Cuáles son los rasgos principales para saber si soy una persona que disfruta de la tranquilidad
“Solo quiero un poco de tranquilidad”. ¿Alguna vez dijiste esa frase? Seguramente sí. Porque todas las personas anhelamos experimentar esta emoción de sosiego que nos nutre y nos brinda bienestar.
Tener tranquilidad no significa ser perezoso ni sentir alivio. Más bien, se trata de tener la absoluta certeza de que uno cuenta con la fortaleza y las herramientas necesarias para enfrentar cualquier situación negativa. Es confiar en las propias habilidades internas. Estamos calmos cuando logramos resolver un problema de cualquier índole. Pero lo cierto es que, para ser capaces de ser personas resolutivas, necesitamos tener sabiduría. De modo que, si no somos sabios, no podemos estar tranquilos.
La tranquilidad es un estado “interior” de paz, de calma en el espíritu; este último es el nivel más profundo del ser humano. Y enfatizo el término “interior” porque, como suelo decir, estar tranquilo o tranquila no depende de lo que suceda a nuestro alrededor, sino de lo que pasa por nuestra mente. Quizás es por ello que se dice que la gente que pierde su serenidad, lo pierde todo1; mientras que la gente que se mantiene tranquila (¡aunque el mundo se esté derrumbando!), lo gana todo.
¿Cómo saber si soy una persona que disfruta de tranquilidad? Te comparto cuatro de los rasgos principales de alguien que experimenta esta emoción en su día a día:
No cae en ningún tipo de maltrato porque es una persona que, en primer lugar, se respeta y se ama a sí misma y ha aprendido a gestionar sus emociones.Vive en el aquí y ahora y disfruta de la vida a cada momento, pues es una persona que sabe reírse (sobre todo de sí misma) y mantiene una actitud positiva, aún frente a las dificultades.No se enfoca en los problemas, sino más bien en las soluciones; no se concentra en los detalles, sino en el cuadro grande de cada situación y puede ver más allá.Tiene una actitud permanente de agradecimiento, lo cual hace que la tranquilidad aumente en su vida. Esta actitud demuestra también que es una persona con inteligencia emocional que valora lo que tiene y trae aquello que desea.
A menudo me preguntan: “Bernardo, ¿y cómo hago para estar tranquilo con todo lo que me pasa?”. Y mi respuesta es la siguiente: “Ignorá tu mente”. La mente puede ser lo más demente que hay, pero ni vos ni yo somos nuestros pensamientos. A muchos, su mente les habla: “Vas de mal en peor”, y pierden la tranquilidad. Pero, te pregunto: ¿cuánto hace que no escuchás a tu ser interior, a tu espíritu, que te dice que todo lo que hagas te saldrá bien?
“Solo quiero un poco de tranquilidad”. ¿Alguna vez dijiste esa frase? Seguramente sí. Porque todas las personas anhelamos experimentar esta emoción de sosiego que nos nutre y nos brinda bienestar.
Tener tranquilidad no significa ser perezoso ni sentir alivio. Más bien, se trata de tener la absoluta certeza de que uno cuenta con la fortaleza y las herramientas necesarias para enfrentar cualquier situación negativa. Es confiar en las propias habilidades internas. Estamos calmos cuando logramos resolver un problema de cualquier índole. Pero lo cierto es que, para ser capaces de ser personas resolutivas, necesitamos tener sabiduría. De modo que, si no somos sabios, no podemos estar tranquilos.
La tranquilidad es un estado “interior” de paz, de calma en el espíritu; este último es el nivel más profundo del ser humano. Y enfatizo el término “interior” porque, como suelo decir, estar tranquilo o tranquila no depende de lo que suceda a nuestro alrededor, sino de lo que pasa por nuestra mente. Quizás es por ello que se dice que la gente que pierde su serenidad, lo pierde todo1; mientras que la gente que se mantiene tranquila (¡aunque el mundo se esté derrumbando!), lo gana todo.
¿Cómo saber si soy una persona que disfruta de tranquilidad? Te comparto cuatro de los rasgos principales de alguien que experimenta esta emoción en su día a día:
No cae en ningún tipo de maltrato porque es una persona que, en primer lugar, se respeta y se ama a sí misma y ha aprendido a gestionar sus emociones.Vive en el aquí y ahora y disfruta de la vida a cada momento, pues es una persona que sabe reírse (sobre todo de sí misma) y mantiene una actitud positiva, aún frente a las dificultades.No se enfoca en los problemas, sino más bien en las soluciones; no se concentra en los detalles, sino en el cuadro grande de cada situación y puede ver más allá.Tiene una actitud permanente de agradecimiento, lo cual hace que la tranquilidad aumente en su vida. Esta actitud demuestra también que es una persona con inteligencia emocional que valora lo que tiene y trae aquello que desea.
A menudo me preguntan: “Bernardo, ¿y cómo hago para estar tranquilo con todo lo que me pasa?”. Y mi respuesta es la siguiente: “Ignorá tu mente”. La mente puede ser lo más demente que hay, pero ni vos ni yo somos nuestros pensamientos. A muchos, su mente les habla: “Vas de mal en peor”, y pierden la tranquilidad. Pero, te pregunto: ¿cuánto hace que no escuchás a tu ser interior, a tu espíritu, que te dice que todo lo que hagas te saldrá bien?
Tener tranquilidad no significa ser perezoso ni sentir alivio; la tranquilidad es un estado “interior” de paz, de calma en el espíritu; descubrí los 4 rasgos para saber si sos una persona así LA NACION