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La casta sigue trabajando para Javier Milei

Se cumple un año de la llegada de Javier Milei al poder, un fenómeno extrañísimo surgido de una sociedad, o al menos de una parte mayoritaria de ella, que decidió ante el repudio de lo conocido caminar hacia lo desconocido, hacia un experimento sin antecedentes: un líder con muy poca experiencia política, con escasos antecedentes en el manejo del Estado, sin equipo y, probablemente, sin programa al llegar. Este fenómeno no expresa una crisis política en el sentido habitual, como puede ser un temblor dentro de un gabinete con renuncias de ministros, la dimisión de un vicepresidente o incluso del presidente, como sucedió con Chacho Álvarez y De la Rúa, o una crisis electoral de un gobierno, como ocurrió tantas veces, incluyendo a Alberto Fernández en 2021. No, no fue una crisis política.

Es una crisis de ese oficio. Esto quedó manifiesto en las palabras de un hombre consultado por un sociólogo en una encuesta cualitativa. Este sociólogo entrevistó a personas comunes acerca del malestar que sentían hacia la vida pública, su relación con lo público, y les preguntó: “¿Y la política? ¿Y los políticos?”. Esta persona respondió: “La política es un circo vacío. Nosotros ya nos fuimos; quedaron los políticos solos dentro del circo” Uno está tentado de pensar: el domador, el equilibrista, el trapecista, muchos payasos.

La casta sigue trabajando para Milei; el editorial de Carlos Pagni

Esa respuesta está en el fondo del fenómeno Milei. No se trata solo de una crisis de los políticos como dirigentes partidarios, diputados, senadores, gobernadores o intendentes; va mucho más allá. También toca otras instituciones. Hoy, a un año de la llegada de Milei al poder, nos podemos detener en algunas postales de cómo la política, y la dirigencia en general, respondieron a este golpe profesional, a este cachetazo que la sociedad les dio al elegir a Milei como su líder.

Así nos habló Milei: 9 trucos del relato libertario para construir un nuevo sentido común

Hay una escena llamativa que ilustra el estado del Poder Judicial, en particular la situación de esa especie de ciénaga, con pocas excepciones, que son los tribunales federales de la Ciudad de Buenos Aires, encargados de juzgar la corrupción de políticos y gobiernos nacionales. Comodoro Py.

La escena se refiere al cumpleaños número 60 del fiscal federal Ramiro González. Organizó una gran fiesta en un salón de la costanera, que alguna vez fue sede de un famoso restaurante, con la animación de Cristian Castro. La primera pregunta que surge es: ¿quién financió esta fiesta? Es difícil imaginar que el fiscal Ramiro González, cuya carrera se ha desarrollado íntegramente en Tribunales, haya podido costearla. Se especula con que tiene una casa con pileta en Barrio Parque, campos en Chascomús con ganado valiosísimo. Pero son, casi seguro, habladurías.

A esta celebración asistió buena parte de Comodoro Py, destacándose la jueza María Servini de Cubría -tradicionalmente considerada la madrina del fiscal-; el juez de la Corte Ricardo Lorenzetti y su ahijado, Ariel Lijo. También estuvo el binguero Daniel Angelici, operador de Macri en la Justicia; Lucas Nejamkis, secretario privado de Jaime Stiuoso y Gustavo Elías, cada vez más famoso por el control de los puertos, tan ligado a Hugo Moyano. Hay una curiosidad. Existe una Unidad Fiscal de Delitos contra el Medio Ambiente, que tiene como titular al cumpleañero Ramiro González. Algunos malpensados asociaban que la actividad, o tal vez la inactividad de González como titular de esa Unidad Fiscal. explicaba la presencia de abogados de empresas mineras en el festejo.

Lo más llamativo no es la ética cuestionable de un magistrado que organiza esa fiesta en un contexto de descrédito de la dirigencia. Lo asombroso es que el propio fiscal editó el video que registra todo el show, lo cual sugiere una desconexión preocupante con el lugar que ocupa hoy la justicia en el debate público.

No es el único caso. Otra postal que ilustra esta crisis es la del senador Edgardo Kueider, quien intentó pasar por un control fronterizo con 200.000 dólares en efectivo, sin justificación. Aquí lo relevante no es solo la falta de ética, sino preguntarse qué estaba pensando al intentar cruzar con esa cantidad de dinero. Ahora se debate si fue el kirchnerismo o el macrismo quien lo hizo caer. Nadie señala lo evidente: en un control fronterizo no se puede pasar con 200.000 dólares en efectivo.

Se ha naturalizado el delito en el corazón de la dirigencia. Kueider era senador a quien Santiago Caputo, el “mago del Kremlin” y cerebro político de este gobierno, pensaba poner al frente de la comisión encargada de investigar a los organismos de inteligencia. Estos organismos, casualmente, manejan fortunas que no deben ser explicadas ni justificadas, fondos reservados que han sido incrementados por todos los gobiernos.

A Santiago Caputo se le ocurrió que el control de ese tesoro opaco lo ejerciera Kueider desde el Congreso. No pudo llegar a presidir esa comisión, que hoy lidera Lousteau, debido a un conflicto de Caputo con Patricia Bullrich, quien pretendía a otro dirigente. Es muy probable que Santiago Caputo no supiera quién era Kueider. Le tendría que pedir explicaciones a un lobista bastante oscuro, Adrián Kochen, quien sería el que se lo presentó. Kueider tiene como senadora suplente a Estefanía Cora, de La Cámpora. El jueves se le aceptará la licencia a Kueider, y si pierde la banca, el kirchnerismo pasaría de tener 33 senadores a 34, lo que le permitiría estar a dos bancas de alcanzar el quórum propio en el Senado. Este es un desafío importante para el gobierno de Milei.

Otra postal del circo vacío: Lijo, como se sabe, es uno de los candidatos de Milei para la Corte. Resulta paradójico que un gobierno que se propone ejercer el poder en contra de la “casta” postule a un magistrado ligado al sindicalista judicial Julio Piumato y a Hugo Moyano, como quedó registrado en varias fotos de un festejo gremial. Además, sorprende que propongan como juez de la Corte a un amigo de Piumato, quien hasta el viernes pasado había realizado 24 paros contra el Gobierno.

Hay falta de lógica en las decisiones del oficialismo. Por ejemplo, Sebastián Amerio, hombre cercano a Santiago Caputo y número dos del Ministerio de Justicia, comentó durante todo el día, a quien quisiera oírlo, que es probable que Milei emita un decreto para llevar a Lijo y a Manuel García Mansilla, un prestigioso profesor de derecho constitucional, a la Corte. Sin embargo, el peronismo ya anunció en el Senado que si esto ocurre, removerán a esos jueces rechazando los pliegos enviados por el Ejecutivo. Si Milei firma el decreto durante el receso parlamentario, el Senado podría tratar los pliegos y rechazarlos. Lijo podría perder su juzgado federal, un puesto que aprecia por su alta rentabilidad (política), para conseguir un lugar en la Corte sólo por un par de meses.

Este lunes hubo una despedida para el juez Juan Carlos Maqueda en el Colegio Público de Abogados. Ricardo Gil Lavedra, presidente del Colegio, señaló que no es conveniente que haya jueces designados por decreto porque serían jueces precarios. Un juez precario no puede ser un juez independiente, dijo Gil Lavedra. Lo expresó ante Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti, quienes fueron designados por decreto pero luego convalidados por el Senado, en 2016. Sin embargo, en el caso de Lijo y García Mansilla, no tendrían el mismo destino.

Entre otras noticias, una investigación periodística de Emilia Delfino, en ElDiarioAR, señala que Romina Diago, esposa de Cristian Ritondo, el entrañable “Pucho”, tiene un entramado de sociedades offshore en Delaware, Florida y las Islas Vírgenes Británicas, propietarias de departamentos en Miami por fortunas no declaradas en las declaraciones juradas de Ritondo. Esto es relevante porque los bienes son gananciales y Diago, como el fiscal Ramiro González, ha pasado buena parte de su vida en la función pública, lo que hace difícil justificar esa fortuna.

Ritondo ha estado envuelto en varios escándalos, como cuando la jueza federal Sandra Arroyo Salgado lo señaló hace dos años atrás como el padrino de Marcelo D’Angelo, abogado defensor del fiscal Claudio Scapolán, jefe de una banda de policías narcos en la provincia de Buenos Aires. Scapolán fue removido en un jury donde solo lo defendió una representante del Frente Renovador de Sergio Massa: Sofía Vannelli. D’Angelo fue uno de los principales asesores de Ritondo en el Ministerio de Seguridad bonaerense. De allí pasó a defender al fiscal que amparaba a una banda de policías narcos.

Ritondo, por decisión imperativa de Mauricio Macri, es nada menos que la principal figura de Pro en la actualidad; preside el bloque en la Cámara de Diputados. Es el interlocutor con el gobierno nacional y fue el candidato de Macri para presidir la Cámara de Diputados. Entonces, cabe preguntarse: ¿qué estaban viendo estos dirigentes el año pasado, cuando la gente manifestaba un gran descontento y describía a la política como un “circo vacío”? Uno podría concluir que se merecían la derrota que sufrieron. Esa derrota, particularmente sensible para Juntos por el Cambio, no para el peronismo, que, dadas las circunstancias y la gestión de Alberto Fernández, hizo casi una hazaña. Dicho sea de paso, el fiscal Ramiro González está investigando a Fernández, quien probablemente estará escandalizado por esta fiesta.

Es evidente que la derrota del peronismo se explica en gran parte por la baja calidad de su gobierno. De hecho, hasta Cristina Kirchner calificó esa gestión como desastrosa. Lo que debe explicarse es por qué la gente no eligió a Juntos por el Cambio como alternativa para reemplazar al peronismo y fue a mirar a Milei. Prefirieron un desconocido antes que figuras consolidadas como Patricia Bullrich. Cuando uno mira que figuras tan cuestionadas, como Ritondo, ocupan posiciones clave dentro del principal bloque de esa fuerza política, uno entiende que los ciudadanos fueron más sensatos que los propios dirigentes. Entendieron bien el juego.

Esto lleva a reflexionar sobre cómo la “casta” sigue trabajando para Milei, con el ejemplo de Ritondo, de Kueider o del fiscal González. Habrá que explicar algún día por qué el bloque de La Libertad Avanza cambió su posición en temas como el juego, la ley de ficha limpia —que Ritondo curiosamente defendía y que algunos dicen que motivó que el Gobierno le pasara el vuelto— y la cuestión de la gran evasión de tabacaleras como Sarandí, para que, dicho sea de paso, ha trabajado Kochen, el padrino de Kueider. En este tema, el partido de Milei votó inicialmente una sanción contra las empresas evasoras de impuestos, pero en la segunda cambió su postura a favor de las tabacaleras. Esto contradice el discurso del Presidente contra la “casta” y plantea incoherencias importantes con esa prédica.

En la línea gruesa, el Gobierno sigue predicando en contra de los dirigentes convencionales, y ellos siguen haciendo el juego con todas estas irregularidades o delitos. Hay que prestar atención a lo que dijo Milei en un mensaje que grabó para celebrar su año de gestión. La cuestión económica y el avance contra la inflación son importantísimos para explicar por qué el Gobierno tiene éxito frente la opinión pública, pero estos comportamientos de la dirigencia en general también sostienen el eje principal de “nosotros o la casta”. Esa opción es una operación típica del populismo: capturar el sentimiento de insatisfacción de la gente y redirigirlo hacia los políticos.

El apoyo a Milei se sostiene, en parte, por ese discurso. Según una encuesta de Mora Jozami para la consultora Casa3, la aprobación del gobierno de Milei varía del 45% al 48% en su primer año de gestión. Este incremento, aunque moderado, contrasta con la tendencia de otros gobiernos, que suelen iniciar con un mayor respaldo popular para después ir cayendo. Milei, a diferencia de sus predecesores —excepto Néstor Kirchner—, logró aumentar su adhesión durante este período.

Además, la encuesta muestra que los votantes de Milei incrementaron su apoyo a niveles muy importantes, de 80% a 85%, mientras que los de Unión por la Patria también subieron ligeramente del 6% al 11%. Esto indica una consolidación de sus bases, a pesar de las críticas iniciales. Por otro lado, los niveles de abstención y votos en blanco han disminuido, reflejando un posible cambio en la percepción del electorado sobre la clase política.

Federico Aurelio, de la consultora Aresco, también proyecta un escenario electoral que incluye una posible alianza entre La Libertad Avanza y el PRO, excluyendo a los radicales y a la Coalición Cívica. Según sus datos, esa alianza podría alcanzar el 46,1%, y con proyecciones, una mayoría del 51,3%. Por su parte, el peronismo liderado por Cristina Kirchner y Massa alcanzaría un 33,3%, con un potencial del 37,1%, lo que representa un “piso alto” de votantes.

Es un piso alto de Unión por la Patria, por eso, hay quienes recomiendan no polarizar tanto con Cristina Kirchner porque les puede pasar como a Macri, quien polarizaba con ella y dividía el mapa entre kirchnerismo y antikirchnerismo. Pero un día Macri resbaló y Cristina se benefició de ese resbalón, por efecto mismo de la polarización. Pareciera que el Gobierno sigue esta estrategia. Otros espacios tienen el 10,4%, que se proyecta en el 11,6%, el voto en blanco un 3,3% y un 6,8% no sabe. Estas cifras son muy bajas para una crisis de representación como la que vivimos el año pasado.

¿Esto continuará siendo así? ¿La Libertad Avanza formará una alianza con el PRO? Parece que en el PRO ya hay quienes piensan que no.

La semana pasada, durante una reunión de la dirigencia del PRO en la Ciudad de Buenos Aires, prácticamente se decidió que, dado que no existe tanta afinidad entre Milei y los Macri —Mauricio y Jorge, actual jefe de gobierno porteño—, no habrá entendimiento a largo plazo. Jorge Macri podría decidir adelantar las elecciones locales con un doble efecto: por un lado, salvar la legislatura porteña, lo que garantiza gobernabilidad; y, por otro, amenazar al gobierno nacional con desentenderse del destino de la elección nacional. En otras palabras, le dirían a Milei algo así como: “Milei, si querés ir con tu propia lista y tus propios candidatos, nosotros nos desactivamos porque ya conquistamos las bancas en la legislatura porteña para tener mayoría”.

Una gran incógnita es quién sería el candidato de Milei en la Ciudad. Algunos mencionan a Manuel Adorni, pero también podría tratarse de una candidata del PRO, como Patricia Bullrich. Esto generaría un problema significativo para los Macri si el gobierno nacional decide apoyar a alguien competitivo dentro del partido de los Macri en el electorado porteño. Mientras tanto, el Gobierno parece estar diciendo: “Busquen su propio candidato y vean qué obtienen”.

Esta estrategia, según quienes la defienden, es correcta. Santiago Caputo, uno de los principales asesores de Milei desde 2018, tras abandonar el apoyo a Macri que suministraba su consultora, sostiene que el fenómeno Macri está agotado hace tiempo y que La Libertad Avanza viene precisamente a reemplazarlo. La idea sería quedarse con los votos de Macri y que, eventualmente, en la Ciudad de Buenos Aires, el PRO quede en segundo lugar. De ser así, La Libertad Avanza obtendría tres senadores que votarían, a su vez, el programa de Milei en el Senado, ya que el PRO estaría ideológicamente alineado con su agenda y presionado por su electorado.

La reacción del PRO porteño frente a esta estrategia es adelantar las elecciones, probablemente para abril o mayo, antes de que se definan las listas para la elección nacional. Para eso Jorge Macri tendría que firmar un decreto, lo que podría suceder este 27 de diciembre.

En la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof también evalúa desacoplar las elecciones provinciales de las nacionales. La lista del peronismo podría estar encabezada por Cristina Kirchner, siguiendo la estrategia de 2017, cuando se postuló como senadora en las elecciones de medio término. Cristina buscaría como objetivo unificar al peronismo detrás de ella, evitando cualquier intento de renovación que ponga en riesgo su liderazgo. Kicillof, por su parte, amenaza con desvincular el aparato provincial para esa fecha. Esto podría llevarlo a adelantar las elecciones en la provincia.

La señora de Kirchner, sin embargo, planteó un problema enorme en un acto en Moreno. Advirtió que adelantar las elecciones provinciales, donde se elegirían diputados, senadores provinciales, concejales y consejeros escolares, pondría en el centro del debate la agenda bonaerense, que generalmente queda solapada debajo de la agenda nacional. Según Cristina, discutir esa agenda, donde temas como la seguridad o, mejor dicho, la inseguridad, aparecerían en primer plano, podría ser riesgoso para Kicillof ¿Le conviene dar esa batalla? A pesar de que él no es directamente responsable de la inseguridad, este tema tiene un gran peso histórico en la provincia, especialmente en el conurbano. Cristina Kirchner considera que es más conveniente centrar el debate en las políticas nacionales y caracterizarlas como insensibles y perjudiciales para los más vulnerables.

La agenda del electorado está cambiando. Según una encuesta de Gonzalo De Janin, de la consultora Mide, la preocupación por la inflación ha disminuido, mientras que la pobreza ha ganado protagonismo. En agosto del año pasado, la preocupación por la pobreza era del 8%, pero hoy se ubica en un 20%, después de alcanzar un pico importante en septiembre. La caída de la inflación, ligada a los ingresos, explica en parte este cambio.

¿Cómo interpretar estos datos? Podría pensarse que el electorado castigará al Gobierno por el aumento de la pobreza, pero también es posible que esta menor preocupación por la inflación se perciba como un mérito del Gobierno y el electorado se lo reconozca. Este es el gran interrogante de cara a las elecciones del año que viene: ¿la gente estará dispuesta a perdonar al gobierno de Milei por la recesión y los altos niveles de pobreza, o terminará votando en su contra? La historia muestra ejemplos como el de Menem en 1995, cuando, a pesar de la recesión, el desempleo y la pobreza, el electorado lo premió por haber controlado la inflación, eje central de su agenda, algo similar a lo que persigue Milei.

Este es un apoyo que se empieza a verificar a pesar de que, como publicó Carlos Manzoni el viernes en una nota para LA NACION, la industria cayó en octubre un 0,8% respecto a septiembre y la construcción un 4%. La economía, en rubros muy importantes, sigue planchada. Es un problema que se vuelve más complicado porque hay un atraso cambiario cada vez más significativo y eso facilita las importaciones.

Las empresas se vuelven menos competitivas, y exportar resulta más difícil con esos salarios. Esto es algo que conocemos bien en la Argentina, ya que ha habido muchos ciclos de atraso cambiario. Como señala Pablo Gerchunoff, el dólar que haría más competitiva a la economía argentina suele ser aquel con el cual los gobiernos pierden las elecciones. Esto ocurre porque gran parte de la sociedad argentina, especialmente la clase media, siempre aspira a un dólar barato, que implica ingresos altos en dólares. Este problema histórico se repite una vez más.

En un posteo en X, Guido Sandleris, expresidente del Banco Central durante el gobierno de Macri, afirma que Brasil no estaba tan barato en relación con la Argentina al tipo de cambio paralelo, específicamente el contado con liquidación, desde el fin de la convertibilidad hace 23 años.

En un gráfico del informe de la Fundación Ecosur, da a entender que nos encontramos en un momento en el que el tipo de cambio oficial converge con el paralelo, es decir, está muy atrasado. En 2016, el tipo oficial estaba muy retrasado, pero el paralelo era más competitivo en relación con Brasil. Este verano veremos hordas de argentinos viajando a Brasil, donde todo está más barato, mientras los brasileños dejan de venir a la Argentina.

Esto no se explica únicamente por la política cambiaria argentina, que busca revaluar el peso en lugar de devaluarlo. También influye el contexto brasileño. En Brasil, hay incertidumbre en los mercados por la política fiscal de Lula. Este “Lula 2″, muy diferente al primero, no privilegia el equilibrio fiscal. Como consecuencia, el Banco Central brasileño ha subido las tasas de interés por la preocupación sobre la inflación, lo que complica la situación, ya que gran parte de la deuda pública ajusta a esas tasas. Esto genera temor sobre el equilibrio fiscal y provoca una constante devaluación del real, que llegó a 6 reales por dólar este fin de semana.

Esta combinación de devaluación en Brasil y revaluación en Argentina es un problema recurrente. Hasta ahora, la única respuesta del gobierno argentino parece ser buscar auxilio en el Fondo Monetario Internacional (FMI), posiblemente adelantando un acuerdo. Este fin de semana, el viceministro de Economía, José Luis Daza, y el vicepresidente del Banco Central, Vladimir Werning, estuvieron en Washington, probablemente negociando con el FMI.

El Gobierno parece confiar en que la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca traerá un “salvataje”. Este alineamiento entre Milei y Trump quedó evidente durante el último año. La idea sería adelantar un programa con el FMI que permita un desembolso adicional de 15.000 millones de dólares, concentrado al inicio para blindarse económicamente.

En este contexto global, también ocurren hechos significativos, como la caída de Bashar al-Assad en Siria tras una larga guerra civil cuyos combatientes contaron con apoyo de Israel y Turquía. Rusia, atrapada en el conflicto con Ucrania, pierde poder en Medio Oriente, lo que debilita a Putin. Hay que sumar al panorama una foto que ocurrió en París: una postal compuesta por Emmanuel Macron, Donald Trump y Volodimir Zelensky durante la reapertura de Notre Dame. ¿Le soltará Trump la mano a Zelensky? Hay expertos que dicen que Trump ya sabe que si fortalece a Putin y le entrega a Ucrania, incrementa su poder el principal enemigo de Estados Unidos: China.

Mientras tanto, en Europa, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, asistió a la reunión del Mercosur en Montevideo, donde Milei asumió la presidencia pro tempore. Von der Leyen anunció la firma definitiva del acuerdo Unión Europea-Mercosur, aunque falta la aprobación de parlamentos de países como Francia, Italia e Irlanda, que se oponen por cuestiones ambientales.

En su discurso, Milei prometió usar el “martillo” de la presidencia del Mercosur para destruir el bloque y permitir acuerdos bilaterales entre países. Sin embargo, esto no parece coincidir con la opinión promedio de los argentinos. Una encuesta de Pulsar, consultora de la UBA dirigida por Augusto Reina, muestra cómo percibe la sociedad argentina estos temas.

Ante la pregunta “¿con qué país cree usted que se tiene que relacionar principalmente Argentina?”, el 33% respondió Estados Unidos. Según el partido que vote cada persona, esto varía. Por ejemplo, entre los peronistas, este porcentaje disminuye. El segundo país, con un 19%, es Brasil; España se posiciona como tercero, y China aparece recién en cuarto lugar con un 9%.

“¿A qué país le gustaría parecerse?”, es otra de las interrogantes que se les presentó a los encuestados. Nuevamente, Estados Unidos lidera con un 33%, seguido por España (19%) y Brasil. China, en este caso, aparece con apenas un 3%. Esto significa que la opinión pública argentina coincide en pensar que hay que relacionarse con China, pero no parecerse a ella. Este es un mensaje interesante para el peronismo y el kirchnerismo, especialmente para figuras como Axel Kicillof, que ven en China un modelo político más allá de un socio comercial.

Este paisaje mental de la Argentina respecto del mundo contrasta, en cierta medida, con el de Milei, quien ha preferido un alineamiento automático con Estados Unidos, particularmente el de Donald Trump, mientras mantiene una relación de especial tensión con Brasil, un país históricamente preferido por la Argentina.

Se cumple un año de la llegada de Javier Milei al poder, un fenómeno extrañísimo surgido de una sociedad, o al menos de una parte mayoritaria de ella, que decidió ante el repudio de lo conocido caminar hacia lo desconocido, hacia un experimento sin antecedentes: un líder con muy poca experiencia política, con escasos antecedentes en el manejo del Estado, sin equipo y, probablemente, sin programa al llegar. Este fenómeno no expresa una crisis política en el sentido habitual, como puede ser un temblor dentro de un gabinete con renuncias de ministros, la dimisión de un vicepresidente o incluso del presidente, como sucedió con Chacho Álvarez y De la Rúa, o una crisis electoral de un gobierno, como ocurrió tantas veces, incluyendo a Alberto Fernández en 2021. No, no fue una crisis política.

Es una crisis de ese oficio. Esto quedó manifiesto en las palabras de un hombre consultado por un sociólogo en una encuesta cualitativa. Este sociólogo entrevistó a personas comunes acerca del malestar que sentían hacia la vida pública, su relación con lo público, y les preguntó: “¿Y la política? ¿Y los políticos?”. Esta persona respondió: “La política es un circo vacío. Nosotros ya nos fuimos; quedaron los políticos solos dentro del circo” Uno está tentado de pensar: el domador, el equilibrista, el trapecista, muchos payasos.

La casta sigue trabajando para Milei; el editorial de Carlos Pagni

Esa respuesta está en el fondo del fenómeno Milei. No se trata solo de una crisis de los políticos como dirigentes partidarios, diputados, senadores, gobernadores o intendentes; va mucho más allá. También toca otras instituciones. Hoy, a un año de la llegada de Milei al poder, nos podemos detener en algunas postales de cómo la política, y la dirigencia en general, respondieron a este golpe profesional, a este cachetazo que la sociedad les dio al elegir a Milei como su líder.

Así nos habló Milei: 9 trucos del relato libertario para construir un nuevo sentido común

Hay una escena llamativa que ilustra el estado del Poder Judicial, en particular la situación de esa especie de ciénaga, con pocas excepciones, que son los tribunales federales de la Ciudad de Buenos Aires, encargados de juzgar la corrupción de políticos y gobiernos nacionales. Comodoro Py.

La escena se refiere al cumpleaños número 60 del fiscal federal Ramiro González. Organizó una gran fiesta en un salón de la costanera, que alguna vez fue sede de un famoso restaurante, con la animación de Cristian Castro. La primera pregunta que surge es: ¿quién financió esta fiesta? Es difícil imaginar que el fiscal Ramiro González, cuya carrera se ha desarrollado íntegramente en Tribunales, haya podido costearla. Se especula con que tiene una casa con pileta en Barrio Parque, campos en Chascomús con ganado valiosísimo. Pero son, casi seguro, habladurías.

A esta celebración asistió buena parte de Comodoro Py, destacándose la jueza María Servini de Cubría -tradicionalmente considerada la madrina del fiscal-; el juez de la Corte Ricardo Lorenzetti y su ahijado, Ariel Lijo. También estuvo el binguero Daniel Angelici, operador de Macri en la Justicia; Lucas Nejamkis, secretario privado de Jaime Stiuoso y Gustavo Elías, cada vez más famoso por el control de los puertos, tan ligado a Hugo Moyano. Hay una curiosidad. Existe una Unidad Fiscal de Delitos contra el Medio Ambiente, que tiene como titular al cumpleañero Ramiro González. Algunos malpensados asociaban que la actividad, o tal vez la inactividad de González como titular de esa Unidad Fiscal. explicaba la presencia de abogados de empresas mineras en el festejo.

Lo más llamativo no es la ética cuestionable de un magistrado que organiza esa fiesta en un contexto de descrédito de la dirigencia. Lo asombroso es que el propio fiscal editó el video que registra todo el show, lo cual sugiere una desconexión preocupante con el lugar que ocupa hoy la justicia en el debate público.

No es el único caso. Otra postal que ilustra esta crisis es la del senador Edgardo Kueider, quien intentó pasar por un control fronterizo con 200.000 dólares en efectivo, sin justificación. Aquí lo relevante no es solo la falta de ética, sino preguntarse qué estaba pensando al intentar cruzar con esa cantidad de dinero. Ahora se debate si fue el kirchnerismo o el macrismo quien lo hizo caer. Nadie señala lo evidente: en un control fronterizo no se puede pasar con 200.000 dólares en efectivo.

Se ha naturalizado el delito en el corazón de la dirigencia. Kueider era senador a quien Santiago Caputo, el “mago del Kremlin” y cerebro político de este gobierno, pensaba poner al frente de la comisión encargada de investigar a los organismos de inteligencia. Estos organismos, casualmente, manejan fortunas que no deben ser explicadas ni justificadas, fondos reservados que han sido incrementados por todos los gobiernos.

A Santiago Caputo se le ocurrió que el control de ese tesoro opaco lo ejerciera Kueider desde el Congreso. No pudo llegar a presidir esa comisión, que hoy lidera Lousteau, debido a un conflicto de Caputo con Patricia Bullrich, quien pretendía a otro dirigente. Es muy probable que Santiago Caputo no supiera quién era Kueider. Le tendría que pedir explicaciones a un lobista bastante oscuro, Adrián Kochen, quien sería el que se lo presentó. Kueider tiene como senadora suplente a Estefanía Cora, de La Cámpora. El jueves se le aceptará la licencia a Kueider, y si pierde la banca, el kirchnerismo pasaría de tener 33 senadores a 34, lo que le permitiría estar a dos bancas de alcanzar el quórum propio en el Senado. Este es un desafío importante para el gobierno de Milei.

Otra postal del circo vacío: Lijo, como se sabe, es uno de los candidatos de Milei para la Corte. Resulta paradójico que un gobierno que se propone ejercer el poder en contra de la “casta” postule a un magistrado ligado al sindicalista judicial Julio Piumato y a Hugo Moyano, como quedó registrado en varias fotos de un festejo gremial. Además, sorprende que propongan como juez de la Corte a un amigo de Piumato, quien hasta el viernes pasado había realizado 24 paros contra el Gobierno.

Hay falta de lógica en las decisiones del oficialismo. Por ejemplo, Sebastián Amerio, hombre cercano a Santiago Caputo y número dos del Ministerio de Justicia, comentó durante todo el día, a quien quisiera oírlo, que es probable que Milei emita un decreto para llevar a Lijo y a Manuel García Mansilla, un prestigioso profesor de derecho constitucional, a la Corte. Sin embargo, el peronismo ya anunció en el Senado que si esto ocurre, removerán a esos jueces rechazando los pliegos enviados por el Ejecutivo. Si Milei firma el decreto durante el receso parlamentario, el Senado podría tratar los pliegos y rechazarlos. Lijo podría perder su juzgado federal, un puesto que aprecia por su alta rentabilidad (política), para conseguir un lugar en la Corte sólo por un par de meses.

Este lunes hubo una despedida para el juez Juan Carlos Maqueda en el Colegio Público de Abogados. Ricardo Gil Lavedra, presidente del Colegio, señaló que no es conveniente que haya jueces designados por decreto porque serían jueces precarios. Un juez precario no puede ser un juez independiente, dijo Gil Lavedra. Lo expresó ante Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti, quienes fueron designados por decreto pero luego convalidados por el Senado, en 2016. Sin embargo, en el caso de Lijo y García Mansilla, no tendrían el mismo destino.

Entre otras noticias, una investigación periodística de Emilia Delfino, en ElDiarioAR, señala que Romina Diago, esposa de Cristian Ritondo, el entrañable “Pucho”, tiene un entramado de sociedades offshore en Delaware, Florida y las Islas Vírgenes Británicas, propietarias de departamentos en Miami por fortunas no declaradas en las declaraciones juradas de Ritondo. Esto es relevante porque los bienes son gananciales y Diago, como el fiscal Ramiro González, ha pasado buena parte de su vida en la función pública, lo que hace difícil justificar esa fortuna.

Ritondo ha estado envuelto en varios escándalos, como cuando la jueza federal Sandra Arroyo Salgado lo señaló hace dos años atrás como el padrino de Marcelo D’Angelo, abogado defensor del fiscal Claudio Scapolán, jefe de una banda de policías narcos en la provincia de Buenos Aires. Scapolán fue removido en un jury donde solo lo defendió una representante del Frente Renovador de Sergio Massa: Sofía Vannelli. D’Angelo fue uno de los principales asesores de Ritondo en el Ministerio de Seguridad bonaerense. De allí pasó a defender al fiscal que amparaba a una banda de policías narcos.

Ritondo, por decisión imperativa de Mauricio Macri, es nada menos que la principal figura de Pro en la actualidad; preside el bloque en la Cámara de Diputados. Es el interlocutor con el gobierno nacional y fue el candidato de Macri para presidir la Cámara de Diputados. Entonces, cabe preguntarse: ¿qué estaban viendo estos dirigentes el año pasado, cuando la gente manifestaba un gran descontento y describía a la política como un “circo vacío”? Uno podría concluir que se merecían la derrota que sufrieron. Esa derrota, particularmente sensible para Juntos por el Cambio, no para el peronismo, que, dadas las circunstancias y la gestión de Alberto Fernández, hizo casi una hazaña. Dicho sea de paso, el fiscal Ramiro González está investigando a Fernández, quien probablemente estará escandalizado por esta fiesta.

Es evidente que la derrota del peronismo se explica en gran parte por la baja calidad de su gobierno. De hecho, hasta Cristina Kirchner calificó esa gestión como desastrosa. Lo que debe explicarse es por qué la gente no eligió a Juntos por el Cambio como alternativa para reemplazar al peronismo y fue a mirar a Milei. Prefirieron un desconocido antes que figuras consolidadas como Patricia Bullrich. Cuando uno mira que figuras tan cuestionadas, como Ritondo, ocupan posiciones clave dentro del principal bloque de esa fuerza política, uno entiende que los ciudadanos fueron más sensatos que los propios dirigentes. Entendieron bien el juego.

Esto lleva a reflexionar sobre cómo la “casta” sigue trabajando para Milei, con el ejemplo de Ritondo, de Kueider o del fiscal González. Habrá que explicar algún día por qué el bloque de La Libertad Avanza cambió su posición en temas como el juego, la ley de ficha limpia —que Ritondo curiosamente defendía y que algunos dicen que motivó que el Gobierno le pasara el vuelto— y la cuestión de la gran evasión de tabacaleras como Sarandí, para que, dicho sea de paso, ha trabajado Kochen, el padrino de Kueider. En este tema, el partido de Milei votó inicialmente una sanción contra las empresas evasoras de impuestos, pero en la segunda cambió su postura a favor de las tabacaleras. Esto contradice el discurso del Presidente contra la “casta” y plantea incoherencias importantes con esa prédica.

En la línea gruesa, el Gobierno sigue predicando en contra de los dirigentes convencionales, y ellos siguen haciendo el juego con todas estas irregularidades o delitos. Hay que prestar atención a lo que dijo Milei en un mensaje que grabó para celebrar su año de gestión. La cuestión económica y el avance contra la inflación son importantísimos para explicar por qué el Gobierno tiene éxito frente la opinión pública, pero estos comportamientos de la dirigencia en general también sostienen el eje principal de “nosotros o la casta”. Esa opción es una operación típica del populismo: capturar el sentimiento de insatisfacción de la gente y redirigirlo hacia los políticos.

El apoyo a Milei se sostiene, en parte, por ese discurso. Según una encuesta de Mora Jozami para la consultora Casa3, la aprobación del gobierno de Milei varía del 45% al 48% en su primer año de gestión. Este incremento, aunque moderado, contrasta con la tendencia de otros gobiernos, que suelen iniciar con un mayor respaldo popular para después ir cayendo. Milei, a diferencia de sus predecesores —excepto Néstor Kirchner—, logró aumentar su adhesión durante este período.

Además, la encuesta muestra que los votantes de Milei incrementaron su apoyo a niveles muy importantes, de 80% a 85%, mientras que los de Unión por la Patria también subieron ligeramente del 6% al 11%. Esto indica una consolidación de sus bases, a pesar de las críticas iniciales. Por otro lado, los niveles de abstención y votos en blanco han disminuido, reflejando un posible cambio en la percepción del electorado sobre la clase política.

Federico Aurelio, de la consultora Aresco, también proyecta un escenario electoral que incluye una posible alianza entre La Libertad Avanza y el PRO, excluyendo a los radicales y a la Coalición Cívica. Según sus datos, esa alianza podría alcanzar el 46,1%, y con proyecciones, una mayoría del 51,3%. Por su parte, el peronismo liderado por Cristina Kirchner y Massa alcanzaría un 33,3%, con un potencial del 37,1%, lo que representa un “piso alto” de votantes.

Es un piso alto de Unión por la Patria, por eso, hay quienes recomiendan no polarizar tanto con Cristina Kirchner porque les puede pasar como a Macri, quien polarizaba con ella y dividía el mapa entre kirchnerismo y antikirchnerismo. Pero un día Macri resbaló y Cristina se benefició de ese resbalón, por efecto mismo de la polarización. Pareciera que el Gobierno sigue esta estrategia. Otros espacios tienen el 10,4%, que se proyecta en el 11,6%, el voto en blanco un 3,3% y un 6,8% no sabe. Estas cifras son muy bajas para una crisis de representación como la que vivimos el año pasado.

¿Esto continuará siendo así? ¿La Libertad Avanza formará una alianza con el PRO? Parece que en el PRO ya hay quienes piensan que no.

La semana pasada, durante una reunión de la dirigencia del PRO en la Ciudad de Buenos Aires, prácticamente se decidió que, dado que no existe tanta afinidad entre Milei y los Macri —Mauricio y Jorge, actual jefe de gobierno porteño—, no habrá entendimiento a largo plazo. Jorge Macri podría decidir adelantar las elecciones locales con un doble efecto: por un lado, salvar la legislatura porteña, lo que garantiza gobernabilidad; y, por otro, amenazar al gobierno nacional con desentenderse del destino de la elección nacional. En otras palabras, le dirían a Milei algo así como: “Milei, si querés ir con tu propia lista y tus propios candidatos, nosotros nos desactivamos porque ya conquistamos las bancas en la legislatura porteña para tener mayoría”.

Una gran incógnita es quién sería el candidato de Milei en la Ciudad. Algunos mencionan a Manuel Adorni, pero también podría tratarse de una candidata del PRO, como Patricia Bullrich. Esto generaría un problema significativo para los Macri si el gobierno nacional decide apoyar a alguien competitivo dentro del partido de los Macri en el electorado porteño. Mientras tanto, el Gobierno parece estar diciendo: “Busquen su propio candidato y vean qué obtienen”.

Esta estrategia, según quienes la defienden, es correcta. Santiago Caputo, uno de los principales asesores de Milei desde 2018, tras abandonar el apoyo a Macri que suministraba su consultora, sostiene que el fenómeno Macri está agotado hace tiempo y que La Libertad Avanza viene precisamente a reemplazarlo. La idea sería quedarse con los votos de Macri y que, eventualmente, en la Ciudad de Buenos Aires, el PRO quede en segundo lugar. De ser así, La Libertad Avanza obtendría tres senadores que votarían, a su vez, el programa de Milei en el Senado, ya que el PRO estaría ideológicamente alineado con su agenda y presionado por su electorado.

La reacción del PRO porteño frente a esta estrategia es adelantar las elecciones, probablemente para abril o mayo, antes de que se definan las listas para la elección nacional. Para eso Jorge Macri tendría que firmar un decreto, lo que podría suceder este 27 de diciembre.

En la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof también evalúa desacoplar las elecciones provinciales de las nacionales. La lista del peronismo podría estar encabezada por Cristina Kirchner, siguiendo la estrategia de 2017, cuando se postuló como senadora en las elecciones de medio término. Cristina buscaría como objetivo unificar al peronismo detrás de ella, evitando cualquier intento de renovación que ponga en riesgo su liderazgo. Kicillof, por su parte, amenaza con desvincular el aparato provincial para esa fecha. Esto podría llevarlo a adelantar las elecciones en la provincia.

La señora de Kirchner, sin embargo, planteó un problema enorme en un acto en Moreno. Advirtió que adelantar las elecciones provinciales, donde se elegirían diputados, senadores provinciales, concejales y consejeros escolares, pondría en el centro del debate la agenda bonaerense, que generalmente queda solapada debajo de la agenda nacional. Según Cristina, discutir esa agenda, donde temas como la seguridad o, mejor dicho, la inseguridad, aparecerían en primer plano, podría ser riesgoso para Kicillof ¿Le conviene dar esa batalla? A pesar de que él no es directamente responsable de la inseguridad, este tema tiene un gran peso histórico en la provincia, especialmente en el conurbano. Cristina Kirchner considera que es más conveniente centrar el debate en las políticas nacionales y caracterizarlas como insensibles y perjudiciales para los más vulnerables.

La agenda del electorado está cambiando. Según una encuesta de Gonzalo De Janin, de la consultora Mide, la preocupación por la inflación ha disminuido, mientras que la pobreza ha ganado protagonismo. En agosto del año pasado, la preocupación por la pobreza era del 8%, pero hoy se ubica en un 20%, después de alcanzar un pico importante en septiembre. La caída de la inflación, ligada a los ingresos, explica en parte este cambio.

¿Cómo interpretar estos datos? Podría pensarse que el electorado castigará al Gobierno por el aumento de la pobreza, pero también es posible que esta menor preocupación por la inflación se perciba como un mérito del Gobierno y el electorado se lo reconozca. Este es el gran interrogante de cara a las elecciones del año que viene: ¿la gente estará dispuesta a perdonar al gobierno de Milei por la recesión y los altos niveles de pobreza, o terminará votando en su contra? La historia muestra ejemplos como el de Menem en 1995, cuando, a pesar de la recesión, el desempleo y la pobreza, el electorado lo premió por haber controlado la inflación, eje central de su agenda, algo similar a lo que persigue Milei.

Este es un apoyo que se empieza a verificar a pesar de que, como publicó Carlos Manzoni el viernes en una nota para LA NACION, la industria cayó en octubre un 0,8% respecto a septiembre y la construcción un 4%. La economía, en rubros muy importantes, sigue planchada. Es un problema que se vuelve más complicado porque hay un atraso cambiario cada vez más significativo y eso facilita las importaciones.

Las empresas se vuelven menos competitivas, y exportar resulta más difícil con esos salarios. Esto es algo que conocemos bien en la Argentina, ya que ha habido muchos ciclos de atraso cambiario. Como señala Pablo Gerchunoff, el dólar que haría más competitiva a la economía argentina suele ser aquel con el cual los gobiernos pierden las elecciones. Esto ocurre porque gran parte de la sociedad argentina, especialmente la clase media, siempre aspira a un dólar barato, que implica ingresos altos en dólares. Este problema histórico se repite una vez más.

En un posteo en X, Guido Sandleris, expresidente del Banco Central durante el gobierno de Macri, afirma que Brasil no estaba tan barato en relación con la Argentina al tipo de cambio paralelo, específicamente el contado con liquidación, desde el fin de la convertibilidad hace 23 años.

En un gráfico del informe de la Fundación Ecosur, da a entender que nos encontramos en un momento en el que el tipo de cambio oficial converge con el paralelo, es decir, está muy atrasado. En 2016, el tipo oficial estaba muy retrasado, pero el paralelo era más competitivo en relación con Brasil. Este verano veremos hordas de argentinos viajando a Brasil, donde todo está más barato, mientras los brasileños dejan de venir a la Argentina.

Esto no se explica únicamente por la política cambiaria argentina, que busca revaluar el peso en lugar de devaluarlo. También influye el contexto brasileño. En Brasil, hay incertidumbre en los mercados por la política fiscal de Lula. Este “Lula 2″, muy diferente al primero, no privilegia el equilibrio fiscal. Como consecuencia, el Banco Central brasileño ha subido las tasas de interés por la preocupación sobre la inflación, lo que complica la situación, ya que gran parte de la deuda pública ajusta a esas tasas. Esto genera temor sobre el equilibrio fiscal y provoca una constante devaluación del real, que llegó a 6 reales por dólar este fin de semana.

Esta combinación de devaluación en Brasil y revaluación en Argentina es un problema recurrente. Hasta ahora, la única respuesta del gobierno argentino parece ser buscar auxilio en el Fondo Monetario Internacional (FMI), posiblemente adelantando un acuerdo. Este fin de semana, el viceministro de Economía, José Luis Daza, y el vicepresidente del Banco Central, Vladimir Werning, estuvieron en Washington, probablemente negociando con el FMI.

El Gobierno parece confiar en que la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca traerá un “salvataje”. Este alineamiento entre Milei y Trump quedó evidente durante el último año. La idea sería adelantar un programa con el FMI que permita un desembolso adicional de 15.000 millones de dólares, concentrado al inicio para blindarse económicamente.

En este contexto global, también ocurren hechos significativos, como la caída de Bashar al-Assad en Siria tras una larga guerra civil cuyos combatientes contaron con apoyo de Israel y Turquía. Rusia, atrapada en el conflicto con Ucrania, pierde poder en Medio Oriente, lo que debilita a Putin. Hay que sumar al panorama una foto que ocurrió en París: una postal compuesta por Emmanuel Macron, Donald Trump y Volodimir Zelensky durante la reapertura de Notre Dame. ¿Le soltará Trump la mano a Zelensky? Hay expertos que dicen que Trump ya sabe que si fortalece a Putin y le entrega a Ucrania, incrementa su poder el principal enemigo de Estados Unidos: China.

Mientras tanto, en Europa, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, asistió a la reunión del Mercosur en Montevideo, donde Milei asumió la presidencia pro tempore. Von der Leyen anunció la firma definitiva del acuerdo Unión Europea-Mercosur, aunque falta la aprobación de parlamentos de países como Francia, Italia e Irlanda, que se oponen por cuestiones ambientales.

En su discurso, Milei prometió usar el “martillo” de la presidencia del Mercosur para destruir el bloque y permitir acuerdos bilaterales entre países. Sin embargo, esto no parece coincidir con la opinión promedio de los argentinos. Una encuesta de Pulsar, consultora de la UBA dirigida por Augusto Reina, muestra cómo percibe la sociedad argentina estos temas.

Ante la pregunta “¿con qué país cree usted que se tiene que relacionar principalmente Argentina?”, el 33% respondió Estados Unidos. Según el partido que vote cada persona, esto varía. Por ejemplo, entre los peronistas, este porcentaje disminuye. El segundo país, con un 19%, es Brasil; España se posiciona como tercero, y China aparece recién en cuarto lugar con un 9%.

“¿A qué país le gustaría parecerse?”, es otra de las interrogantes que se les presentó a los encuestados. Nuevamente, Estados Unidos lidera con un 33%, seguido por España (19%) y Brasil. China, en este caso, aparece con apenas un 3%. Esto significa que la opinión pública argentina coincide en pensar que hay que relacionarse con China, pero no parecerse a ella. Este es un mensaje interesante para el peronismo y el kirchnerismo, especialmente para figuras como Axel Kicillof, que ven en China un modelo político más allá de un socio comercial.

Este paisaje mental de la Argentina respecto del mundo contrasta, en cierta medida, con el de Milei, quien ha preferido un alineamiento automático con Estados Unidos, particularmente el de Donald Trump, mientras mantiene una relación de especial tensión con Brasil, un país históricamente preferido por la Argentina.

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