San Lorenzo empató con Estudiantes: el Ciclón terminó con diez y no puede escapar de la irregularidad
Nadie se marchó conforme del Nuevo Gasómetro, porque para San Lorenzo y Estudiantes se escapó una oportunidad para avanzar. El Ciclón y la búsqueda de identidad en un nuevo ciclo, pero con los reproches y los silbidos para el presidente del club Marcelo Moretti, como si el clima de inestabilidad siguiera presente, como resultó a lo largo del año. El León y un empate 1 a 1 que enseñó fortaleza para reponerse a la desventaja, aunque tampoco termina de acomodarse: lleva seis partidos invicto, pero los últimos tres fueron empates.
Dos equipos pragmáticos, aunque con estilos diferentes. El tiempo de trabajo de cada entrenador es una de las razones para que el libreto de uno se ofrezca más aceitado que el del rival. El ciclo Domínguez, que en varios pasajes resultó objetado, tiene un desarrollo de 20 meses, mientras que Miguel Russo tomó las riendas de San Lorenzo hace cuatro encuentros y busca construir a partir del orden, una característica que distingue desde siempre sus trabajos. El mejor conocimiento de la partitura empujó al León a ser dueño: volantes de incansable despliegue como Ascacibar, que además pisa el área; la inteligencia de Sosa para manejar el ritmo sin desarrollar movimientos desgastantes y el apoyo de Enzo Pérez –con la colaboración de Neves- para que el conjunto no se desordene, las virtudes de un equipo que proyectó mejor de lo que concretó.
El efecto Muniain revolucionó San Lorenzo. El vasco es capitán con la pelota y también sin el balón. Cuando entra en juego, marca una distancia abismal: pensante, entiende cuándo debe acelerar y también si la jugada pide un movimiento extra para descubrir al compañero mejor posicionado para avanzar; sin el esférico, con gestos ordena para que el rival no encuentre a sus compañeros desenfocados y la defensa sufra.
Pero Estudiantes le tendió varias trampas al jugador estrella del Ciclón: nunca tuvo espacio para conducir, porque sin tener una marca personal el Pincha le recortó los movimientos. Sin la guía de Muniain, la ofensiva quedó huérfana y todo se limitaba a los intentos atropellados de Leguizamón y a algún pase largo, que descubría a Cuello siempre en desventaja con los zagueros Lollo y Facundo Rodríguez.
La ventaja en las intenciones, Estudiantes empezó a convertirlas en situaciones de riesgo. Meza rompió y atacó el área, lanzó un centro rasante que no llegó a conectar Tobio Burgos; nuevamente por el sector derecho, el que más explotó, combinaron Meza y Ascacibar, que habilitó a Tobio Burgos, que con un remate de cabeza provocó la reacción de Chila Gómez. El León juega sin un delantero de área, pero tiene dinámica en los intérpretes para lastimar: lo demostró cuando cambió la banda de ataque, en una trepada de Benedetti. El lateral izquierdo –fue reemplazado por Arzamendia en el entretiempo, porque estaba amonestado- ubicó a Ascacibar, que con inteligencia hizo el hueco para el arribo franco de Neves. Otra vez Gómez intervino para despejar.
Lento, previsible, sin luces –Remedi era el que desde la posición de volante central se esmeraba para ser prolijo y ofrecerse como líder ante el apagón de Muniain-, San Lorenzo necesitaba de espacios para tomar vuelo. De un tiro de esquina a favor de Estudiantes apareció el espacio que el Ciclón buscaba con desesperación. Una corrida desde mitad de la cancha de Cerutti, el desborde y el cabezazo de Leguizamón, por detrás de Meza, para abrir un partido que era incómodo. El festejo, la explosión del hincha, y el suspenso por una revisión de una mano en el inicio de la acción de Remedi, que desde el VAR –Fernando Echenique con Julio Fernández- correctamente desestimaron.
La ebullición, el fervor, la oportunidad de adueñarse de un juego y de un resultado que San Lorenzo precisa para escalar en la tabla de posiciones, se apagó cuando los dos atacantes de Estudiantes tomaron a la defensa en línea y avanzando, después de una pérdida en la mitad del campo. Pase a espalda del juvenil Báez, que sufrió la velocidad de Manyoma; el colombiano, lejos de ser egoísta, cedió a su compañero de fórmula Tobio Burgos para que empuje la pelota con el arco libre.
La intensidad del juego no bajó, aunque los foules y las interrupciones se sucedieron, y los cambios que ensayaron los entrenadores no aportaron nuevas energías. San Lorenzo apeló a las acciones de pelota detenida para ser profundo. Ganó en el área Luján, pero el remate no descubrió el arco; Irala intentó resolver con vehemencia una pelota suelta, tras un córner, y golpeó la cabeza del arquero Mansilla. El árbitro Rey Hilfer sancionó con tarjeta amarilla al volante que entró por Sosa y tras revisar la jugada, a instancia del VAR, modificó la penalización y castigó con tarjeta roja. Las pulsaciones se aceleraron en algunos hinchas en la platea y de las discusiones casi pasan a los golpes.
Increíble: Irala y un planchazo ¡a la cabeza de Mansilla! Fue expulsado vía VAR…
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— SportsCenter (@SC_ESPN) November 5, 2024
El nerviosismo de los de afuera contagió a los de adentro. Los aplausos para Muniain ante su salida no apaciguaron los ánimos: el público reclamó cada jugada dividida, y San Lorenzo en un par de remates de media distancia de Bustos a punto estuvo de llevarse el premio. Estudiantes apuró, Giménez tuvo su chance, pero no la efectividad.
Nadie se marchó conforme del Nuevo Gasómetro, porque para San Lorenzo y Estudiantes se escapó una oportunidad para avanzar. El Ciclón y la búsqueda de identidad en un nuevo ciclo, pero con los reproches y los silbidos para el presidente del club Marcelo Moretti, como si el clima de inestabilidad siguiera presente, como resultó a lo largo del año. El León y un empate 1 a 1 que enseñó fortaleza para reponerse a la desventaja, aunque tampoco termina de acomodarse: lleva seis partidos invicto, pero los últimos tres fueron empates.
Dos equipos pragmáticos, aunque con estilos diferentes. El tiempo de trabajo de cada entrenador es una de las razones para que el libreto de uno se ofrezca más aceitado que el del rival. El ciclo Domínguez, que en varios pasajes resultó objetado, tiene un desarrollo de 20 meses, mientras que Miguel Russo tomó las riendas de San Lorenzo hace cuatro encuentros y busca construir a partir del orden, una característica que distingue desde siempre sus trabajos. El mejor conocimiento de la partitura empujó al León a ser dueño: volantes de incansable despliegue como Ascacibar, que además pisa el área; la inteligencia de Sosa para manejar el ritmo sin desarrollar movimientos desgastantes y el apoyo de Enzo Pérez –con la colaboración de Neves- para que el conjunto no se desordene, las virtudes de un equipo que proyectó mejor de lo que concretó.
El efecto Muniain revolucionó San Lorenzo. El vasco es capitán con la pelota y también sin el balón. Cuando entra en juego, marca una distancia abismal: pensante, entiende cuándo debe acelerar y también si la jugada pide un movimiento extra para descubrir al compañero mejor posicionado para avanzar; sin el esférico, con gestos ordena para que el rival no encuentre a sus compañeros desenfocados y la defensa sufra.
Pero Estudiantes le tendió varias trampas al jugador estrella del Ciclón: nunca tuvo espacio para conducir, porque sin tener una marca personal el Pincha le recortó los movimientos. Sin la guía de Muniain, la ofensiva quedó huérfana y todo se limitaba a los intentos atropellados de Leguizamón y a algún pase largo, que descubría a Cuello siempre en desventaja con los zagueros Lollo y Facundo Rodríguez.
La ventaja en las intenciones, Estudiantes empezó a convertirlas en situaciones de riesgo. Meza rompió y atacó el área, lanzó un centro rasante que no llegó a conectar Tobio Burgos; nuevamente por el sector derecho, el que más explotó, combinaron Meza y Ascacibar, que habilitó a Tobio Burgos, que con un remate de cabeza provocó la reacción de Chila Gómez. El León juega sin un delantero de área, pero tiene dinámica en los intérpretes para lastimar: lo demostró cuando cambió la banda de ataque, en una trepada de Benedetti. El lateral izquierdo –fue reemplazado por Arzamendia en el entretiempo, porque estaba amonestado- ubicó a Ascacibar, que con inteligencia hizo el hueco para el arribo franco de Neves. Otra vez Gómez intervino para despejar.
Lento, previsible, sin luces –Remedi era el que desde la posición de volante central se esmeraba para ser prolijo y ofrecerse como líder ante el apagón de Muniain-, San Lorenzo necesitaba de espacios para tomar vuelo. De un tiro de esquina a favor de Estudiantes apareció el espacio que el Ciclón buscaba con desesperación. Una corrida desde mitad de la cancha de Cerutti, el desborde y el cabezazo de Leguizamón, por detrás de Meza, para abrir un partido que era incómodo. El festejo, la explosión del hincha, y el suspenso por una revisión de una mano en el inicio de la acción de Remedi, que desde el VAR –Fernando Echenique con Julio Fernández- correctamente desestimaron.
La ebullición, el fervor, la oportunidad de adueñarse de un juego y de un resultado que San Lorenzo precisa para escalar en la tabla de posiciones, se apagó cuando los dos atacantes de Estudiantes tomaron a la defensa en línea y avanzando, después de una pérdida en la mitad del campo. Pase a espalda del juvenil Báez, que sufrió la velocidad de Manyoma; el colombiano, lejos de ser egoísta, cedió a su compañero de fórmula Tobio Burgos para que empuje la pelota con el arco libre.
La intensidad del juego no bajó, aunque los foules y las interrupciones se sucedieron, y los cambios que ensayaron los entrenadores no aportaron nuevas energías. San Lorenzo apeló a las acciones de pelota detenida para ser profundo. Ganó en el área Luján, pero el remate no descubrió el arco; Irala intentó resolver con vehemencia una pelota suelta, tras un córner, y golpeó la cabeza del arquero Mansilla. El árbitro Rey Hilfer sancionó con tarjeta amarilla al volante que entró por Sosa y tras revisar la jugada, a instancia del VAR, modificó la penalización y castigó con tarjeta roja. Las pulsaciones se aceleraron en algunos hinchas en la platea y de las discusiones casi pasan a los golpes.
Increíble: Irala y un planchazo ¡a la cabeza de Mansilla! Fue expulsado vía VAR…
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El nerviosismo de los de afuera contagió a los de adentro. Los aplausos para Muniain ante su salida no apaciguaron los ánimos: el público reclamó cada jugada dividida, y San Lorenzo en un par de remates de media distancia de Bustos a punto estuvo de llevarse el premio. Estudiantes apuró, Giménez tuvo su chance, pero no la efectividad.
Igualaron 1-1 en el Nuevo Gasómetro; el equipo azulgrana sigue en la parte baja de la tabla LA NACION