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Inés Palombo: fue “la mala” de Rebelde Way, vivió duras situaciones con exnovios y hoy disfruta de viajar con su hijo y su pareja

“Inés Palombo (futura actriz)”, firmaba la protagonista de Jardines salvajes a sus seis años las cartas que le hacía a su mamá. Doce años después, Inés Palombo cumplió su sueño a lo grande cuando, en 2003, de la mano de Cris Morena interpretó a Sol Rivarola, la contrafigura de Luisana Lopilato en Rebede Way. “Era una mala estereotipada de esas que no se ven tanto; decía cosas feas, se agarraba de los pelos”, recuerda sobre el personaje que la obligó a mudarse de su Rosario natal para instalarse en Buenos Aires.

A semanas de haber debutado en Jardines salvajes (funciones de miércoles a domingos en Multiteatro Comafi) en reemplazo de Mica Vázquez, casualmente (o no) su compañera en la mencionada tira, Inés deja por un rato a su hijo Felipe con la niñera y café mediante recuerda en diálogo con LA NACIÓN sus inicios en el medio. Amante de los viajes, también relata el difícil momento que le tocó pasar este año cuando, en Dubai, mientras que con su pareja y su nene se disponían a “dar la vuelta al mundo en 40 días”, un auto los chocó, perdió el conocimiento por unos minutos y despertó en el hospital con dos costillas rotas.

—¿Cómo fue tu incorporación a Jardines salvajes, a un equipo que ya estaba armado?

—Muy linda. Este año estuve en Los Bonobos y en Tom, Dick y Harry, que lo preparé en cuatro días. Es un desafío sumarse a un equipo que tiene cinco meses de trabajo. El director, Ricardo Hornos, está en España, pero me acompaña el asistente de dirección. Tuve dos ensayos, primero fui por lo más técnico y después por ir descubriendo y disfrutando cada vez más para ir aportando lo mío. El personaje está de 36 semanas (en la obra), está en pareja con Nazareno Casero y es todo lo hormonal por el embarazo, lo cual es un desafío que está bueno. Se mudan al lado de la casa de Carlos Portalupi y Viviana Puerta y empieza un conflicto por el terreno y es de esas comedias de las que te llevás algo, por la diferencia generacional. Yo la vi cuando me llamaron para trabajar, hubiese estado bueno verla antes porque uno ya va con la cabeza pensando en eso.

—¿Cómo fue ponerte en la piel de una madre a punto de parir habiendo sido mamá hace relativamente poco? ¿Te dio nostalgia?

—Está bueno, cada embarazo es un mundo; yo tuve contracciones desde los cinco meses, no estuve extremadamente activa, y el personaje está de 36 semanas y hay que trabajar lo hormonal, porque está más a flor de piel. Y sobre la nostalgia, bueno, tocás un tema, no tanto por el pasado pero estamos viendo si tenemos o no un segundo, así que creo que me pegó más por eso, ¿qué hacemos? Mi hijo me dice que estuvo en mi panza, porque le dijimos y le gusta así que le mostraré fotos del personaje. Siempre que hago obras me gusta llevarlo al menos al saludo, sabe en qué obras estuve desde que está él. Quiero que me vea porque es mi mundo, que venga a los camarines.

—¿Y la logística?

—Mi mi marido llega de trabajar a la hora que yo me voy, pero estoy todo el día con Feli; pero la dinámica cambia, hay cosas que él (su pareja, Nicolás) hace ahora que antes hacíamos los dos juntos. Con la comida intento colaborar, pero no mucho. Feli va al jardín cuatro horas y después estoy a full con él.

—Además acabás de estrenar La mente del poder, con Eleonora Wexler.

—Es un personaje más tranqui, pero fue interesante el proyecto porque cuenta un poco sobre el abuso de poder. Es la secretaria del presidente y esas cosas que pasan, que no las sufrí, pero que le pasan y que padece mi personaje. Me gustó.

—¿No viviste situaciones incómodas como mujer en el medio?

—No en el laburo, pero sí tuve dos parejas muy agresivas, cada una a su manera. Uno más físico, de muy chica; sin llegar a pegarme recuerdo decirle a mi primer novio a los 17: “hasta acá”. Fueron momentos violentos que hoy hablamos con mis amigos y decimos, ¿cómo era esa época que no pasaba nada? Cambiaron las novelas y también la realidad. Y con otro novio que tuve fue la primera vez que tuve miedo en mi vida. Fui a preguntar a la comisaría si podía denunciarlo porque me amenazaba con unas fotos, cosas muy feas. Fue una de las épocas más feas de mi vida y mi grupo de amigos estuvo presente. Lo traté mucho en terapia.

—Volviendo al medio, ¿sentiste presión por tener que ser de cierta forma?

—Una sola vez me pasó. No voy a decir la novela; dos productoras mujeres me dijeron que estaba un poco gordita, pero no les di demasiada bola. Siempre digo que yo me quería mucho o estaba más allá, pero no me afectó en nada. Pero sé que puede ser jodido si se lo dicen a alguien más vulnerable.

—Este año, de viaje en Dubai, sufriste un accidente…

—Sí, nos fuimos a dar la vuelta al mundo 41 días con un niño y con un accidente. En Dubai, yendo a Abu Dhabi, nos chocó un indio que supuestamente se quedó dormido. Yo me desmayé, no recuerdo nada; mi marido manejaba y recuerda que yo grité y chocamos. Feli gracias a Dios estaba bien. Yo tuve fractura de dos costillas y fue heavy porque fue en el día diez de viaje, con el nene, con equipaje. Pero no volvimos, seguimos de viaje: Con las ganas de estar ahí, el dolor se te pasa con el tiempo. Estuve un día internada y no tuve tiempo de a analizar nada, porque era todo tanto que más que acompañar a mi hijo no tuve tiempo de enroscarme. Más allá de todo el viaje fue hermoso. Muchas veces decimos por qué pasó, qué había que aprender y creo que fue un antes y un después; algo vino a marcar ese accidente pero nada malo más allá del malestar en el momento y el susto.

—¿No te quedó un sabor amargo?

—Algo que sí me faltó es que el otro te pida perdón, o algo. Me cuenta Nico que estaba todo ensangrentado. Siempre decimos que por algo pasó así. Él es más ducho que yo, habla más inglés. Hubo un abogado y nos dijeron que íbamos a perder tiempo y plata y no íbamos a ganar nada. Espero que este chico esté bien.

—¿Qué lugares te impactaron?

—Qatar nos encantó y Japón y Corea, pero es todo tan hermoso y todo tiene lo suyo. Hay paisajes e historias tan fuertes que no puedo elegir un solo lugar. Eran 40 días y se canceló un vuelo y estuvimos un día en Atlanta, Estados Unidos y a los cuatro días de llegar me llamaron para sumarme a Tom, Dick y Harry.

—¿Los viajes son por placer o hay trabajo también?

—Un poco de ambas cosas. Yo era una loca de la actuación, pero en un sentido negativo. Por diez años no viajé, no tenía mucha plata pero algo podría haber hecho. Pensaba: ‘no me voy, mirá si me llaman para un trabajo’. Había viajado pero no tanto y Nico, mi marido, es abogado y loco de los viajes. Es bueno para planificar, ve las cosas más baratas y qué es lo que conviene. Yo con mi trabajo también consigo cosas y viajamos a veces con marcas. Nos fuimos a dar la vuelta al mundo, volvimos hace poco de Brasil y en diciembre nos vamos a México con mi familia. Nico me abrió esa puerta de viajar, pero es una movida en todo sentido.

—Debutaste a los 18 y por la puerta grande, con el personaje de Sol Rivarola, la contrafigura de Luisana Lopilato en Rebelde Way. ¿Vivías en Rosario y tuviste que venir a Buenos Aires?

—Sí, yo estudiaba danza, comedia musical, y si hacía una cartita a los seis o siete años firmaba “Inés (futura actriz)”. Siempre miraba Chiquititas, Rebelde Way; cuando terminé la secundaria mandé una carta y quedé para Rebelde. Mi mamá lloraba porque fue fuerte, de un día para el otro. Yo soy hija única. El primer año mi mamá vivió acá conmigo, mi papá viajaba a vernos; yo trabajaba todo el día y estaba bueno llegar y tener a mi mamá. El segundo y tercer año viví con una amiga y a partir de ahí sola, pero estuvo bueno que fuera de a poco.

—¿Volvés seguido a Rosario?

—Antes iba mas seguido. Con mis viejos nos vemos más por Felipe, que ellos mueren por verlo. Con el trabajo de Nico, el jardín y el teatro no voy tanto, pero una vez por mes nos vemos; ellos viajan.

—¿Cómo te llevabas con la fama en aquella época?

—Era muy distinto a lo que es hoy, no había redes. Pienso en los seguidores y marcas que tendría hoy. Ahora hay muchos fans por Netflix. Era la mala, de esas que quizás hoy ya no se ven tanto. Eran novelas más estereotipadas. Por ejemplo, cómo molestaba a Felicitas, el personaje de Angie Balbianu, con el tema del cuerpo y cosas que hoy quedaron viejas. No nos dábamos cuenta y gracias a Dios la sociedad cambió. Era una mala divertida, me agarraba de los pelos. En un desfile una vez me tiraron un chicle en el pelo, por el personaje; hoy los chicos famosos se muestran en las redes como son, pero yo era Sol Rivarola, la mala y no tenía mucho lugar para mostrarme cómo era realmente. Hoy me dicen: “cómo te odié en Rebelde”. Hice varias veces de mala.

—¿Cómo era el clima?

—Yo no lo viví mal, amaba lo que hacía, ya tenía 18 o 19 años, no era tan chica.

—¿Te seguiste viendo con alguien del elenco?

—No. Hace poco la vi a Mica (Vázquez), que la reemplazo en Jardines salvajes. La fui a ver a Muni al teatro y sé que muchos se fueron al exterior.

—Mirando tus redes aparece la Inés actriz, la viajera, ¿y también sos coach?

—Si, mi prima es psicóloga y coach y me dijo por qué no hacía algo. Yo estaba en un momento de querer algo nuevo y lo hice como algo para mí. Yo ya hacía terapia, pero esto es otra cosa y dije: “Esto me hizo tan bien que me gustaría compartirlo”, por eso lo conecté con Instagram, que no es solo la actriz que viaja en familia sino también el coaching y dejarle algo a los seguidores. Muchas veces me agradecen. Me sirvió para conocerme, para tomar decisiones que no hubiera podido y he acompañado decisiones de gente. En esto uno acompaña, pero es la persona la que tiene que estar dispuesta a entregar. Empecé a estudiar hace siete años. La pandemia me empujó a decidir hacer algo con eso.

—¿En pandemia ya estabas en pareja? ¿Cómo se conocieron?

—Una amiga estaba en una obra de teatro y mi cuñada escuchó que estaba hablando conmigo y le preguntó: “¿Sos amiga de Inés Palombo?”. Me conocía de la tele y le dijo que su hermano estaba solo. Yo estaba en un momento que había sufrido mucho y odiaba a los hombres, pero me permití salir y la primera salida fue rara; no fue tan divina y algo nos hizo seguir viéndonos; nos gustamos, nos enamoramos. Ahora cumplimos cinco años. Cuando empezó la pandemia estábamos hacía seis meses juntos. Empezamos la pandemia separados y en un momento me fui a la casa de él y fue una buena decisión. Yo vivía sola en un monoambiente y creo que para los dos estar con alguien estuvo bueno, más allá de que podría haber salido mal.

—¿Cómo se viene tu 2025?

—Seguimos con la obra durante enero y febrero. Me gustaría hacer algo en tele, el actor avanza y evoluciona con la persona, soy más mujer y a la actriz le pasa lo mismo. Me gustaría algo más roto. A veces los productores tienen como un prejuicio porque te ven rubiecita.

“Inés Palombo (futura actriz)”, firmaba la protagonista de Jardines salvajes a sus seis años las cartas que le hacía a su mamá. Doce años después, Inés Palombo cumplió su sueño a lo grande cuando, en 2003, de la mano de Cris Morena interpretó a Sol Rivarola, la contrafigura de Luisana Lopilato en Rebede Way. “Era una mala estereotipada de esas que no se ven tanto; decía cosas feas, se agarraba de los pelos”, recuerda sobre el personaje que la obligó a mudarse de su Rosario natal para instalarse en Buenos Aires.

A semanas de haber debutado en Jardines salvajes (funciones de miércoles a domingos en Multiteatro Comafi) en reemplazo de Mica Vázquez, casualmente (o no) su compañera en la mencionada tira, Inés deja por un rato a su hijo Felipe con la niñera y café mediante recuerda en diálogo con LA NACIÓN sus inicios en el medio. Amante de los viajes, también relata el difícil momento que le tocó pasar este año cuando, en Dubai, mientras que con su pareja y su nene se disponían a “dar la vuelta al mundo en 40 días”, un auto los chocó, perdió el conocimiento por unos minutos y despertó en el hospital con dos costillas rotas.

—¿Cómo fue tu incorporación a Jardines salvajes, a un equipo que ya estaba armado?

—Muy linda. Este año estuve en Los Bonobos y en Tom, Dick y Harry, que lo preparé en cuatro días. Es un desafío sumarse a un equipo que tiene cinco meses de trabajo. El director, Ricardo Hornos, está en España, pero me acompaña el asistente de dirección. Tuve dos ensayos, primero fui por lo más técnico y después por ir descubriendo y disfrutando cada vez más para ir aportando lo mío. El personaje está de 36 semanas (en la obra), está en pareja con Nazareno Casero y es todo lo hormonal por el embarazo, lo cual es un desafío que está bueno. Se mudan al lado de la casa de Carlos Portalupi y Viviana Puerta y empieza un conflicto por el terreno y es de esas comedias de las que te llevás algo, por la diferencia generacional. Yo la vi cuando me llamaron para trabajar, hubiese estado bueno verla antes porque uno ya va con la cabeza pensando en eso.

—¿Cómo fue ponerte en la piel de una madre a punto de parir habiendo sido mamá hace relativamente poco? ¿Te dio nostalgia?

—Está bueno, cada embarazo es un mundo; yo tuve contracciones desde los cinco meses, no estuve extremadamente activa, y el personaje está de 36 semanas y hay que trabajar lo hormonal, porque está más a flor de piel. Y sobre la nostalgia, bueno, tocás un tema, no tanto por el pasado pero estamos viendo si tenemos o no un segundo, así que creo que me pegó más por eso, ¿qué hacemos? Mi hijo me dice que estuvo en mi panza, porque le dijimos y le gusta así que le mostraré fotos del personaje. Siempre que hago obras me gusta llevarlo al menos al saludo, sabe en qué obras estuve desde que está él. Quiero que me vea porque es mi mundo, que venga a los camarines.

—¿Y la logística?

—Mi mi marido llega de trabajar a la hora que yo me voy, pero estoy todo el día con Feli; pero la dinámica cambia, hay cosas que él (su pareja, Nicolás) hace ahora que antes hacíamos los dos juntos. Con la comida intento colaborar, pero no mucho. Feli va al jardín cuatro horas y después estoy a full con él.

—Además acabás de estrenar La mente del poder, con Eleonora Wexler.

—Es un personaje más tranqui, pero fue interesante el proyecto porque cuenta un poco sobre el abuso de poder. Es la secretaria del presidente y esas cosas que pasan, que no las sufrí, pero que le pasan y que padece mi personaje. Me gustó.

—¿No viviste situaciones incómodas como mujer en el medio?

—No en el laburo, pero sí tuve dos parejas muy agresivas, cada una a su manera. Uno más físico, de muy chica; sin llegar a pegarme recuerdo decirle a mi primer novio a los 17: “hasta acá”. Fueron momentos violentos que hoy hablamos con mis amigos y decimos, ¿cómo era esa época que no pasaba nada? Cambiaron las novelas y también la realidad. Y con otro novio que tuve fue la primera vez que tuve miedo en mi vida. Fui a preguntar a la comisaría si podía denunciarlo porque me amenazaba con unas fotos, cosas muy feas. Fue una de las épocas más feas de mi vida y mi grupo de amigos estuvo presente. Lo traté mucho en terapia.

—Volviendo al medio, ¿sentiste presión por tener que ser de cierta forma?

—Una sola vez me pasó. No voy a decir la novela; dos productoras mujeres me dijeron que estaba un poco gordita, pero no les di demasiada bola. Siempre digo que yo me quería mucho o estaba más allá, pero no me afectó en nada. Pero sé que puede ser jodido si se lo dicen a alguien más vulnerable.

—Este año, de viaje en Dubai, sufriste un accidente…

—Sí, nos fuimos a dar la vuelta al mundo 41 días con un niño y con un accidente. En Dubai, yendo a Abu Dhabi, nos chocó un indio que supuestamente se quedó dormido. Yo me desmayé, no recuerdo nada; mi marido manejaba y recuerda que yo grité y chocamos. Feli gracias a Dios estaba bien. Yo tuve fractura de dos costillas y fue heavy porque fue en el día diez de viaje, con el nene, con equipaje. Pero no volvimos, seguimos de viaje: Con las ganas de estar ahí, el dolor se te pasa con el tiempo. Estuve un día internada y no tuve tiempo de a analizar nada, porque era todo tanto que más que acompañar a mi hijo no tuve tiempo de enroscarme. Más allá de todo el viaje fue hermoso. Muchas veces decimos por qué pasó, qué había que aprender y creo que fue un antes y un después; algo vino a marcar ese accidente pero nada malo más allá del malestar en el momento y el susto.

—¿No te quedó un sabor amargo?

—Algo que sí me faltó es que el otro te pida perdón, o algo. Me cuenta Nico que estaba todo ensangrentado. Siempre decimos que por algo pasó así. Él es más ducho que yo, habla más inglés. Hubo un abogado y nos dijeron que íbamos a perder tiempo y plata y no íbamos a ganar nada. Espero que este chico esté bien.

—¿Qué lugares te impactaron?

—Qatar nos encantó y Japón y Corea, pero es todo tan hermoso y todo tiene lo suyo. Hay paisajes e historias tan fuertes que no puedo elegir un solo lugar. Eran 40 días y se canceló un vuelo y estuvimos un día en Atlanta, Estados Unidos y a los cuatro días de llegar me llamaron para sumarme a Tom, Dick y Harry.

—¿Los viajes son por placer o hay trabajo también?

—Un poco de ambas cosas. Yo era una loca de la actuación, pero en un sentido negativo. Por diez años no viajé, no tenía mucha plata pero algo podría haber hecho. Pensaba: ‘no me voy, mirá si me llaman para un trabajo’. Había viajado pero no tanto y Nico, mi marido, es abogado y loco de los viajes. Es bueno para planificar, ve las cosas más baratas y qué es lo que conviene. Yo con mi trabajo también consigo cosas y viajamos a veces con marcas. Nos fuimos a dar la vuelta al mundo, volvimos hace poco de Brasil y en diciembre nos vamos a México con mi familia. Nico me abrió esa puerta de viajar, pero es una movida en todo sentido.

—Debutaste a los 18 y por la puerta grande, con el personaje de Sol Rivarola, la contrafigura de Luisana Lopilato en Rebelde Way. ¿Vivías en Rosario y tuviste que venir a Buenos Aires?

—Sí, yo estudiaba danza, comedia musical, y si hacía una cartita a los seis o siete años firmaba “Inés (futura actriz)”. Siempre miraba Chiquititas, Rebelde Way; cuando terminé la secundaria mandé una carta y quedé para Rebelde. Mi mamá lloraba porque fue fuerte, de un día para el otro. Yo soy hija única. El primer año mi mamá vivió acá conmigo, mi papá viajaba a vernos; yo trabajaba todo el día y estaba bueno llegar y tener a mi mamá. El segundo y tercer año viví con una amiga y a partir de ahí sola, pero estuvo bueno que fuera de a poco.

—¿Volvés seguido a Rosario?

—Antes iba mas seguido. Con mis viejos nos vemos más por Felipe, que ellos mueren por verlo. Con el trabajo de Nico, el jardín y el teatro no voy tanto, pero una vez por mes nos vemos; ellos viajan.

—¿Cómo te llevabas con la fama en aquella época?

—Era muy distinto a lo que es hoy, no había redes. Pienso en los seguidores y marcas que tendría hoy. Ahora hay muchos fans por Netflix. Era la mala, de esas que quizás hoy ya no se ven tanto. Eran novelas más estereotipadas. Por ejemplo, cómo molestaba a Felicitas, el personaje de Angie Balbianu, con el tema del cuerpo y cosas que hoy quedaron viejas. No nos dábamos cuenta y gracias a Dios la sociedad cambió. Era una mala divertida, me agarraba de los pelos. En un desfile una vez me tiraron un chicle en el pelo, por el personaje; hoy los chicos famosos se muestran en las redes como son, pero yo era Sol Rivarola, la mala y no tenía mucho lugar para mostrarme cómo era realmente. Hoy me dicen: “cómo te odié en Rebelde”. Hice varias veces de mala.

—¿Cómo era el clima?

—Yo no lo viví mal, amaba lo que hacía, ya tenía 18 o 19 años, no era tan chica.

—¿Te seguiste viendo con alguien del elenco?

—No. Hace poco la vi a Mica (Vázquez), que la reemplazo en Jardines salvajes. La fui a ver a Muni al teatro y sé que muchos se fueron al exterior.

—Mirando tus redes aparece la Inés actriz, la viajera, ¿y también sos coach?

—Si, mi prima es psicóloga y coach y me dijo por qué no hacía algo. Yo estaba en un momento de querer algo nuevo y lo hice como algo para mí. Yo ya hacía terapia, pero esto es otra cosa y dije: “Esto me hizo tan bien que me gustaría compartirlo”, por eso lo conecté con Instagram, que no es solo la actriz que viaja en familia sino también el coaching y dejarle algo a los seguidores. Muchas veces me agradecen. Me sirvió para conocerme, para tomar decisiones que no hubiera podido y he acompañado decisiones de gente. En esto uno acompaña, pero es la persona la que tiene que estar dispuesta a entregar. Empecé a estudiar hace siete años. La pandemia me empujó a decidir hacer algo con eso.

—¿En pandemia ya estabas en pareja? ¿Cómo se conocieron?

—Una amiga estaba en una obra de teatro y mi cuñada escuchó que estaba hablando conmigo y le preguntó: “¿Sos amiga de Inés Palombo?”. Me conocía de la tele y le dijo que su hermano estaba solo. Yo estaba en un momento que había sufrido mucho y odiaba a los hombres, pero me permití salir y la primera salida fue rara; no fue tan divina y algo nos hizo seguir viéndonos; nos gustamos, nos enamoramos. Ahora cumplimos cinco años. Cuando empezó la pandemia estábamos hacía seis meses juntos. Empezamos la pandemia separados y en un momento me fui a la casa de él y fue una buena decisión. Yo vivía sola en un monoambiente y creo que para los dos estar con alguien estuvo bueno, más allá de que podría haber salido mal.

—¿Cómo se viene tu 2025?

—Seguimos con la obra durante enero y febrero. Me gustaría hacer algo en tele, el actor avanza y evoluciona con la persona, soy más mujer y a la actriz le pasa lo mismo. Me gustaría algo más roto. A veces los productores tienen como un prejuicio porque te ven rubiecita.

 Reemplazó semanas atrás a Mica Vázquez en Jardines salvajes y anteriormente se destacó en Tom, Dick y Harry; el susto de la última travesía familiar y el recuerdo de su vertiginoso comienzo en el medio  LA NACION

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