El mundo en 2025
MONTEVIDEO.- El comienzo de un nuevo año es siempre un momento adecuado para plantear algunos temas con una perspectiva mayor de la que brinda el día a día, con sus acuciantes temas de la coyuntura que, pasado un tiempo, pierden relevancia. Hoy nos proponemos levantar la mirada para observar qué está ocurriendo en el mundo y cómo pueden impactar a nuestro país, en el 2025 que está despuntando.
Yendo de más lejos a lo más cercano, China está dando cada vez más señales de enlentecimiento económico, al tiempo que su política también comienza a generar problemas de diverso tipo. Xi Jinping ha logrado consolidar un poder personal que el Partido Comunista Chino había logrado controlar en otros casos, lo que redunda en una conducción más autoritaria y absolutista de la que ya de por sí tiene todo régimen totalitario. Esto, amén de que produce problemas políticos complejos en sí mismos, tiene un correlato económico innegable.
La creciente intromisión política en las economías vienen generando una mayor inestabilidad. Los límites del funcionamiento de una economía presuntamente de mercado, bajo un sistema de partido único, se están poniendo a prueba. En la medida en que China se parece cada vez más a la Unión Soviética en su centralización de decisiones económicas indefectiblemente también le está llegando su declive económico y más rápido de lo que auguraban la mayoría de los expertos. Lo que suceda en el gigante asiático en los próximos años será clave para el desempeño de le economía global y de los países, que como el nuestro, le exportan buena parte de su producción agropecuaria.
Estados Unidos, por su parte, se encuentra a pocos días de comenzar una nueva era Trump, que todo indica llega recargado. Es posible que la economía norteamericana enfrente dos políticas de consecuencias contrarias. Por un lado, si se logra avanzar en el prometido sentido de disminuir el gasto público, la regulación y los impuestos, los efectos serán inequívocamente positivos, como ya ocurrió durante los dos formidables gobiernos de Ronald Reagan. A su vez, las anunciadas medidas proteccionistas tendrán efectos muy negativos sobre el costo de vida y los costos para las empresas, lo que reducirá la capacidad de crecimiento. Resta ver cuál efecto predominará y cuánto se avanzará en cada dirección para saber cuál será el destino de la mayor economía del mundo.
Europa, mientras tanto, seguirá con un desempeño mediocre y predecible. Sin un sacudón a las regulaciones que oprimen sus economías y una reducción de la carga tributaria que en algunos países ya alcanza los niveles de la opresión será difícil un futuro promisorio. Quizá las próximas elecciones alemanas, en la medida de que retorne al gobierno la CDU con aliados promercado pueda brindar alguna esperanza, que hoy no viene de una Francia anegada en problemas políticos con un gobierno estancado y España y el Reino Unido hundidos con gobiernos socialistas que toman una medida equivocada atrás de otra.
La región no luce mucho mejor. Algunos países grandes tienen serios problemas que ya se dejarán sentir en 2025, como México y Brasil. La deriva antidemocrática de López Obrador, continuada por su actual títere, está haciendo que México no puede aprovechar claras oportunidades del llamado nearshoring, en especial, con Estados Unidos. La creciente incertidumbre del entorno macroeconómico le está jugando una muy mala pasada a su economía al analizar sus datos más recientes.
Por su parte, Brasil enfrenta una crisis fiscal desatada por una política fiscal claramente irresponsable de un Lula que no logra dar pie con bola. Las respuestas más recientes a la crisis han sido muy mal evaluadas por el mercado, su moneda se deprecia rápidamente y las consecuencias de mediano plazo pueden ser muy negativas.
Quizá la única nota positiva en la región la está dando la Argentina, que ha logrado consolidar sus cuentas fiscales, reducir la inflación y disminuir el riesgo país, algo que hasta hace muy poco parecía casi imposible. Las perspectivas para este año son muy buenas tanto para el crecimiento de la economía como para el incremento del empleo y los salarios, lo que tendrá un claro correlato en la disminución de la pobreza, luego de tantos años de pésimas y crecientes cifras.
Toda esta realidad deberá tenerla en cuenta el gobierno electo de nuestro país, que deberá enfrentar un contexto desafiante en que no se puede esperar viento de cola para que nos impulse. Si no se toma en cuenta, corremos serios riesgos de no lograr mantener la economía de pleno empleo que deja el actual gobierno.
MONTEVIDEO.- El comienzo de un nuevo año es siempre un momento adecuado para plantear algunos temas con una perspectiva mayor de la que brinda el día a día, con sus acuciantes temas de la coyuntura que, pasado un tiempo, pierden relevancia. Hoy nos proponemos levantar la mirada para observar qué está ocurriendo en el mundo y cómo pueden impactar a nuestro país, en el 2025 que está despuntando.
Yendo de más lejos a lo más cercano, China está dando cada vez más señales de enlentecimiento económico, al tiempo que su política también comienza a generar problemas de diverso tipo. Xi Jinping ha logrado consolidar un poder personal que el Partido Comunista Chino había logrado controlar en otros casos, lo que redunda en una conducción más autoritaria y absolutista de la que ya de por sí tiene todo régimen totalitario. Esto, amén de que produce problemas políticos complejos en sí mismos, tiene un correlato económico innegable.
La creciente intromisión política en las economías vienen generando una mayor inestabilidad. Los límites del funcionamiento de una economía presuntamente de mercado, bajo un sistema de partido único, se están poniendo a prueba. En la medida en que China se parece cada vez más a la Unión Soviética en su centralización de decisiones económicas indefectiblemente también le está llegando su declive económico y más rápido de lo que auguraban la mayoría de los expertos. Lo que suceda en el gigante asiático en los próximos años será clave para el desempeño de le economía global y de los países, que como el nuestro, le exportan buena parte de su producción agropecuaria.
Estados Unidos, por su parte, se encuentra a pocos días de comenzar una nueva era Trump, que todo indica llega recargado. Es posible que la economía norteamericana enfrente dos políticas de consecuencias contrarias. Por un lado, si se logra avanzar en el prometido sentido de disminuir el gasto público, la regulación y los impuestos, los efectos serán inequívocamente positivos, como ya ocurrió durante los dos formidables gobiernos de Ronald Reagan. A su vez, las anunciadas medidas proteccionistas tendrán efectos muy negativos sobre el costo de vida y los costos para las empresas, lo que reducirá la capacidad de crecimiento. Resta ver cuál efecto predominará y cuánto se avanzará en cada dirección para saber cuál será el destino de la mayor economía del mundo.
Europa, mientras tanto, seguirá con un desempeño mediocre y predecible. Sin un sacudón a las regulaciones que oprimen sus economías y una reducción de la carga tributaria que en algunos países ya alcanza los niveles de la opresión será difícil un futuro promisorio. Quizá las próximas elecciones alemanas, en la medida de que retorne al gobierno la CDU con aliados promercado pueda brindar alguna esperanza, que hoy no viene de una Francia anegada en problemas políticos con un gobierno estancado y España y el Reino Unido hundidos con gobiernos socialistas que toman una medida equivocada atrás de otra.
La región no luce mucho mejor. Algunos países grandes tienen serios problemas que ya se dejarán sentir en 2025, como México y Brasil. La deriva antidemocrática de López Obrador, continuada por su actual títere, está haciendo que México no puede aprovechar claras oportunidades del llamado nearshoring, en especial, con Estados Unidos. La creciente incertidumbre del entorno macroeconómico le está jugando una muy mala pasada a su economía al analizar sus datos más recientes.
Por su parte, Brasil enfrenta una crisis fiscal desatada por una política fiscal claramente irresponsable de un Lula que no logra dar pie con bola. Las respuestas más recientes a la crisis han sido muy mal evaluadas por el mercado, su moneda se deprecia rápidamente y las consecuencias de mediano plazo pueden ser muy negativas.
Quizá la única nota positiva en la región la está dando la Argentina, que ha logrado consolidar sus cuentas fiscales, reducir la inflación y disminuir el riesgo país, algo que hasta hace muy poco parecía casi imposible. Las perspectivas para este año son muy buenas tanto para el crecimiento de la economía como para el incremento del empleo y los salarios, lo que tendrá un claro correlato en la disminución de la pobreza, luego de tantos años de pésimas y crecientes cifras.
Toda esta realidad deberá tenerla en cuenta el gobierno electo de nuestro país, que deberá enfrentar un contexto desafiante en que no se puede esperar viento de cola para que nos impulse. Si no se toma en cuenta, corremos serios riesgos de no lograr mantener la economía de pleno empleo que deja el actual gobierno.
MONTEVIDEO.- El comienzo de un nuevo año es siempre un momento adecuado para plantear algunos temas con una perspectiva mayor de la que brinda el día a día, con sus acuciantes temas de la coyuntura que, pasado un tiempo, pierden relevancia. Hoy nos proponemos levantar la mirada para observar qué está ocurriendo en el mundo y cómo pueden impactar a nuestro país, en el 2025 que está despuntando.Yendo de más lejos a lo más cercano, China está dando cada vez más señales de enlentecimiento económico, al tiempo que su política también comienza a generar problemas de diverso tipo. Xi Jinping ha logrado consolidar un poder personal que el Partido Comunista Chino había logrado controlar en otros casos, lo que redunda en una conducción más autoritaria y absolutista de la que ya de por sí tiene todo régimen totalitario. Esto, amén de que produce problemas políticos complejos en sí mismos, tiene un correlato económico innegable.La creciente intromisión política en las economías vienen generando una mayor inestabilidad. Los límites del funcionamiento de una economía presuntamente de mercado, bajo un sistema de partido único, se están poniendo a prueba. En la medida en que China se parece cada vez más a la Unión Soviética en su centralización de decisiones económicas indefectiblemente también le está llegando su declive económico y más rápido de lo que auguraban la mayoría de los expertos. Lo que suceda en el gigante asiático en los próximos años será clave para el desempeño de le economía global y de los países, que como el nuestro, le exportan buena parte de su producción agropecuaria.Estados Unidos, por su parte, se encuentra a pocos días de comenzar una nueva era Trump, que todo indica llega recargado. Es posible que la economía norteamericana enfrente dos políticas de consecuencias contrarias. Por un lado, si se logra avanzar en el prometido sentido de disminuir el gasto público, la regulación y los impuestos, los efectos serán inequívocamente positivos, como ya ocurrió durante los dos formidables gobiernos de Ronald Reagan. A su vez, las anunciadas medidas proteccionistas tendrán efectos muy negativos sobre el costo de vida y los costos para las empresas, lo que reducirá la capacidad de crecimiento. Resta ver cuál efecto predominará y cuánto se avanzará en cada dirección para saber cuál será el destino de la mayor economía del mundo.Europa, mientras tanto, seguirá con un desempeño mediocre y predecible. Sin un sacudón a las regulaciones que oprimen sus economías y una reducción de la carga tributaria que en algunos países ya alcanza los niveles de la opresión será difícil un futuro promisorio. Quizá las próximas elecciones alemanas, en la medida de que retorne al gobierno la CDU con aliados promercado pueda brindar alguna esperanza, que hoy no viene de una Francia anegada en problemas políticos con un gobierno estancado y España y el Reino Unido hundidos con gobiernos socialistas que toman una medida equivocada atrás de otra.La región no luce mucho mejor. Algunos países grandes tienen serios problemas que ya se dejarán sentir en 2025, como México y Brasil. La deriva antidemocrática de López Obrador, continuada por su actual títere, está haciendo que México no puede aprovechar claras oportunidades del llamado nearshoring, en especial, con Estados Unidos. La creciente incertidumbre del entorno macroeconómico le está jugando una muy mala pasada a su economía al analizar sus datos más recientes.Por su parte, Brasil enfrenta una crisis fiscal desatada por una política fiscal claramente irresponsable de un Lula que no logra dar pie con bola. Las respuestas más recientes a la crisis han sido muy mal evaluadas por el mercado, su moneda se deprecia rápidamente y las consecuencias de mediano plazo pueden ser muy negativas.Quizá la única nota positiva en la región la está dando la Argentina, que ha logrado consolidar sus cuentas fiscales, reducir la inflación y disminuir el riesgo país, algo que hasta hace muy poco parecía casi imposible. Las perspectivas para este año son muy buenas tanto para el crecimiento de la economía como para el incremento del empleo y los salarios, lo que tendrá un claro correlato en la disminución de la pobreza, luego de tantos años de pésimas y crecientes cifras.Toda esta realidad deberá tenerla en cuenta el gobierno electo de nuestro país, que deberá enfrentar un contexto desafiante en que no se puede esperar viento de cola para que nos impulse. Si no se toma en cuenta, corremos serios riesgos de no lograr mantener la economía de pleno empleo que deja el actual gobierno. LA NACION