La nueva apuesta de la Bolsa: nació antes que la Argentina, es un centro del poder financiero y hoy está obligada a cambiar
Entrar a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires (BCBA), entidad que ya cumplió 170 años -cuando todavía no estaba constituida la Argentina como hoy-, es perforar una dimensión desconocida para millones de argentinos adultos que jamás la vieron como una opción para invertir. Sin embargo, crece exponencialmente el interés. Hace solo tres años había 600.000 personas o sociedades con cuentas abiertas para comprar y vender acciones. Hoy hay 14 millones, mayormente suscriptas el año pasado, según Adelmo Gabbi, presidente de la BCBA.
“La función del mercado de capitales es reunir a quienes tienen dinero ocioso con quienes lo necesitan. De esa manera, los inversores aportan sus ahorros para que las empresas crezcan, a cambio de un beneficio”. Así presenta su misión la BCBA. Claro que el común de los argentinos desconoce qué significa “dinero ocioso”, ya que está más familiarizado con “cuentas en rojo” pero, según los expertos, esta ecuación podría cambiar. Invertir ahorros (que, en caso de existir, solían volcarse al dólar) sería una nueva opción.
De la economía de defensa, con idas a los mayoristas para protegerse de la inflación, a la economía en expansión, es el camino que traza el Gobierno. La inversión en las empresas que cotizan en la bolsa local es un termómetro para saber si hay, o no, confianza en que esto, finalmente, va a suceder.
El índice Merval superó en 2024 el 160% respecto de 2023. Este indicador refleja el comportamiento promedio de las cotizaciones de las acciones más líquidas y representativas del mercado de valores de la Argentina.
Como un pariente desconocido que llega de visita después de vivir años en el extranjero, hay que volver a familiarizarse, en esta caso con la Bolsa y sus beneficios. “A partir de los $1000 ya se puede invertir en la Bolsa”, cuenta Gabbi, quien agrega que hace un par de años nadie hablaba de ella, que es el instrumento económico más antiguo que tiene el país.
Vislumbra buenos tiempos porque cree que en la importancia de la palabra y de la confianza que puede generar un país para prosperar. “La Argentina cumplió con sus obligaciones y efectuó el pago que correspondía de los títulos públicos. Era vista por el mundo como un país que no tenía voluntad de pago, pero eso está cambiando”, cuenta Gabbi haciendo referencia al desembolso de US$4360 millones entre vencimientos de capital e intereses.
Agrega que, “a mayor predominio del Estado sobre un país, menor es la actividad”. Confía en que con estas políticas, que incluyen respetar los vencimientos, la Argentina pase a una mejor categoría internacional y haya más inversores locales y extranjeros dispuestos a poner plata en las acciones locales.
La Bolsa de Comercio de Buenos Aires conforma el llamado Grupo de los 6, junto a la Unión Industrial Argentina (UIA); la Cámara de Comercio (CAC); la Asociación de Bancos de Argentina (ABA); la Sociedad Rural Argentina (SRA) y la Cámara Argentina de la Construcción. No solo mantienen reuniones periódicas, sino que también tienen diálogo con el poder político. Entre los consejeros electos están algunos de los empresarios más representativos del país, como Eduardo Eurnekian; Alejandro Bulgheroni; Cristiano Rattazzi y Jorge Brito, entre otros.
Las empresas listadas en BYMA apenas superan las 80 y hay información relevante que las compañías tienen la obligación de informar.
¿Por qué son tan pocas las empresas que cotizan en la Bolsa local? Por un lado, la situación del país en los últimos años fue desfavorable para la inversión privada y, por el otro, las empresas deben tener “todo en blanco”. Todas las empresas están controladas por la Comisión Nacional de Valores.
En las transacciones también participan “miles” de pymes a través del Mercado Argentino de Valores, donde pueden vender sus cheques de pago diferido.
Un edificio con historia
“En la Bolsa estuvieron casi todos los presidentes de la Argentina constitucionales, de Sarmiento hasta Javier Milei. El único que no vino, ausente y sin aviso, fue Alberto Fernández”, cuenta Gabbi. Estas visitas, más otras relevantes de autoridades extranjeras, están plasmadas en “el libro de oro”, que tiene la firma de todos ellos.
En el edificio estilo palacio encomendado a Alejandro Christophersen en 1913 e inaugurado en 1916 (aunque la Bolsa ya existía desde 1854) se tejieron historias que se escribían sobre pizarras, negociaciones a viva voz y campanadas para abrir y cerrar ruedas. Era, en definitiva, un griterío de hombres (el edificio actual ni siquiera contaba con baño para mujeres), con sombreros Panamá. La palabra era ley. Hoy la historia es otra y las acciones se negocian de manera digital. El encanto de antaño queda para las películas, pero el estrés es exactamente igual. El sube y baja emocional se manifiesta en cada flecha para arriba, o para abajo, que indica cómo va el resultado de la inversión.
Una pinacoteca fabulosa, que incluye cuadros de Fernando Fader, Raúl Soldi, Carlos Ripamonte, Bernaldo de Quirós, Eduardo Sívori y Quinquela Martín, entre otros, completan el entramado de muebles ingleses, boisserie, mármoles, arañas, herrería artística, vitreaux y tapices que le dan al edificio un marco que atrae a miles de visitantes en “La noche de los museos”.
La mirada en los jóvenes
Sin embargo, no todo tiempo pasado necesariamente fue mejor, y la entidad apuesta por el futuro.
El analista de mercados Rubén Pasquali analiza qué pasa en el mundo joven a la hora de pensar en una inversión. “La inmediatez está presente cada vez más en los jóvenes, que tienen la necesidad de ganar y tener todo rápido… Venimos de dos años de subas muy fuertes. Solo en 2024 subió 167%. Se suma que las tasas y dólar no tienen rendimientos atractivos por la baja de inflación. Hay entonces una frase de Warren Buffett que es ideal para que los jóvenes se aproximen a la Bolsa: “La inversión en acciones es la más riesgosa en el corto plazo, pero la más segura en el largo plazo””, sostiene.
Con respecto a las herramientas y atractivos para atraer a los que tienen más de 20, el especialista comenta que la Bolsa y en BYMA, que son las dos instituciones más importantes del sistema, hacen cursos para jóvenes. “La mayoría de los agentes de Bolsa cuentan con aplicaciones para que los inversores puedan cursar sus órdenes, interactuando con el mercado online. Es un avance importante con respecto a algunos años atrás”, sostiene.
También dice que es una buena alternativa el Cedear, un certificado que acredita que la persona que lo compra es titular de diferentes activos extranjeros, pero que se pueden comprar en pesos a través de un broker local. Recientemente, se incorporaron alternativas cripto, que tanto atraen a la nueva generación de inversores.
El video institucional de la entidad, lejos de la solemnidad, tiene un tema llamado “The travel sequence”, de Pink Floyd.
Entrar a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires (BCBA), entidad que ya cumplió 170 años -cuando todavía no estaba constituida la Argentina como hoy-, es perforar una dimensión desconocida para millones de argentinos adultos que jamás la vieron como una opción para invertir. Sin embargo, crece exponencialmente el interés. Hace solo tres años había 600.000 personas o sociedades con cuentas abiertas para comprar y vender acciones. Hoy hay 14 millones, mayormente suscriptas el año pasado, según Adelmo Gabbi, presidente de la BCBA.
“La función del mercado de capitales es reunir a quienes tienen dinero ocioso con quienes lo necesitan. De esa manera, los inversores aportan sus ahorros para que las empresas crezcan, a cambio de un beneficio”. Así presenta su misión la BCBA. Claro que el común de los argentinos desconoce qué significa “dinero ocioso”, ya que está más familiarizado con “cuentas en rojo” pero, según los expertos, esta ecuación podría cambiar. Invertir ahorros (que, en caso de existir, solían volcarse al dólar) sería una nueva opción.
De la economía de defensa, con idas a los mayoristas para protegerse de la inflación, a la economía en expansión, es el camino que traza el Gobierno. La inversión en las empresas que cotizan en la bolsa local es un termómetro para saber si hay, o no, confianza en que esto, finalmente, va a suceder.
El índice Merval superó en 2024 el 160% respecto de 2023. Este indicador refleja el comportamiento promedio de las cotizaciones de las acciones más líquidas y representativas del mercado de valores de la Argentina.
Como un pariente desconocido que llega de visita después de vivir años en el extranjero, hay que volver a familiarizarse, en esta caso con la Bolsa y sus beneficios. “A partir de los $1000 ya se puede invertir en la Bolsa”, cuenta Gabbi, quien agrega que hace un par de años nadie hablaba de ella, que es el instrumento económico más antiguo que tiene el país.
Vislumbra buenos tiempos porque cree que en la importancia de la palabra y de la confianza que puede generar un país para prosperar. “La Argentina cumplió con sus obligaciones y efectuó el pago que correspondía de los títulos públicos. Era vista por el mundo como un país que no tenía voluntad de pago, pero eso está cambiando”, cuenta Gabbi haciendo referencia al desembolso de US$4360 millones entre vencimientos de capital e intereses.
Agrega que, “a mayor predominio del Estado sobre un país, menor es la actividad”. Confía en que con estas políticas, que incluyen respetar los vencimientos, la Argentina pase a una mejor categoría internacional y haya más inversores locales y extranjeros dispuestos a poner plata en las acciones locales.
La Bolsa de Comercio de Buenos Aires conforma el llamado Grupo de los 6, junto a la Unión Industrial Argentina (UIA); la Cámara de Comercio (CAC); la Asociación de Bancos de Argentina (ABA); la Sociedad Rural Argentina (SRA) y la Cámara Argentina de la Construcción. No solo mantienen reuniones periódicas, sino que también tienen diálogo con el poder político. Entre los consejeros electos están algunos de los empresarios más representativos del país, como Eduardo Eurnekian; Alejandro Bulgheroni; Cristiano Rattazzi y Jorge Brito, entre otros.
Las empresas listadas en BYMA apenas superan las 80 y hay información relevante que las compañías tienen la obligación de informar.
¿Por qué son tan pocas las empresas que cotizan en la Bolsa local? Por un lado, la situación del país en los últimos años fue desfavorable para la inversión privada y, por el otro, las empresas deben tener “todo en blanco”. Todas las empresas están controladas por la Comisión Nacional de Valores.
En las transacciones también participan “miles” de pymes a través del Mercado Argentino de Valores, donde pueden vender sus cheques de pago diferido.
Un edificio con historia
“En la Bolsa estuvieron casi todos los presidentes de la Argentina constitucionales, de Sarmiento hasta Javier Milei. El único que no vino, ausente y sin aviso, fue Alberto Fernández”, cuenta Gabbi. Estas visitas, más otras relevantes de autoridades extranjeras, están plasmadas en “el libro de oro”, que tiene la firma de todos ellos.
En el edificio estilo palacio encomendado a Alejandro Christophersen en 1913 e inaugurado en 1916 (aunque la Bolsa ya existía desde 1854) se tejieron historias que se escribían sobre pizarras, negociaciones a viva voz y campanadas para abrir y cerrar ruedas. Era, en definitiva, un griterío de hombres (el edificio actual ni siquiera contaba con baño para mujeres), con sombreros Panamá. La palabra era ley. Hoy la historia es otra y las acciones se negocian de manera digital. El encanto de antaño queda para las películas, pero el estrés es exactamente igual. El sube y baja emocional se manifiesta en cada flecha para arriba, o para abajo, que indica cómo va el resultado de la inversión.
Una pinacoteca fabulosa, que incluye cuadros de Fernando Fader, Raúl Soldi, Carlos Ripamonte, Bernaldo de Quirós, Eduardo Sívori y Quinquela Martín, entre otros, completan el entramado de muebles ingleses, boisserie, mármoles, arañas, herrería artística, vitreaux y tapices que le dan al edificio un marco que atrae a miles de visitantes en “La noche de los museos”.
La mirada en los jóvenes
Sin embargo, no todo tiempo pasado necesariamente fue mejor, y la entidad apuesta por el futuro.
El analista de mercados Rubén Pasquali analiza qué pasa en el mundo joven a la hora de pensar en una inversión. “La inmediatez está presente cada vez más en los jóvenes, que tienen la necesidad de ganar y tener todo rápido… Venimos de dos años de subas muy fuertes. Solo en 2024 subió 167%. Se suma que las tasas y dólar no tienen rendimientos atractivos por la baja de inflación. Hay entonces una frase de Warren Buffett que es ideal para que los jóvenes se aproximen a la Bolsa: “La inversión en acciones es la más riesgosa en el corto plazo, pero la más segura en el largo plazo””, sostiene.
Con respecto a las herramientas y atractivos para atraer a los que tienen más de 20, el especialista comenta que la Bolsa y en BYMA, que son las dos instituciones más importantes del sistema, hacen cursos para jóvenes. “La mayoría de los agentes de Bolsa cuentan con aplicaciones para que los inversores puedan cursar sus órdenes, interactuando con el mercado online. Es un avance importante con respecto a algunos años atrás”, sostiene.
También dice que es una buena alternativa el Cedear, un certificado que acredita que la persona que lo compra es titular de diferentes activos extranjeros, pero que se pueden comprar en pesos a través de un broker local. Recientemente, se incorporaron alternativas cripto, que tanto atraen a la nueva generación de inversores.
El video institucional de la entidad, lejos de la solemnidad, tiene un tema llamado “The travel sequence”, de Pink Floyd.
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