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Libertad para Hakamada: el boxeador que pasó 44 años en prisión por error

El contenido de esta noticia resultó increíble y misteriosamente no tuvo mayor eco ni difusión en un tiempo en donde las miserias sociales y las desgracias humanas se convierten en contenidos favoritos para la deprimente industria de contar “atractivas” historias. El exboxeador japonés Iwao Hakamada, de 88 años, quien peleó como profesional entre 1959 y 1961 sin mayor suceso, fue declarado inocente del crimen de cuatro empleados de la empresa donde trabajaba tras cumplir 44 años de condena en las celdas más duras de Japón: los pabellones de la muerte.

La rectificación de la sentencia fue dada a conocer en los tribunales de Shizuoka por el juez Koshi Kumi, que salomónicamente dijo: “El acusado Hakamada no es culpable y esta declaración abre las puertas a su libertad. Me disculpo por haber tardado tanto”.

Este caso policial ocurrió en 1966 y tuvo distintas interpretaciones. Hakamada se declaró culpable al quebrarse tras 19 días de torturas en las salas locales. Rectificar esta confesión fue complejo y casi eterno.

Joe Koizumi, de 77 años, veterano y prestigioso promotor del boxeo japonés, inducido al International Boxing Hall of Fame y activo partícipe en la revisión de este caso señaló: “Hakamada fue víctima del destrato a la pobreza japonesa y al desprecio hacia el boxeo en los años 60. Las presiones de la Asociación de Boxeo profesional y púgiles como Satoshi Ida, Hiroyuki Sakamoto y Yutuka Manabe, con alcance y penetración en la opinión pública asiática, lograron que este expediente se repasara minuciosamente”.

¿Dónde y cómo está Iwao Hakamada es estos días? En Shizuoka, con un deterioro mental y físico total, bajo los cuidados de su hermana mayor, Ideko, de 91 años. Todos consideran un milgaro que tras tantos años de castigos, torturas y humillaciones, Hakamada se encuentre vivo. Y pocos predicen cómo serán sus días en libertad.

Vivió un tiempo pugilístico difícil. Tras el retiro del gran Yoshio Shirai, el primer campeón mundial del Imperio del Sol naciente y el surgimiento de Fighting Harada, el púgil que consolidó este deporte en Japón. Su récord fue irregular: 16 victorias, 11 derrotas y 2 empates, sin rivales jerarquizados en su campaña.

Historias que se repiten

Los boxeadores, las persecuciones sociales y raciales han sido parte de argumentos llenos de todo tipo de injustica con el paso del tiempo en causas en donde la moralina se impuso a la moral y las conveniencias políticas desviaron a las reglas de los tribunales.

El primer caso rutilante fue el de Jack Johnson, primer campeón mundial pesado negro (1908-1915) acusado de violar la ley Le Mann: tráfico de mujeres blancas para prostitución. Jamás comprobado. Debió huir por todo Estados Unidos, Latinoamérica y Europa. Tras un año de cárcel recuperó su libertad bajo fianza. Con el paso del tiempo, el Senador John McCain impulsó un decreto buscando rever estas sanciones. Denegada por el expresidente Barack Obama, finalmente sancionada a su favor por el entonces presidente Donald Trump, en 2018. El expediente fue archivado como: “El gran perdón a Jack Johnson”.

Otra historia muy oscura y en donde también estuvo bajo la lupa la objetividad de la Justicia fue vivida por el púgil estadounidense Rubin Hurricane Carter, aspirante al titulo mundial mediano. Acusado de un doble homicidio en un bar de Paterson, Nueva Jersey, junto a otro boxeador: Jerome Artis, en 1966.

Carter estuvo preso entre 1966 y 1985 y quedó inmortalizado en una canción de Bob Dylan y también en una película protagonizada por Denzel Washington. El juez federal Haddon Lee Sarokin dictaminó el fallo: “Concedo su liberación por considerar que los derechos de Carter fueron violados grotescamente basados en el racismo más que en la razón”.

Inmerso en estos capítulos desgraciados y tras una exhaustiva revisión judicial, Hideko Hakamada fue declarado inocente. Quizás, a un paso del final, a los 88 años, muy poco le importe morir en libertad tras haber sobrevivido a su propio infierno.

El contenido de esta noticia resultó increíble y misteriosamente no tuvo mayor eco ni difusión en un tiempo en donde las miserias sociales y las desgracias humanas se convierten en contenidos favoritos para la deprimente industria de contar “atractivas” historias. El exboxeador japonés Iwao Hakamada, de 88 años, quien peleó como profesional entre 1959 y 1961 sin mayor suceso, fue declarado inocente del crimen de cuatro empleados de la empresa donde trabajaba tras cumplir 44 años de condena en las celdas más duras de Japón: los pabellones de la muerte.

La rectificación de la sentencia fue dada a conocer en los tribunales de Shizuoka por el juez Koshi Kumi, que salomónicamente dijo: “El acusado Hakamada no es culpable y esta declaración abre las puertas a su libertad. Me disculpo por haber tardado tanto”.

Este caso policial ocurrió en 1966 y tuvo distintas interpretaciones. Hakamada se declaró culpable al quebrarse tras 19 días de torturas en las salas locales. Rectificar esta confesión fue complejo y casi eterno.

Joe Koizumi, de 77 años, veterano y prestigioso promotor del boxeo japonés, inducido al International Boxing Hall of Fame y activo partícipe en la revisión de este caso señaló: “Hakamada fue víctima del destrato a la pobreza japonesa y al desprecio hacia el boxeo en los años 60. Las presiones de la Asociación de Boxeo profesional y púgiles como Satoshi Ida, Hiroyuki Sakamoto y Yutuka Manabe, con alcance y penetración en la opinión pública asiática, lograron que este expediente se repasara minuciosamente”.

¿Dónde y cómo está Iwao Hakamada es estos días? En Shizuoka, con un deterioro mental y físico total, bajo los cuidados de su hermana mayor, Ideko, de 91 años. Todos consideran un milgaro que tras tantos años de castigos, torturas y humillaciones, Hakamada se encuentre vivo. Y pocos predicen cómo serán sus días en libertad.

Vivió un tiempo pugilístico difícil. Tras el retiro del gran Yoshio Shirai, el primer campeón mundial del Imperio del Sol naciente y el surgimiento de Fighting Harada, el púgil que consolidó este deporte en Japón. Su récord fue irregular: 16 victorias, 11 derrotas y 2 empates, sin rivales jerarquizados en su campaña.

Historias que se repiten

Los boxeadores, las persecuciones sociales y raciales han sido parte de argumentos llenos de todo tipo de injustica con el paso del tiempo en causas en donde la moralina se impuso a la moral y las conveniencias políticas desviaron a las reglas de los tribunales.

El primer caso rutilante fue el de Jack Johnson, primer campeón mundial pesado negro (1908-1915) acusado de violar la ley Le Mann: tráfico de mujeres blancas para prostitución. Jamás comprobado. Debió huir por todo Estados Unidos, Latinoamérica y Europa. Tras un año de cárcel recuperó su libertad bajo fianza. Con el paso del tiempo, el Senador John McCain impulsó un decreto buscando rever estas sanciones. Denegada por el expresidente Barack Obama, finalmente sancionada a su favor por el entonces presidente Donald Trump, en 2018. El expediente fue archivado como: “El gran perdón a Jack Johnson”.

Otra historia muy oscura y en donde también estuvo bajo la lupa la objetividad de la Justicia fue vivida por el púgil estadounidense Rubin Hurricane Carter, aspirante al titulo mundial mediano. Acusado de un doble homicidio en un bar de Paterson, Nueva Jersey, junto a otro boxeador: Jerome Artis, en 1966.

Carter estuvo preso entre 1966 y 1985 y quedó inmortalizado en una canción de Bob Dylan y también en una película protagonizada por Denzel Washington. El juez federal Haddon Lee Sarokin dictaminó el fallo: “Concedo su liberación por considerar que los derechos de Carter fueron violados grotescamente basados en el racismo más que en la razón”.

Inmerso en estos capítulos desgraciados y tras una exhaustiva revisión judicial, Hideko Hakamada fue declarado inocente. Quizás, a un paso del final, a los 88 años, muy poco le importe morir en libertad tras haber sobrevivido a su propio infierno.

 El contenido de esta noticia resultó increíble y misteriosamente no tuvo mayor eco ni difusión en un tiempo en donde las miserias sociales y las desgracias humanas se convierten en contenidos favoritos para la deprimente industria de contar “atractivas” historias. El exboxeador japonés Iwao Hakamada, de 88 años, quien peleó como profesional entre 1959 y 1961 sin mayor suceso, fue declarado inocente del crimen de cuatro empleados de la empresa donde trabajaba tras cumplir 44 años de condena en las celdas más duras de Japón: los pabellones de la muerte.La rectificación de la sentencia fue dada a conocer en los tribunales de Shizuoka por el juez Koshi Kumi, que salomónicamente dijo: “El acusado Hakamada no es culpable y esta declaración abre las puertas a su libertad. Me disculpo por haber tardado tanto”.Este caso policial ocurrió en 1966 y tuvo distintas interpretaciones. Hakamada se declaró culpable al quebrarse tras 19 días de torturas en las salas locales. Rectificar esta confesión fue complejo y casi eterno.Joe Koizumi, de 77 años, veterano y prestigioso promotor del boxeo japonés, inducido al International Boxing Hall of Fame y activo partícipe en la revisión de este caso señaló: “Hakamada fue víctima del destrato a la pobreza japonesa y al desprecio hacia el boxeo en los años 60. Las presiones de la Asociación de Boxeo profesional y púgiles como Satoshi Ida, Hiroyuki Sakamoto y Yutuka Manabe, con alcance y penetración en la opinión pública asiática, lograron que este expediente se repasara minuciosamente”.¿Dónde y cómo está Iwao Hakamada es estos días? En Shizuoka, con un deterioro mental y físico total, bajo los cuidados de su hermana mayor, Ideko, de 91 años. Todos consideran un milgaro que tras tantos años de castigos, torturas y humillaciones, Hakamada se encuentre vivo. Y pocos predicen cómo serán sus días en libertad.Vivió un tiempo pugilístico difícil. Tras el retiro del gran Yoshio Shirai, el primer campeón mundial del Imperio del Sol naciente y el surgimiento de Fighting Harada, el púgil que consolidó este deporte en Japón. Su récord fue irregular: 16 victorias, 11 derrotas y 2 empates, sin rivales jerarquizados en su campaña.Historias que se repitenLos boxeadores, las persecuciones sociales y raciales han sido parte de argumentos llenos de todo tipo de injustica con el paso del tiempo en causas en donde la moralina se impuso a la moral y las conveniencias políticas desviaron a las reglas de los tribunales.El primer caso rutilante fue el de Jack Johnson, primer campeón mundial pesado negro (1908-1915) acusado de violar la ley Le Mann: tráfico de mujeres blancas para prostitución. Jamás comprobado. Debió huir por todo Estados Unidos, Latinoamérica y Europa. Tras un año de cárcel recuperó su libertad bajo fianza. Con el paso del tiempo, el Senador John McCain impulsó un decreto buscando rever estas sanciones. Denegada por el expresidente Barack Obama, finalmente sancionada a su favor por el entonces presidente Donald Trump, en 2018. El expediente fue archivado como: “El gran perdón a Jack Johnson”.Otra historia muy oscura y en donde también estuvo bajo la lupa la objetividad de la Justicia fue vivida por el púgil estadounidense Rubin Hurricane Carter, aspirante al titulo mundial mediano. Acusado de un doble homicidio en un bar de Paterson, Nueva Jersey, junto a otro boxeador: Jerome Artis, en 1966.Carter estuvo preso entre 1966 y 1985 y quedó inmortalizado en una canción de Bob Dylan y también en una película protagonizada por Denzel Washington. El juez federal Haddon Lee Sarokin dictaminó el fallo: “Concedo su liberación por considerar que los derechos de Carter fueron violados grotescamente basados en el racismo más que en la razón”.Inmerso en estos capítulos desgraciados y tras una exhaustiva revisión judicial, Hideko Hakamada fue declarado inocente. Quizás, a un paso del final, a los 88 años, muy poco le importe morir en libertad tras haber sobrevivido a su propio infierno.  LA NACION

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