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2023, el año que vivimos en (peligro de) hiperinflación

El presidente Javier Milei ha expresado que durante 2023 vivimos una hiperinflación. Para la literatura económica coexisten varias definiciones de lo que es una híper.

Para Phillip Cagan (1956), que estudió la demanda de dinero en la Europa de la post Primera Guerra Mundial, hiperinflación es cuando se supera un índice del 50% mensual y se termina cuando la tasa cae por debajo de 50% y permanece en esos niveles al menos un año.

Menos magia, más manual de economía: qué necesita la Argentina para volver a tener crédito

Una definición cualitativa como la que brindan Heymann y Leijonhufvud (1995) puede ser más útil que sujetarse a una magnitud arbitraria. Un régimen de inflación moderada es cuando el horizonte de las expectativas de lo que puede pasar con los precios es el año. Un régimen de alta inflación es cuando el horizonte se reduce al mes, en tanto que una hiperinflación es cuando las decisiones colapsan a una semana o en el día.

Para Leland Yeager (1981) se pasa de un régimen de alta inflación a uno de hiperinflación cuando la economía se indexa completamente.

Una fuente adicional del proceso hiperinflacionario es cuando se producen tarifazos a los fines de asegurar la provisión de servicios públicos, solucionando cortes en los suministros, provocados por el atraso en las tarifas, típica medida distorsiva para reprimir la inflación.

En un régimen de alta inflación crónica, la demanda de dinero pierde su característica de reserva de valor y de unidad de cuenta. Mientras que en una hiperinflación, el dinero pierde su propiedad de medio de transacción, es decir, se utilizan dólares para transacciones rutinarias como ir al supermercado.

Para la normativa contable internacional fijada por el IAS (International Accounting Standards Board), parámetro obligatorio para las decisiones de inversión de las multinacionales, un país tiene hiperinflación cuando la inflación acumulada en tres años resulta cercana o supera el 100%

Hay evidencia muy concreta que durante el año 2023 se profundizó el cortoplacismo hacia una hiperinflación.

La duración de las paritarias se redujo a solo un trimestre, como evidencia, por ejemplo, la negociación de los camioneros, indicativa para el resto de los sindicatos (como antes lo era la de la UOM).

Obra pública: la otra cara de una promesa de campaña cumplida: ajuste y pocos proyectos en marcha

Asimismo, el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias se actualizaba cada trimestre, cuando tiempo atrás era a un año.

Igualmente, se generalizó la práctica de fijar alquileres en negro indexados a la inflación trimestral, en tanto que los plazos fijos indexados a 90 días eran una opción alternativa al dólar.

La moneda doméstica había perdido ya hace décadas su condición de reserva de valor y de unidad de cuenta. Durante el año pasado, bienes durables como automotores comenzaron a cotizarse en dólares. Sin embargo, las transacciones rutinarias siguieron y siguen realizándose en pesos.

Sucedieron varios episodios de escasez, entre ellos en productos de la canasta de Precios Cuidados, gas en invierno o episodios de cortes de luz durante el verano, pero la más grave fue el faltante de nafta del 28 octubre de 2023 que paradojalmente sucedió aun cuando la producción principal proviene de una empresa estatal, YPF.

Hace años que el IAS clasifica a la Argentina como país bajo hiperinflación, junto a Haití, Venezuela, Surinam, Irán, Líbano, Turquía, Yemen, Zimbabwe, Etiopía, Ghana, Sierra Leona y Sudán.

En conclusión, 2023 fue otro año que vivimos en (peligro de) hiperinflación, aumentando la demanda social por estabilizar como sucedió en las postrimerías del Plan Austral y de la convertibilidad, en un caso único caso en el mundo de un país capaz de repetir hiperinflaciones después de haberlas sufrido en el pasado.

El presidente Javier Milei ha expresado que durante 2023 vivimos una hiperinflación. Para la literatura económica coexisten varias definiciones de lo que es una híper.

Para Phillip Cagan (1956), que estudió la demanda de dinero en la Europa de la post Primera Guerra Mundial, hiperinflación es cuando se supera un índice del 50% mensual y se termina cuando la tasa cae por debajo de 50% y permanece en esos niveles al menos un año.

Menos magia, más manual de economía: qué necesita la Argentina para volver a tener crédito

Una definición cualitativa como la que brindan Heymann y Leijonhufvud (1995) puede ser más útil que sujetarse a una magnitud arbitraria. Un régimen de inflación moderada es cuando el horizonte de las expectativas de lo que puede pasar con los precios es el año. Un régimen de alta inflación es cuando el horizonte se reduce al mes, en tanto que una hiperinflación es cuando las decisiones colapsan a una semana o en el día.

Para Leland Yeager (1981) se pasa de un régimen de alta inflación a uno de hiperinflación cuando la economía se indexa completamente.

Una fuente adicional del proceso hiperinflacionario es cuando se producen tarifazos a los fines de asegurar la provisión de servicios públicos, solucionando cortes en los suministros, provocados por el atraso en las tarifas, típica medida distorsiva para reprimir la inflación.

En un régimen de alta inflación crónica, la demanda de dinero pierde su característica de reserva de valor y de unidad de cuenta. Mientras que en una hiperinflación, el dinero pierde su propiedad de medio de transacción, es decir, se utilizan dólares para transacciones rutinarias como ir al supermercado.

Para la normativa contable internacional fijada por el IAS (International Accounting Standards Board), parámetro obligatorio para las decisiones de inversión de las multinacionales, un país tiene hiperinflación cuando la inflación acumulada en tres años resulta cercana o supera el 100%

Hay evidencia muy concreta que durante el año 2023 se profundizó el cortoplacismo hacia una hiperinflación.

La duración de las paritarias se redujo a solo un trimestre, como evidencia, por ejemplo, la negociación de los camioneros, indicativa para el resto de los sindicatos (como antes lo era la de la UOM).

Obra pública: la otra cara de una promesa de campaña cumplida: ajuste y pocos proyectos en marcha

Asimismo, el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias se actualizaba cada trimestre, cuando tiempo atrás era a un año.

Igualmente, se generalizó la práctica de fijar alquileres en negro indexados a la inflación trimestral, en tanto que los plazos fijos indexados a 90 días eran una opción alternativa al dólar.

La moneda doméstica había perdido ya hace décadas su condición de reserva de valor y de unidad de cuenta. Durante el año pasado, bienes durables como automotores comenzaron a cotizarse en dólares. Sin embargo, las transacciones rutinarias siguieron y siguen realizándose en pesos.

Sucedieron varios episodios de escasez, entre ellos en productos de la canasta de Precios Cuidados, gas en invierno o episodios de cortes de luz durante el verano, pero la más grave fue el faltante de nafta del 28 octubre de 2023 que paradojalmente sucedió aun cuando la producción principal proviene de una empresa estatal, YPF.

Hace años que el IAS clasifica a la Argentina como país bajo hiperinflación, junto a Haití, Venezuela, Surinam, Irán, Líbano, Turquía, Yemen, Zimbabwe, Etiopía, Ghana, Sierra Leona y Sudán.

En conclusión, 2023 fue otro año que vivimos en (peligro de) hiperinflación, aumentando la demanda social por estabilizar como sucedió en las postrimerías del Plan Austral y de la convertibilidad, en un caso único caso en el mundo de un país capaz de repetir hiperinflaciones después de haberlas sufrido en el pasado.

 Para la literatura económica existen varias definiciones de lo que es una híper, pero la mayoría de los analistas coinciden que en el último año la Argentina volvió a asomarse al precipicio que implica la destrucción de su moneda  LA NACION

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