Afecta a 1 de cada 7 gestantes: promueven adelantar el control de la complicación más frecuente del embarazo
La diabetes gestacional es la complicación más frecuente del embarazo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ocurre cuando los niveles de glucemia –azúcar en sangre– de la futura madre se elevan más allá de lo recomendado en este período. Se registra en aproximadamente una de cada siete mujeres que esperan un bebé y no tiene buenas consecuencias.
“La diabetes gestacional aumenta cinco veces el riesgo de que esa mujer, a los cinco años, desarrolle diabetes tipo 2″, explica Leonardo Mezzabotta, jefe de Obstetricia del Hospital Cosme Argerich y del Sanatorio Los Arcos. Esto se suma a los riesgos tanto para la madre (parto prematuro, hipertensión, necesidad de cesárea, desgarros perineales) como para el hijo (muerte antes de nacer, parálisis de los nervios, hipoglucemia neonatal) en el embarazo y el parto.
La diabetes tipo 2 es una enfermedad crónica en franco crecimiento debido básicamente a la epidemia de sobrepeso y obesidad, en la que desempeña también una influencia importante la herencia, ya que tener padre o madre o ambos diabéticos aumenta notablemente el riesgo. Por sus complicaciones micro y macrovasculares, puede causar daños permanentes en la vista, los riñones, el corazón, el cerebro y los nervios. Evitar la diabetes gestacional es clave en la prevención del riesgo de progresar a una diabetes tipo 2 luego del embarazo.
Actualmente, la pesquisa de la diabetes gestacional se realiza entre la semana 24 y 28 del embarazo; es decir, hacia el final del segundo trimestre y principios del tercero. Si la glucemia en ayunas durante esa etapa supera un valor de 100 mg/dl, se indica una curva o prueba oral de tolerancia a la glucosa, que consiste en ingerir una bebida azucarada y verificar a las dos horas cómo responde el organismo a esa sobrecarga. A partir de 140 mg/dl, se diagnostica diabetes gestacional.
“La Asignación por Embarazo exige controles al día y las mujeres consultan a las pocas semanas –dice Silvia Lapertosa, expresidenta de la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD)–. Por rutina, se pide una glucemia en ayunas. Estudios internacionales indican que si al primer trimestre supera los 85 mg/dl se enciende una luz roja: lo normal es hasta 75 mg/dl, más baja del valor habitual de corte porque el gran requerimiento de energía se lo llevan la placenta y el bebé. Si la mujer tiene glucemia en ayunas de más de 85 mg/dl y se suma otro factor de riesgo como sobrepeso u obesidad, más de 35 años, antecedentes de hijo macrosómico (4 kg al nacer), madre o padre con diabetes, ¿esperamos a la semana 24 para hacer la pesquisa? No. En estos casos, está indicada la curva de glucosa en el primer trimestre. Si esto no se cumple, llegamos tarde al diagnóstico”.
Según datos publicados en la prestigiosa revista científica The Lancet, entre el 30 y el 70% de las gestantes –varía por población y país– registran hiperglucemias antes de la semana 20. Por eso proponen adelantar la pesquisa de diabetes gestacional en embarazadas con glucemia en ayunas mayor a 85 mg/dl, idealmente antes de la semana 14 de la gestación.
La especialista, que trabaja en el hospital Eloísa Torrent de Vidal de la ciudad de Corrientes, agrega: “Es una complicación que va en aumento. En nuestro hospital hemos incorporado un nuevo día de atención de los embarazos de alto riesgo porque son muchas las mujeres que llegan con el problema. Hay una localidad en la provincia, Bella Vista, que tiene una cantidad sensiblemente mayor de embarazadas con diabetes gestacional y tienen que venir a controlarse todas las semanas hasta el hospital. Muchas son obesas, pero no descartamos también algún factor ambiental. No sabemos por qué… Es zona de cultivo de tomates y pimientos. Estamos capacitando profesionales para que las atiendan en su ciudad y evitarles 300 kilómetros de viaje semanal entre ida y vuelta”.
El cuarto trimestre
The Lancet publicó en junio pasado una serie de artículos dedicados a enfermedades no trasmisibles en el embarazo, entre estas, la diabetes.
Allí se escribe que las dos principales barreras para proveer cuidados apropiados a las embarazadas con diabetes gestacional son, en primer lugar, la disponibilidad (o no) de recursos; en segundo lugar, la drástica separación que existe entre la atención de la futura madre durante el embarazo, parto y los primeros tres meses siguientes; y, al cabo de ese lapso, la continuidad de la atención médica de esas mismas mujeres, porque al no haber conexión entre ambos períodos de sus vidas se pierde información acerca de los embarazos, información que puede ser crucial para el largo término.
Lapertosa afirma, en este sentido, que junto con la World Diabetes Foundation (WDF) y la SAD realizan una intervención educativa sobre mujeres diagnosticadas con diabetes gestacional en maternidades de varias provincias argentinas.
“Se las educa para mejorar los resultados perinatales. Luego de tener a su bebé, se las cita a las seis semanas para volver a hacer la curva de glucosa y reclasificarlas. Tenemos datos exclusivos del país: al cabo de ese lapso, el 4% progresa a diabetes tipo 2 y el 19% a prediabetes, es decir, valores de azúcar en ayunas entre 100 y 125 mg/dl. Ya que en el país contamos con la ley de los primeros 1000 días de vida, consideramos que estos controles sobre las madres deben seguir al menos durante todo ese período”, detalla.
La idea, añade Mezzabotta, es hacer un seguimiento de aquellas mujeres que tuvieron diabetes gestacional que no se interrumpa después de la nueva curva de tolerancia a la glucosa posterior a las seis semanas del parto. “La atención debe ser, además –dice el obstetra– multidisciplinaria, con diabetólogo y nutricionista. Es importante intervenir con cambios de estilo de vida para minimizar el riesgo de que esa mujer progrese a diabetes tipo 2″.
Pesquisa y tratamiento
“El diagnóstico de diabetes gestacional suele hacerse entre las semanas 24 y 28 porque en ese momento se presenta más a menudo –continúa-, cuando empiezan a intervenir las hormonas placentarias de crecimiento fetal. La placenta genera fisiológicamente un aumento de la resistencia a la insulina y, si el organismo de la embarazada no alcanza a compensarlo, tendrá niveles altos de glucosa”.
Mezzabotta añade que el diagnóstico de diabetes gestacional no es solamente una cifra, sino un contexto, y eso es lo que hay que tener en cuenta si se toma la decisión de adelantar la pesquisa.
“Se debe incluir a las embarazadas con un conjunto de factores de riesgo. Puede haber una glucemia alterada, aunque no llegue al valor de corte, y en esos casos aconsejamos un seguimiento más cercano. Además, la presencia de glucemias altas en ayunas en el primer trimestre del embarazo pueden indicar una diabetes previa al embarazo que no estaba diagnosticada. Lo más importante es identificar población de riesgo: evitar que tengan diabetes gestacional y, si la tienen, prevenir que no progrese a diabetes tipo 2 luego del embarazo”, agrega.
El tratamiento de la diabetes gestacional implica plan alimentario y actividad física, y demanda el control de la glucemia tres veces al día pinchándose el dedo. “Si con esas medidas no se controla, hay que utilizar insulina, que siempre es inyectable”, afirma el jefe de Obstetricia del Hospital Argerich.
Para Lapertosa, el abordaje del problema demanda ponerse en acción, no solamente observar. “El tema fundamental en nuestro país es que nos llevamos por delante las alarmas: la cuestión está a la vista, pero hacemos poco y nada para afrontarlo y tratarlo”, advierte.
La diabetes gestacional es la complicación más frecuente del embarazo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ocurre cuando los niveles de glucemia –azúcar en sangre– de la futura madre se elevan más allá de lo recomendado en este período. Se registra en aproximadamente una de cada siete mujeres que esperan un bebé y no tiene buenas consecuencias.
“La diabetes gestacional aumenta cinco veces el riesgo de que esa mujer, a los cinco años, desarrolle diabetes tipo 2″, explica Leonardo Mezzabotta, jefe de Obstetricia del Hospital Cosme Argerich y del Sanatorio Los Arcos. Esto se suma a los riesgos tanto para la madre (parto prematuro, hipertensión, necesidad de cesárea, desgarros perineales) como para el hijo (muerte antes de nacer, parálisis de los nervios, hipoglucemia neonatal) en el embarazo y el parto.
La diabetes tipo 2 es una enfermedad crónica en franco crecimiento debido básicamente a la epidemia de sobrepeso y obesidad, en la que desempeña también una influencia importante la herencia, ya que tener padre o madre o ambos diabéticos aumenta notablemente el riesgo. Por sus complicaciones micro y macrovasculares, puede causar daños permanentes en la vista, los riñones, el corazón, el cerebro y los nervios. Evitar la diabetes gestacional es clave en la prevención del riesgo de progresar a una diabetes tipo 2 luego del embarazo.
Actualmente, la pesquisa de la diabetes gestacional se realiza entre la semana 24 y 28 del embarazo; es decir, hacia el final del segundo trimestre y principios del tercero. Si la glucemia en ayunas durante esa etapa supera un valor de 100 mg/dl, se indica una curva o prueba oral de tolerancia a la glucosa, que consiste en ingerir una bebida azucarada y verificar a las dos horas cómo responde el organismo a esa sobrecarga. A partir de 140 mg/dl, se diagnostica diabetes gestacional.
“La Asignación por Embarazo exige controles al día y las mujeres consultan a las pocas semanas –dice Silvia Lapertosa, expresidenta de la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD)–. Por rutina, se pide una glucemia en ayunas. Estudios internacionales indican que si al primer trimestre supera los 85 mg/dl se enciende una luz roja: lo normal es hasta 75 mg/dl, más baja del valor habitual de corte porque el gran requerimiento de energía se lo llevan la placenta y el bebé. Si la mujer tiene glucemia en ayunas de más de 85 mg/dl y se suma otro factor de riesgo como sobrepeso u obesidad, más de 35 años, antecedentes de hijo macrosómico (4 kg al nacer), madre o padre con diabetes, ¿esperamos a la semana 24 para hacer la pesquisa? No. En estos casos, está indicada la curva de glucosa en el primer trimestre. Si esto no se cumple, llegamos tarde al diagnóstico”.
Según datos publicados en la prestigiosa revista científica The Lancet, entre el 30 y el 70% de las gestantes –varía por población y país– registran hiperglucemias antes de la semana 20. Por eso proponen adelantar la pesquisa de diabetes gestacional en embarazadas con glucemia en ayunas mayor a 85 mg/dl, idealmente antes de la semana 14 de la gestación.
La especialista, que trabaja en el hospital Eloísa Torrent de Vidal de la ciudad de Corrientes, agrega: “Es una complicación que va en aumento. En nuestro hospital hemos incorporado un nuevo día de atención de los embarazos de alto riesgo porque son muchas las mujeres que llegan con el problema. Hay una localidad en la provincia, Bella Vista, que tiene una cantidad sensiblemente mayor de embarazadas con diabetes gestacional y tienen que venir a controlarse todas las semanas hasta el hospital. Muchas son obesas, pero no descartamos también algún factor ambiental. No sabemos por qué… Es zona de cultivo de tomates y pimientos. Estamos capacitando profesionales para que las atiendan en su ciudad y evitarles 300 kilómetros de viaje semanal entre ida y vuelta”.
El cuarto trimestre
The Lancet publicó en junio pasado una serie de artículos dedicados a enfermedades no trasmisibles en el embarazo, entre estas, la diabetes.
Allí se escribe que las dos principales barreras para proveer cuidados apropiados a las embarazadas con diabetes gestacional son, en primer lugar, la disponibilidad (o no) de recursos; en segundo lugar, la drástica separación que existe entre la atención de la futura madre durante el embarazo, parto y los primeros tres meses siguientes; y, al cabo de ese lapso, la continuidad de la atención médica de esas mismas mujeres, porque al no haber conexión entre ambos períodos de sus vidas se pierde información acerca de los embarazos, información que puede ser crucial para el largo término.
Lapertosa afirma, en este sentido, que junto con la World Diabetes Foundation (WDF) y la SAD realizan una intervención educativa sobre mujeres diagnosticadas con diabetes gestacional en maternidades de varias provincias argentinas.
“Se las educa para mejorar los resultados perinatales. Luego de tener a su bebé, se las cita a las seis semanas para volver a hacer la curva de glucosa y reclasificarlas. Tenemos datos exclusivos del país: al cabo de ese lapso, el 4% progresa a diabetes tipo 2 y el 19% a prediabetes, es decir, valores de azúcar en ayunas entre 100 y 125 mg/dl. Ya que en el país contamos con la ley de los primeros 1000 días de vida, consideramos que estos controles sobre las madres deben seguir al menos durante todo ese período”, detalla.
La idea, añade Mezzabotta, es hacer un seguimiento de aquellas mujeres que tuvieron diabetes gestacional que no se interrumpa después de la nueva curva de tolerancia a la glucosa posterior a las seis semanas del parto. “La atención debe ser, además –dice el obstetra– multidisciplinaria, con diabetólogo y nutricionista. Es importante intervenir con cambios de estilo de vida para minimizar el riesgo de que esa mujer progrese a diabetes tipo 2″.
Pesquisa y tratamiento
“El diagnóstico de diabetes gestacional suele hacerse entre las semanas 24 y 28 porque en ese momento se presenta más a menudo –continúa-, cuando empiezan a intervenir las hormonas placentarias de crecimiento fetal. La placenta genera fisiológicamente un aumento de la resistencia a la insulina y, si el organismo de la embarazada no alcanza a compensarlo, tendrá niveles altos de glucosa”.
Mezzabotta añade que el diagnóstico de diabetes gestacional no es solamente una cifra, sino un contexto, y eso es lo que hay que tener en cuenta si se toma la decisión de adelantar la pesquisa.
“Se debe incluir a las embarazadas con un conjunto de factores de riesgo. Puede haber una glucemia alterada, aunque no llegue al valor de corte, y en esos casos aconsejamos un seguimiento más cercano. Además, la presencia de glucemias altas en ayunas en el primer trimestre del embarazo pueden indicar una diabetes previa al embarazo que no estaba diagnosticada. Lo más importante es identificar población de riesgo: evitar que tengan diabetes gestacional y, si la tienen, prevenir que no progrese a diabetes tipo 2 luego del embarazo”, agrega.
El tratamiento de la diabetes gestacional implica plan alimentario y actividad física, y demanda el control de la glucemia tres veces al día pinchándose el dedo. “Si con esas medidas no se controla, hay que utilizar insulina, que siempre es inyectable”, afirma el jefe de Obstetricia del Hospital Argerich.
Para Lapertosa, el abordaje del problema demanda ponerse en acción, no solamente observar. “El tema fundamental en nuestro país es que nos llevamos por delante las alarmas: la cuestión está a la vista, pero hacemos poco y nada para afrontarlo y tratarlo”, advierte.
Se trata de la diabetes gestacional, que entraña riesgos para la madre y para el bebé también luego del parto LA NACION