Descubren la ubicación de un volcán remoto que causó desastres naturales y hambrunas
Un grupo de científicos de la Universidad de St. Andrews descubrió la ubicación de un volcán que se encontraba perdido: Zavaritskii. Este fenómeno, ocurrido en 1981, inundó la atmosfera de gases sulfurosos y reflejó la luz solar con tanta intensidad que provocó caídas abruptas en la temperatura, hecho que se tradujo en la perdida de las cosechas y, como consecuencia, produjo hambrunas.
En el estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS, por sus siglas en inglés), los investigadores reconocieron que esta erupción fue clasificada por sus pares como misteriosa debido a que no se sabía la ubicación del volcán. Sin embargo, ellos pudieron dar con el paradero de esta enigmática abertura en la corteza terrestre que expulsa magma: en una isla cercana a la costa de Rusia.
Gracias al avance de la tecnología, los científicos pudieron analizar los registros de núcleos de hielo de la erupción de una forma que en la antigüedad no era posible. Esto les permitió encontrar una coincidencia del 100% en las huellas dactilares en los depósitos de ceniza.
Los datos de los depósitos de núcleos de hielo que fueron recabados fueron datados y comparados con el volcán Zavaritskii, ubicado en la deshabitada isla de Simushir, la cual forma parte de una larga cadena de islas frente a las costas de Rusia y Japón. Ahora, varios años después de que ocurrió este fenómeno, los científicos pueden descubrir más cosas del hecho.
El Dr. Will Hutchinson, jefe de la investigación llevada a cabo por la Universidad de St. Andrews, dijo: “Solo en los últimos años desarrollamos la capacidad de extraer fragmentos microscópicos de ceniza de los núcleos de hielo polar y realizar análisis químicos detallados de ellos”. Además, explicó: “Estos fragmentos son increíblemente diminutos, aproximadamente una décima parte del diámetro de un cabello humano
“Analizamos la química del hielo con una resolución temporal muy alta. Esto nos permitió determinar el momento preciso de la erupción, en la primavera-verano de 1831, confirmar que fue altamente explosiva y luego extraer los pequeños fragmentos de ceniza”, contó Hutchinson. También reveló que encontrar todos estos datos llevó mucho tiempo y que no hubiera sido posible sin la colaboración de científicos de Japón y Rusia, quienes les enviaron las muestras recolectadas.
El jefe de la investigación comentó que cuando analizaron las dos cenizas juntas, la del volcán y la del núcleo de hielo, los resultados fueron idénticos. “Después de esto, pase mucho tiempo investigando la edad y el tamaño de la erupción en los registros de las Kuriles para convencerme realmente de que la coincidencia era real”, reveló.
El científico en jefe reflexionó sobre la cantidad de volcanes como Zavaritskii que hay en el mundo y la dificultad que representa predecir cuando o donde podría ocurrir una erupción de gran magnitud. “Como científicos y como sociedad, debemos considerar cómo coordinar una respuesta internacional cuando ocurra la próxima gran erupción, como la de 1831″, cerró Hutchinson.
Un grupo de científicos de la Universidad de St. Andrews descubrió la ubicación de un volcán que se encontraba perdido: Zavaritskii. Este fenómeno, ocurrido en 1981, inundó la atmosfera de gases sulfurosos y reflejó la luz solar con tanta intensidad que provocó caídas abruptas en la temperatura, hecho que se tradujo en la perdida de las cosechas y, como consecuencia, produjo hambrunas.
En el estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS, por sus siglas en inglés), los investigadores reconocieron que esta erupción fue clasificada por sus pares como misteriosa debido a que no se sabía la ubicación del volcán. Sin embargo, ellos pudieron dar con el paradero de esta enigmática abertura en la corteza terrestre que expulsa magma: en una isla cercana a la costa de Rusia.
Gracias al avance de la tecnología, los científicos pudieron analizar los registros de núcleos de hielo de la erupción de una forma que en la antigüedad no era posible. Esto les permitió encontrar una coincidencia del 100% en las huellas dactilares en los depósitos de ceniza.
Los datos de los depósitos de núcleos de hielo que fueron recabados fueron datados y comparados con el volcán Zavaritskii, ubicado en la deshabitada isla de Simushir, la cual forma parte de una larga cadena de islas frente a las costas de Rusia y Japón. Ahora, varios años después de que ocurrió este fenómeno, los científicos pueden descubrir más cosas del hecho.
El Dr. Will Hutchinson, jefe de la investigación llevada a cabo por la Universidad de St. Andrews, dijo: “Solo en los últimos años desarrollamos la capacidad de extraer fragmentos microscópicos de ceniza de los núcleos de hielo polar y realizar análisis químicos detallados de ellos”. Además, explicó: “Estos fragmentos son increíblemente diminutos, aproximadamente una décima parte del diámetro de un cabello humano
“Analizamos la química del hielo con una resolución temporal muy alta. Esto nos permitió determinar el momento preciso de la erupción, en la primavera-verano de 1831, confirmar que fue altamente explosiva y luego extraer los pequeños fragmentos de ceniza”, contó Hutchinson. También reveló que encontrar todos estos datos llevó mucho tiempo y que no hubiera sido posible sin la colaboración de científicos de Japón y Rusia, quienes les enviaron las muestras recolectadas.
El jefe de la investigación comentó que cuando analizaron las dos cenizas juntas, la del volcán y la del núcleo de hielo, los resultados fueron idénticos. “Después de esto, pase mucho tiempo investigando la edad y el tamaño de la erupción en los registros de las Kuriles para convencerme realmente de que la coincidencia era real”, reveló.
El científico en jefe reflexionó sobre la cantidad de volcanes como Zavaritskii que hay en el mundo y la dificultad que representa predecir cuando o donde podría ocurrir una erupción de gran magnitud. “Como científicos y como sociedad, debemos considerar cómo coordinar una respuesta internacional cuando ocurra la próxima gran erupción, como la de 1831″, cerró Hutchinson.
Un equipo de científicos logró resolver un misterio de casi dos siglos: una erupción masiva que causó calamidades devastadoras en una isla remota en 1831 LA NACION