Juan Fernando Quintero: “Aprendí a no tenerle miedo a absolutamente nada”
Golpetea tres veces con sus dedos índice y mayor derechos sobre la mesa y después se lanza a hablar. “Me preguntas sobre la trascendencia de donar sangre… Mucho, es muy importante, tal vez no vemos la magnitud… Me emociono. A mi esposa la salvaron las plaquetas… Que la gente sepa y entienda que donar sangre es muy importante, se puede salvar a mucha gente y ayudar a muchísimas familias. Fueron más de mil personas a donar sangre, con una cadena de oración inmensa. Ahora ya lo puedo decir con naturalidad: mi señora es un milagro de la vida… podemos contarlo. Que hoy pueda estar con nosotros es muy bonito, porque en un momento todo fue incertidumbre, tristeza y soledad. No sabíamos qué iba a pasar. Fue un año muy difícil por esta situación, pero lo sacamos adelante también gracias a la conexión con Dios, con el ser supremo”. Juan Fernando Quintero, que enseguida entendió el sentido de la pregunta, ahora bebe un sorbo de agua. Tiene los ojos brillosos y el corazón en la mano.
Elige hablar del tema personal más delicado. El que le atravesó el alma y condicionó todo el año. Por eso algunas ausencias en la rutina de Racing y los viajes a Medellín. Johana Osorio, su compañera desde hace años, estuvo muy delicada de salud. Internada en el hospital Pablo Tobón Uribe, pendiente de transfusiones y con un diagnóstico angustiante. La campaña en las redes sociales en la búsqueda de donantes de sangre A+ encontró una abrumadora respuesta solidaria. El dolor quedó atrás para abrirle paso a un estado de vigilancia con el que también están aprendiendo a convivir como familia.
–¿Cómo está hoy Johana?
–… Bendecida, con nosotros. Cada seis meses tenemos controles y va a ser así por el resto de la vida.
La vida de Juanfer no ha sido sencilla, pero siempre espantó la idea de victimizarse. Generalmente, prefirió la discreción. Esta vez, quizás aliviado, eligió abrir una hendija hacia una dimensión desconocida. “Si estoy acá sentando, hermano, háblenme de lo que quieran, yo no tengo filtro ni problemas para hablar de todo”, fue su invitación cuando se hundió en el sillón. Y la charla viajó al principio, al lugar donde empezó todo. A la Comuna 13, el barrio San Javier en Medellín. Un lugar tormentoso, hace años, del que jamás piensa desprenderse.
“Hace como cuatro años me la tatué aquí [señala el cuello, donde se lee «Comuna 13»]… Yo soy lo que soy porque ahí es donde crecí y valoro mucho mi niñez porque muchas personas me ayudaron. Donde aparecieron mis valores, donde aprendí a no tenerle miedo absolutamente a nada porque allí viví desde muy niño una gran violencia… Y la viví en carne propia, fue muy difícil… Allá hay un comentario que dice que es un lugar ‘donde nacen muchos y se crían pocos’, porque la situación social y económica es muy difícil y las oportunidades son pocas. Trato de llevar el ejemplo a muchas personas que allá lo padecen y me siento muy orgulloso de mi lugar. Por eso lo llevo a todos lados, hasta en la piel”.
–Hoy el barrio recuperó la calma…
–Sí, es el espíritu de la comuna, superarse. Hoy, a través del arte, de la cultura, se volvió muy turístico y la visita mucha gente. Hemos evolucionado, hemos crecido, y llevarlo en mi piel donde quiera que vaya es mi orgullo.
Sólo andaba por los 2 años Juanfer cuando perdió a su padre, Jaime Enrique, en condiciones que nunca se esclarecieron. Su madre, Lina María Paniagua, tenía 17 años. Eran tiempos agitados, cruzados por la violencia. Juanfer nació en 1993, el año en el que murió Pablo Escobar, jefe del narcotráfico que reinó en Medellín y, también, en las calles de la Comuna 13. Tras la muerte del ‘patrón’, guerrillas dirigían la zona y los combates con el ejército se volvieron frecuentes. Como las sangrientas operaciones ‘Mariscal’ y ‘Orión’, donde las balaceras y la muerte se naturalizaron. Juanfer estaba ahí, Juanfer tenía 9 años. Era un territorio de máximo riesgo, con intereses cruzados entre paramilitares, organizaciones narcotraficantes y el ejército. Con la población en el medio. El relato, asegura que estar en la escuela y esconderse debajo del pupitre porque las balas perdidas se llevaban muchas vidas aparecía en la paleta de Juanfer.
–¿Fue difícil criarse sin papá?
–Sí, obvio. Y lo extraño mucho. Hoy veo imágenes con él y es difícil… pero creo que todo tiene que pasar en la vida. Mi papá no pudo ser profesional, fui yo, y a veces Dios quita para dar. Y da en mucha abundancia. Soy la representación de él; no tuve un padre, pero tuve unos abuelos, unos tíos y unos padres increíbles a través de mi profesión. Y Marcelo [Gallardo] es uno de ellos.
–¿En esa infancia nace tu fervor religioso?
–Mira, de niño, a dos casas de donde vivía estaba la iglesia. Católica. A mí, desde muy niño, mi abuela me inculcó el sentido del agradecimiento, la oración, la conexión con Dios. Y lo siento hasta el día de hoy. Las personas que se han ido me han ayudado también en ese plano espiritual. Y con ellos he tratado de llevar mi talento con naturalidad; lo espiritual es innegociable en mi vida y sé que ese ser supremo está conmigo todo el tiempo.
–Sabés que el hincha de River al escucharte decir que Gallardo es un padre para vos, irremediablemente se entusiasma con tu vuelta.
–Claro, lo sé. Pero… no creo que alimente la posibilidad, soy natural. Y quizás por eso pasen esas cosas. Estoy en Racing, agradecido y hoy es mi realidad, pero tampoco la gente puede esconder que yo viví algo increíble con River, y siempre va a estar en mi corazón. Y lo digo porque yo no me di a conocer por Racing, sino que me di a conocer por River y vivo muy agradecido. Por supuesto que respeto estos colores, y los respeté tanto que luchamos y ganamos algo que va a quedar para toda la vida. Pero tampoco escondo mi amor por River porque viví cosas fantásticas, y es por lo que viví en River que hoy también me respetan en Racing. El mundo River te exige. En River se disfruta muy poco, en estos clubes tan grandes hay una vorágine. En la vida tenés más fracasos que éxitos, por eso tenés que estar equilibrado. No hay que llevarse por las críticas ni los halagos. El mayor ejemplo es un tipo como Marcelo [Gallardo], que ha sido muy ganador en su vida, y que cuando sufre la pérdida de su padre, al otro día está dirigiendo. Es otro tipo de piel. Yo no sé si estaría preparado para eso.
–¿Este sábado será especial el abrazo con Gallardo?
–Somos familia. Lo sabemos, lo sentimos. Es un momento muy especial. Cuando mi abuelo murió, él estuvo ahí para mí. No cabe duda de que somos familia, que lo considero así. Es un momento muy difícil, se va a reponer. Es un tipo que se recupera rápido ante las situaciones. Muestra ese valor, ese carácter, esa decisión para seguir luchándola. Va a tener esos angelitos que le van a servir mucho. Nosotros, como familia que somos, siempre vamos a estar ahí.
–Juegan Racing y River. ¿Qué te convenció de venir a Racing? Pareció extraño cuando se conoció la noticia.
–Claro. Sonaba raro por lo de River. Hace un año y medio Fernando Gago me llamó. Le agradezco porque en muy poco tiempo me enseñó demasiado. Tengo una muy buena relación. Nos mandamos mensajes siempre. Le tengo mucho cariño por haberme llamado para Racing. Después de un año y medio poder vivir lo que estoy viviendo va a quedar siempre en mi corazón. Y se lo he dicho a él. Lo que conseguimos con Racing, salvo que caiga un meteorito y desparezca todo, será para toda la vida. Mira lo de Madrid: ya pasaron 6 años y cada vez coge más repercusión, cada vez la gente lo valora más. Quizás, hoy, todavía no se ve la magnitud de lo que logramos en la Sudamericana, pero lo recalco porque sé que va a durar para siempre y se volverá leyenda lo que hizo Racing en esta Copa. Será para toda la vida, siempre se hablará de ello.
–Para toda la vida, repetís… Como Madrid, como Asunción, como haber sido el primer colombiano que hizo un gol de tiro libre en un Mundial…
–Es Dios, es Dios… eso viene con uno desde niño. Soy un tipo muy espiritual, muy agradecido con Dios y con la vida. Y trato de inculcar eso todos los días porque sé que hay un ser supremo que nos escucha, que nos guía… Soy un tipo que hace ese tipo de cosas, ok, pero no soy yo, es él. No encuentro otra forma de explicarlo, entonces sólo busco agradecérselo al ser supremo.
–Además de tu conexión religiosa, ¿hacés terapia o yoga?
–Tuve ayuda, busqué ayuda y soy muy espiritual. No sólo agradezco, sino también hago trabajos para conectar con mi cuerpo, con mi mente, trato de meditar para fortalecerme en todos los aspectos de mi vida porque si te dejas llevar por la vorágine del fútbol es muy difícil… Todo el tiempo están sacando críticas, o no sirve lo que hacés, o si ganás algo al día siguiente te piden más… No nos podemos olvidar que somos seres humanos, y como te sientas como ser humano, será lo que puedas llevar al campo. Todo tiene que ser un equilibrio en la vida. Humanamente no todo el mundo me conoce y es cierto que yo no me dejo ver mucho. Prefiero darles mucho valor a mis cosas y no me traiciono. Hace años tenía un tema con las críticas. Pero después dije: ‘O me vuelvo víctima o las cojo como gasolina’. Y soy así. Vivo a mi forma. Me encanta que me critiquen porque saca lo mejor de mí.
–Sabés que tu perfil de futbolista no es el convencional…
–Es que yo no trato de complacer a nadie, trato de ser yo mismo todo el tiempo. Esa es mi esencia. Ahora, al que no le guste, perfecto, puedes tomar la decisión que quieras, puedes decir de mí lo que quieras que nada va a cambiar nunca mi decisión. Y a veces peco por eso, por ser tan natural, por ser un tipo transparente en un mundo que tiende a condicionarte. Entonces el futbolista se limita por lo que pensará el hincha o dejará de hacerlo, pero yo soy así, y si realmente no soy ejemplo, es fácil: hay un millón más de personas que pueden ser ejemplo. Elijan a otro.
–¿Sentís que en la Argentina te aceptaron?
–Sí. Argentina me ha dado mucho, me siento uno más. Ahora, en enero, me entregarán mi pasaporte y mis papeles de argentino. Es mi segunda casa, tengo tierra acá y seguramente voy a estar entre Medellín y Argentina el día que me retire del fútbol. Me ha dado tanto este país que recibo el cariño y el respeto de la gente. No hay colores, y para mí eso vale mucho. A todos trato de agradecerles por lo que me toca, que es jugar fútbol. Y fuera del campo siempre siento respeto.
–¿Hasta de los hinchas de Boca?
–Sí, sí… eso es increíble. Eso vale más que cualquier cosa. Por eso hoy digo que no me pongo límites. Más allá de todo lo que viví en River, ¿por qué no podría hablar de Boca? No tendría sentido, creo que hay que darles un ejemplo a las futuras generaciones: por más que tengamos y defendamos nuestros colores, hay que respetar al rival y darles ese reconocimiento.
–Decís que Argentina te aceptó. Quizás todo comenzó en aquel Sudamericano Sub 20 de 2013, en Mendoza, cuando fuiste la figura de Colombia campeón.
–Esta es una tierra muy futbolera, donde se potencia todo. Y aquí encontré mi lugar. Soy colombiano, feliz, pero mi segunda casa es Argentina y voy a estar por acá hasta el día que me muera también. Tengo una familia muy futbolera, y por medio del fútbol me criaron mis tíos, mi abuelo que en paz descanse… Ellos me inculcaron mucho lo que es el fútbol sudamericano. Y bueno, mi momento, mi lugar, era acá. Y por eso, siempre agradecido.
–Has tenido muchos técnicos argentinos también: Pekerman, Lorenzo, Zubeldía, Gago, Gallardo, ahora Costas…
–Todos, todos ellos… Cuando algo es para ti, y tú lo buscas… Obviamente que ellos me exigieron mucho, pero en la parte humana no tengo absolutamente nada malo que decir de ninguno. Son increíbles. Son ganadores y te transmiten eso, porque es la cultura de acá. Me insertaron ese chip de la cultura argentina y a mí me potenció.
–¿Algo no te gusta de los argentinos?
–Cada quien puede ser como quiera, yo soy un tipo que no critico ni juzgo ni apunto. Soy un tipo que se la disfruta, que vive… Son culturas diferentes, nosotros, como colombianos, no estamos habituados a muchas cosas, pero aquí, por medio del fútbol, me inyectaron cosas muy fuertes que tal vez en mi país normalmente no están acostumbrados a sentirlas. Pero yo me exijo todos los días, y creo que eso es lo mejor que he podido aferrar a mi cultura: ser ganador, así puedas perder, claro, pero competir para ir por más. Ese chip tan argentino lo incorporé para mi vida, y he sido muy exitoso porque todos los días trato de ser mejor persona y mejor jugador. Todos los días se puede mejorar.
–Cuentan que después de entrenar te quedás a patear penales y tiros libres. ¿Exigencia… obsesión?
–La verdad que sí. Es el momento de uno. Es que por ahí, en un partido, uno puede traer soluciones. Conscientemente busco fortalecer eso, cuando queda un tiro libre, potenciarlo, trabajarlo. La repetición sirve. Trato de hacer lo más natural posible, todos los días trato de mejorar en algo. Por mi tipo de mentalidad, en los momentos importantes hay que estar. Y para eso también trabajo.
–¿Te quedó pendiente destacarte en Europa?
–Mi lugar era Sudamérica y así lo entendí. La vida pasa y así entiendes que no era mi lugar. Y no me echo culpas, tenía que vivir lo que tenía que vivir pa’ estar donde estoy. Y encontré mi lugar en el mundo: esta tierra me ha hecho conocer en el mundo. A veces no es lo que la gente quiere, sino donde tienes que estar. Gané todo acá y estoy agradecido. No sé qué deparará el futuro.
–¿Por qué jugador pagarías una entrada en el fútbol argentino? Muchos futbolistas coinciden en un nombre: Quintero.
–¿En serio? Mi agradecimiento a ellos. Me encanta Claudio Echeverri, me encanta Mastantuono, me gustan los creativos… Hernán López; Marcelino Moreno de Lanús; me encanta mucho Aquino, el de Vélez; me gusta Zenón, me gusta Medina… Me decanto mucho por esa posición, que es donde uno más ve. Trato de disfrutar mucho el fútbol y tengo preferencias por ese tipo de jugadores.
–¿Mirás fútbol de Europa? ¿Preferencias…?
–En realidad no veo mucho fútbol. Tengo mis preferencias. Le hago fuerzas a los colombianos. Me gusta ver el buen fútbol, tengo también cariño especial por algunos argentinos. Pero en general soy muy patriota. Me gusta ver el fútbol colombiano. Me encanta. Tengo descargado el programa, el canal de Colombia. Soy muy patriota. Creo que trato de ver ese fútbol. No todo el tiempo, pero cuando puedo lo veo.
–¿Soñás con estar en el Mundial 2026?
–Obvio, obvio, obvio… Estoy en el mejor momento de mi carrera, agradecido. Es un momento muy importante para seguir haciendo las cosas bien y, a nivel selección tenemos una gran oportunidad para clasificarnos al Mundial.
–¿Por qué es el mejor?
–Es el momento, yo vivo el momento, no pienso en el futuro ni en el pasado. Todo eso es un cuento. Hoy estoy en el mejor momento de mi carrera porque es ahora. Es lo único que importa.
–Cuando este año Colombia perdió la final de la Copa América con la Argentina, Messi se acercó a consolarte. Nunca habías tenido trato con él, ¿verdad?
–Cero. Y va a quedar siempre en mi corazón. Quedé muy agradecido. Ahí se nota la magnitud, no es casualidad todo lo que le pasa. Cuando uno se mantiene humilde, el éxito llega. Eso para mí tiene mucho valor. Desde muy niño también lo sigo a Lionel. Son cosas que uno no se imagina nunca, pero pasan, y cuando pasan no hay explicación. Existe un Dios supremo que hace que todos los sueños se hagan realidad. Sabemos lo que es él, y poder ser parte de lo que ha vivido en su vida es algo bonito.
–Así como en Qatar muchos futbolero hinchaban por la Argentina por Messi, ahora no faltaron los que por vos hincharon por Racing. ¿Lo sentiste?
–Sí, la verdad que sí. Se siente mucho ese afecto de las personas. Creo que eso ayudó a que nosotros se nos dieran las cosas.
–¿Dónde y cómo viviste el Mundial de Qatar?
–Lo viví en Colombia. Yo ya había dicho que le iba a hacer fuerza a Argentina, y que ojalá Lio se ganara el Mundial. Por él y por lo agradecido que estoy por este país. Como Colombia no fue, le hice fuerza a los sudamericanos. Tengo un cariño especial por Lio.
–¿Y en Colombia pasarás las próximas Fiestas?
–Siempre. Soy colombiano a morir, soy ‘paisa’ a morir. Trato de que el poquito tiempo de vacaciones sea con las personas que quiero. No tengo casa en mi barrio, pero pienso en algún momento tenerla porque soy de ahí. Voy siempre en mis vacaciones, voy a la cancha donde crecí. Hay algunos que están muy gordos, trato de hacer otro tipo de juntadas que el picadito. La vida es hermosa para uno hacerse drama o no disfrutarla. Es como tu la quieras ver, y yo la veo hermosa. Y trato de llevarla así.
Juanfer ❤️pic.twitter.com/YRePECIAza
— VarskySports (@VarskySports) March 16, 2024
–¿Qué te pasa con el afecto de los hinchas? Con los chicos, especialmente.
–A ver… Yo sigo siendo un niño, con 31 años. Para mi jugar al fútbol es mi momento, es lo que yo quiero hacer de toda la vida. Trato de hacerlo como un niño. Y disfrutarlo como un niño. Obviamente, con una responsabilidad grandísima. Pero a la hora de fluir en el campo, trato de hacerlo como un niño. Todos queremos competir, todos queremos ganar, pero llevo ese niño interior que vive con pasión las cosas. Para mí, los niños son innegociables. Devolverles ese cariño es algo muy bonito. Empatizo mucho con eso, vivo mucho con eso.
–¿Cómo es Juanfer Quintero como papá de María José?
–Mi niña de 12 años… Trato de ser muy amigo con mi hija. Que viva sus cosas con mucho sacrificio porque creo que hay que inculcarle los valores de que las cosas no han sido fáciles, por más que ella viva en una burbuja y viva una vida que yo no viví. Le exijo muchísimo como padre, creo que tengo una hija muy humilde, una niña con muchos valores y con mucho orden en su vida. Valor a su familia, a sus abuelos, y quiero que viva sus experiencias también. Creo que es bueno que a veces sufra porque hay que sacar el mayor espíritu posible ante la situación. Es una mujer independiente, es muy parecida a mí. Sé que es muy niña, que la debo cuidar y darle un muy buen ejemplo. Trato de llevarlo naturalmente porque es lo mejor para ella.
–Si estás en Medellín, ¿vas a los actos de colegio?
–Trato de ir, cuando puedo. Mi niña ganó el año [pasó de grado], pero ahora no voy a poder llegar al final. Ahorita tuve la oportunidad de ir dos o tres días y la acompañé. Fui una horita al colegio a saludar. Trato de llevarlo natural. Por más que pase la situación, o el personaje que tengo dentro del campo, trato de compartirlo todo porque se lo que soy para la gente. Uno trata de llevar la vida natural. Trato de salir del éxito o el fracaso porque eso hace daño como ser humano. En el éxito y en el fracaso soy igual. Soy demasiado sincero, transparente, normal ante muchas situaciones. Eso ha sido algo que implanté en mi vida. El personaje Juanfer sale del campo y es una persona común y corriente.
El ermitaño de los buenos asados que es fan de Steph Curry
Fuerza la vista para leer algo en el celular, achina los ojos Juan Fernando Quintero. Se olvidó los anteojos, y queda claro que los necesita… Él mismo oficia de oculista y detalla el diagnóstico: “Tengo todo, todo… tengo presbicia, astigmatismo y miopía… No veo, no veo. Cuando me hicieron las pruebas me preguntaron que cómo hacía pa’ jugar fútbol… Y no lo sé… Uso los lentes porque realmente no veo, pero en la cancha, pues… voy.
–¿Sabés quiénes cumplen años los 18 de enero, como vos?
–Yo sé que Marcelo [Gallardo], y Guardiola… ¿hay otros?
–Zamorano, Lisandro Martínez, Eder Militao, Federico Redondo… la española Aitana Bonmatí, la mejor jugadora del mundo.
–¡¡Iván Zamorano!! ¿Lisandro también? ¿Militao, en serio? ¿Redondo, el que está en Miami? Ufff, una fecha especial… ¿increíble, no? ¿Bonmatí? Nooooooooooooooo. Muuuuy bueno, vaya día especial.
–Hablando de fechas, ¿qué te pasa los 9 de diciembre?
–Entre más pasa el tiempo, creo que uno cae más en cuenta de la situación. Porque en realidad no lo dimensiono, porque yo no vivo en esa burbuja del halago, sabes, para mí es un día muy especial, un día que lo vamos a recordar hasta el final de la existencia del mundo… pero lo disfruto a mi manera porque no soy un tipo efusivo. Le doy mi valor, sabes, y ya la gente lo pondrá en el lugar que quiera. Solo yo sé qué hice y que no hice por conseguirlo.
–Atrás del futbolista, ¿hay un empresario? Tenés tu línea de ropa deportiva, ‘Q10′, el restaurante Rúnico en Medellín…
–Sí, tengo mi línea de vestimenta, el restaurante en Medellín y ahorita estamos por abrir otro, más campo de paddle, un centro deportivo… Me gusta mucho liderar, eso se llama liderar. Y me ocupo yo, con un grupo de trabajo, claro. Todo esto ya forma parte de mi pos retiro, pero también lo hago mientras sigo en el campo. Disfruto la vida, simplemente, porque no me encierro en esa vorágine del futbol donde parece que no puedes hacer nada. A mí nada me limita, y trato de vivirlo así. Y al que le guste bien y al, que no, no. Tenemos que ser nuestra esencia, y si en un momento quiero grabar una canción, por ejemplo, es así. Trato de guardar muy bien mi energía y hago lo que me gusta, no me condiciona nadie. El día que deje de ser eso, no servirá.
–Pero un día dejarás de ser futbolista…
–Nunca dejaré de ser futbolista, solo dejaré de ser profesional. ¿Cuándo dejas de ser futbolista? Nunca… desde que nací hasta el día que me muera seré futbolista. Simplemente dejaré de ser profesional cunado no perciba un salario.
–Ok. Cuando ya no juegues profesionalmente, ¿te imaginás qué harás?
–Antes no lo pensaba así, pero hoy ya me estoy decantado por seguir en el fútbol. Hoy ya tengo mi título de entrenador, que lo hice en la AFA, pero creo que lo que más me gusta es el área de la gestión deportiva. Me gusta ver los buenos jugadores, me fascina ir a ver los talentos. Hoy lo estoy haciendo, tengo dos o tres pibes en Colombia de 12/13 años que les ayudo, les colaboro. En mi pos carrera quiero ayudar mucho a pibes y poder planificar. También, claro, tengo otro tipo de empresas y negocios.
–¿Como niño colombiano seguiste a Serna, Ángel, Yepes, Bermúdez o a Iván Córdoba en la Argentina?
–Claaaro. No podemos olvidarnos que ellos nos dejaron las puertas abiertas. Y la responsabilidad nuestra es dejarla abierta para los que vienen. Ellos dejaron la vara muy alta y les agradecemos. Porque nos damos a conocer, tenemos mucho talento en nuestro país y poder seguir ese camino es lindo. Yo crecí en mi país viendo mucho a Giovanni Hernández, a Néider Morantes, Macnelly Torres, Gio Moreno… Colombia ha tenido unos números 10 increíbles… Víctor Pacheco, el Totono Grisales, yo debuté con él en el mismo equipo… Y sabemos la historia que nos dejó el ‘Pibe’ [Valderrama] y toda esa generación. Ese es el camino que ellos nos dejaron y ojalá la próxima generación también lo siga y lo recorra bien. Nosotros fuimos muy bien educados por ellos, como también mi amigo y hermano ‘Choranta’ Restrepo… Me gusta verlos, convivir con ellos todo lo que pueda para agradecerles lo que hicieron por nosotros. Y hoy también tenemos grandes jugadores, como James, que es mi hermano, y con él no se ha dejado ese clásico 10 que para nosotros es un sello cultural.
–Vos creés que hay un lazo especial entre la Argentina y Medellín, histórico… desde la muerte Gardel.
–Real, real. Fue en nuestro aeropuerto donde lamentablemente pasó. En mi caso es esa conexión con Argentina que no se va, ese hilo invisible que no se va a ir. Soy un agradecido, mi historia se puede basar en eso. Es mi momento, es mi lugar, es mi segunda casa. Quizás tenía que pasar así, es inexplicable por qué. Pero pasó. Y acá estoy. Al final siempre he pensado que no es donde yo quiera, o donde la gente quiera, sino donde Dios quiera. Entendí que mi lugar es este. He ganado todo como futbolista, he crecido como ser humano, cada día quiero crecer más en ese aspecto. La cultura argentina cambió mi vida, mi forma de pensar, vivo muy agradecido. Ha sido con mucho sacrificio, no es coincidencia. Que un colombiano triunfe en estas tierras normalmente no pasa, hemos sido muy pocos. También sé cuál es mi posición social, mi situación en el fútbol, y por eso creo que soy un tipo muy bendecido.
–Sólo falta que digas que sabés asar…
–Lo hago al asado, lo hago, aprendí y lo hago bien. Y tomo mis mates, me encanta el mate y es parte de mi diaria compañía. Soy un argentino más, con mi bandera colombiana, claro, pero este país me encanta y lo amo. También, a la hora de las costumbres colombianas soy re patriota. Porque es así como puedo recordar mi país. Soy ‘paisa’ a morir. Pero demasiado. Ya llevo mucho tiempo por fuera. Mi país es increíble y trato de llevarlo adónde quiera que vaya con mucho honor.
–¿Conocés el interior de la Argentina?
–No, soy ermitaño, sólo cuando hemos salido de pretemporada, pero no soy de viajar.
–¿Por qué ermitaño…?
–Me gusta estar encerrado en mi casa. Solo o con los míos, viviéndolo a mi manera. Socialmente no salgo mucho porque no me gusta, soy así.
–Tenés muchos tatuajes por todo el cuerpo, ¿hay pendientes?
–No lo sé. Ya me están doliendo mucho. Hace dos años me hice el último y dije ya no más. Pero después de lo que viví ahorita con Racing, seguramente va a quedar algo tatuado en mi cuerpo. Vamos a ver cuándo me decido. Mira, hablamos y ya se me eriza la piel del dolor. No me gusta sentir dolor en mi vida. Han pasado tantas cosas, tantos dolores, que trato de no buscarlos. Si llegan, bueno, pero no ir a buscarlos.
–Tenés, al menos, cinco participaciones en temas reguetoneros con bandas colombianas. ¿Solamente te divertís o le ponés dedicación e intentás mejorar?
–Lo hago de hobby. No soy un artista. Mi hermano sí lo es y trato de acompañarlo a sus grabaciones. Estoy muy ligado a la música por las amistades, pero en mis ratos libres llamo y me divierto. Cuando estoy en vacaciones trato de juntarme con mi familia, mis seres queridos, hago lo que yo quiero, no me pongo límites. Cuando estoy en mi trabajo, enfocado de nuevo en lo mío.
–¿Tenés grupos que te gusten de Argentina?
–Sigo mucho, sigo mucho. Tengo conocidos también de la música de acá. Me gusta mucho el freestyle. He conocido a muchos amigos. También me gusta ese tipo de cultura.
–Tenés una gran amistad con Maluma, se conocen desde muy chicos…
–Claro… Él estaba en la escuelita del Nacional, con Alexis García, y yo en Envigado… Nos hicimos muy buenos amigos. Siempre me ha gustado la música, soy melómano, escucho todo tipo de música, y él se decantó por la música y creció una gran amistad. Juega muy bien al fútbol, y si se hubiera enfocado, hubiera llegado. Tiene una cabeza increíble, y me ha ayudado mucho en mi vida.
–¿Y qué hubiese pasado si invertían los roles? ¿Quién hubiera llegado más lejos si él era futbolista y vos cantante?
–Eso no se pude decir, no sé qué hubiera pasado. Tenemos una gran carrera los dos, cada uno en lo suyo. Cada uno disfrutamos de los éxitos del otro. Fue el primero que me llamó cuando quedé campeón en la Sudamericana, y lo mismo hago yo antes sus premios. Nos conocemos desde muy niños.
–¿Te gustan otros deportes? ¿Jugás alguno?
–Me encanta el básquet. Lo juego en mis vacaciones con mis amigos, con mi familia. Soy fanático. Hace poquito me mandó la camiseta Stephen Curry y para mí fue lo más lindo que me podía pasar. Me llegó. La guardo con mucho cariño. Es el jugador que yo admiro, saco tiempo para verlo en los Warriors. Soy un fan enceguecido. Desde muy chico me gusta la NBA. Pero con él es especial porque conozco su historia. Cuando juega, reservo dos o tres horas para verlo. ¿Cómo no voy a estar agradecido con la vida? Salí campeón, Curry me manda su camiseta. Agradecido. Mi familia está bien. Ha sido perfecto todo.
Golpetea tres veces con sus dedos índice y mayor derechos sobre la mesa y después se lanza a hablar. “Me preguntas sobre la trascendencia de donar sangre… Mucho, es muy importante, tal vez no vemos la magnitud… Me emociono. A mi esposa la salvaron las plaquetas… Que la gente sepa y entienda que donar sangre es muy importante, se puede salvar a mucha gente y ayudar a muchísimas familias. Fueron más de mil personas a donar sangre, con una cadena de oración inmensa. Ahora ya lo puedo decir con naturalidad: mi señora es un milagro de la vida… podemos contarlo. Que hoy pueda estar con nosotros es muy bonito, porque en un momento todo fue incertidumbre, tristeza y soledad. No sabíamos qué iba a pasar. Fue un año muy difícil por esta situación, pero lo sacamos adelante también gracias a la conexión con Dios, con el ser supremo”. Juan Fernando Quintero, que enseguida entendió el sentido de la pregunta, ahora bebe un sorbo de agua. Tiene los ojos brillosos y el corazón en la mano.
Elige hablar del tema personal más delicado. El que le atravesó el alma y condicionó todo el año. Por eso algunas ausencias en la rutina de Racing y los viajes a Medellín. Johana Osorio, su compañera desde hace años, estuvo muy delicada de salud. Internada en el hospital Pablo Tobón Uribe, pendiente de transfusiones y con un diagnóstico angustiante. La campaña en las redes sociales en la búsqueda de donantes de sangre A+ encontró una abrumadora respuesta solidaria. El dolor quedó atrás para abrirle paso a un estado de vigilancia con el que también están aprendiendo a convivir como familia.
–¿Cómo está hoy Johana?
–… Bendecida, con nosotros. Cada seis meses tenemos controles y va a ser así por el resto de la vida.
La vida de Juanfer no ha sido sencilla, pero siempre espantó la idea de victimizarse. Generalmente, prefirió la discreción. Esta vez, quizás aliviado, eligió abrir una hendija hacia una dimensión desconocida. “Si estoy acá sentando, hermano, háblenme de lo que quieran, yo no tengo filtro ni problemas para hablar de todo”, fue su invitación cuando se hundió en el sillón. Y la charla viajó al principio, al lugar donde empezó todo. A la Comuna 13, el barrio San Javier en Medellín. Un lugar tormentoso, hace años, del que jamás piensa desprenderse.
“Hace como cuatro años me la tatué aquí [señala el cuello, donde se lee «Comuna 13»]… Yo soy lo que soy porque ahí es donde crecí y valoro mucho mi niñez porque muchas personas me ayudaron. Donde aparecieron mis valores, donde aprendí a no tenerle miedo absolutamente a nada porque allí viví desde muy niño una gran violencia… Y la viví en carne propia, fue muy difícil… Allá hay un comentario que dice que es un lugar ‘donde nacen muchos y se crían pocos’, porque la situación social y económica es muy difícil y las oportunidades son pocas. Trato de llevar el ejemplo a muchas personas que allá lo padecen y me siento muy orgulloso de mi lugar. Por eso lo llevo a todos lados, hasta en la piel”.
–Hoy el barrio recuperó la calma…
–Sí, es el espíritu de la comuna, superarse. Hoy, a través del arte, de la cultura, se volvió muy turístico y la visita mucha gente. Hemos evolucionado, hemos crecido, y llevarlo en mi piel donde quiera que vaya es mi orgullo.
Sólo andaba por los 2 años Juanfer cuando perdió a su padre, Jaime Enrique, en condiciones que nunca se esclarecieron. Su madre, Lina María Paniagua, tenía 17 años. Eran tiempos agitados, cruzados por la violencia. Juanfer nació en 1993, el año en el que murió Pablo Escobar, jefe del narcotráfico que reinó en Medellín y, también, en las calles de la Comuna 13. Tras la muerte del ‘patrón’, guerrillas dirigían la zona y los combates con el ejército se volvieron frecuentes. Como las sangrientas operaciones ‘Mariscal’ y ‘Orión’, donde las balaceras y la muerte se naturalizaron. Juanfer estaba ahí, Juanfer tenía 9 años. Era un territorio de máximo riesgo, con intereses cruzados entre paramilitares, organizaciones narcotraficantes y el ejército. Con la población en el medio. El relato, asegura que estar en la escuela y esconderse debajo del pupitre porque las balas perdidas se llevaban muchas vidas aparecía en la paleta de Juanfer.
–¿Fue difícil criarse sin papá?
–Sí, obvio. Y lo extraño mucho. Hoy veo imágenes con él y es difícil… pero creo que todo tiene que pasar en la vida. Mi papá no pudo ser profesional, fui yo, y a veces Dios quita para dar. Y da en mucha abundancia. Soy la representación de él; no tuve un padre, pero tuve unos abuelos, unos tíos y unos padres increíbles a través de mi profesión. Y Marcelo [Gallardo] es uno de ellos.
–¿En esa infancia nace tu fervor religioso?
–Mira, de niño, a dos casas de donde vivía estaba la iglesia. Católica. A mí, desde muy niño, mi abuela me inculcó el sentido del agradecimiento, la oración, la conexión con Dios. Y lo siento hasta el día de hoy. Las personas que se han ido me han ayudado también en ese plano espiritual. Y con ellos he tratado de llevar mi talento con naturalidad; lo espiritual es innegociable en mi vida y sé que ese ser supremo está conmigo todo el tiempo.
–Sabés que el hincha de River al escucharte decir que Gallardo es un padre para vos, irremediablemente se entusiasma con tu vuelta.
–Claro, lo sé. Pero… no creo que alimente la posibilidad, soy natural. Y quizás por eso pasen esas cosas. Estoy en Racing, agradecido y hoy es mi realidad, pero tampoco la gente puede esconder que yo viví algo increíble con River, y siempre va a estar en mi corazón. Y lo digo porque yo no me di a conocer por Racing, sino que me di a conocer por River y vivo muy agradecido. Por supuesto que respeto estos colores, y los respeté tanto que luchamos y ganamos algo que va a quedar para toda la vida. Pero tampoco escondo mi amor por River porque viví cosas fantásticas, y es por lo que viví en River que hoy también me respetan en Racing. El mundo River te exige. En River se disfruta muy poco, en estos clubes tan grandes hay una vorágine. En la vida tenés más fracasos que éxitos, por eso tenés que estar equilibrado. No hay que llevarse por las críticas ni los halagos. El mayor ejemplo es un tipo como Marcelo [Gallardo], que ha sido muy ganador en su vida, y que cuando sufre la pérdida de su padre, al otro día está dirigiendo. Es otro tipo de piel. Yo no sé si estaría preparado para eso.
–¿Este sábado será especial el abrazo con Gallardo?
–Somos familia. Lo sabemos, lo sentimos. Es un momento muy especial. Cuando mi abuelo murió, él estuvo ahí para mí. No cabe duda de que somos familia, que lo considero así. Es un momento muy difícil, se va a reponer. Es un tipo que se recupera rápido ante las situaciones. Muestra ese valor, ese carácter, esa decisión para seguir luchándola. Va a tener esos angelitos que le van a servir mucho. Nosotros, como familia que somos, siempre vamos a estar ahí.
–Juegan Racing y River. ¿Qué te convenció de venir a Racing? Pareció extraño cuando se conoció la noticia.
–Claro. Sonaba raro por lo de River. Hace un año y medio Fernando Gago me llamó. Le agradezco porque en muy poco tiempo me enseñó demasiado. Tengo una muy buena relación. Nos mandamos mensajes siempre. Le tengo mucho cariño por haberme llamado para Racing. Después de un año y medio poder vivir lo que estoy viviendo va a quedar siempre en mi corazón. Y se lo he dicho a él. Lo que conseguimos con Racing, salvo que caiga un meteorito y desparezca todo, será para toda la vida. Mira lo de Madrid: ya pasaron 6 años y cada vez coge más repercusión, cada vez la gente lo valora más. Quizás, hoy, todavía no se ve la magnitud de lo que logramos en la Sudamericana, pero lo recalco porque sé que va a durar para siempre y se volverá leyenda lo que hizo Racing en esta Copa. Será para toda la vida, siempre se hablará de ello.
–Para toda la vida, repetís… Como Madrid, como Asunción, como haber sido el primer colombiano que hizo un gol de tiro libre en un Mundial…
–Es Dios, es Dios… eso viene con uno desde niño. Soy un tipo muy espiritual, muy agradecido con Dios y con la vida. Y trato de inculcar eso todos los días porque sé que hay un ser supremo que nos escucha, que nos guía… Soy un tipo que hace ese tipo de cosas, ok, pero no soy yo, es él. No encuentro otra forma de explicarlo, entonces sólo busco agradecérselo al ser supremo.
–Además de tu conexión religiosa, ¿hacés terapia o yoga?
–Tuve ayuda, busqué ayuda y soy muy espiritual. No sólo agradezco, sino también hago trabajos para conectar con mi cuerpo, con mi mente, trato de meditar para fortalecerme en todos los aspectos de mi vida porque si te dejas llevar por la vorágine del fútbol es muy difícil… Todo el tiempo están sacando críticas, o no sirve lo que hacés, o si ganás algo al día siguiente te piden más… No nos podemos olvidar que somos seres humanos, y como te sientas como ser humano, será lo que puedas llevar al campo. Todo tiene que ser un equilibrio en la vida. Humanamente no todo el mundo me conoce y es cierto que yo no me dejo ver mucho. Prefiero darles mucho valor a mis cosas y no me traiciono. Hace años tenía un tema con las críticas. Pero después dije: ‘O me vuelvo víctima o las cojo como gasolina’. Y soy así. Vivo a mi forma. Me encanta que me critiquen porque saca lo mejor de mí.
–Sabés que tu perfil de futbolista no es el convencional…
–Es que yo no trato de complacer a nadie, trato de ser yo mismo todo el tiempo. Esa es mi esencia. Ahora, al que no le guste, perfecto, puedes tomar la decisión que quieras, puedes decir de mí lo que quieras que nada va a cambiar nunca mi decisión. Y a veces peco por eso, por ser tan natural, por ser un tipo transparente en un mundo que tiende a condicionarte. Entonces el futbolista se limita por lo que pensará el hincha o dejará de hacerlo, pero yo soy así, y si realmente no soy ejemplo, es fácil: hay un millón más de personas que pueden ser ejemplo. Elijan a otro.
–¿Sentís que en la Argentina te aceptaron?
–Sí. Argentina me ha dado mucho, me siento uno más. Ahora, en enero, me entregarán mi pasaporte y mis papeles de argentino. Es mi segunda casa, tengo tierra acá y seguramente voy a estar entre Medellín y Argentina el día que me retire del fútbol. Me ha dado tanto este país que recibo el cariño y el respeto de la gente. No hay colores, y para mí eso vale mucho. A todos trato de agradecerles por lo que me toca, que es jugar fútbol. Y fuera del campo siempre siento respeto.
–¿Hasta de los hinchas de Boca?
–Sí, sí… eso es increíble. Eso vale más que cualquier cosa. Por eso hoy digo que no me pongo límites. Más allá de todo lo que viví en River, ¿por qué no podría hablar de Boca? No tendría sentido, creo que hay que darles un ejemplo a las futuras generaciones: por más que tengamos y defendamos nuestros colores, hay que respetar al rival y darles ese reconocimiento.
–Decís que Argentina te aceptó. Quizás todo comenzó en aquel Sudamericano Sub 20 de 2013, en Mendoza, cuando fuiste la figura de Colombia campeón.
–Esta es una tierra muy futbolera, donde se potencia todo. Y aquí encontré mi lugar. Soy colombiano, feliz, pero mi segunda casa es Argentina y voy a estar por acá hasta el día que me muera también. Tengo una familia muy futbolera, y por medio del fútbol me criaron mis tíos, mi abuelo que en paz descanse… Ellos me inculcaron mucho lo que es el fútbol sudamericano. Y bueno, mi momento, mi lugar, era acá. Y por eso, siempre agradecido.
–Has tenido muchos técnicos argentinos también: Pekerman, Lorenzo, Zubeldía, Gago, Gallardo, ahora Costas…
–Todos, todos ellos… Cuando algo es para ti, y tú lo buscas… Obviamente que ellos me exigieron mucho, pero en la parte humana no tengo absolutamente nada malo que decir de ninguno. Son increíbles. Son ganadores y te transmiten eso, porque es la cultura de acá. Me insertaron ese chip de la cultura argentina y a mí me potenció.
–¿Algo no te gusta de los argentinos?
–Cada quien puede ser como quiera, yo soy un tipo que no critico ni juzgo ni apunto. Soy un tipo que se la disfruta, que vive… Son culturas diferentes, nosotros, como colombianos, no estamos habituados a muchas cosas, pero aquí, por medio del fútbol, me inyectaron cosas muy fuertes que tal vez en mi país normalmente no están acostumbrados a sentirlas. Pero yo me exijo todos los días, y creo que eso es lo mejor que he podido aferrar a mi cultura: ser ganador, así puedas perder, claro, pero competir para ir por más. Ese chip tan argentino lo incorporé para mi vida, y he sido muy exitoso porque todos los días trato de ser mejor persona y mejor jugador. Todos los días se puede mejorar.
–Cuentan que después de entrenar te quedás a patear penales y tiros libres. ¿Exigencia… obsesión?
–La verdad que sí. Es el momento de uno. Es que por ahí, en un partido, uno puede traer soluciones. Conscientemente busco fortalecer eso, cuando queda un tiro libre, potenciarlo, trabajarlo. La repetición sirve. Trato de hacer lo más natural posible, todos los días trato de mejorar en algo. Por mi tipo de mentalidad, en los momentos importantes hay que estar. Y para eso también trabajo.
–¿Te quedó pendiente destacarte en Europa?
–Mi lugar era Sudamérica y así lo entendí. La vida pasa y así entiendes que no era mi lugar. Y no me echo culpas, tenía que vivir lo que tenía que vivir pa’ estar donde estoy. Y encontré mi lugar en el mundo: esta tierra me ha hecho conocer en el mundo. A veces no es lo que la gente quiere, sino donde tienes que estar. Gané todo acá y estoy agradecido. No sé qué deparará el futuro.
–¿Por qué jugador pagarías una entrada en el fútbol argentino? Muchos futbolistas coinciden en un nombre: Quintero.
–¿En serio? Mi agradecimiento a ellos. Me encanta Claudio Echeverri, me encanta Mastantuono, me gustan los creativos… Hernán López; Marcelino Moreno de Lanús; me encanta mucho Aquino, el de Vélez; me gusta Zenón, me gusta Medina… Me decanto mucho por esa posición, que es donde uno más ve. Trato de disfrutar mucho el fútbol y tengo preferencias por ese tipo de jugadores.
–¿Mirás fútbol de Europa? ¿Preferencias…?
–En realidad no veo mucho fútbol. Tengo mis preferencias. Le hago fuerzas a los colombianos. Me gusta ver el buen fútbol, tengo también cariño especial por algunos argentinos. Pero en general soy muy patriota. Me gusta ver el fútbol colombiano. Me encanta. Tengo descargado el programa, el canal de Colombia. Soy muy patriota. Creo que trato de ver ese fútbol. No todo el tiempo, pero cuando puedo lo veo.
–¿Soñás con estar en el Mundial 2026?
–Obvio, obvio, obvio… Estoy en el mejor momento de mi carrera, agradecido. Es un momento muy importante para seguir haciendo las cosas bien y, a nivel selección tenemos una gran oportunidad para clasificarnos al Mundial.
–¿Por qué es el mejor?
–Es el momento, yo vivo el momento, no pienso en el futuro ni en el pasado. Todo eso es un cuento. Hoy estoy en el mejor momento de mi carrera porque es ahora. Es lo único que importa.
–Cuando este año Colombia perdió la final de la Copa América con la Argentina, Messi se acercó a consolarte. Nunca habías tenido trato con él, ¿verdad?
–Cero. Y va a quedar siempre en mi corazón. Quedé muy agradecido. Ahí se nota la magnitud, no es casualidad todo lo que le pasa. Cuando uno se mantiene humilde, el éxito llega. Eso para mí tiene mucho valor. Desde muy niño también lo sigo a Lionel. Son cosas que uno no se imagina nunca, pero pasan, y cuando pasan no hay explicación. Existe un Dios supremo que hace que todos los sueños se hagan realidad. Sabemos lo que es él, y poder ser parte de lo que ha vivido en su vida es algo bonito.
–Así como en Qatar muchos futbolero hinchaban por la Argentina por Messi, ahora no faltaron los que por vos hincharon por Racing. ¿Lo sentiste?
–Sí, la verdad que sí. Se siente mucho ese afecto de las personas. Creo que eso ayudó a que nosotros se nos dieran las cosas.
–¿Dónde y cómo viviste el Mundial de Qatar?
–Lo viví en Colombia. Yo ya había dicho que le iba a hacer fuerza a Argentina, y que ojalá Lio se ganara el Mundial. Por él y por lo agradecido que estoy por este país. Como Colombia no fue, le hice fuerza a los sudamericanos. Tengo un cariño especial por Lio.
–¿Y en Colombia pasarás las próximas Fiestas?
–Siempre. Soy colombiano a morir, soy ‘paisa’ a morir. Trato de que el poquito tiempo de vacaciones sea con las personas que quiero. No tengo casa en mi barrio, pero pienso en algún momento tenerla porque soy de ahí. Voy siempre en mis vacaciones, voy a la cancha donde crecí. Hay algunos que están muy gordos, trato de hacer otro tipo de juntadas que el picadito. La vida es hermosa para uno hacerse drama o no disfrutarla. Es como tu la quieras ver, y yo la veo hermosa. Y trato de llevarla así.
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— VarskySports (@VarskySports) March 16, 2024
–¿Qué te pasa con el afecto de los hinchas? Con los chicos, especialmente.
–A ver… Yo sigo siendo un niño, con 31 años. Para mi jugar al fútbol es mi momento, es lo que yo quiero hacer de toda la vida. Trato de hacerlo como un niño. Y disfrutarlo como un niño. Obviamente, con una responsabilidad grandísima. Pero a la hora de fluir en el campo, trato de hacerlo como un niño. Todos queremos competir, todos queremos ganar, pero llevo ese niño interior que vive con pasión las cosas. Para mí, los niños son innegociables. Devolverles ese cariño es algo muy bonito. Empatizo mucho con eso, vivo mucho con eso.
–¿Cómo es Juanfer Quintero como papá de María José?
–Mi niña de 12 años… Trato de ser muy amigo con mi hija. Que viva sus cosas con mucho sacrificio porque creo que hay que inculcarle los valores de que las cosas no han sido fáciles, por más que ella viva en una burbuja y viva una vida que yo no viví. Le exijo muchísimo como padre, creo que tengo una hija muy humilde, una niña con muchos valores y con mucho orden en su vida. Valor a su familia, a sus abuelos, y quiero que viva sus experiencias también. Creo que es bueno que a veces sufra porque hay que sacar el mayor espíritu posible ante la situación. Es una mujer independiente, es muy parecida a mí. Sé que es muy niña, que la debo cuidar y darle un muy buen ejemplo. Trato de llevarlo naturalmente porque es lo mejor para ella.
–Si estás en Medellín, ¿vas a los actos de colegio?
–Trato de ir, cuando puedo. Mi niña ganó el año [pasó de grado], pero ahora no voy a poder llegar al final. Ahorita tuve la oportunidad de ir dos o tres días y la acompañé. Fui una horita al colegio a saludar. Trato de llevarlo natural. Por más que pase la situación, o el personaje que tengo dentro del campo, trato de compartirlo todo porque se lo que soy para la gente. Uno trata de llevar la vida natural. Trato de salir del éxito o el fracaso porque eso hace daño como ser humano. En el éxito y en el fracaso soy igual. Soy demasiado sincero, transparente, normal ante muchas situaciones. Eso ha sido algo que implanté en mi vida. El personaje Juanfer sale del campo y es una persona común y corriente.
El ermitaño de los buenos asados que es fan de Steph Curry
Fuerza la vista para leer algo en el celular, achina los ojos Juan Fernando Quintero. Se olvidó los anteojos, y queda claro que los necesita… Él mismo oficia de oculista y detalla el diagnóstico: “Tengo todo, todo… tengo presbicia, astigmatismo y miopía… No veo, no veo. Cuando me hicieron las pruebas me preguntaron que cómo hacía pa’ jugar fútbol… Y no lo sé… Uso los lentes porque realmente no veo, pero en la cancha, pues… voy.
–¿Sabés quiénes cumplen años los 18 de enero, como vos?
–Yo sé que Marcelo [Gallardo], y Guardiola… ¿hay otros?
–Zamorano, Lisandro Martínez, Eder Militao, Federico Redondo… la española Aitana Bonmatí, la mejor jugadora del mundo.
–¡¡Iván Zamorano!! ¿Lisandro también? ¿Militao, en serio? ¿Redondo, el que está en Miami? Ufff, una fecha especial… ¿increíble, no? ¿Bonmatí? Nooooooooooooooo. Muuuuy bueno, vaya día especial.
–Hablando de fechas, ¿qué te pasa los 9 de diciembre?
–Entre más pasa el tiempo, creo que uno cae más en cuenta de la situación. Porque en realidad no lo dimensiono, porque yo no vivo en esa burbuja del halago, sabes, para mí es un día muy especial, un día que lo vamos a recordar hasta el final de la existencia del mundo… pero lo disfruto a mi manera porque no soy un tipo efusivo. Le doy mi valor, sabes, y ya la gente lo pondrá en el lugar que quiera. Solo yo sé qué hice y que no hice por conseguirlo.
–Atrás del futbolista, ¿hay un empresario? Tenés tu línea de ropa deportiva, ‘Q10′, el restaurante Rúnico en Medellín…
–Sí, tengo mi línea de vestimenta, el restaurante en Medellín y ahorita estamos por abrir otro, más campo de paddle, un centro deportivo… Me gusta mucho liderar, eso se llama liderar. Y me ocupo yo, con un grupo de trabajo, claro. Todo esto ya forma parte de mi pos retiro, pero también lo hago mientras sigo en el campo. Disfruto la vida, simplemente, porque no me encierro en esa vorágine del futbol donde parece que no puedes hacer nada. A mí nada me limita, y trato de vivirlo así. Y al que le guste bien y al, que no, no. Tenemos que ser nuestra esencia, y si en un momento quiero grabar una canción, por ejemplo, es así. Trato de guardar muy bien mi energía y hago lo que me gusta, no me condiciona nadie. El día que deje de ser eso, no servirá.
–Pero un día dejarás de ser futbolista…
–Nunca dejaré de ser futbolista, solo dejaré de ser profesional. ¿Cuándo dejas de ser futbolista? Nunca… desde que nací hasta el día que me muera seré futbolista. Simplemente dejaré de ser profesional cunado no perciba un salario.
–Ok. Cuando ya no juegues profesionalmente, ¿te imaginás qué harás?
–Antes no lo pensaba así, pero hoy ya me estoy decantado por seguir en el fútbol. Hoy ya tengo mi título de entrenador, que lo hice en la AFA, pero creo que lo que más me gusta es el área de la gestión deportiva. Me gusta ver los buenos jugadores, me fascina ir a ver los talentos. Hoy lo estoy haciendo, tengo dos o tres pibes en Colombia de 12/13 años que les ayudo, les colaboro. En mi pos carrera quiero ayudar mucho a pibes y poder planificar. También, claro, tengo otro tipo de empresas y negocios.
–¿Como niño colombiano seguiste a Serna, Ángel, Yepes, Bermúdez o a Iván Córdoba en la Argentina?
–Claaaro. No podemos olvidarnos que ellos nos dejaron las puertas abiertas. Y la responsabilidad nuestra es dejarla abierta para los que vienen. Ellos dejaron la vara muy alta y les agradecemos. Porque nos damos a conocer, tenemos mucho talento en nuestro país y poder seguir ese camino es lindo. Yo crecí en mi país viendo mucho a Giovanni Hernández, a Néider Morantes, Macnelly Torres, Gio Moreno… Colombia ha tenido unos números 10 increíbles… Víctor Pacheco, el Totono Grisales, yo debuté con él en el mismo equipo… Y sabemos la historia que nos dejó el ‘Pibe’ [Valderrama] y toda esa generación. Ese es el camino que ellos nos dejaron y ojalá la próxima generación también lo siga y lo recorra bien. Nosotros fuimos muy bien educados por ellos, como también mi amigo y hermano ‘Choranta’ Restrepo… Me gusta verlos, convivir con ellos todo lo que pueda para agradecerles lo que hicieron por nosotros. Y hoy también tenemos grandes jugadores, como James, que es mi hermano, y con él no se ha dejado ese clásico 10 que para nosotros es un sello cultural.
–Vos creés que hay un lazo especial entre la Argentina y Medellín, histórico… desde la muerte Gardel.
–Real, real. Fue en nuestro aeropuerto donde lamentablemente pasó. En mi caso es esa conexión con Argentina que no se va, ese hilo invisible que no se va a ir. Soy un agradecido, mi historia se puede basar en eso. Es mi momento, es mi lugar, es mi segunda casa. Quizás tenía que pasar así, es inexplicable por qué. Pero pasó. Y acá estoy. Al final siempre he pensado que no es donde yo quiera, o donde la gente quiera, sino donde Dios quiera. Entendí que mi lugar es este. He ganado todo como futbolista, he crecido como ser humano, cada día quiero crecer más en ese aspecto. La cultura argentina cambió mi vida, mi forma de pensar, vivo muy agradecido. Ha sido con mucho sacrificio, no es coincidencia. Que un colombiano triunfe en estas tierras normalmente no pasa, hemos sido muy pocos. También sé cuál es mi posición social, mi situación en el fútbol, y por eso creo que soy un tipo muy bendecido.
–Sólo falta que digas que sabés asar…
–Lo hago al asado, lo hago, aprendí y lo hago bien. Y tomo mis mates, me encanta el mate y es parte de mi diaria compañía. Soy un argentino más, con mi bandera colombiana, claro, pero este país me encanta y lo amo. También, a la hora de las costumbres colombianas soy re patriota. Porque es así como puedo recordar mi país. Soy ‘paisa’ a morir. Pero demasiado. Ya llevo mucho tiempo por fuera. Mi país es increíble y trato de llevarlo adónde quiera que vaya con mucho honor.
–¿Conocés el interior de la Argentina?
–No, soy ermitaño, sólo cuando hemos salido de pretemporada, pero no soy de viajar.
–¿Por qué ermitaño…?
–Me gusta estar encerrado en mi casa. Solo o con los míos, viviéndolo a mi manera. Socialmente no salgo mucho porque no me gusta, soy así.
–Tenés muchos tatuajes por todo el cuerpo, ¿hay pendientes?
–No lo sé. Ya me están doliendo mucho. Hace dos años me hice el último y dije ya no más. Pero después de lo que viví ahorita con Racing, seguramente va a quedar algo tatuado en mi cuerpo. Vamos a ver cuándo me decido. Mira, hablamos y ya se me eriza la piel del dolor. No me gusta sentir dolor en mi vida. Han pasado tantas cosas, tantos dolores, que trato de no buscarlos. Si llegan, bueno, pero no ir a buscarlos.
–Tenés, al menos, cinco participaciones en temas reguetoneros con bandas colombianas. ¿Solamente te divertís o le ponés dedicación e intentás mejorar?
–Lo hago de hobby. No soy un artista. Mi hermano sí lo es y trato de acompañarlo a sus grabaciones. Estoy muy ligado a la música por las amistades, pero en mis ratos libres llamo y me divierto. Cuando estoy en vacaciones trato de juntarme con mi familia, mis seres queridos, hago lo que yo quiero, no me pongo límites. Cuando estoy en mi trabajo, enfocado de nuevo en lo mío.
–¿Tenés grupos que te gusten de Argentina?
–Sigo mucho, sigo mucho. Tengo conocidos también de la música de acá. Me gusta mucho el freestyle. He conocido a muchos amigos. También me gusta ese tipo de cultura.
–Tenés una gran amistad con Maluma, se conocen desde muy chicos…
–Claro… Él estaba en la escuelita del Nacional, con Alexis García, y yo en Envigado… Nos hicimos muy buenos amigos. Siempre me ha gustado la música, soy melómano, escucho todo tipo de música, y él se decantó por la música y creció una gran amistad. Juega muy bien al fútbol, y si se hubiera enfocado, hubiera llegado. Tiene una cabeza increíble, y me ha ayudado mucho en mi vida.
–¿Y qué hubiese pasado si invertían los roles? ¿Quién hubiera llegado más lejos si él era futbolista y vos cantante?
–Eso no se pude decir, no sé qué hubiera pasado. Tenemos una gran carrera los dos, cada uno en lo suyo. Cada uno disfrutamos de los éxitos del otro. Fue el primero que me llamó cuando quedé campeón en la Sudamericana, y lo mismo hago yo antes sus premios. Nos conocemos desde muy niños.
–¿Te gustan otros deportes? ¿Jugás alguno?
–Me encanta el básquet. Lo juego en mis vacaciones con mis amigos, con mi familia. Soy fanático. Hace poquito me mandó la camiseta Stephen Curry y para mí fue lo más lindo que me podía pasar. Me llegó. La guardo con mucho cariño. Es el jugador que yo admiro, saco tiempo para verlo en los Warriors. Soy un fan enceguecido. Desde muy chico me gusta la NBA. Pero con él es especial porque conozco su historia. Cuando juega, reservo dos o tres horas para verlo. ¿Cómo no voy a estar agradecido con la vida? Salí campeón, Curry me manda su camiseta. Agradecido. Mi familia está bien. Ha sido perfecto todo.
Un viaje a la intimidad del crack colombiano: la niñez bajo la violencia de Medellín, la delicada salud de su mujer, su función como padre, religión, terapia, música, NBA… y mucho fútbol LA NACION