorporar a Alan Velasco, Giuliano Galoppo, Matías Galarza (firmó en Talleres) y el chileno Carlos Palacios. Para colmo, producto de un insólito error administrativo, los refuerzos quedaron excluidos del repechaje ante Independiente del Valle y Boca se clasificó con lo justo a la serie de octavos de final. Aun así, con el paso del tiempo, casi no fueron utilizados: en el clásico con River, solo Ignacio Miramón jugó desde el arranque

Dos caras de un mismo club: superavitario en el balance, pero en deuda con sus hinchas.

El 27 de abril de este año, en el salón Filiberto de la Bombone­ra, Boca aprobó por unani­midad el mejor ejercicio contable de su historia con un superávit mayor a los US$ 14.000.000 y un pa­tri­monio neto de más de 139 mi­llones. La no­ticia, sin embargo, pasó inad­verti­da para gran parte de los hinchas y no fue replicada en el sitio ni las redes sociales del club. El contexto no acompañaba: solo 48 horas antes el equipo de Diego Martí­nez había caído 4-2 con Fortaleza de Brasil y había comprometido seriamente sus chances de clasifica­ción en la Copa Sudamerica­na. Como dijo Daniel Angelici tras perder tres fina­les consecutivas frente al Ri­ver, “nadie va al Obelisco a festejar un balance”, por más que el orden institucional sea la base de casi todo logro deportivo.

Por lo pronto, en lo que va de la gestión de Juan Román Riquelme, Boca facturó sumas astronómicas gracias a la venta de sus mejores valores de Inferiores (Ezequiel Fernández, Aaron Anselmino y Valentín Barco, entre otros), pero no ha sabido traducir ese poderío en títulos, en especial en el plano internacional, la gran asignatura pendiente en la era del último 10.

Riquelme también ha sido importante a la hora de convencer a futbolistas de dilatada trayectoria internacional. Más allá de sus altibajos, Sergio Romero, Marcos Rojo y Edinson Cavani fueron los grandes plenos del ídolo en materia de pases, al igual que Miguel Merentiel y el peruano Luis Advíncula.

Salvo excepciones, el resto de los refuerzos pasó por Boca con más pena que gloria. Más del 40% provino del medio local (15 de 36), mientras que cinco de esos jugadores llegaron procedentes de las principales ligas europeas: Rojo (Manchester United), Darío Benedetto (Elche), Romero (Venezia), Cavani (Valencia) e Ignacio Miramón (Lille). Los mercados más explorados por Boca fueron la Liga MX (Edwin Cardona, Pol Fernández -en dos oportunidades- y Tomás Belmonte) y la segunda división de España (Advíncula, Marcelo Saracchi y Lautaro Blanco).

Casi no hubo apuestas a futuro, ya que el 50% de los refuerzos tenía al menos 28 años al momento de poner la firma; y solo el 11% era menor de 23: Ezequiel Bullaude (22), Kevin Zenón (22), Brian Aguirre (21) y Miramón (21). Ningún refuerzo de Boca logró ser revendido a otro club.

Riquelme se inclinó mayormente por jugadores grandes que llegaron a Boca a préstamo o con el pase en su poder. Recién en junio de 2021, tras la eliminación en semifinales de la Copa Libertadores 2020, Boca rompió el chanchito para comprar a un futbolista: pagó 1.750.000 dólares por el 50% de Nicolás Orsini, quien marcaría tres goles en 36 partidos y pasaría a préstamo a Unión de Santa Fe en agosto de 2023. Fue el más flojo de los mercados de Riquelme: además de Advíncula (US $2.200.000) Boca pagó 3.800.000 por el 80% de Norberto Briasco, 2.225.000 por el 100% de Juan Ramírez y 500.000 por Esteban Rolón. Briasco jugó 56 partidos sobre 187 posibles (con cuatro goles), sufrió lesiones de todo tipo y en el último mercado pasó a préstamo a Gimnasia La Plata. Ramírez completó nueve partidos en tres años y hoy pelea por un lugar en los concentrados. Rolón fue titular en 19, jamás se ganó un lugar y emigró a Belgrano en busca de mayor continuidad.

El mejor refuerzo fue Cavani, pero el mejor mercado fue el de enero de este año, en el que llegaron Cristian Lema (US$ 400.000), Lautaro Blanco (Boca llegó a un acuerdo con Christian Bragarnik para adquirir el 50% del lateral a cambio de la mitad de la ficha de Aaron Molinas, que recaló en Defensa y Justicia) y Kevin Zenón, que costó US$ 3.400.000 dólares y cuya cláusula de rescisión asciende a los US$ 20.000.000.

Entre diciembre de 2019 y agosto de 2024, Boca invirtió casi US$ 55.000.000 en refuerzos y levantó seis títulos, todos en el ámbito local: Superliga 2019/2020 (la nueva CD asumió a siete fechas del final), Copa Maradona 2020, Copa Argentina 2019/2020, Liga Profesional y Copa de la Liga 2022 y Supercopa 2023. En ese lapso, el Xeneize quedó afuera en semifinales de la Libertadores 2020, en octavos de la 2021 y 2022 y fue subcampeón en 2023; no pudo clasificarse a la edición 2024, debió afrontar la Copa Sudamericana (después de 10 años de ausencia) y allí quedó eliminado ante Cruzeiro, por los octavos de final.

Brian Aguirre y Tomás Belmonte fueron las principales apuestas de Boca en el actual mercado de pases. Sus contrataciones implicaron una inversión de más de US$ 8.000.000 brutos: US$ 5.000.000 por el 80% del delantero y US$ 3.000.000 por el 50% del ex Lanús. La última erogación de ese calibre había sido a mediados de 2023, con la incorporación de Lucas Janson, que había perdido lugar en Vélez, a cambio de US$ 4.000.000 de dólares. Representado por Daniel Bolotnicoff, exapoderado de Riquelme y “asesor” externo del Consejo de Fútbol, lleva dos goles en 35 partidos (dos de titular en los últimos diez meses) y no convierte desde el 1-1 con Lanús en septiembre de 2023.

Aunque no siempre les tocó jugar, las Divisiones Inferiores fueron el gran salvavidas económico y deportivo de la era riquelmista. Desde su asunción en 2019, el Xeneize transfirió a 24 futbolistas (14 de Boca Predio) y recaudó más de US$ 120.000.000, a razón de cinco millones por jugador.

¿Las ventas más caras? Ezequiel Fernández al Al Qadsiah de Arabia (US$ 20.000.000), Aaron Anselmino al Chelsea (US$ 18.000.000), Alan Varela al Porto (US$ 13.000.000) y Valentín Barco al Brighton (US$ 10.000.000), aunque Boca también embolsó hizo caja con las partidas de Mateo Retegui al Genoa (US$ 7.500.000 por el 50%), Luis Vázquez al Anderlecht (US$ 7.000.000), Luca Langoni al New England de la MLS (US$ 6.800.000), Esteban Andrada a Monterrey (US$ 6.000.000) y Emmanuel Reynoso a Minessotta (US$ 5.500.000). En el caso de Anselmino, además, Boca logró la cesión gratuita del zaguero hasta el 30 de junio de 2025 y percibirá un millón de dólares más en caso de que Chelsea ejecute la opción de repesca en diciembre de este año. Un negocio redondo por un futbolista con solo 13 partidos en Primera.

Sobre el cierre del libro de pases, Cristian Medina presionó para emigrar a Europa. Fenerbahce había mejorado la oferta inicial y envió una propuesta por US$ 15.000.000 limpios más una plusvalía del 20% en caso de futura venta. Boca avisó que solo transferirá del jugador en caso de que se ejecute la cláusula, que también es de US$ 20.000.000, a menos que el club comprador acepte cederlo hasta diciembre. Parecía que esa alternativa también cerraba en Turquía, pero la operación se trabó en los cruces de mails.

Fue curioso, porque -en la primera proyección-, Medina era el futbolista que el Consejo de Fútbol tenía en la mira para vender en el último mercado de pases. Sin embargo, Medina se quedó y Boca terminó desprendiéndose de Equi Fernández, Anselmino y Langoni, y quedó igual de obligado a obtener un título en lo que resta de temporada: muy lejos en la Liga Profesional, parece que todas las fichas se apuestan a la Copa Argentina.

En esta última ventana, a la hora de incorporar Boca posó la mira en futbolistas que eleven la competencia interna y sirvan como pieza de recambio. Entre lesiones, suspensiones y convocatorias a la selección (a las que se sumaron los jugadores que no eran tenidos en cuenta por el DT, caso Frank Fabra, Ezequiel Bullaude o Darío Benedetto), Boca afrontó el cierre del semestre pasado con un mix de profesionales y juveniles.

En el receso, el Xeneize les buscó reemplazo a las bajas de Nicolás Valentini (Gary Medel), Jorman Campuzano (Belmonte), Langoni (Aguirre), Equi Fernández (Miramón), Benedetto (Milton Giménez) y Lucas Blondel (Juan Barinaga) y fracasó en su intento por incorporar a Alan Velasco, Giuliano Galoppo, Matías Galarza (firmó en Talleres) y el chileno Carlos Palacios. Para colmo, producto de un insólito error administrativo, los refuerzos quedaron excluidos del repechaje ante Independiente del Valle y Boca se clasificó con lo justo a la serie de octavos de final. Aun así, con el paso del tiempo, casi no fueron utilizados: en el clásico con River, solo Ignacio Miramón jugó desde el arranque

Dos caras de un mismo club: superavitario en el balance, pero en deuda con sus hinchas.

 Ganador del “campeonato económico” por amplio margen, la gestión de Juan Román Riquelme se enfoca en intentar ganar un título fuera de la Argentina  LA NACION

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