Lejanía y falta de afinación en un tiempo que se necesita otra cosa
Hace unos meses, el Gobierno decidió que llamar “Bioeconomía” a la Secretaría de Estado encargada de llevar adelante los asuntos del campo representaba una señal de lejanía en relación con los productores agropecuarios.
No solo echó a Fernando Vilella, que había propuesto la idea para conjugar el sistema productivo del país, basado en criterios de sostenibilidad, con las demandas de los mercados externos y una apertura a los negocios basados en los avances científicos y tecnológicos, sino que repuso el nombre de Agricultura a la repartición. Discutible o no, la nueva denominación parecía reflejar un rumbo.
Sin embargo, en las últimas semanas, distintas declaraciones de ministros del Gobierno en vez de orientarse a la cercanía con el campo van en la dirección opuesta. En otras palabras, la culpa de la lejanía no es, precisamente, el nombre de Bioeconomía.
Esta vez fue Luis Caputo, el ministro de Economía a quien el presidente Javier Milei elogia en cada oportunidad que tiene. En un intercambio por la red social X (exTwitter) con el usuario @chacareroveloz (anónimo, pero productor real), que le cuestionó la permanencia de los derechos de exportación, el ministro lo mandó a ver partidos de polo de Indios Chapaleufú y correr carreras, ambas aficiones del usuario, según su bío de X. Claro que @chacareroveloz fue áspero porque a raíz de un intercambio con otro usuario sobre telefonía celular le preguntó “Yo soy productor agropecuario y no puedo zafar de que ustedes me roben vía retenciones. No son una empresa privada, son el Estado. ¿Cómo hago para que me dejen de robar de una vez?”. Caputo, además de enviarlo a realizar otras actividades, le respondió: “No solo las retenciones. Para tratar de solucionarlo, algunos vinimos al sector público. Claro que corregir décadas de despilfarro lleva algo más que diez meses de gestión. Si en cuatro años estás disconforme, vas a poder votar otra alternativa”.
Esta última frase, en particular, fue demasiado parecida a la que solían pronunciar los funcionarios kirchneristas cuando les reclamaba por las retenciones. “Si no les gusta, armen otro partido y ganen las elecciones”, decían.
Reacciones
La primera reacción a las palabras del ministro fue de las sociedades rurales del norte bonaerense a las que no se las puede acusar, precisamente, de añorar a Sergio Massa, Alberto Fernández o Cristina Kirchner. Es más, muchos de sus referentes fueron activos participantes de la campaña electoral de La Libertad Avanza. Así, las sociedades rurales y asociaciones de productores de San Pedro, Rojas, Baradero, Pergamino, Arrecifes, Capitán Sarmiento, Salto, Colón, Lincoln y San Antonio de Areco, dijeron: “Lamentable comentario por parte del ministro de Economía de la Nación, una insolencia improcedente a quienes estoicamente sostienen con divisas genuinas el recupero de la Nación”. Y añadieron que el ministro se equivoca “si el justo reclamo nos convierte en enemigos del proyecto de su gobierno, todo lo contrario quienes producen son el mayor aliado que pueden tener”. Los ruralistas recordaron las palabras del propio Milei que calificó a las retenciones como “un robo”.
Horas después, el ministro Caputo, en una entrevista por radio Mitre, dijo que le había parecido “desubicado” el comentario del productor, que su respuesta se “interpretó mal” y que van a bajar las retenciones “tan pronto tengamos la plata para hacerlo, superávit, para poder hacerlo”.
La semana anterior había sido el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que se sorprendió al ver un buen número de silobolsas al llegar a Río Cuarto. “Vimos gente que todavía no liquidó”, dijo, y pareció olvidar que los granos almacenados son propiedad privada de los productores. Semanas atrás, el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, dijo en el coloquio Idea que los empresarios no debían pedir la baja de impuestos porque eso era equivalente a reclamar “privilegios para un sector” y que lo que tenían que hacer era exigir la baja del gasto. Pareció olvidarse que en los últimos más de 20 años el Estado le quitó al campo US$200.000 millones en concepto de Derechos de Exportación: ¿privilegios o una cuestión de justicia?
Más allá de las declaraciones ministeriales, que pueden ser revertidas por acciones positivas, el riesgo es que el Gobierno se enamore de las retenciones y le impida al campo ser uno de los sectores que encabece la recuperación económica del país. En una campaña agrícola con números muy ajustados, la posibilidad de que haya productores que se queden en el camino está latente. No son tiempos para darse el lujo de sonar desafinado.
Hace unos meses, el Gobierno decidió que llamar “Bioeconomía” a la Secretaría de Estado encargada de llevar adelante los asuntos del campo representaba una señal de lejanía en relación con los productores agropecuarios.
No solo echó a Fernando Vilella, que había propuesto la idea para conjugar el sistema productivo del país, basado en criterios de sostenibilidad, con las demandas de los mercados externos y una apertura a los negocios basados en los avances científicos y tecnológicos, sino que repuso el nombre de Agricultura a la repartición. Discutible o no, la nueva denominación parecía reflejar un rumbo.
Sin embargo, en las últimas semanas, distintas declaraciones de ministros del Gobierno en vez de orientarse a la cercanía con el campo van en la dirección opuesta. En otras palabras, la culpa de la lejanía no es, precisamente, el nombre de Bioeconomía.
Esta vez fue Luis Caputo, el ministro de Economía a quien el presidente Javier Milei elogia en cada oportunidad que tiene. En un intercambio por la red social X (exTwitter) con el usuario @chacareroveloz (anónimo, pero productor real), que le cuestionó la permanencia de los derechos de exportación, el ministro lo mandó a ver partidos de polo de Indios Chapaleufú y correr carreras, ambas aficiones del usuario, según su bío de X. Claro que @chacareroveloz fue áspero porque a raíz de un intercambio con otro usuario sobre telefonía celular le preguntó “Yo soy productor agropecuario y no puedo zafar de que ustedes me roben vía retenciones. No son una empresa privada, son el Estado. ¿Cómo hago para que me dejen de robar de una vez?”. Caputo, además de enviarlo a realizar otras actividades, le respondió: “No solo las retenciones. Para tratar de solucionarlo, algunos vinimos al sector público. Claro que corregir décadas de despilfarro lleva algo más que diez meses de gestión. Si en cuatro años estás disconforme, vas a poder votar otra alternativa”.
Esta última frase, en particular, fue demasiado parecida a la que solían pronunciar los funcionarios kirchneristas cuando les reclamaba por las retenciones. “Si no les gusta, armen otro partido y ganen las elecciones”, decían.
Reacciones
La primera reacción a las palabras del ministro fue de las sociedades rurales del norte bonaerense a las que no se las puede acusar, precisamente, de añorar a Sergio Massa, Alberto Fernández o Cristina Kirchner. Es más, muchos de sus referentes fueron activos participantes de la campaña electoral de La Libertad Avanza. Así, las sociedades rurales y asociaciones de productores de San Pedro, Rojas, Baradero, Pergamino, Arrecifes, Capitán Sarmiento, Salto, Colón, Lincoln y San Antonio de Areco, dijeron: “Lamentable comentario por parte del ministro de Economía de la Nación, una insolencia improcedente a quienes estoicamente sostienen con divisas genuinas el recupero de la Nación”. Y añadieron que el ministro se equivoca “si el justo reclamo nos convierte en enemigos del proyecto de su gobierno, todo lo contrario quienes producen son el mayor aliado que pueden tener”. Los ruralistas recordaron las palabras del propio Milei que calificó a las retenciones como “un robo”.
Horas después, el ministro Caputo, en una entrevista por radio Mitre, dijo que le había parecido “desubicado” el comentario del productor, que su respuesta se “interpretó mal” y que van a bajar las retenciones “tan pronto tengamos la plata para hacerlo, superávit, para poder hacerlo”.
La semana anterior había sido el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que se sorprendió al ver un buen número de silobolsas al llegar a Río Cuarto. “Vimos gente que todavía no liquidó”, dijo, y pareció olvidar que los granos almacenados son propiedad privada de los productores. Semanas atrás, el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, dijo en el coloquio Idea que los empresarios no debían pedir la baja de impuestos porque eso era equivalente a reclamar “privilegios para un sector” y que lo que tenían que hacer era exigir la baja del gasto. Pareció olvidarse que en los últimos más de 20 años el Estado le quitó al campo US$200.000 millones en concepto de Derechos de Exportación: ¿privilegios o una cuestión de justicia?
Más allá de las declaraciones ministeriales, que pueden ser revertidas por acciones positivas, el riesgo es que el Gobierno se enamore de las retenciones y le impida al campo ser uno de los sectores que encabece la recuperación económica del país. En una campaña agrícola con números muy ajustados, la posibilidad de que haya productores que se queden en el camino está latente. No son tiempos para darse el lujo de sonar desafinado.
Distintas reacciones ministeriales provocan tensión con el campo en el contexto de una campaña agrícola con números críticos LA NACION