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Paisajista y dueña de casa, reformó su jardín para aprovechar mejor cada espacio y darle un estilo más suelto

La dueña de casa y paisajista se encontró con muchos espacios creados desde la arquitectura y decidió dar vida a un diseño multifuncional, prolijo, a la vez que suelto.

El jardín había sido diseñado por el estudio Crook Cabanillas y en 2021 es retomado por su nueva dueña. Caro Cornaglia, que está al frente del studio de paisajismo Biomaretoma junto con Lali Naso.

Con la piedra rojiza como protagonista, el frente de la casa está rodeado de canteros de herbáceas y gramíneas, donde se destacan especialmente las salvias, miscantus, stipas, pennisetum, Achillea milefolium y Plectranthus necohilus, entre otras. La mayoría fue cultivada por la paisajista y dueña de casa. Desde el sector trasero se observan, por ejemplo, los Miscanthus, Sedum ‘Autumn Joy’, amapolas, escabiosas, Salvia involucrata ‘Hadspen’ y Achillea millefolium blancas.

Entre los hallazgos del paisajismo está el patio donde se dejó crecer la semilla de Ricinus communis, que protege a la vegetación más tropical, que incluye a la Sterlitzia nicolai, alocasias, philodendron, Liriope giganteum, Plectranthus verticillatus, Ruellia makoyana y monstreras. Son el marco del hogar y fogonero que cobijan las noches oscuras.

Para acompañar los platos frescos está la huerta, con seis cajones bien provistos. Uno de los destacados es una albahaca perenne traída de un viaje, de increíble sabor y color violeta. Fue por esto y por sus flores que también la incorporaron en los canteros.

El jardín comestible: la última tendencia

El paisajismo no descuidó los laterales. Mediante un camino orgánico, se puede recorrer el resto del jardín. Para ello, se realizó una plantación formal que mantiene su estructura durante todo el año, siendo éste uno de los logros del diseño. Incluye buxus y Pittosporum ‘Nana’, los cuales son podados en forma de bocha y emergen de un mar de Hedera helix, que se utilizó como cubresuelos. También se sumaron Acer buergerianum, para guiar el ojo a el jardín. La Salvia leucantha y anémonas ofrecen son de interés estacional. En tanto, la ella Magnolia x soulangeana es el inicio del recorrido.

En el sector de la galería, las paisajistas decidieron unificar el color negro de la arquitectura con el del mobiliario. Un cantero de Melianthus major atrae colibríes y pájaros que disfrutan del espacio. Si bien se trata de una planta perennifolia que puede alcanzar los tres metros de altura, se mantiene baja gracias a el manejo de la poda. Entre ella, emergen las Sterlitzia nicolai.

Frente al cantero principal, se realizó un espacio de living exterior. Lo flaquean dos canteros más, con especies como Carex divulsa como cubresuelos, Pittosporum tobira ‘Nana’ en forma de bochas, anémonas blancas y liriopes bajo la copa de los Gledistia ‘Sunburst’. En este sentido, el paisajismo se orientó a crear espacios de disfruto y de ocio, y trabajar con las vistas y circulaciones desde cada uno de los espacios.

Así fue que nació también el espacio para jugar a las bochas, que las paisajistas ubicaron detrás de la pileta. Entre el retiro y el muro de contención, este sector está rodeado de vegetación como salvias ‘Dilly Dilly’, stipas, Verbena bonariensis y Daucus carota, que van cambiando de lugar porque semillan en el binder y dan un increíble efecto silvestre. En suma, un espacio exterior pensado para disfrutar de cada ambiente, con vistas logradas pero relajadas y una armonía entre lo clásico y lo tropical, y un logro del paisajismo.

La dueña de casa y paisajista se encontró con muchos espacios creados desde la arquitectura y decidió dar vida a un diseño multifuncional, prolijo, a la vez que suelto.

El jardín había sido diseñado por el estudio Crook Cabanillas y en 2021 es retomado por su nueva dueña. Caro Cornaglia, que está al frente del studio de paisajismo Biomaretoma junto con Lali Naso.

Con la piedra rojiza como protagonista, el frente de la casa está rodeado de canteros de herbáceas y gramíneas, donde se destacan especialmente las salvias, miscantus, stipas, pennisetum, Achillea milefolium y Plectranthus necohilus, entre otras. La mayoría fue cultivada por la paisajista y dueña de casa. Desde el sector trasero se observan, por ejemplo, los Miscanthus, Sedum ‘Autumn Joy’, amapolas, escabiosas, Salvia involucrata ‘Hadspen’ y Achillea millefolium blancas.

Entre los hallazgos del paisajismo está el patio donde se dejó crecer la semilla de Ricinus communis, que protege a la vegetación más tropical, que incluye a la Sterlitzia nicolai, alocasias, philodendron, Liriope giganteum, Plectranthus verticillatus, Ruellia makoyana y monstreras. Son el marco del hogar y fogonero que cobijan las noches oscuras.

Para acompañar los platos frescos está la huerta, con seis cajones bien provistos. Uno de los destacados es una albahaca perenne traída de un viaje, de increíble sabor y color violeta. Fue por esto y por sus flores que también la incorporaron en los canteros.

El jardín comestible: la última tendencia

El paisajismo no descuidó los laterales. Mediante un camino orgánico, se puede recorrer el resto del jardín. Para ello, se realizó una plantación formal que mantiene su estructura durante todo el año, siendo éste uno de los logros del diseño. Incluye buxus y Pittosporum ‘Nana’, los cuales son podados en forma de bocha y emergen de un mar de Hedera helix, que se utilizó como cubresuelos. También se sumaron Acer buergerianum, para guiar el ojo a el jardín. La Salvia leucantha y anémonas ofrecen son de interés estacional. En tanto, la ella Magnolia x soulangeana es el inicio del recorrido.

En el sector de la galería, las paisajistas decidieron unificar el color negro de la arquitectura con el del mobiliario. Un cantero de Melianthus major atrae colibríes y pájaros que disfrutan del espacio. Si bien se trata de una planta perennifolia que puede alcanzar los tres metros de altura, se mantiene baja gracias a el manejo de la poda. Entre ella, emergen las Sterlitzia nicolai.

Frente al cantero principal, se realizó un espacio de living exterior. Lo flaquean dos canteros más, con especies como Carex divulsa como cubresuelos, Pittosporum tobira ‘Nana’ en forma de bochas, anémonas blancas y liriopes bajo la copa de los Gledistia ‘Sunburst’. En este sentido, el paisajismo se orientó a crear espacios de disfruto y de ocio, y trabajar con las vistas y circulaciones desde cada uno de los espacios.

Así fue que nació también el espacio para jugar a las bochas, que las paisajistas ubicaron detrás de la pileta. Entre el retiro y el muro de contención, este sector está rodeado de vegetación como salvias ‘Dilly Dilly’, stipas, Verbena bonariensis y Daucus carota, que van cambiando de lugar porque semillan en el binder y dan un increíble efecto silvestre. En suma, un espacio exterior pensado para disfrutar de cada ambiente, con vistas logradas pero relajadas y una armonía entre lo clásico y lo tropical, y un logro del paisajismo.

 Un paisajismo retomado por el Estudio Bioma, para dar vida a un espacio descontracturado.  LA NACION

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