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Por qué los gatos pueden tener la clave para analizar las enfermedades neurodegenerativas

El envejecimiento es un proceso inevitable que afecta a todos los seres vivos, tanto a los humanos como a nuestros compañeros animales. Y a medida que la población mundial vive más años, entender mejor el deterioro cognitivo se volvió una prioridad para la ciencia para mejorar la calidad de vida en personas mayores. En este contexto, los científicos buscan nuevas formas de estudiar cómo el cerebro cambia con la edad, y es aquí donde los gatos podrían tener un papel fundamental. Sorprendentemente, el cerebro de los felinos arroja pistas cruciales que podrían ayudar a entender mejor el fascinante funcionamiento del sistema nervioso humano.

Un reciente descubrimiento publicado en la revista Nature señaló que, a medida que los gatos envejecen, sus cerebros muestran signos de atrofia y deterioro cognitivo que son muy similares a los cambios observados en los humanos. Esto los convierte en una herramienta extremadamente valiosa para estudiar el envejecimiento cerebral y el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.

De acuerdo a los especialistas, el cerebro de los gatos tiene características únicas que lo hacen particularmente útil en estudios sobre este fenómeno. Su tamaño mediano y estructura cerebral, así como sus comportamientos complejos, lo colocan en un punto intermedio entre los pequeños mamíferos, como los roedores, y los más grandes, incluidos los humanos. Esta combinación ofrece un balance ideal para los científicos, que pueden observar cómo el envejecimiento afecta a un cerebro que, aunque no es tan grande como el humano, es considerablemente más complejo que el de un ratón.

Además, los gatos presentan comportamientos sociales y de aprendizaje que resultan muy similares a los de los humanos, lo que facilita el estudio de cambios cognitivos y emocionales vinculados con el envejecimiento. Estos comportamientos, combinados con los cambios anatómicos observados, abren una ventana importante para estudiar procesos que en humanos son difíciles de investigar de manera directa.

El hallazgo sobre el cerebro de los gatos forma parte del proyecto “Translating Time”, una iniciativa surgida en Estados Unidos que ayuda a compartir estudios realizados en diferentes especies de mamíferos para impulsar el bienestar de las personas. Fundado en 2007, este proyecto se centra en estudiar más de 18 especies diferentes con el objetivo de utilizar la información obtenida en investigaciones contra enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Al comparar y analizar los datos entre especies, este equipo busca traducir los resultados del reino animal al ámbito humano, con el fin de encontrar nuevas vías de tratamiento y prevención.

¿Por qué se utilizan animales en la investigación del cerebro?

Se estima que los trastornos cerebrales afectaban en 2019 a casi un mil millones de personas en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto incluye enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, trastornos psiquiátricos como la ansiedad y la depresión, y afecciones neurológicas como el Parkinson. Estos trastornos no solo tienen un impacto devastador en la calidad de vida de los pacientes, sino que también representan una carga significativa para sus familias y los sistemas de salud en general.

Ante este panorama, la Asociación Europea de Investigación Animal indica que la mayor esperanza de la sociedad para encontrar medicamentos y otros tratamientos para este tipo de enfermedades se basa en la investigación con animales. Si bien los métodos de estudio sin animales avanzaron en algunos campos de la investigación biomédica, su uso en neurociencia es extremadamente limitado debido a la estructura compleja e interconectada del cerebro. En la mayoría de los casos, un organismo vivo y en funcionamiento es el único modelo viable para estudiar el cerebro en acción.

En este sentido, la entidad comparte ejemplos recientes de cómo el uso de modelos animales permitió importantes avances en el tratamiento de trastornos neurodegenerativos, psiquiátricos y sensoriales.

Trastornos neurodegenerativos: Investigadores de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, descubrieron que una proteína de “choque frío” encontrada en nadadores de aguas frías puede prevenir enfermedades cerebrales, como la demencia.Trastornos psiquiátricos: Un estudio de la Universidad de Gante, Bélgica, descubrió que los perros con ansiedad tienen comportamientos y cambios cerebrales similares a los de los humanos con esta afección, lo que podría conducir a mejores tratamientos tanto para humanos como para animales.Trastornos sensoriales: Investigadores de la Universidad de Pittsburgh y de la Universidad Carnegie Mellon, ambas en Estados Unidos, probaron una tecnología que permitió a un paciente volver a mover el brazo que había quedado paralizado por un derrame cerebral. Este avance implicó estudios en animales como ratas y monos para investigar cómo reparar las lesiones de la médula espinal.

El envejecimiento es un proceso inevitable que afecta a todos los seres vivos, tanto a los humanos como a nuestros compañeros animales. Y a medida que la población mundial vive más años, entender mejor el deterioro cognitivo se volvió una prioridad para la ciencia para mejorar la calidad de vida en personas mayores. En este contexto, los científicos buscan nuevas formas de estudiar cómo el cerebro cambia con la edad, y es aquí donde los gatos podrían tener un papel fundamental. Sorprendentemente, el cerebro de los felinos arroja pistas cruciales que podrían ayudar a entender mejor el fascinante funcionamiento del sistema nervioso humano.

Un reciente descubrimiento publicado en la revista Nature señaló que, a medida que los gatos envejecen, sus cerebros muestran signos de atrofia y deterioro cognitivo que son muy similares a los cambios observados en los humanos. Esto los convierte en una herramienta extremadamente valiosa para estudiar el envejecimiento cerebral y el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.

De acuerdo a los especialistas, el cerebro de los gatos tiene características únicas que lo hacen particularmente útil en estudios sobre este fenómeno. Su tamaño mediano y estructura cerebral, así como sus comportamientos complejos, lo colocan en un punto intermedio entre los pequeños mamíferos, como los roedores, y los más grandes, incluidos los humanos. Esta combinación ofrece un balance ideal para los científicos, que pueden observar cómo el envejecimiento afecta a un cerebro que, aunque no es tan grande como el humano, es considerablemente más complejo que el de un ratón.

Además, los gatos presentan comportamientos sociales y de aprendizaje que resultan muy similares a los de los humanos, lo que facilita el estudio de cambios cognitivos y emocionales vinculados con el envejecimiento. Estos comportamientos, combinados con los cambios anatómicos observados, abren una ventana importante para estudiar procesos que en humanos son difíciles de investigar de manera directa.

El hallazgo sobre el cerebro de los gatos forma parte del proyecto “Translating Time”, una iniciativa surgida en Estados Unidos que ayuda a compartir estudios realizados en diferentes especies de mamíferos para impulsar el bienestar de las personas. Fundado en 2007, este proyecto se centra en estudiar más de 18 especies diferentes con el objetivo de utilizar la información obtenida en investigaciones contra enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Al comparar y analizar los datos entre especies, este equipo busca traducir los resultados del reino animal al ámbito humano, con el fin de encontrar nuevas vías de tratamiento y prevención.

¿Por qué se utilizan animales en la investigación del cerebro?

Se estima que los trastornos cerebrales afectaban en 2019 a casi un mil millones de personas en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto incluye enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, trastornos psiquiátricos como la ansiedad y la depresión, y afecciones neurológicas como el Parkinson. Estos trastornos no solo tienen un impacto devastador en la calidad de vida de los pacientes, sino que también representan una carga significativa para sus familias y los sistemas de salud en general.

Ante este panorama, la Asociación Europea de Investigación Animal indica que la mayor esperanza de la sociedad para encontrar medicamentos y otros tratamientos para este tipo de enfermedades se basa en la investigación con animales. Si bien los métodos de estudio sin animales avanzaron en algunos campos de la investigación biomédica, su uso en neurociencia es extremadamente limitado debido a la estructura compleja e interconectada del cerebro. En la mayoría de los casos, un organismo vivo y en funcionamiento es el único modelo viable para estudiar el cerebro en acción.

En este sentido, la entidad comparte ejemplos recientes de cómo el uso de modelos animales permitió importantes avances en el tratamiento de trastornos neurodegenerativos, psiquiátricos y sensoriales.

Trastornos neurodegenerativos: Investigadores de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, descubrieron que una proteína de “choque frío” encontrada en nadadores de aguas frías puede prevenir enfermedades cerebrales, como la demencia.Trastornos psiquiátricos: Un estudio de la Universidad de Gante, Bélgica, descubrió que los perros con ansiedad tienen comportamientos y cambios cerebrales similares a los de los humanos con esta afección, lo que podría conducir a mejores tratamientos tanto para humanos como para animales.Trastornos sensoriales: Investigadores de la Universidad de Pittsburgh y de la Universidad Carnegie Mellon, ambas en Estados Unidos, probaron una tecnología que permitió a un paciente volver a mover el brazo que había quedado paralizado por un derrame cerebral. Este avance implicó estudios en animales como ratas y monos para investigar cómo reparar las lesiones de la médula espinal. Se trata de una investigación publicada en la revista Nature que muestra que el cerebro de los felinos y las personas es más parecido de lo que se creía; qué dicen los científicos  LA NACION

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